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Poner un pie delante de otro nunca tuvo tanta trascendencia.

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La batalla maratoniana entre Etiopía y Kenia continúa

Finaliza Abril en cuanto a las carreras de más caché del planeta. Los maratones donde los mejores se sacan los ojos de manera amistosa. Las manadas de chacales entrenados a ritmos insostenibles para los demás humanos. En los primeros cuatro meses del año se han disputado las tres cuartas partes de las carreras más bestialmente rápidas del año. Dubai, Tokio, Paris, Londres, Boston, Seul, Rotterdam y Hamburgo, además de algunas invitadas a las que asoman los mejores.

El año pasado estábamos augurando qué pasaría en los Juegos Olímpicos que luego se llevaría un ugandés. Si los maratones clasificatorios para los Juegos en las dos naciones serían mejor o peor estrategia. El año se cerró.

El nuevo 2013 llega y todos hacemos borrón. A la espera del otoño con Berlín y Nueva York y Chicago, los ‘world majors’ se van sucediendo con un ojo en la despedida de Haile Gebreselassie y los 2h03 de Mutai.

KENIA vs ETIOPIA

En los míticos años 90, ya tan lejanos, o en el comienzo del milenio, se solía citar una frase: «En Kenia solo hay maratonianos». Iten sigue acumulando expediciones de periodistas y maratonianos. Eldoret sigue conservando el mito. Los tiempos más aberrantes del ranking y las victorias prestigiosas pertenecían a Kenia.

Pero ha llegado 2013. ¿Qué ha pasado para que los cinco tiempos más rápidos del año se hayan conseguido por etíopes? ¿Cómo puede haber recuperado el cetro mundial con tal densidad de corredores la tierra de Bikila, de Yifter, de Dinsamo, el primer hombre que bajó de 2h07 en 1988?

Pero no es todo. El dominio etíope es tremendo en 2013. En el ránking mundial Kenia tiene que conformarse con las posiciones 5ª, 6ª, 8ª y 10ª. En el top 25 masculino el marcador es 13 – 12. ¡Trece de las veinticinco mejores marcas son de atletas de la tierra de Bikila! En las victorias del año en el calendario, Etiopía se ha llevado Dubai, Londres, Boston, Seul, y Rotterdam. Kenia, París, Tokio y Roma.

En categoría femenina, de las catorce mejores marcas del mundo, once son etíopes. Victorias en Rotterdam, Paris, Dubai, Houston y Boston.

La competitividad etíope es feroz. Los métodos de Iten (Kenia) y la concentración de talento sin control han sido copiados y quizá mejorados. Bajo el único criterio del entrenamiento feroz y la densidad, Etiopía tiene un centro de absoluta excelencia – a su manera – llamado Bekoji. El periodista Simon Hattenstone se rindió ante el azul del cielo allá arriba, en la alta llanura. «No puedo respirar pero, cuando meto algo de aire garganta adentro me doy cuenta de lo puro que es ese aire». Está a más de dos mil kilómetros de la capital Addis-Abbeba.

Si el altiplano de Iten se sitúa a 2.400 metros Bekoji está a 3.200 metros de altitud. Si el centro de entrenamiento de Iten engloba hogares de las tres Kiplagat (Edna, Lorna y Florence) y de David Rudisha, en Bekoji está Sentayehu Eshetu, quizá uno de los entrenadores que más metales acumula en la tierra. Sus discípulos tienen nombres como Kenemisa Bekele o Tirunesh Dibaba (tres oros olímpicos). Pero también Derartu Tulu (oro 10.000 en Barcelona’92 y Sydney’00. Y Fatima Roba (vencedora en Boston y Nagano).

Si en Kenia se aplica el entrenamiento de modo bestial (nunca a salvo de acusaciones inciertas sobre dopaje) en Etiopía se eleva. Si los muchachos del Rift Valley corren sin apenas comer para salir de la miseria, el entrenador Eshetu menciona similares aplicaciones: determinación, pulmones enormes y un chasis mínimo así como la dureza de haber trabajado en el campo. Lo no poco que produce la zona está marcado por lo épico. Cabras, semillas oleaginsas, café, té, azúcar de caña salen de un suelo ocre tostado por temperaturas sin misericordia.

Y los resultados han terminado saliendo.

Es interesante comprobar que se ha producido una globalización del maratón etíope. La asidua aparición de los mejores en los eventos de todo el mundo podría venir a la sombra de apertura del gran Haile Gebreselasie. Asociado a Global Sports Communication, el gigante del managing del atletismo y también imagen de Adidas, hay una vía de apertura que ha promocionado al país antaño inestable. Tras los años de dictadura y de guerra con Eritrea, el ingeniero Hailemariam Desalegn subió al poder llevando a cabo una transición suave como primer ministro etíope. De temidos dictadores, el país ha pasado a un dirigente que este mismo mes de Enero es elegido como secretario general de la Unión Africana.

¿Se han terminado aquellas odiseas de los atletas para conseguir un visado de salida para competir?

Es posible que el aperturismo político del país lo facilite. Recordemos que en 2010 y 2011 todavía eran habituales los atletas que cancelaban su participación. El maratón de Barcelona 2011, o el caso del fabuloso Tsegaye Kebede, vencedor en Londres’13 y otros ¡cinco! majors entre 2008 y 2012, con serios problemas para viajar por el mundo hasta 2007.

La irrupción de nuevos ricos en el mercado de los maratones se ha beneficiado de modo inmediato. Desde 2008, año en que se depositaba un millón de dólares como premios en metálico en Dubai y los patrocinadores exigían que participara Gebreselassie, el cometa verde ha trazado una imparable ascensión.

Así, en Enero los cuatro tiempos más rápidos del año eran etíopes en el recorrido por la ciudad del oro rápido, Dubai. Desisa, Shiferaw, Tola y Negesse metían un 4 – 1 a Kenia. La prueba que organiza el inglés Peter Connerton bajo la bandera de Pace Events es el Eldorado de los 42km195m.

¿Está Kenia derrotada?

Tocada, pero no hundida. Esta mañana Eliud Kipchoge contraatacaba con la victoria en Hamburgo y una escalofriante marca de 2h05. Priscah Jeptoo vencía con 2h20 en Londres por delante de Edna Kiplagat, otra keniana. Boston vió hacer caja a Rita Jeptoo para el saco keniano. En otoño Berlín y Nueva York darán lustre a las estanterías de los corredores de Kenia, que muestran un dominio favorable en los recientes tablones de honor de esas pruebas. Chicago tiene vencedores masculinos de nacionalidad keniana desde 2003, con los tiempos memorables de Evans Cheruiyot o Samuel Wanjiru.

La capacidad de sobreponerse al hambre, a las guerras, a entrenar varios puntos más que un humano ‘normal’ volverá a evaluar a los antaño tiránicos corredores de Kenia. Cuando el tarraconense Manuel Tornero relata que un chico que podrá correr fácilmente medio maratón en 1h04 le pide dinero para comer porque pasa hambre y tiene que seguir entrenando se entienden las variables de superación de estos seres.

Superarse. El terreno quita la vida. La agricultura apenas regala nada. Corren descalzos hasta encontrar unas zapatillas de segunda mano. O tercera. Comer o correr.

Si come dos veces al día podrá entrenar hasta reventar de nuevo u obtener un buen resultado. Y alguien se fijará en él. Quizá los más profesionalizados puedan seguir entrenando con los mejores medios. La diferencia de poder pasar al profesionalismo antes o después nos seguirá brindando resultados en esta particular batalla entre las dos naciones más poderosas del fondo mundial.

En las dificultades de ambas sociedades no hay diferencia. Quizá un azar cruel les legue a sacar del desconocimiento y lleva a aparecer en artículos como este.

Escritos desde un cómodo sofá. En el lado que paga a los corredores. Con la única presión de acertar a subir el post al blog a su debido tiempo.

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Fotos: Boston.com, Telegraph.co.uk

‘Eserelojdecorrer’ (Todo lo que quisiste saber sobre los regalos que ahora miras)

¿Quién no ha deseado tener la combinación de detener el tiempo, amalgamar la materia y parar las ideas malignas de los villanos? Estás repasando esa pila de bolsas de plástico que contienen papel con el que se podría envolver Groenlandia. Lees en la etiqueta de la lycra para corredores palabras traducidas por google. En las instrucciones del reloj de plástico se apiñan comas mal situadas, las zapatillas para maratón son una bota malaya y te cortan la circulación sanguínea de un dedo y dos uñas giran en sukahara carpado hacia dentro, tu delicada carne. No han sido muy hábiles con los regalos de navidad.

 

Tienes, además, diez mejores ideas sobre qué regalar a un corredor. Esa inscripción a tu primer maratón, el posicionador de tus rutas por satélites hasta hace poco de uso antimisiles o esas sesiones con el mejor fisioterapeuta, para dejar de lado las sobrecargas de la fascia ileotibial.

¿Es que no fuiste claro? Pues haberlo sido.

Tienes hasta las próximas celebraciones para construir una cultura proactiva para con tu Liga de los tipos en ropa deportiva. Es un momento complicado de la existencia humana y debes afrontarlo

¿Conciliación paterno-filial o esa amortiguación para pronadores?

¿La poderosa atracción de ese ultratrail por sendas alpinas o el bono de los parques reunidos?

La ilusión de un hijo hace que en mi muñeca haya un reloj con una correa imitando piezas de Lego. Pesa como una chirimoya y los digitos están construidos en 16bits. Y es que si definimos las fiestas navideñas como familiares, no cabe duda que los lazos entre mi hijo y yo quedarán indisolublemente soldados. Hemos pasado veinte minutos alicates en mano para quitar un pasador de metal entre dos piezas de gomilla y hacer el engendro más ajustado a un reloj. Para alejarlo de la nave alienígena de juguete. Porque salir al día siguiente a rodar 18km con una suerte de omnitrix de Ben10, eso hay que ponerlo en perspectiva emocional.

– Tiene gracia, hijo. No sé cómo has llegado a deducir que me hacía falta un reloj para correr.

Cuando entrabais a la tienda multisecciones con la idea de finiquitar la lista de los regalos navideños, tu cuerpo quería seguir a tu mujer y niños hacia la planta de juguetes educativos y libros. Tu lenguaje corporal y los ojos, sin embargo, eyectaban fuego. Salían despedidos a la sección del podómetro.

¿Te has enfrentado alguna vez en batalla a muerte entre los miembros de tu familia? ¿En Navidad?

– Amor. El año que viene…

Viaje de negocios: correr como escapada

00.00am/04.00am (hora local). Medianoche. Terminal de tránsitos del aeropuerto de Dubai. Miras y remiras por los pasillos semivacíos y cierras los ojos un segundo. Poco que hacer salvo repasar mentalmente la reunión de pasado mañana. Salvo comentar con tu (quizá) compañero de empresa lo mucho que hay programado y la escasa cantidad de horas que dispondrás cuando aterricéis mañana en Hong Kong, ciudad por la que no te importaría vagar una semana entera y … what the heck! ¿por qué no? salir a correr.

Pero dispones del tiempo que dispones. Ante estas reuniones maratonianas (sobre el uso de este adjetivo podríamos estar echando sapos y culebras otro día, me lo apuntaré), ¿cómo encajar una sesión ligera de correr por la ciudad a la que te ha tocado ir por negocios?

Regresemos en el tiempo. Sírvete un gin-tonic y acomódate, que vamos a viajar a tu pasado. Si no tienes pasado ya puedes ir fabricándote uno. Aunque sea irreal e inventado.

Estás en casita. Son las 18.17pm. Faltan apenas unas horas para salir de viaje. Ufano y emocionado o renegando de tu maldita suerte y posición en el escalafón laboral de tu empresa. Andas preparando lo básico. El viaje incluye un cambio de huso horario y de latitud. Para qué vamos a engañarnos, no tienes la mente fría en estos momentos. Pero, de tenerla, deberías afrontar los siguientes inconvenientes.

En tu zona (en este caso saldré de la fría Europa en mitad de Enero) incluirías capas y capas. Pero viajas a un entorno donde:

(a) todo va a ser interior, salas acondicionadas, oficinas con un ambiente recargado

(b) se te ha dispuesto un alojamiento de categoría en el que, si quieres hacer cualquier cosa – insisto, cualquier cosa – podrá ser materializado indoors, a cubierto

En este momento desearías encerrarte en el wc. Agárrate. ¿Para qué llevar entonces mucha ropa de abrigo? ¿Preparo un maletón gigante con tal de poder meter mi calzado de correr? ¿Y las capas interiores? ¿Guantes? ¿Gorro? ¿Mallas largas o cortas?…

Todo este monumento a la indecisión logística te come durante días pero, claro, ahora son las 18.20 ya, y en media hora tienes que salir camino del aeropuerto. Y tiemblas y recorre tu espalda un sudor frío que no recordabas desde el último entrenamiento en Agosto. O desde aquel día que te dijeron que ibas a ser padre. O del último expediente de regulación de empleo de tu empresa.

Y tu capacidad de pensar con cabeza se reduce. Pasas a las preguntas-descarte, o sea, las típicas estupideces fruto de los nervios y de cierta falta de oxígeno en el cerebro:

¿Llevo una maleta con los asuntos de negocios y otra para los trastos del correr? ¿Dejo en casa el ordenador portátil para hacer sitio a un cortavientos?

Moreover, ¿Qué haría Murakami en mi lugar?

Retornamos a las 16.54pm (hora en algún punto sobre el sudeste de Asia). El hotel donde te reciben para el check-in está encajado en una ciudad que ha colocado sus edificios como las púas de una tabla de faquir y piensas que, esta vez sí, será imposible. En este entorno, con calles que desconoces y, previsiblemente, grafía de carteles que no hay manera de descifrar, no podrás salir a correr.

O, si sales, acabarás preguntando a mil millones de viandantes y los mil millones te harán pasar un mal rato. O te perderás y serás presa de un guión cinematográfico mientras tu jefe envía constantes correos electrónicos a la sede corporativa preguntando por el imbécil que no tenía otra cosa que hacer.

¡Basta!

Prometo la próxima vez seguir los sabios consejos de este blog:

  1. Prepara de antemano un mapa en internet con las posibles escapadas desde y hasta tu hotel. Ir a correr con un papel en la mano no es incómodo si te salva la vida (recuerda lo mal que se pasaba en Pekín Express)
  2. Sé razonable y acomoda tu esquema de entrenamiento a la realidad: mejor sesiones de 40 minutos y unos sprints, que hacer sí o sí esas diecisiete millas que tocan.
  3. Asume que es un entorno extraño. No es tu barrio. Ni tu parque o bosque local. Puedes viajar a Los Angeles o a Paris y encontrar zonas amables para correr, pero posiblemente no estén tan acostumbrados a un loco saltando carriles sin mirar en Shenzhen o Atlanta.
  4. Porta una pequeña riñonera y que te sirva para documentación, dinero en moneda local y bebida (ver foto más abajo).
  5. Recuerda ante todo, que deberás volver sano y a tu hora al hotel. Viniste a la ciudad a trabajar por mucho que te joda. No retrases a tu entorno por mucho que odies a tu jefe y pienses que sí, esta vez puedes sabotear su contrato en el Middle East y hacerle pagar aquello…
  6. Contacta con websites que te indiquen rutas para correr, con corredores locales que te orienten sobre particularidades de la ciudad, usa twitter o facebook para algo útil por una vez en tu vida.
  7. Pregunta en recepción si tienen alguna experiencia recomendando sitios para runners visitantes, aunque siempre como última opción y mejor la noche anterior que a las cinco de la mañana.

 

 

Es muy posible que esto (me refiero a las anteriores indicaciones para runner viajero, no a ‘esto’ de arriba, a mi cara de torrijas) rompa tu concepto romántico de correr en libertad, quizá perturbe ese importantísimo plan de entrenamiento o te haga volver a los carriles del jogging que juraste abandonar el día que saltaste a una categoría superior.

Te insisto y recomiendo que no. Correr es solamente una cosa más. Simplemente mete las zapatillas, un pantalón y un par de camisetas y calcetines en un esquinazo del equipaje. Lo demás debería llegar solo.