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Poner un pie delante de otro nunca tuvo tanta trascendencia.

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Yo estoy a favor. Sí a las Carreras de la Mujer

Pues a mí tampoco me parece bien……no es que me parezca mal, pero eso de hacer una carrera para que exclusivamente la corran mujeres sí que me parece discriminatorio, al fin y al cabo si en el resto de carreras no corren más mujeres, pues será porque no quieren.

Se lió. Y es que el otro día se daban las últimas cifras antes del cierre de inscripciones. Se superarían las veinte mil inscritas en la Carrera de la Mujer de Madrid.

¿Por qué una carrera sólo para mujeres?

Seguro que la gente entiende o sabe que se celebra una Liga Femenina de Voley y que la altura de la red es menor, que el Comité Olímpico separa por sexos la celebración de todas las pruebas del calendario de los Juegos o que en sus adorados mundiales de atletismo hay un 400m masculino y un 400m femenino. Pero ¿por qué esta diferencia?  ¿Es promover que las mujeres se animen a correr o se está discriminando más?

Creo fervientemente que se consigue a través de lo primero. Discriminando a favor hasta que se consiga la igualdad de participación.

Hemos olvidado por completo que la discriminación positiva se aplica constantemente en la sociedad. Es facilitar las cosas a personas con dificultades para acceder a una tarea concreta. En este caso se trata (se trató en las primeras carreras en los años ochenta, en aquellas ‘carreras Avon’), a través de una operación mitad marketing mitad deporte, que haya un acceso total de la mujer a las carreras populares.

Carecemos de memoria histórica. La discriminación positiva nos permitió estudiar, coto antaño vedado a los hijos de los pudientes, pero en nuestro caso con una subvención estatal que costeaba parte del – por ejemplo – acceso a la universidad. O que las jugadoras de voley tengan la red más baja. Cada beca, cupo en oposiciones públicas, plaza de parcamiento para discapacitados, cartel en braille en un museo o rampa de acceso que se construye facilita la vida. En una palabra, se discrimina en su favor.

Cada subvención de un producto alimentario producido frente al voraz mercado global, cada electrodoméstico con una carga arancelaria, cada elemento industrial protegido por unos cánones hace que las economías menos favorecidas puedan competir con los grandes actores. Y nadie dice que nos fastidiemos, nos espabilemos con la silla de ruedas o aguantemos si no leemos los paneles del Museo del Prado (te las arreglas y llevas un amigo vidente que te los vaya explicando). O que paguemos los 27.000 euros de un transplante renal. Bueno, ya lo han empezado a decir.

¿No es puro marketing, con Adidas o Nike están frotándose las manos con los «entrenamientos para mujeres»?

Obvio decir que las marcas han desembarcado en un nuevo segmento. También es cierto que  participar en una carrera popular no es un servicio público. Correr está de moda y las compañías están buscando cada resquicio para mantener sus ventas. Nadie dice que el objetivo del capitalismo sea la consecución de la igualdad. Pero subyace en cada conversación lo de «y, para hombres, ¿qué?». Y eso no es discusión sobre política macroeconómica; eso suena a segregación de género.

Aun así, programas como Avon Race for Life ha llevado a seis millones de mujeres en el Reino Unido a participar en eventos deportivos. Se han recaudado casi 500 millones de Libras y se han financiado 4.000 investigadores contra el cáncer de mama. Sólo en España se diagnostican, al menos, 22.000 nuevas pacientes de cáncer cada año. En los eventos de nuestro país ya se ha contribuído con 50.000 euros a la Asociación Española contra el Cáncer a través de las Carreras de la Mujer. El motivo es doblemente solidario y tiene una consecuencia inmediata: que la gente corra.

¿Esa discriminación positiva no existe ya en las carreras populares sin necesidad de segregar?

Todavía estamos en pañales. Los datos de participación de la mujer en carreras son, en crudo y sin anestesia, pobres. Sólo en algunas pruebas de corta distancia existe algo parecido a una paridad: 11.000 mujeres corriendo junto a  22.000 hombres en la San Silvestre Vallecana. Pero no es por que las mujeres rechacen participar por principio. Hay algo más, según mi experiencia.

En los eventos estándar sí existe una discriminación que afecta a cómo se enfrentan muchas chicas al deporte-ocio: el cronómetro. La esencia de la carrera: no olvidemos que se empezaron a organizar bajo parámetros de clubs de atletismo y federaciones atléticas. Hoy día se abre el tráfico después de 1h30 en los sencillos 10 kilómetros de la Carrera de las Aficiones. Hace veinte años eran sesenta minutos y el ostracismo. Los corredores recreativos tardan bastante más de las 2h15 que muchas veces se ofrecen en media maratón. O que las 5h30 de los maratones.

Es curioso que en su día, cuando empezaron a ampliarse los límites de tiempo,  nadie se quejara de «estar favoreciendo a los gordos, los viejos o los lentos». Las voces sobre restringir los tiempos de corte son pocas. Aunque todavía existen y desde dentro del mundo runner.

En una Carrera de la Mujer hay un horario tan abierto que todas las mujeres entran en ese rango de poder participar.

Y ¿hasta cuándo se debe mantener esto?

El objeto es animar a que la gente corra y, cuando se haya conseguido, dejarían de tener sentido. Es más, creo que una vez que se llegue al 50%-50% de participación entre sexos como ocurre en otros países, es estúpido mantenerlas. En ese momento quedarían como meras carreras comerciales sin objetivo.

¿Para qué mantener campañas para que la mujer pueda tener estudios cuando existe una paridad total en las universidades e institutos? Pero primero hay que dar unos pasos que a nosotros nos parecen lejanos. Muchos hemos crecido en un marco teórico de igualdad pero la sociedad española da frecuentes muestras de desigualdad de sexos.

¿Nos podemos quejar, a pesar de todo?

En este sentido, como comentaba mi amigo Miguel Del Pozo, el atletismo está años-luz por delante en igualdad. En fútbol hay un machismo enorme, y es difícil que hombres y mujeres puedan compartir terreno de juego en igualdad de condiciones.

Al acercarse a una carrera la masa suele ser amistosa. Nadie le dirá «¿Qué haces tú aquí? Vete a fregar«, ni cosas así. Una chica va a su primera carrera, aunque sea sin mucho entrenamiento, corre rodeada de chicos y posiblemente se le quiten los complejos que pueda tener. Salvo que detrás no le rodee más que una ambulancia impaciente y prefiera volver a trotar a la cinta de su gimnasio.

El error es considerar la Carrera de la Mujer como segregación, cuando es precisamente empujar a la calle a hacer algo a un sector que no lo hace por propias percepciones de un medio todavía en fase de maduración. Ahora comienzan a abundar carreras de ocho o diez kilómetros con muchísima gente de su nivel. En algunas ciudades. No en entornos rurales o pequeñas comunidades.

Poco a poco.

¿Mejor entonces 100 mujeres en una carrera de 100, que 100 en una de de 1500?

Sí. Prefiero 95 mujeres contentas en una carrera de cien clasificadas. Aunque si lo diseñas bien, sorprenderá que esas convocadas superarán las «cuatro chifladas» y arrastrarás a la segunda carrera en volúmen de todo Madrid, solamente después de la San Silvestre Vallecana.

De todas maneras, si convocas «por la integración» sobre mil quinientas plazas y aparecen cien convocados frente a mil cuatrocientos, tu experimento ha resultado una grandísima mierda.

¿Qué piensas tú de todo esto?

Hey, corredor, estás flaco, ¿estás enfermo?

fiaccas

Te lo dirán.

Seas un corredor habitual o un novato que, de repente, pierde peso a ojos vista.

– «Oye, estás muy delgado. ¿Te pasa algo?»

No te asustes si la pérdida no es brusca o dramática. Del mismo modo te digo que no seas borrico y te embarques en una autosatisfacción tipo:

– «Fíjate qué tipo. Pues me han dicho que mi peso ideal todavía está en XX»

Y es que no estamos acostumbrados a ello. Durante los últimos treinta años el tamaño medio de los seres de países desarrollados ha ganado «en calado». Las tallas, los hábitos, las dietas sedentarias, tener comida sin que sea un problema monetario. Hay un excelente post en el blog del Nutricionista sobre cómo afectó el paso de la crisis alimentaria por la sociedad cubana. En las sociedades que superan la crisis económica se olvida aquello del «menos plato y más zapato». Resume perfectamente qué quiero decir (echadle un vistazo).

¿Es normal que te digan eso?

Es normal que perdamos peso y es normal que la gente se asuste. Quizá disimulen muy bien y, bajo esa cara de susto, viva una envidia subyacente. Creo que hablo por todos los corredores habituales. No nos queda bien la mitad de la ropa por holgada. No rellenamos los hombros de las chaquetas ni los cuello de las camisas. Ni las copas de los sujetadores.

Por supuesto si eres novato/a correr es un magnífico y veloz método para perder peso. Con el peso se va el volumen.

¿Es malo que te lo digan?

Es malo que sea el único objetivo. No es tanto lo que te digan o cómo te vean sino cómo lo asumas. Por fortuna o por error en las culturas mediterráneas se asociaba comer bien y mucho (y que luzca) a la salud. Si tu madre o abuela todavía te intentan estofar como un pavo es normal. Ellas vivieron épocas de carestía. Además las celebraciones en el entorno cultural ibérico están asociadas a comer, banquetes y similares.

Pero si tus seres cercanos de menos de cuarenta años insisten algo hay que no encaja. O ellos o tu pérdida de peso. Permanece alerta.

¿Es el objetivo cuando comienzas a correr?

Perder peso sí es un de los objetivos. Que una apariencia delgada nos dé una medición de salud, considero que no. Correr lo tomamos como ejercicio saludable. Lo de perder peso y redondeces es una consecuencia saludable. Además no hay una medida estándar. Verás que a igualdad de años corridos unos han adelgazado más o más rápido que otros. No te compares con tu compañero de oficina por mucho que hayáis empezado a correr juntos. No hagas de correr una apuesta porque tu amiga o tú podéis tener metabolismos diferentes.

¿Es el objetivo cuando llevas tiempo corriendo?

Creo que no. Para mí no. Es más. Lo considero un problema psicológico.

Oiréis de corredores experimentados que hay una búsqueda constante de mejorar frente al reloj, a la distancia o, al menos, mantenerse a lo largo del tiempo. El esfuerzo de mirar de reojo a tu agenda y confrontarla con los entrenamientos es una cosa. Estar chequeando cada parcela de tu vida para ver si encaja con ‘el plan’ es un síntoma muy serio. Es rondar la percepción errónea del propio cuerpo. Se llama vigorexia.

¿Qué pensais de todo esto? ¿No es tan fiero el león como lo pintan? ¿Siempre viene bien ‘verse más fino’?

¿Dices tú cosas como ‘qué bien te veo cabrón; estás flaco‘?

Cosas que deberías saber si viajas al Maratón de Madrid

Madrid no es una carrera difícil. Te llevarás un carro de minutos extra y empezarás a entender eso de que a Madrid no se viene a hacer marca. Pero…

No le eches la culpa al desnivel o a la altitud. Si vienes a Madrid a correr, acompañado por tu pareja, que te adora, o por la banda de tu club, que también te adora, te encontrarás con que EL MURO de la carrera está situado ocho kilómetros antes de la salida. En concreto está situado en esas infinitas posibilidades que tiene la ciudad para salir, tomar algo, caminar y satisfacer a todos los componentes de la expedición.

Podías haber escogido otra ciudad u otro recorrido. Pero queremos darte una bienvenida como mereces. En Madrid somos muy así. De acoger bien a la gente.

Por eso hemos modificado las condiciones bajo las que correrías normalmente un maratón.

Te listo las principales (42) particularidades del maratón que te marcarán hasta el punto de no saber a ciencia cierta si regresar otro año, empadronarte aquí o cantar las alabanzas de nuestra carrera a los cuatro vientos.

1. Tu hotel está cerca de una zona de copas.
2. Tu hotel está cerca de un buen restaurante.
3. Hay más de 20 opciones de enganchar un buffet libre de pasta. ¿Comida de la pasta en la Feria? ¿En serio?
4. En la Feria del Corredor te da más sed que en otras. Al otro lado hay bares. Paseo de Extremadura.
5. Nadie podrá negar a tu pareja que paseéis por el Thyssen o el Reina Sofia.
6. La terminal del aeropuerto te cobra tres pavos para usar el metro. Extra.
7. Se publica y distribuye la Runner’s y Planeta Running y Corricolari. El triángulo maldito.
8. No conocías el vermú de grifo.
9. Cuando cruces la zona del Rastro el día del maratón te picará la curiosidad y comprarás dos sillones estilo imperio.
10. El día de antes podéis ir de la feria del corredor al zoo con los niños.
11. En Madrid vive Antonio Alix.
12. El segundo vermú de grifo está mejor aún, añades a viva voz.
13. Te acuerdas con añoranza de la feria de la pasta (es el vermú).
14. Venden churros y pasarás por la puerta. Una y otra vez.
15. Tenemos una famosa alcaldesa consorte.
16. En Madrid vive el que mandó el km 40 por la cuesta de Alfonso XII.
17. ¿Sabías que en la comunidad de Madrid hay QUINCE DECATLONES?
18. Podrías toparte conmigo por la calle y te inscribirías a un ultra trail de vino y carrilleras.
19. Recomendarás el vermú de grifo a los demás maratonianos, a un señor que lee el As y a un policía local.
20. En meta habrá un momento en que quieras llamar a tu esposa o esposo. No podrás. Un alto cargo visitará la zona e inhibirán la radiofrecuencia. Tómate una bebida en la zona de meta y haz tiempo.
21. Aquí nadie se siente extranjero. Somos tan hospitalarios que casamos a los estudiantes de Erasmus con nuestros bares.
22. Nuestros agentes de movilidad podrían colocar un dorsal a tu coche. Desconocías las mil reglas de la ORA.
23. Madrid logra que rebautices a nuestra actriz como «Maribel Vermú».
24. A nuestros refrescos los llamamos refrejcos. Pero tú ya te has decantado por el vermú de grifo. Avisa, por si acaso, a tu pareja.
25. Madrid dió nombre a CajaMadrid (hoy, Bankia). Acojona, ¿eh?
26. Ya no se pasa por la M30 ni por la zona alta de la Castellana pero hemos encontrado un rato canalla en el recorrido. Lo escondemos para que lo encuentres tú mismo.
27. Seguimos discutiendo si el maratón o la maratón. Mientras, nos la van colando.
28. Estamos buscando donde colocar una calle a los Calambres de Fabián Roncero.
29. El vermú de grifo está demasiado bueno. Les pides patrocinio entre grandes voces y abrazos.
30. La hemos soterrado. Sí. Años preguntándote cómo es la M30 y te quedarás con cara de panoli.
31. Hacemos tiempo hasta que llegue la edición del centenario del maratón. Llevamos 36 años haciendo tiempo.
32. En este kilómetro está el cuestón canalla y donde aprendieron a cocinar Chicote, Paco Roncero y otros.
33. No hemos logrado hacer que Chicote corra. Solamente que juegue al rugby.
34. A Paco Roncero sí. Está abducido y entrenando.
35. Insistimos. El maratón no es duro. Lo que es… es jodidamente largo.
36. Viniste en AVE y te quedaste enamorado de la de cosas que somos capaces de vocear al teléfono (y sin vermú)
37. Hemos trasladado toda la población residente de los kilómetros 3 al 14 del maratón a un agujero negro. Hoy están fuera, ya digo.
38. Verás que a la espalda del Bernabéu y del Calderón hay sendas cuestas asesinas. Da gracias que no subimos el maratón hasta Vallecas.
39. En Atocha venden bocatas de calamares insuperables. Sólo superables por otros míticos bocadillos de calamares. Pasarás y picarás.
40. Aquí la cuesta de Alfonso XII, aquí un amigo.
41. En el kilómetro 24 está Casa Mingo y su pollo a la sidra. Tu pareja te pedirá venir a comer un día. Pero estarás ausente pensando en el vermú (de grifo).
42. La culpa es exclusivamente tuya. Tú elegiste venir a correr aquí (a Madrid).

¡Suerte y buena carrera, por que tú lo vales!

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Foto: Blog 10Guillómetros.

Ser el más lento corriendo

¿Hay ley para el último de un grupo? ¿Hay piedad con el que va aguantando como puede el ritmo de los compañeros de grupo? Sí. Solamente se conoce una máxima.

Por muy tranquilo que se vaya, correr es un paseo para todos menos para él.

Esa es la ley. ¡Pero eso no significa que él pueda darse tregua!

El corredor que cierra un grupo es, por definición antropológica, al que los demás acomodan sus ritmos. Cuando todos esperan al último de un entrenamiento y arrancan al momento, están todos mucho más descansados que él. Además cuentan con más facultades.  ¿Cuántas veces te has visto en estas?

No importa que seas un principiante o un curtido bestia de las calles. El día en que te propongan ir ‘tranquilo, que vamos un grupo y toca entrenamiento suave y podrás sin problemas’, ese ‘sin problemas’ supone ir tan forzado como puedas y un pequeño extra del 3.6% de tortura.

Décima arriba décima abajo.

¿Y el último de una carrera? ¿No lo has sido? Prueba. Es una experiencia enriquecedora.

Oirás cosas diferentes. Cruzarán por delante de tus narices. Los coches alegrarán con sus cláxones el paso de tus pies, igual que si fueras la misma princesa el momento de su coronación. Se escucharán bromas y comentarios que miden en kilowatios-idiocia la cultura general deportiva de tu ciudad.

No sabes qué suerte tienes. Hace veinte años los tiempos de corte en un medio maratón rondaban las dos horas.

Peladas. Como las gambas.

Por eso no debes desesperar. Ayer me preguntabais si hay un límite de edad para no dar una imagen calamitosa en una carrera. La perspectiva es sumamente relativa. Hace veinte años un chico de más de 90kg estaba casi fuera de contexto en la tipología de los que corríamos. También era infrecuente ser mujer y correr. Hoy la ontología de correr ha cambiado.

Aunque seas el más lento de cuantos conoces, estás moviéndote. Muchos ni si quiera lo hacen.
Solo te miran mal. ¿Te va a echar atrás eso?

 

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¿Tienes preguntas sobre el mundo del corredor? Envíalas

Durante todo el fin de semana puedes lanzar tus preguntas, desde las más básicas a las más descabelladas. Lo que en ningún otro medio te contestarían aquí será convenientemente baqueteado.

Desde hoy viernes hasta el Domingo a las 24.00h (CET) este viejo gruñón está a tu disposición. Más de 30 años corriendo y 83 maratones y ultras corridos a tu servicio como experiencia, con novatos, familiares, pataliebres, en la carretera o en el monte. No sabré mucho de la teoría científica del entrenamiento pero… de correr creo que ya tengo una opinión formada.

Si tienes chispa puedes hasta trollear.

Contestaré por orden cronológico de los comentarios que se vayan dejando. Feliz fin de semana y, let the show begin!

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Corredor, mira a tu alrededor ¿dónde están las demás nacionalidades?

Utilizo una galería estándar de fotografías tomadas durante un evento de casi 18.000 personas. El medio maratón de Madrid. En la galería hay aproximadamente setecientas fotos. Y me pongo a jugar a contar.

Mi idea era repasar cuántas chicas salían en el encuadre. También he de confesar que venía atraído por la posibilidad de comprobar las caras que llevamos cuando corremos. El drama, el dolor, esos ojos cerrados o hasta esa sonrisa beatífica.

Pero rápidamente he notado que prácticamente sólo aparecían corredores de evidente origen español.

Estas eran las cuentas: 330 rostros contabilizados; 2 evidentemente andinos, 1 evidentemente caribeño y 3 tipos con un ineludible aspecto de turista de un país del norte de Europa o de Norteamérica.

¿Son estas cifras acordes con la división de población española por su país de origen?

Hace un par de años salió en Runner’s World (USA) la reescritura de otro artículo conocidísimo en algunas esferas (desconozco si se tradujo o si se citó en el ambiente hispano). Why is running so white? Las preguntas eran eminentemente las mismas: ¿Dónde está el espectro social que se puede ver en la calle, en la cabalgata de reyes o a la salida de un partido de fútbol de una ciudad mediana?

La National Runner Survey estadounidense hizo una encuesta con más de 12.000 entrevistados y un 90% de los corredores censados eran caucásicos, apenas un 5% hispanos (en USA es un grupo censal propio) y 3.9% asiático-pacíficos. ¿La población negra? Un 1.6%. Correr «es para blanquitos».

¿En nuestro entorno ocurre algo parecido?

Mi muestreo acientífico y sui géneris certifica (de aquella manera) que alrededor de un 1% de los corredores de la prueba de Madrid eran evidentemente latinoamericanos, no parecía haber norteafricanos entre la masa de corredores populares, y se acabó. Hablamos de un país con un 12% de extranjeros.

Pero ¿no quedamos en que correr es barato, sano y que todo el mundo puede hacerlo?

El mantenimiento de unas zapatillas y una ropa cómoda para correr era, hasta ahora, económico. ¿No debería atraer el fenómeno de las carreras a practicantes que no pueden costearse 1.200 euros en una buena bicicleta o alquilar pistas de pádel a siete u ocho euros la sesión? Sin duda correr es más barato que eso, pero también lo es juntarse a jugar al fútbol en un descampado y compartir neveras para las cervezas. O esos macrotorneos de voleibol donde los peruanos son los malditos reyes de la ciudad.

Quizá habría que mirar en dos direcciones: la sociología de quien ve correr como un hobby extraño (volvemos a los comentarios y deportes más populares entre la raza negra norteamericana) y los precios de inscripción de «ese deporte tan barato».

¿Te animarías a convencer algún vecino o conocido de otros grupos étnicos?

postdata. En realidad, ¿le importa esto a alguien? Vivimos en una sociedad individualizante. Cada día se ve más gente corriendo sola y enchufada a su silencio musical.

postdata(2). Pienso empezar a preguntar a latinos, rumanos y maroquíes por qué no salen a correr. Y lo pienso tuitear.

Esos tipos solitarios que deberían dar miedo

Son las cinco y cincuenta de la madrugada y salgo de mi portal en busca de un extraño placer. Me espera un buen amigo y discurriremos de noche por sitios que nadie frecuenta. Salimos a correr a las horas más raras del país.

Pero llevo una temporada que mi raro comportamiento toma una relevancia, sin duda, absolutamente nula. Inexistente. ¿Crees que es raro salir con amigos a compartir trote nocturno con unas luces frontales en la cabeza? Pues no demasiado.

Al menos, no es muy ya que cada día se ve más gente en este hábito totalmente social, urbano y cool de practicar trail running en condiciones extremas, ideales, diría yo.

Pero volvamos al tipo. Correr a estas horas y por el campo no es raro, si me comparo con el paisano que veo pasar, de manera ritual, por la acera de enfrente a mi casa.

Él va solo. Corriendo por la acera.

Él corre con chándal y gorro y signos inequívocos de que lleva despierto y en funcionamiento un rato más que yo.

Mi comportamiento no tiene nada de heroico ni de raro comparado con su correr. Porque… ahí viene de nuevo.

Anteayer me quedé dos minutos estirando y atándome los cordones de las zapatillas. Pude comprobar que ¡da vueltas a la manzana! Está dando vueltas a su manzana, que tendrá – según wikiloc – unos cuatrocientos metros, por la acera. A las cinco y pico de la mañana. Sí señor.

¿Creías que habías leído sobre todo tipo de rarezas en el mundo del correr?

¿Conoces algún caso así de excepcional?

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Treinta y tres años en esto

Fue cumplir treinta y tres años en el tinglado y desencadenarse todo. En mi caso, todo sigue rodando. Esto podría ser una de las muchas diferencias entre Jesucristo y yo. Que las hay.

De cuarenta y dos largos, llevo treinta y tres haciendo deporte. De ser un niño con sobrepeso, diseño incompleto en el tren superior y torpeza demostrable, a «un flaco con piernas gordas», que es como oí definir a los corredores a mi jefa.

En treinta y tres años me ha dado tiempo a compaginar el atletismo escolar con las primeras cervezas. A quedar el último en todas las carreras que corrí durante mi primer año. He podido acumular pelos en las piernas y después en otras zonas del cuerpo.

He dado forma a dos niños que ahora tienen la edad que tenía yo cuando empecé a correr. O a aquello que fuera lo que yo hacía, básicamente ponerme colorado, bufar y parar a caminar en cada cuesta. Básicamente lo que muchos sentís ahora cuando empezáis a corretear.

Y compensa. Os puedo decir que cada rato horrible que vuestra cabeza pase y diga «no salgo a correr jamás» o «en mi vida me volvéis a ver metido en un maratón», es un palo metido en los engranajes de vuestra vida. Pero es eso: un simple y débil palo. Los piñones de la rueda dentada que mueve la vida de un ser humano son más duros y terminan quebrando el palo. Podréis con ello.

Estos treinta y tres primaverazos me han plantado en un proyecto más; disfrutar de los meses venideros de las distancias largas, los momentos mientras anochece en plena carrera, de ese compañero de ruta que se agacha y apoya sus manos en las rodillas, de conocer a pie más trozo de planeta.

Cosa que, salvo que nos estén ocultando información, a Jesucristo no le dio tiempo a hacer.

Y luego sale como enfadado en los retratos.

Riesgos del correr: tened cuidado ahí fuera

Anteayer nos contrariaba la triste noticia de un fallecimiento más en una carrera popular. En el maratón de Barcelona el corredor X. Jiménez fallecía en el hospital tras sufrir un colapso al terminar la prueba.

Un corredor experimentado, participante en la masa anómina del entorno de las cómodas 4 horas. Sabed que este es uno de los deportes que más satisfacciones da y más sencillo es de participar pero nunca se está a salvo. A falta de las confirmaciones médicas, en caso que se hagan públicas y que la familia del participante lo deseen, claro, no está de más recordar que correr es un ejercicio relativamente intenso. No podemos dejar de dar pedales porque nos detenemos. No esperamos a que el balón regrese a nuestra zona porque se trata de avanzar sobre el terreno.

Es de larga duración con lo que las posibilidades de que aflore una dolencia o tengamos un momento de bajo rendimiento son mayores.

No es un deporte este de correr en el que los corazones se pongan a altísimos pulsos. No es explosivo como el fútbol en sus mil variantes, el pádel o el tenis, sino que pertenece a los deportes más lineales y, por lo tanto, más sanos. Montar en bicicleta, nadar, correr son deportes en los que no deberíamos funcionar nunca por encima de los umbrales de deuda de oxígeno. Al menos es un deporte en el que encajan perfectamente las recomendaciones de «cómo practicar un deporte de manera recreativa»

Pero cada uno tenemos un historial médico y una herencia familiar.

Y un pasado reciente en el que nunca se menciona cuánto ha sufrido el organismo durante el sedentarismo diario. El cuerpo no dice mucho mientras no hacemos ejercicio. Lo deja para cuando arrancamos con cualquier actividad física.

Esperando que cada día más gente salga a correr conscientes de sus riesgos, y con la cabeza de ver qué hemos estado dando a nuestro cuerpo los diez o veinte años anteriores, por favor, haceos un chequeo.

Si sale algo, tomadlo todo con más cuidado.

Tener menos de cuarenta o cincuenta años cronológicos no nos exime de riesgos coronarios. Estas cosas no «son de viejos». Un historial familiar de enfermedades cardíacas no es una simple concatenación de casualidades. Se llama pertenecer a un grupo de riesgo.

En tanto no se extienda la obligatoriedad de los controles médicos, tened cuidado ahí fuera.

Empezar a correr: ¿Qué te preocupa de los primeros síntomas?

«Me ahogo», «tengo que parar» o «esto no sé si es correr o arrastrarme». Empezar a correr.

La semana pasada surgió más de una pregunta de nuestro particular y voluntarioso ‘comando novato’. Son los síntomas de los cuerpos que se movilizan. Un lector, Nachete, está haciéndonos partícipe de sus progresos desde el día cero. Tengo que agradecerle que de vez en cuando escriba sus sensaciones porque me ha dado pie a recopilar algunos de los comentarios.

En general, ¿qué nos encontramos?

1. Me ahogo 

Ay. Qué sensación de morirnos. ¿A qué debemos estos sofocones? En primer lugar no vamos a morir de un mal trote. Revisemos si ha sido una sensación puntual o viene siempre después de un rato. Yo vigilaría el ritmo de trote. Ir acompañado de alguien que te saca de velocidad es algo peligroso. Uno de los dos va obligado a sostener el ritmo del otro: que siempre sea acomodarse al del más lento.

Descartemos también periodos alérgicos. Mi buen amigo Sergio pasa unas primaveras horrendas y tiene que dejar de correr, tal cual. Como ya tenemos bastante sufrimiento en la vida, primero una buena revisión alergológica.

Si es algo relacionado con el estrés, y tenemos ‘ese peso en el pecho’ durante todo el día, el remedio es pelear por un día a día más razonable. Sé que muchos no tenéis otra ‘y más con la que cae ahora’. Usad el corrercomo algo terapéutico, relajante. Dejaos ese cronómetro en casa. El GPS, para el coche.

2. Tengo que echar a caminar antes de lo que tenía pensado

Además, el ritmo que llevamos nos parece casi tan lento como caminar. Nos desanimamos. Sobre esto tengo que decir que me sigo sorprendiendo de lo curioso que resulta ver gente correr despacio. El término de ‘ir lento’ es tan relativo como podamos imaginarnos.

Si el objetivo es ir cogiendo tono físico y perder peso, no pasa nada porque alternemos caminar y correr. Un ritmo fuerte caminando es tan efectivo vascularmente y quemando calorías como correr. Correr es más radical, claro, pero en esto no hay tipos duros o tipos blandos.

Muchos tenemos días o temporadas de flojera. Baja el pistón y mira tu pulso en reposo, la alimentación, las horas y energías que gastamos en otras tareas. Correr tiene que mantener un punto de hobby. Si es 100% obligación y hay que salir a correr sí o sí, o ‘porque lo dice el plan’, quizá tengamos que replantearnos esto.

3. Me duele aquí

‘Aquí’ es cada una de las partes del cuerpo humano. Muchas veces se ponen de acuerdo varias. Músculos, tendones y órganos internos. El dolor es muy diferente si se presenta súbitamente, agudo y concentrado, o si es continuado. Un músculo se habrá contracturado o roto alguna fibra. Un mal gesto puede hacer que un tendón haga ‘chas’. Calentar, fortalecernos, e ir con cuidado.

Aprende a identificar si es un dolor que comienza de manera sorda y crece en intensidad porque eso es una sobrecarga. Ten en cuenta que estás empezando y tu cuerpo sale de un periodo no acostumbrado a estas cargas de trabajo. Si hay unos kilos por medio o tu modo de pisar es ‘un tanto particular’, todo tiene que ajustarse.

Para ello, nunca repitas las mismas rutinas. Siempre trotar tus veinte minutos es un ejercicio limitado y que solamente sobrecarga unos puntos del organismo. Varía con gimnasia general, camina por la montaña o parques, haz algo a pedales o nada (de nadar).

4. Yo es que no lo veo

Sí lo ves pero prefieres empezar un poco más adelante. Es totalmente legítimo. Te cuestionas si empezar a correr está hecho para ti o no. Los tres primeros días aún estuvo simpático, pero ahora ya no disfrutas nada y te sientes ridículo correteando a una velocidad tan baja. La psicología del correr es un tema muy tocado pero ¿puede el cerebro no estar preparado?

¿Has probado a sentarte una tarde en el parque y observar a los más novatos corredores? ¿Por qué no vas a una carrera popular y miras del primero a los últimos? Sí. Ese chico que cierra carrera ha dedicido que una oportunidad más era lo menos que podía darse. O que era más divertido reirse de sus ganas de quedarse en el sofá y se ha inscrito en esa prueba.

Y ahora ves que te mira de reojo al pasar…

¿Qué otros síntomas están asaltándote en estos primeros días?

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Foto: InSapphoWeTrust from Los Angeles, California, USA