Solo un capítulo más Solo un capítulo más

Siempre busco la manera de acabar una serie cuanto antes... para ponerme a ver otra.

Archivo de marzo, 2014

¿Cosas de Casa o How i Met your Mother? ¿Son mejores las sitcoms de los 90 o las de ahora?

Los que nacimos entre los 80 y los 90 hemos crecido rodeados de sitcoms. La llegada de las cadenas privadas, especialmente Antena 3, permitió que España descubriese de una forma más evidente la llamada «comedia de situación». Esto es: episodios de una media hora si le sumabas la publicidad, que se emitían todos los días, y que pasado un tiempo veías como se iban repitiendo los capítulos.

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Gracias a aquellos que habían estado en EEUU, y especialmente tras la llegada de Internet, descubrimos que estas series no se emitían como en España en el país del que provenían: eran semanales, duraban 20 minutos, y solían aguantar varias temporadas en la parrilla estadounidense. También que llevaban varios años emitiéndose antes de que nosotros las conociésemos, lo que explicaba que aquí pudiesen emitirse diariamente.

La lista es larga: El Príncipe de Bel Air, Cosas de Casa, Sabrina, Friends, Seinfeld, Frasier… Y hasta Los problemas crecen, aunque esta realmente pertenece a los 80. En cualquier caso, todas ellas son indelebles a nuestros recuerdos, ya que formaron parte de algunos momentos concretos que solo podían significar felicidad.

principe (1)Principalmente porque era lo primero que veíamos tras estar toda la mañana en el colegio, junto a la familia a la hora de comer, y porque cuando existían los contenedores infantiles de los sábados y domingos en todas las cadenas también se emitían éstas u otras que no tuvieron tanto impacto. Ya escribí el año pasado un post sobre esto mismo, basado en mi propia experiencia, y que por lo que pudo ver es la de muchos otros.

En España creo que no hemos tenido ninguna al uso. Se me ocurren Farmacia de Guardia Siete Vidas, que empleaban el esquema y el estilo sitcom aunque por su duración parecieran otra cosa.

Ahora estamos en una nueva era de estas comedias ágiles y fáciles de ver (porque hacen gracia y por su duración). Algunas de ellas nos han vuelto a marcar a los que ya disfrutamos de aquellas que surgieron en los 90, con dos exponentes principales. Cómo no, de la CBS: How i met your mother The Big Bang TheoryHay muchas otras, pero estas son las más conocidas junto a Scrubs, la sobrevaloradísima Two and a half men, y 30 Rock, si la encuadramos en la categoría de sitcom. Además podemos sumar, de este año, a Brooklyn Nine-Nine.Big1

¿Hay diferencias entre las de una generación y otras? ¿Cuáles? Se suele decir que cualquier tiempo pasado fue mejor, pero, ¿también para la ficción televisiva? ¿O el presente, ya sea por cuestiones técnicas o no, ha superado a lo emitido hace dos décadas? En definitiva, ¿son mejores las sitcoms de los 90 o las actuales?

Honestamente, creo que las de los 90 aún son superiores. Sigo guardando mejor recuerdo de las comedias de aquellos años. Aunque creo que influye el factor emocional de una manera perentoria, ya que si no hubiesen marcado ciertos momentos de mi vida a lo mejor no sería así. De las actuales me gustan muy poquitas, y las de los 90 las ví todas y me hicieron pasar muy buenos ratos; ahora no ocurre lo mismo con las series «jóvenes» del género.

Como ya es habitual, he preguntado a compañeros y amigos sobre su parecer. En esta ocasión, he tenido en cuenta la edad de aquellos a los que he pedido opinión, para así tener una visión más amplia. Más que nada porque todos habrán visto lo mismo, pero con distintas edades.

El primero, el más joven, es Jaime Domínguez, del recomendable blog TV Spoiler Alert (sus calendarios de estrenos y regresos son los mejores). Esto es lo que dice al respecto:

Como5En lo fundamental, las sitcoms siguen siendo las mismas y se mueven por reglas similares. Lo que ha evolucionado es el espectador y, en especial, el concepto de lo que es gracioso y lo que no lo es. Los gags directos y asequibles de entonces han sido sustuidos por otros más referenciales, e incluso intelectuales (aunque las sitcoms multicámara actuales apenas han evolucionado, puede que incluso todo lo contrario). ¿Tendrían entonces el mismo éxito comedias como el de Seinfeld, Frasier o incluso Friends hoy en día? Lo dudo mucho.

La segunda más joven a la que solicitado su parecer es la amiga Lucía Taboada. Muchos la conocéis por su Twitter y sus artículos en GQ. Bien, los que la leáis habitualmente sabréis que, además de devorar queso, hace lo mismo con las series. Las sitcoms no son una excusa. ¿Cuáles le parecen mejor? Su opinión es más larga, pero he extraído el siguiente fragmento:

Compararlas es caer en un error rotundo. Las diferencias entre el Principe de Bel Air y Modern Family no están en su esencia, que es la misma, están en el mero hecho de que los argumentos se han adaptado al siglo en el que vivimos, y a las exigencias de la audiencia, como se constata, por ejemplo, en las relaciones familiares entre los protagonistas. Partiendo de esta base creo que este género ha vivido en los últimos años un repunte del que quizás no se habla demasiado. Series más intensas como Breaking Bad o Black Mirror parece que le han ganado todo el terreno a esas otras risas despreocupadas que triunfaron en los 90. Pero en los últimos años ha habido productos muy buenos. Dos hombres y medio ha estado entre las series más vistas a nivel mundial. Shameless ha roto con la sitcom tradicional y nos ofrece un abanico de situaciones inverosímiles y rudas que antes no hubiesen tenido cabida. The Office o Parks and Recreation deberían estar dentro del nuevo testamento de las series. The Big Bang Theory es una sitcom por excelencia. En cuanto a las series españolas sigue siendo el formato más seguido. La risa es más necesaria que nunca.Sabrina

Natalia Marcos, de Quinta Temporada (El País) insiste en que mejor no buscar similitudes o diferencias entre las de una época y otra:

No creo que se pueda comparar las sitcoms de los 90 y de ahora. Siempre ha habido buenas series y malas series, tanto en drama como en comedia. Lo que sí creo es que el de las sitcoms es un género muy complicado y que los 90 tienen un gran punto a su favor: Friends. Contra algo así es complicado competir, da igual que sea ahora o antes. De las actuales, Cómo conocí a vuestra madre o Modern family, por ejemplo, han tenido grandes momentos. En general, creo que tanto en los 90 como ahora, se trata más de destellos de series puntuales que de «generaciones», por decirlo de alguna forma. 

Por último, el «veterano» del post es Jaime Jiménez, subdirector de 20minutos, y que es un hombre al que le gusta mucho el humor.

Quien da primer da dos veces. Las sitcom de los 90 eran sin duda mucho mejores que las de ahora, por una sola razón: por la novedad. Era un género no visto hasta entonces como tal en las televisiones españolas, con originales guiones e interpretadas (en líneas generales) por buenos actores, con los que se hizo una buena cantera para años posteriores tanto para el  cine como para TV. Quién no se sorprendía con los guiones de Cheers, El Príncipe de Bel Air, Los problemas crecen, Allo Allo… o de las españolas Farmacia de Guardia, Médico de Familia, incluso con los de las primeras temporadas de 7 vidas, de Aída o de Aquí no hay quien viva (¿son de los 90?). Ahora todas esas situaciones de comedia de las comedias de situación están vistas y más que vistas. Es difícil que sorprendan las tramas, los personajes, los diálogos con doble vuelta, etc. Solo en casos excepcionales ocurre. Es difícil crear algo nuevo y diferente que atrape al espectador.

 

¿Qué pensáis vosotros? Como siempre, los comentarios son vuestros.

The 7.39, el tren de la infidelidad

El enamoramiento efímero en el transporte público es algo que hemos experimentado todos. Salvo los ricos y sus hijos, claro. Ese flechazo que te asalta en cualquier momento con la chica del metro o el chico del autobús es inevitable. Pero se suele quedar ahí. Las historias de este tipo no suelen llegar a ningún lado, salvo que el que se haya quedado prendado del que tiene enfrente se atreva a dar el paso de decirle algo (que no suele ocurrir). O de que surja conversación entre ambos de manera natural, algo aun menos probable. 71

A lo que más nos atrevemos es a «perseguir» a esa persona, usando ardides como sentarnos al lado o lo más cerca posible, o simplemente movernos al vagón en el que está. Y ahí se suelen acabar miles de historias de amor. Algo que es un poco patético si se piensa, pero el que no lo haya hecho que tire la primera piedra. También puedes intercambiar palabras con un desconocido camino al trabajo de la manera más plausible: por una discusión. Te atraiga o no, las luchas por los asientos son tristemente habituales.

De esto parte The 7.39, una miniserie de dos capítulos de la BBC que cuenta con un reparto muy atractivo: David Morrissey (sí, el gobernador de The Walking Dead) y Sheridan Smith (la rubia de Dates). La trama es muy sencilla: coinciden todas las mañanas en el tren de las 7.39, en hora punta, para ir a sus respectivos trabajos. Y un día se conocen por una tontería: se pelean por un asiento en un vagón abarrotado.

7.39De ahí, tras ponerse cara, optan por comportarse como adultos y disculparse. Empiezan a conocerse, a llevarse bien, e incluso a contarse sus intimidades, algo típico. Hasta que se dan cuenta de que ambos quieren algo más del otro. Y ahí empiezan los problemas… Pero no para ellos.

The 7.39 incide en dos aspectos muy comunes en el día: la pasión por la novedad y el escarceo que surge de forma espontánea. Con el primero se alcanza la perfección gracias a la interpretación de la pareja protagonista. Se ven subyugados uno por el otro, tan ilusionados con que ese que están conociendo sea tan alucinante, que coincidan en tantas cosas… ¿A quién no le ha pasado eso? De ahí a que acabes liado con aquel que te hace experimentar esas sensaciones tan excepcionales va un trecho. Pero…

El otro aspecto es el de «ha surgido». Todo fluye en la miniserie. La naturalidad es la base de lo que ocurre durante las casi dos horas de historia entre Carl y Sally. Nada chirría, y las escenas se suceden sin dar la sensación de que estaban predestinados a enrollarse. A ésto se suma el «uy, igual no lo tenía todo tan claro».72

Por esto último, The 7.39  es una serie de terror para aquellos que tienen (tenemos) pareja. Tras verla no puedes evitar pensar en «y si conoce a otro de esta manera». Puede pasar, de esta forma tan bonita y sin que sea premeditado: dos personas que se conocen en un maldito tren, que se gustan, y que fantasean con compartir cama. Por varios factores, ya sea el riesgo, salir de la rutina, o simplemente el haber conocido a alguien tan fascinante.

Pero la madre de todos los pretextos es el «solo esta vez». Nunca suele ser solo una vez. Ni de broma. Esa «vez» pasa a ser el «he sido infiel y no ha pasado nada», y ese dilema provoca que se insista con el autoengaño del «no pasa nada». El siguiente paso es adecuar tus horarios al de la otra persona, y viceversa. Y así, ya os convertís en amantes sin daros cuenta. Puede que hasta olvidando que se está destrozando la vida a otra persona. En fin.

De esto tienen mucha culpa los actores, que son buenísimos. Los que hayan visto The Walking Dead van a flipar con este cambio de registro de David Morrissey. Sheridan Smith, igual.

74The 7.39 es una historia preciosa entre dos amantes a la vez que una miniserie que causa pavor en aquellos que tienen una relación estable y planes de futuro. Pero que a la vez aporta una lectura tan interesante como el daño que se causa al engañado. Sí, el cornudo no sufre porque le salgan cuernos, sino por otros motivos. Y aportar esa idea al espectador solo lo logran las grandes series.

Por cierto, ¿esto no podría hacerse en España? Es decir, una historia tan simple como dos que se conocen en un tren resumida en dos capítulos. ¡Si hasta hay desayunos familiares! Pero a algunos supongo que les parecería excesivo lo que ofrece The 7.39. Ellos querrían hacer con esto una serie de varias temporadas.

 

Para ti: no, no nos va a pasar lo que a estos dos.

Las lecciones del último episodio de True Detective

 Si no has visto el octavo capítulo de la primera temporada de True Detective, no te recomiendo que leas

Me ha costado arrancar para escribir un post sobre el final de True DetectiveNo es fácil escribir sobre una serie tan compleja, ya que lo que se espera de un texto relacionado con la misma es que sea igual de profundo e interesante. Es imposible quedarse en comentar lo buena que es, cómo Rust Cohle y Marty Hart han estudiado el caso, y cuál ha sido el proceso hasta que han descubierto al asesino y toda la trama que hay detrás. Porque True Detective no va de eso. T5

Que la protagonicen dos detectives que andan detrás de un culto muy chungo que se dedica a secuestrar, violar y asesinar niños y jóvenes ha sido el fondo escogido. El mejor que se podría haber elegido, dado el éxito que ha tenido y lo que ha contribuido a hacer todavía mejor la historia. Pero eso no es todo. True Detective ofrece varias lecciones, ninguna de ellas baladí, sobre la vida y cómo la afrontamos.

Todo lo anterior, que puede resultar muy metafísico, tiene lógica si uno se pone a pensar en las soflamas de Rust Cohle (Matthew McConaughey). Lo que relataba el detective misterioso y nihilista en sus viajes en coche junto a su compañero Marty (Woody Harrelson) tenía un fin que se ha evidenciado en este último capítulo: hacernos ver que somos unos egoístas. Que nos preocupamos por una serie de asuntos, más importantes o no, pero en los que nunca incluimos la empatía o la solidaridad con el otro.

T3True Detective va sobre nuestra tendencia a mirar para otro lado. El que sufra será otro, al que le ocurra la desgracia no le conoceremos, y aquellos a los que les toque afrontar una tragedia siempre formarán parte del resto. A nosotros, nunca. Hasta que nos ocurre, y nos cagaremos en todo pensando en que no existe nadie que se capaz de hacerse cargo por no preocuparse más que de su ombligo. Tal y como hemos hecho nosotros mismos antes.

Lo que pretendía Nic Pizzolatto a través de esta trama es hacernos ver que nos plegamos con facilidad al egoísmo patente que implica no mirar más allá ni poner la otra mejilla. Aunque sea un caso tan cruel como la desaparición de una niña a la que violan insistentemente. «Era la cadena de mando, no podía hacer nada» o «Solo hacía caso de lo que decía el jefe (big man)» son las excusas que ofrece el sheriff Geraci cuando Cohle y Marty le cuestionan que no hiciese nada por buscar a Marie Fontenot.

Inquirir, en cualquier campo de la vida, debería ser una autoexigencia. No hay que dejar las cosas como están, por mucho que lo diga el superior de turno. No se trata de ser cabezón: la idea es resolver todas las dudas que te genere cualquier caso que te toque vivir de forma personal o profesional, siempre desde la discreción y sin hacer daño a otros implicados. Porque no es fácil intentar convencer al resto del mundo de algo de lo que solo tú estás convencido, y hasta hay que comprender que te llamen loco.T4

Eso es lo que le ocurre a Cohle cuando la gente se entera de que sigue investigando ese caso que supuestamente él y Marty resolvieron años atrás; ese mismo en el que mintieron a todo el mundo tras haberse cargado a dos tipos por la pura rabia que les provocaron sus actos. Viéndolo como espectadores nos ha resultado plausible esta apuesta por la verdad de Rust. Pero, ¿y si fuese en la realidad? ¿Nos creeríamos a alguien que desde la discreción y en privado nos cuenta que tres asesinatos pueden ser muchos más y que todos ellos están relacionados con una secta que estaba en connivencia con ciertas confesiones religiosas, policías y hasta políticos de primera línea? Está claro que no.

E insisto, por si alguien cree vislumbrar que estoy diciendo otra cosa: esto es admisible cuando lo haces por tu cuenta, sin hacer daño al resto y sin valerte de tu poder mediático o pecuniario para sacar a la luz tus teorías alternativas. Es decir, todo lo contrario a la teoría de la conspiración del 11M.

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Hay gente que dice que el final de True Detective no ha sorprendido en nada. Quizá de primeras no. Con el paso de los minutos, es imposible no darse cuenta de que al final todos somos iguales. ¿De qué se queja Rust en los últimos segundos? De que no ha podido reunirse con su hija y su padre. Al final lo que le importante era estar con los suyos. Nadie más. Y por eso llora, al ver cómo sus convicciones se evaporan en un instante y tras un hecho traumático.

También están los que sostienen que quedan muchas cuestiones por resolver por las «pistas» que nos han indicado en los capítulos: que si las hijas de Marty, la actitud ambigua de éste mismo, el destino de su mujer… Bueno, otra vez hemos vuelto a pecar de exceso. Dijo un escritor hace tiempo que por culpa de El Código Da Vinci ya nos íbamos a pensar que hasta en los muñecos de un semáforo hay pistas de un asesinato. Y no todo ha de tener una carga argumental.

Eso sí: ¿quién era The Yellow King? ¿Era realmente el bestia de las cicatrices (o monstruo espagueti de orejas verdes) que se dedicaba a violar y que tenía una novia con discapacidad intelectual? ¿Esta última era en realidad Marie Fontenot? ¿Por qué la hija mayor de Marty se vuelve tan siniestra? ¿Todas las sospechas sobre Rust se han desvanecido? ¿Las cornamentas respondían a la corona de ese rey?T1

Que nos dejen con dudas es otro éxito. Yo las tengo. Y supongo que todos vosotros también. Aunque sea un poco ridículo que una anciana que está en una residencia se acuerde de quién le pintó la casa 20 años atrás, y más si ni conocía a los pintores.

Mis percepciones sobre lo que ha intentado transmitir True Detective son estas. Si no os gustan, no tengo otras. Tampoco puedo cambiar mi convicción de que va a estar muy difícil que en 2014 se estrene una serie mejor que esta.

Lecturas interesantes

Una guía-glosario sobre todo lo que ha aparecido en la serie. 

El artículo de Maureen Ryan (Huffington Post TV) sobre la serie. Es largo, pero merece la pena.

Las pistas sobre la segunda temporada.

Y la canción con la que terminó:

Cuéntame le pone los cuernos a toda España

Siempre hablamos del desgaste de las series como algo inexorable. Es imposible mantener la frescura y ser capaz de ofrecer giros con el paso de los años, aun manteniendo cierta calidad en el conjunto de la ficción. Hasta que llega una serie española como Cuéntame y se cisca en todo lo preestablecido.Antonio

Si visteis anoche y la semana pasada la serie que narra la vida de los Alcantará estaréis como yo: en shock. Antonio (Imanol Arias) le puso los cuernos a Merche (Ana Duato) en el capítulo anterior. Y en el de este jueves ella le ha echado de casa. En la temporada NÚMERO 15. Tras más de 250 capítulos. Un giro completamente inesperado y que nadie podía predecir. Más que nada porque todos creíamos que Merche y Antonio eran de esas parejas indelebles. Por las redes sociales ya se ha bautizado a esto como el «Chanquete ha muerto» de nuestra generación. Y quizá no les falta razón.

Que Antonio se cuele por una mujer madura muy atractiva como Paz (Ariadna Gil) entraría dentro de lo normal en cualquier otra serie. Aquí no. Esto era impensable, ni de broma se le podía pasar a alguien por la cabeza una infidelidad en Cuéntame. Pero lo han hecho, y de la mejor forma. El acierto no puede ser más flagrante, visto el trauma que ha generado entre los espectadores, e incluso entre la sociedad de este país.

MercheEl éxito de los responsables de la serie, que se merecen tener trabajo para el resto de su vida para que nos puedan traer historias tan geniales como ésta, ha estado en los detalles y en no permitir que se vislumbrase lo que iba a ocurrir hasta el último segundo. También la elección de que sean los auténticos protagonistas los que se vean en semejante entuerto. No sé a vosotros, pero a mí se me pusieron los pelos de punta cuando Merche le pregunta entre lágrimas si su amante y él están enamorados. Esa escena ya es inmortal.

Pero lo mejor de todo es el contexto elegido para situar este auténtico drama nacional. Disponer que todo ocurra en los prolegómenos y posterior génesis del Felipismo resulta fascinante. Un hecho histórico como la llegada del PSOE de Felipe González al poder sumado a otro que ya es historia de la televisión y de este país. Además de haber tenido esta idea justo cuando en la época que viven los protagonistas se acaba de aprobar la Ley del divorcio. De verdad que no se puede hacer mejor.

Los cuernos de Antonio a Merche me han dado la puntilla en cuanto a las ficciones sobre infidelidades. Todo porque acabo de ver The 7.39, de la cual hablaremos próximamente. A los que tuvieseis la duda o la tentación de engañar a vuestras parejas, avisados estáis gracias a las series: puedes pasarlo bien un rato a cambio de perder toda una vida. Antonio Alcántara ya se está arrepintiendo. Allá vosotros.Paz

Ya dijeron los obispos hace unos años, durante el Gobierno de Zapatero, que los socialistas querían acabar con la familia tradicional. En Cuéntame acaban de llegar al poder y ya se ha roto el considerado como el matrimonio más sólido de España (espero que se capte la ironía). No me atrevo a decir qué va a pasar con Antonio. Si sus guionistas son capaces de dar semejante vuelta a la trama tras 13 años de emisión, miedo me da lo que se les pueda ocurrir en el futuro.

Dado que pocos os acordaréis, os lo recuerdo. Imanol Arias ha hecho de fucker en varias películas. Recordad Todos los hombres sois iguales.

 

Como cada post de Cuéntame: va por vosotros, Moncloa 5.

Banshee: la mejor serie de acción de la actualidad

Que en una ficción proliferen las hostias, la pelea y las artes marciales es ir a lo fácil. Solo se necesita un fondo policiaco, con agentes que siempre tumban a aquellos que buscan arrestar por su habilidad con los puños. Siempre ganan, y suelen salir sin un rasguño. Como si un policía cualquiera fuese experto en taekwondo o similares. Esto es algo que ocurre en la mayoría de series del estilo, que suele ir acompañado de unas tramas simples y poco interesantes, y que tuvo en Walker su principal exponente (aunque molaba, ojo).

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Nos hemos hartado de ver productos de este tipo. Todas previsibles, con el bueno siempre ganando y saliendo sin un rasguño. Pero desde hace un tiempo las apuestas han cambiado. La primera en romper con la dinámica establecida fue Person of Interest, que a simple vista parece más de lo mismo cuando es todo lo contrario. Pero no es la mejor.

Todo porque desde 2013 podemos disfrutar de una maravilla de la acción llamada Banshee. Que puede que no sea la mejor serie del mundo, pero conforme la vaya descubriendo más gente se convertirá en un auténtico fenómeno. Y es que dudo mucho que exista una serie de esta temática tan entretenida. En la que el sexo y la acción sean de lo más explícitos a la vez que justificados (por algo uno de las que avala y participa en la producción es Alan Ball, creador de Six Feet Under True Blood) ¿Por qué es buena? Antes de nada, y para los que queráis saber de qué va concretamente, tenéis este post.

Banshee1En Banshee (el nombre del pueblo en el que ocurre todo) hay hostias cada dos por tres, sí. Pero no siempre gana el protagonista, el falso sheriff Lucas Hood (Antony Starr). De hecho, el que más recibe suele ser él. Y aunque suele ganar, son victorias pírricas.

Su ritmo es otro rollo con respecto al resto. Es imposible aburrirse con ella. Las escenas suceden rápido, y los guiones son ágiles. Pero en ningún momento una situación atropella a otra; hasta las peleas pueden verse bien por la gran realización y montaje que ofrecen los episodios.

Los actores son una delicia, aunque todos, sin excepción, sean villanos de una forma u otra. Para empezar, el protagonista es un ladrón que nada más salir de la cárcel mata a dos tipos y roba una identidad; pero es un tipo simpático y entrañable. Por otro lado, el auténtico malo, Kai Proctor (Ulrich Thomsen), a veces resulta muy difícil odiarle porque algunas de sus causas parecen justas. O simplemente porque le conocemos más, y le preferimos a sus rivales. Y dado que Proctor y Hood ahora son aliados, a la vez que enemigos por culpa de la sobrina del primero, la empatía con ambos es fácil.Banshee2

Tampoco es una santa Carrie, la protagonista femenina a la que da vida Ivana Milicevic. Es una ladrona que decide dejar atrás su historial delictivo y formar una familia. Hasta que aparece Hood y vuelve a ser la de antes. Su historia con el falso sheriff, su exnovio, es muy típica, pero resulta efectiva para el espectador.

Pero sin duda, lo mejor de todo son las tramas. Una historia que aúna sexo, gánsters, ladrones, asesinos y policías es algo que ya hemos visto antes, pero nunca de esta manera. Las piezas encajan a la perfección, y los sucesos van ganando en interés y profundidad. En la primera temporada todo estaba centrado en el pasado de Hood y Carrie, que son perseguidos por el mafioso Rabbit. Ahora, con esta segunda temporada, se ha avanzado hacia las luchas de poder entre Proctor y los indios. Con los problemas que eso conlleva. Pero los dos protagonistas aún no han dejado atrás su pasado. Ni podrán hacerlo.

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No quiero hacer comparaciones osadas. Pero el ritmo y lo buena que es, unida a su idea novedosa, hacen de Banshee la mejor serie de acción de la actualidad que podría acabar siendo una de las obligatorias. Que acapare tanto poder mediático y de atención en Internet que sea imposible no haber oído hablar de ella. O que provoque que el que no la vea sea el raro o tenga que ver cada día referencias a la misma. Y todo lo anterior estaría justificado por lo espectacular que es la ficción.

Sí, hablo de lo que pasó con Breaking Bad. Que se dé un furor similar es casi imposible. Pero Banshee entra dentro de esas que pueden lograrlo: poco conocida al principio, con una premisa cojonuda, y un reparto y unas tramas de vértigo. Veremos.

Cómenos, Hannibal

Se me ocurren unos cuantos criminales que sean capaces de subyugarnos. Está Walter White, que va abrazando el mal bajo una premisa aceptable como la de ayudar a su familia. O los mafiosos del cine y la televisión, cuando queremos que se impongan a los líderes de otros clanes, esos a los que llamamos ‘malos’ pero que en realidad son unos pedazos de mierda tan grandes como ese al que defendemos. Incluso Don Draper, a pesar de que es mala gente y un infiel.

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Hannibal Lecter nos apasiona porque tiene algo que el resto de villanos de ficción no: el refinamiento. Que sea tan exquisito, cuide tanto los detalles, y se preocupe de que nada quede fuera de su sitio le hace el acompañante perfecto. A todos nos gustaría tener un Hannibal, versión masculina o femenina, como amigo, pareja o familiar directo.

El problema es que utiliza esas habilidades para asesinar y comerse a sus víctimas. Si no fuese por ese pequeño fallo, estaríamos ante un personaje al que sería fácil adorar. Y aún así, estoy convencido de que muchos han tenido la fantasía de ser devorados por Lecter. Literalmente. Qué sé yo, cada uno tiene sus aficiones.

H3El Hannibal de Bryan Fuller ha vuelto a la NBC y a nuestras vidas tras nueve meses de ausencia. Los sucesos del último episodio solo le han revitalizado, mas después de que Will Graham (Hugh Dancy) haya caído en desgracia por los ardides del caníbal (Mads Mikkelsen).

¿Qué vamos a ver en esta temporada? Pues más profundidad en la relación de amor-odio entre Graham y Lecter, aunque con intenciones diferentes: el objetivo del profesor es desenmascarar al doctor; el del segundo, seguir manipulando a su contendiente, por el que se siente fascinado al poder usarle como su juguete.

Si habéis visto el primer capítulo de esta segunda temporada sabréis cuáles han sido algunos de los recursos empleados por el psiquiatra caníbal para hacer enfermar a Will de esa manera. Pero ahora parece que hay un cambio: Lecter ya no quiere hacer sufrir a Will. Ya ha conseguido lo que quería, que es dejarle por loco. Ahora busca convencerle de que admita algo que no ha hecho. Mientras Graham, que es la víctima de todo esto, tratará como sea de demostrar al resto la auténtica cara del prestigioso Hannibal.H2

En medio, el resto de personajes. Jack Crawford (Laurence Fishburne), que no sabe a quién creer, puede ser determinante para la historia según se intuye de los primeros minutos de esta segunda entrega. Mientras que Alana Bloom (Caroline Dhavernas) está convencida de que todo lo que le ocurre a Will es culpa del resto, por haber exprimido sus habilidades empáticas para encontrar asesinos.

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Hannibal se aleja en esta temporada del asesino concreto que sirvió de argumento de fondo para la primera temporada. Tampoco habrá un psicópata al que cazar en cada episodio. Aparecerán, claro, pero serán situaciones puntuales que servirán para vehicular el devenir de los personajes. El cambio responde a que ahora las tramas son suficientemente interesantes con la única interacción entre sus protagonistas.

Esto no quiere decir que Hannibal vaya a dejar de acojonar; tampoco dejará de ser lóbrega y perturbadora, e incluso algo flemática, con momentos excepcionales de ritmo frenético. Los personajes ya se han asentado, y la historia también. La serie gusta, por su intriga y su truculencia. Por lo que parece lógico apostar por los que realmente llevan el peso de lo que ocurre. Y a mí me encanta que Bryan Fuller se atreva a hacerlo.

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Que el argumento vaya en este signo conlleva que en esta temporada difícilmente vayamos a saber algo de Francis Dolarhyde. El dragón rojo aún no aparecerá, visto lo visto, aunque Fuller puede dar la sorpresa en algún momento. Y cuando lo haga, Hannibal no hará otra cosa que mejorar. Porque si ya es buenísima, imagináis con un asesino en serie de la talla de Dolarhyde.

¿Hasta dónde llegará la serie? Bryan Fuller quiere una ficción que dé mucho que hablar y cuente varias historias. Por eso se estima que se extenderá hasta el supuesto inicio de El silencio de los corderosEs decir: con Hannibal Lecter cazado, entre rejas y con bozal. Ojalá fuese así, ya que tendríamos Hannibal por varios años. Sí, resulta que a los que la vemos también nos gustaría que nos comiese.

Los 13 momentos de la segunda temporada de House of Cards

 SPOILERS

Los que la hemos visto lo sabemos; los que aún no lo hayáis hecho o estéis en ello, lo sabréis: House of Cards es la hostia. Es absurdo abundar en esta idea y explicar por qué es tan buena. Viéndola se despejan todas las dudas sobre si hay que rendirse ante ella o no. Todos y cada uno de los aspectos de la serie de Netflix son positivos. La concatenación de aciertos es extraordinaria, abarcando desde las tramas al reparto.ustv-house-of-cards-season-2-production-still-6

Ya no es Kevin Spacey, que cuando rompe la cuarta pared nos suelta una soflama para enmarcar. Tampoco es su banda sonora, que parece sacada de los videojuegos de Resident Evil y que nos sumerge en una historia más intrigante e igual de política; ni que se haya convertido en una serie coral, al no girar todo en torno a Frank y su particular partida de ajedrez con el resto de personajes. Todo está bien en House of Cards. Es acojonante. Y por eso algunos hasta han visto los 13 episodios de golpe.

Como no tengo mucho más que decir sobre su calidad, he optado por seleccionar los 13 momentos de su segunda temporada. Es decir, una escena o varios aspectos entrelazados destacados de cada uno de sus 13 episodios. Y podrían ser el doble, dado el altísimo nivel que ha mostrado la ficción política del momento liderada por Kevin Spacey. Son los siguientes:

1. La muerte de ZoeCargarse a un personaje protagonista, que además es una periodista (Kate Mara), y que dicho asesinato lo cometa el que es el centro de la trama no se lo esperaba. A mí me entraron escalofríos, y hasta grité cuando vi lo que pasó. Eso es de final de temporada, no de primer episodio. Una escena inolvidable, valiente e impactante que solo cabe en las grandes series.

vd_houseofcards-408x264 2. La ira de Frank. Cuando Claire (Robin Wright) le cuenta a Underwood que está a punto de condecorar a su violador, éste desata su ira. Y de qué manera. No es la cara habitual que nos suele mostrar. Pero lo mejor es cuando le pone la medalla al militar. Esa mirada gélida que helaría a cualquiera.

3. Senadores esposados, ¡a votar! ¿Os imagináis que en el Congreso español hubiese que traer acarreados y esposados a los diputados que faltan en una votación importante? Harían falta cuatro comisarias, porque aquí ya sabemos que al hemiciclo algunos días van muy pocos, y encima se dedican a otras cosas que a estar pendientes de los debates. En cualquier caso, cuando el flamante vicepresidente de EEUU insta a que los republicanos regresen al Senado para votar su último plan se producen una retahíla de escenas divertidas y muy entretenidas.

4. El anuncio del aborto. Una entrevista en una televisión importante en prime time es algo a lo que aquí no estamos acostumbrados. Básicamente porque los programas de ese tipo no funcionan, algo incomprensible dada la cantidad de personas interesantes que hay en este país. En EEUU es más habitual, y House of Cards ha jugado con ello con la entrevista que le hacen a Claire. Y más titulares no se pueden dar (ante la cámara y en privado): un aborto reconocido, tres reales, y acusaciones de violación al militar que abusó de ella. El sueño de todo periodista sería tener un entrevistado como la esposa del vicepresidente.

House-Of-Cards-Season-Two-17 5. Doug vs Feng. El jefe de gabinete de Frank (interpretado por Michael Kelly) es el personaje que más me gusta. Y sé que no soy el único al que le pasa. Su personalidad es arrolladora, y hasta es capaz de rechazar con un golpe un vaso que le ofrece el chino super poderoso de esta segunda temporada. Su tensa charla con Feng fue de lo mejorcito en este quinto capítulo.

6. Frank vs Tusk. La reunión en Freddy’s entre el magnate y el vicepresidente casi al final de episodio es un ejemplo de esas grandes charlas que ofrece la serie y que pasarán a la historia de la ficción por lo buenas que son. Las pullas y los intercambios de miradas entre los contendientes son insuperables. Y si se trata de una lucha dialéctica entre estos dos animales el resultado es incluso mejor.

7. Una de las primeras derrotas del vicepresidente. Cuando el indio dueño del casino rechaza su oferta vemos algo casi imposible: un Frank vencido. Alguien le ha dicho que no, y no puede soportarlo. Eso le desespera, lo que provoca que se vuelva descuidado e impulsivo por un momento. Hasta débil es temible.

house-of-cards-season-2-episode 8. Las fotos de Claire. Cuando en la anterior temporada la señora Underwood se marchó para volver a tener un affaire con un amigo fotógrafo, todos creíamos que eso se cerraba ahí. Que no daba lugar a que éste volviera a las tramas. Bueno, ya hemos visto que las luchas de poder rescatan del baúl cualquier caso. Lo mejor es la cara de Frank al ver estas fotografías de Claire en la intimidad.

9. El fin de Freddy’s. La crónica del ascenso y caída en unas pocas horas del restaurante de costillas más famoso de Washington es espectacular. Una vez más, una charla entre dos personas, en este caso Frank y Freddy, resulta maravillosa. Cada frase que sueltan puede servir de aforismo.

10. «Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos». En este episodio hay varios momentos que merecerían ser destacados, dado que es cuando realmente se comienza a preparar la traición de Frank al presidente con la idea de que él acabe ocupando el despacho oval. Pero la lectura de Rachel (Rachel Brosnahan) a Doug de Historia de dos ciudades, de Dickens, es una de esas secuencias que se quedan grabadas. El simbolismo de la obra maestra del autor británico, en un contexto como el de House of Cards, encaja a la perfección con el resto de tramas.

house-of-cards-season-2-michael-kelly11. De los nervios al threesomeFrank está muy nervioso en este capítulo. Puede que las cosas no le salgan bien, y que el escándalo de las donaciones al partido demócrata le acabe salpicando. Tanto que hasta se busca en el dedo su antiguo anillo, ese que ya no tiene. Así que nada, qué mejor que montártelo con tu esposa y tu guardaespaldas tras un día de tensión que casi te ha hecho perder los papeles. Nada como un buen polvo para relajarse.

12. Camino a la traición. Todo empieza a ser transparente, y Frank lo admite: quiere cargarse al presidente para ponerse él. Se lo deja claro a Jackie Sharp (Molly Parker), y le insta a que se mueva para lograrlo. La gestión que hace de su perfidia y los medios que emplea para su ascenso al máximo podríamos considerarlos hasta elegantes. Como la serie.

13. Los golpes en la mesa. «Ya estoy aquí. Esto es mío. Por eso puedo golpear con mi anillo la mesa del despacho del presidente de los Estados Unidos». Y con ésto, hasta el año que viene. ¿Qué hará ahora Frank tras conseguir lo que quería?