Runstorming Runstorming

Poner un pie delante de otro nunca tuvo tanta trascendencia.

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(Otra) Carta a corredora

[Fuente: Carrera de la Mujer]

Hace poco me encargaron unas líneas para otra corredora como tú. Quizá fuiste una de las treinta mil afortunadas que corrían la semana pasada la Carrera de la Mujer de Madrid. Quizá no. Lo mismo tenías lío en casa o preferiste entrenar para otro evento.

Sea como sea, si necesitas unas palabras para encontrarle el sentido a esto de correr, tuyas son.

Iniciar una existencia como corredor es zambullirse en insospechados momentos. Son adictivos, aunque ¡ojo! sólo a largo plazo.

Correr durante treinta años me ha llevado a acumular argumentos para calzarme unas zapatillas y salir a quemar tensiones, recargar las baterías o simplemente echar un tras otro. Todo esto es tan cierto como la mayoría de los leit motiv utilizados para que seas una más de esa legión de corredoras. Pero enumerar diez líneas de inspiración para una corredora es mucho más complicado que dar por válidas esas buenas razones.

El tiempo normaliza el hecho de trotar, por mucho que lo vistamos de épica o de logro o moda draconiana. Verás que es algo tramposo. No consigue anticiparte el momento en que todo es normal. Lo hace de modo inesperado. Correr juega contigo.

Correr se te insinúa como una tabla salvadora, como un bálsamo perfumado. También confirma, en sus primeras sesiones, que la crudeza del dolor no es una mentira. Es un anuncio sutil. Lo que ocurre es que las posibilidades de confirmarte en ese estado, de convivir con el cansancio, asoman y desaparecen por capricho. Te preguntas si todo era tan enrevesado. Leyendo algunas pautas y pronósticos sobre cómo encarar tu nueva existencia dentro del ‘running’ todo se presentaba como evidente. Motivarte conduciría al placer del correr. El placer se agotaría y se tornaría en un sufrimiento sensual. El éxtasis llegaría a ser dominado cuando sublimases tu experiencia en una lejana línea de meta.

Sin embargo, las cosas del correr van enseñando a que te empapes de giros inesperados, y termines apreciando cada uno de ellos. E.M.Foster cuenta en su maravillosa novela «Una Habitación con Vistas» que un viajero puede verse sorprendido en sus planes y acudir a Italia a estudiar a Giotto o conocer la corrupción Papal, pero regresar recordando sólo el cielo azul y los hombres y mujeres que viven bajo él. Es una excelente imagen de las frustrantes satisfacciones que encontrarás corriendo.

Estos párrafos están incluidos en una recopilación de pensamientos sobre el correr. Fueron editados para el 261Women’s Marathon. Es una prueba que conmemora el capricho del comportamiento humano pero también su determinación.

No cabe duda. La historia que nos dejó K.Switzer viene de un cúmulo de momentos inesperados. Podíamos pensar que muchos dueños absolutos de esos círculos de poder de nuestros días actuarían igual que aquel juez del maratón de Boston: el dominio legitima la decisión drástica. Pero el árbitro escoge un insospechado camino, el de la ira. La relevancia de las tres fotos que recorrieron el mundo tras 1967 es en cierto modo una concatenación de casualidades. La celebración de unas series 261WM me sorprendió por su ataque al corazón del establishment del correr.

Termine tu próxima salida a correr como termine, sea larga, corta, intensa o suave, a buen seguro te seguirá sorprendiendo. Lo hará porque es un ejemplo más de la falta de control que tenemos sobre las sensaciones, que surgen como una cadena loca, inmediatamente posteriores a la decisión de calzarnos unas zapatillas.

¿Te gusta ser sorprendida? Has escogido uno de los entretenimientos más irreverentes. El resto lo pondrán tus ganas.

 

[Agradezco a Javier Carmona y a www.261wm.com la recuperación de este texto]

La telenovela del corredor: él/ella

Vuelven estos dos. Ellas y ellos, enfrentados y acaramelados en esa esfera permanentemente irresoluble que tengo el gusto de escribir con Rosa Asensio, bloguera, móvil corredora y un tesoro del telenoveleo. Chicos, chicas, hoy tocan el pie y su cuidado.

Si alguien se siente aludido, hala, ¡ya hemos hablado de ti en internet! Tus tres minutos de gloria comienzan…

ZAPATEO

Él (runner).

Tengo los pies destrozados de la sesión de montaña que nos hemos dado. Dos uñas negras que he tenido que ocultarle. A ver quién se atreve. El verano pasado estuvo en un tris de obligarme a ir con sandalias cerradas después de haber corrido aquel ultra en la montaña. Se pasó medio verano mirándome con cara de odio cada vez que asomaba por la piscina. Está, además, en ese gremio de la agencia de publi donde todos se miran, recontramiran, remiran y devuelven las miradas tamizadas y casi envueltas en un análisis de branding.

¿Y en Altea? Va, hombre. En la playa te juro que me esquivaba. Era parar en una farmacia a comprar un gel relajante para los pies y se ponía hecha una furia.

Pues debería saber que no son ellas las únicas que usan productos para cuidarse. Un gel mentolado es lo mejor para reparar las piernas después de una sesión criminal. Vamos, que si no fuera por estos cuidados iba siquiera a aguantar cuando luego me saca a bailar en las fiestas playeras.

Porque aguanto en forma. Eh -guiño escultural- Que se sepa. Pocos de los novios de sus amigas pueden ponerse unas bermudas que les queden tan bien.

————

Ella (no runner)

Sabía que este día era importante para mi. Mi jefe nos había invitado a una Barbacue con todos los jefazos de la Agencia. Una oportunidad!!

– «No te retrases», le dije anoche, antes de que hoy se fuera de madrugada a no sé qué trail de no sé dónde.
– «¡Que no mujer!»

Pues no sólo no se retrasa sino que aparece con arañazos como grietas en la cara y las piernas. Lo mato.

«Este chico es tonto», pienso. Y empieza a contarme todo con la ilusión de un niño, con esa emoción, con esa mirada…a la que no me puedo resistir.

Me levanto, le beso como si no hubiera mañana y le mando a la ducha.

Él asiente obediente e intentando disimular el dolor de las ampollas y uñas negras, que sé me oculta, hace que corre hacia la ducha. Me giro y me río. Total, no hay maquillaje que no cubra esos arañazos y, a decir verdad, a ninguno de mis jefes le quedan las bermudas como le quedan a él. Ains.

Él, runner. Ella, no runner.

corredoresas1

Hace unas semanas la estupenda bloguera y mejor corredora Rosa Asensio me lanzó un guante. En ese duelo de zarzuelilla la chica era la corredora. Él, bueno. Eso. Afortunadamente las tornas cambian. Se lo devuelvo.

Él (corredor).

El sábado es su cumpleaños. Lo tengo todo controlado. He pensado que es el momento en que se inicie en esto de correr. Tenía que comprar unas medias de compresión y mirar las rebajas -ando con un par de zapatillas con más de seiscientos kilómetros- así que me ha solucionado el regalo.

He visto unas mallas pirata que le van a sentar de miedo. También tenían una faldita corta de corredora pero no me he atrevido. Así que eso y un modelo de pronadora para chica. Para ellas diseñan unos colores brutales. Aunque dudo que sepa qué es ser pronador o supinador. No me hace mucho caso cuando pasa por detrás de mí y gira la vista a mis intervenciones en foros o en facebook.

Verás que sorpresa. Ahora podremos compartir más tiempo juntos, aunque yo tenga que entrenar rápido y ella, bueno, podemos calentar y estirar juntos y ducharnos. Sí. Este año he acertado con la compra. Cuando me meto con los complementos suelo ir de fracaso en fracaso. Termino de hacer el café y algo sólido y se lo llevo a la cama.

-«Hola amor. ¡Toma, tu regalo de cumpleaños!»

(Un silencio helador se extiende por el apartamento mientras ella abre el envoltorio de una evidente tienda de deporte)

——

 Ella (no corredora).

¡¡Por fin es sábado!!! No, un sábado cualquiera, ¡¡¡noooooo!!!  Es el sábado de mi cumpleaños.

La verdad es que no sé si prefiero que él se acuerde o no de mi cumpleaños. Yo sé que pone interés pero …. No hay año que acierte con el regalo, o escoge bolsos que sólo llevaría su madre o joyonas de esas que nunca me ha visto puestas y sabe detesto pero que aún así me regala. Debe ser eso de las carreras, tantos kilómetros no le dejan mucho más para pensar.

De cualquier manera, que se acuerde es un detallazo. Así que, sea lo que sea, me gustará aunque espero no haya perdido el ticket-regalo.

Ahí está. Trayéndome el desayuno a la cama. Lo miro. Ya estamos con la papilla esa de avena que toman los runners. Le miro. Sonrío.

– «Gracias, cariño».

Y de repente le veo que saca algo de debajo de la cama. ¡Mi regalo! Lo miro con detenimiento. Ni idea de la tienda donde lo ha comprado. Miedo me da. Rompo el papel de regalo de la “tienda desconocida” y…. ¿qué es esto?

Sonrío intentando disimular mi cara de: “Qué coño es esto?, ¿Por dónde me lo pongo? ¿Para qué ocasión?»

– “Son unas mallas pirata”, me dice emocionado. Mira que tiene ganas de que salga a correr, pero buffff, la sola idea de ponerme a sudar me da pereza. ¿Unas mallas pirata? ¿Para qué? ¿para jugar a los piratas mientras ese micro-pantalón me comprime de tal manera que no puedo ni respirar y me salen las lorzas por encima de la cinturilla?…Sonrío.

Aún hay más. ¡Unas zapatillas!

– “Son pronadoras”, me dice. Prona… ¿qué? Le miro como preguntándole si me está insultando. La verdad es que las bambas estas son chulas. De colorines y molan hasta los cordones. Quizás pueda llevarlas con los vaqueros que me compraré cuando descambie la otra prenda del demonio.

Sonrío y le beso. «Gracias cariño».

Aprovecharé cuando se vaya a correr a buscar el ticket regalo.

El cáncer no quería que Chadia corriese (Día Mundial contra el Cáncer)

Rescato el post del pasado martes. Hoy 19 de octubre es el día contra esta familia de enfermedades.

Correr es agotador. Cuando un tratamiento médico contra el cáncer provoca que tu cuerpo engorde treinta y cinco kilos, correr es un imposible. Un imposible.

¿Y qué hago? ¿Me quedo tumbada en la cama?

Lo hemos oído tantas veces que nos parece cotidiano. Pelear contra la enfermedad. Pero es un modo heroico de salir a luchar contra ese imposible.

Cubierta. Corredora

Chadia nunca había corrido. Tampoco había escrito nunca un libro ni había pasado por el traumático proceso una quimioterapia, radioterapia y anticuerpos humanos. Pero todo llegó. Le habían quitado un pecho y hecho una reconstrucción con músculo y piel de la espalda. Incapacitada para un buen ramo de deportes.

Peleó porque su corazón respondiera. El tratamiento le había mermado la capacidad de trabajo de ese órgano vital. Pero siguió un minuto más que el día anterior. Y correr se convirtió en algo que necesitaba como el vivir.

Correr era demostrar ese impulso de la vida.

El 19 de noviembre presenta un libro. Se llamará «Corredora de la Vida» y será publicado por la editorial Sial-Pigmalion. Lo de menos, quizá, es que se trate de un libro que habla de correr. Chadia vive en una fase de explosión vital. Pasó de arrastrarse para completar un kilómetro más que el día siguiente a sentir que correr le daba un extra.

Estuvo trabajando para los demás y comprendió algo sobre cómo funciona la cabeza en una enfermedad. Hoy cuenta cómo superar todas las noticias, como relacionarse con los médicos y el sistema, las diferentes terapias complementarias que utilizó. Chadia entendió que hay que aceptar la enfermedad como un «proceso de humanidad».

Humanidad que en otros lugares falta. Empresas que despiden un empleado por tener un cáncer o una enfermedad dura. Humanidad que le sobra a ella. Tanto que, en Abril, participaba en el medio maratón que se organizaba al mismo tiempo que el Maratón de Madrid. En el kilómetro dieciséis cometió un error y, en lugar de seguir por su recorrido de 21 kilómetros, tomó la calle Fuencarral para abajo. Cuando se dió cuenta decidió intentarlo. Terminó el maratón completo.

Es un torrente que contagia entusiasmo.

Ejercita su papel como voluntaria en la unidad de oncología del Hospital de la Paz. A enfermos y también a familiares. «Por que veo que quienes necesitáis más información sois los familiares de los enfermos». En efecto. No sabemos qué decir, si hablar al paciente o no hablarle sobre su situación. En muchas casas hay una Chadia peleando por su vida.

En mi casa hay una Chadia, sin ir más lejos.

La parisina corredora ha trabajado con los doctores de las unidades de ese fabuloso hospital de Madrid. A través de su experiencia está convencida que ser más humanos ayudará a que doctores y pacientes afronten mejor esa terrible familia de enfermedades. Los primeros, como dice el Dr. José Ignacio Sánchez, con un simple gesto, dando una mano al paciente. Conectando con él o -como este caso- con esa mujer que teme por su vida y a la que se le ofrece una solución quirúrgica donde el resultado estético puede ser incierto.

El valor de unos y otros es mirar al fondo del pasillo y buscar un lugar más allá. Es lo que muchas veces hacemos como corredores.

Preguntarle a nuestro miedo si no tiene otra cosa mejor que hacer esa tarde.

Quizá no se equivocó del todo en ese kilómetro dieciséis.

Tras Vitoria, la Carrera de la Mujer hace parada en Gijón

El calor envía el calendario de las pruebas organizadas por Sport Life al norte de la península. Y lo hace con un éxito tras otro. Después de unas habituales cifras como las diez mil mujeres inscritas en Valencia o las veintitrés mil de Madrid, el movimiento de la mujer en marcha se desplazó a Vitoria. Allí cuatro mil mujeres desafiaron a la lluvia y se plantaron en meta. Se convertía así en la prueba de atletismo popular más multitudinario de la ciudad, muy por delante de los eventos habituales.

Y es que esto se ha convertido en la marca de identidad de las series ‘Carrera de la Mujer’. Salvo los masivos eventos en Madrid o Valencia, ciudades acostumbradas a acoger pruebas de igual calado, Vitoria o Gijón se ponen a la cabeza con este formato. La Carrera de la Mujer de Gijón se disputa hoy en la ciudad de la bahía de San Lorenzo y de Cimadevilla sobre un céntrico recorrido por El Molinón, Doctor Fleming y el complejo deportivo Las Mestas con seis mil dorsales vendidos desde hace días. Este es el recorrido, para que bajes a partir de las 10h a animar y nada te pille de sorpresa.

 

En la edición de 2012 la corredora de Tineo Verónica Pérez (en la foto) se llevó el gato al agua por delante de la ya deslumbrante cifra de cinco mil corredoras. Gijón fue una de las pioneras en el circuito de carreras citado, siendo hoy la novena edición que se corre de este circuito patrocinado por Central Lechera Asturiana y Seguros DKV.

¿Tienes todavía alguna excusa preparada para no participar?

La web de la carrera te las desmonta.
Foto: CarreraDeLaMujer.com

Este famoso comparte contigo una pasión: correr

Heidi Klum mantiene sus cuarenta primaveras a tono gracias al deporte (eso, y que no tiene que comer en un bar de un polígono industrial, probablemente). Correr, correr y correr.

Y es de todos conocido que la moda del correr se estableció en la sociedad como uno de los más apasionantes métodos de relajarse, adelgazar, gastar dinero y hasta volcar nuestros complejos y frustraciones. Pasaron los difíciles años ochenta pero esto del correr ha regresado. Hay un segundo subidón del trote.

Chicos, chicas, correr lo es todo. Y las celebridades están muy metidas en esto de calzarse unas zapatillas y tonificar los músculos y escurrir los sobrantes. Bueno y, ¿a mí, qué? Quizá a tí nada. O quizá sí. Participas de un movimiento deportivo o recreativo global. Puede que te fastidie, por si habías encontrado alguna trascendencia cósmica en correr, pero imaginemos por un momento el alcance de la actividad social de un famoso runner. Los 1,500.000 seguidores de la cuenta de Heidi Klum podrían tener por unos segundos la tentación de salir a correr. ¿No es un estímulo suficiente para una sociedad?

Llévalo al plano de la revancha social.

¿Sabías que mientras boqueas por esa cuesta arriba, en algún punto del planeta, alguien hipermillonario se está sintiendo todavía más miserable que tú? Sí. Gwyneth Paltrow puede que esté trotando con flato por Central Park o que la misma modelo alemana esté desgranando sus agujetas en su blog (Klum mantuvo durante todo un verano el blog Summer Run)

Correr, trotar o practicar el jogging es también una pasión para mucha otras caras conocidas. Madonna corre como si la persiguiera un calendario. Katie Holmes pretendió haber corrido el maratón de Nueva York, en el que la cantante Alanis Morrisette es asidua. La Kournikova luce palmito con un dorsal prendido en su divina camiseta. Oprah Winfrey usó el corretear como método para perder peso y es una activista del hobby que te ha traído hasta estas líneas.

El bendito tote cochinero. ¡Qué tendrá!

llossa

Pero no solo ellas. Entre los varones, grandes y chicos, superfamosos y mitos (los que no tiran por la vertiente canalla) se plantan la gorra eterna, las gafotas de sol y el chándal. Durante años Vargas Llosa fue un propagandista del jogging, «un placer intelectual», decía.

Corre Santi Millán (y pedalea y suda como un demonio) y corre Jesús Calleja, en plena efervescencia etíope, según cuenta, tras un periodo con tendinitis varias y semanas de recuperación. Corre el cantante Dani Martín (El Canto del Loco) y tuitea sus sensaciones.

Corrieron Zapatero, Aznar, Bush o Cameron (nadie dijo que habías escogido una afición pura y excluyente) y miles de caras conocidas de cientos de países, a buen seguro, corren.

Es lo que hay.

Siempre puedes sentirte reconfortado por un hecho. Que alguien constantemente acosado por su vida pública piense que un trote de media hora es una válvula de escape significa una cosa: no todo está perdido con la especie humana.

Al menos, no totalmente perdido.

Yo estoy a favor. Sí a las Carreras de la Mujer

Pues a mí tampoco me parece bien……no es que me parezca mal, pero eso de hacer una carrera para que exclusivamente la corran mujeres sí que me parece discriminatorio, al fin y al cabo si en el resto de carreras no corren más mujeres, pues será porque no quieren.

Se lió. Y es que el otro día se daban las últimas cifras antes del cierre de inscripciones. Se superarían las veinte mil inscritas en la Carrera de la Mujer de Madrid.

¿Por qué una carrera sólo para mujeres?

Seguro que la gente entiende o sabe que se celebra una Liga Femenina de Voley y que la altura de la red es menor, que el Comité Olímpico separa por sexos la celebración de todas las pruebas del calendario de los Juegos o que en sus adorados mundiales de atletismo hay un 400m masculino y un 400m femenino. Pero ¿por qué esta diferencia?  ¿Es promover que las mujeres se animen a correr o se está discriminando más?

Creo fervientemente que se consigue a través de lo primero. Discriminando a favor hasta que se consiga la igualdad de participación.

Hemos olvidado por completo que la discriminación positiva se aplica constantemente en la sociedad. Es facilitar las cosas a personas con dificultades para acceder a una tarea concreta. En este caso se trata (se trató en las primeras carreras en los años ochenta, en aquellas ‘carreras Avon’), a través de una operación mitad marketing mitad deporte, que haya un acceso total de la mujer a las carreras populares.

Carecemos de memoria histórica. La discriminación positiva nos permitió estudiar, coto antaño vedado a los hijos de los pudientes, pero en nuestro caso con una subvención estatal que costeaba parte del – por ejemplo – acceso a la universidad. O que las jugadoras de voley tengan la red más baja. Cada beca, cupo en oposiciones públicas, plaza de parcamiento para discapacitados, cartel en braille en un museo o rampa de acceso que se construye facilita la vida. En una palabra, se discrimina en su favor.

Cada subvención de un producto alimentario producido frente al voraz mercado global, cada electrodoméstico con una carga arancelaria, cada elemento industrial protegido por unos cánones hace que las economías menos favorecidas puedan competir con los grandes actores. Y nadie dice que nos fastidiemos, nos espabilemos con la silla de ruedas o aguantemos si no leemos los paneles del Museo del Prado (te las arreglas y llevas un amigo vidente que te los vaya explicando). O que paguemos los 27.000 euros de un transplante renal. Bueno, ya lo han empezado a decir.

¿No es puro marketing, con Adidas o Nike están frotándose las manos con los «entrenamientos para mujeres»?

Obvio decir que las marcas han desembarcado en un nuevo segmento. También es cierto que  participar en una carrera popular no es un servicio público. Correr está de moda y las compañías están buscando cada resquicio para mantener sus ventas. Nadie dice que el objetivo del capitalismo sea la consecución de la igualdad. Pero subyace en cada conversación lo de «y, para hombres, ¿qué?». Y eso no es discusión sobre política macroeconómica; eso suena a segregación de género.

Aun así, programas como Avon Race for Life ha llevado a seis millones de mujeres en el Reino Unido a participar en eventos deportivos. Se han recaudado casi 500 millones de Libras y se han financiado 4.000 investigadores contra el cáncer de mama. Sólo en España se diagnostican, al menos, 22.000 nuevas pacientes de cáncer cada año. En los eventos de nuestro país ya se ha contribuído con 50.000 euros a la Asociación Española contra el Cáncer a través de las Carreras de la Mujer. El motivo es doblemente solidario y tiene una consecuencia inmediata: que la gente corra.

¿Esa discriminación positiva no existe ya en las carreras populares sin necesidad de segregar?

Todavía estamos en pañales. Los datos de participación de la mujer en carreras son, en crudo y sin anestesia, pobres. Sólo en algunas pruebas de corta distancia existe algo parecido a una paridad: 11.000 mujeres corriendo junto a  22.000 hombres en la San Silvestre Vallecana. Pero no es por que las mujeres rechacen participar por principio. Hay algo más, según mi experiencia.

En los eventos estándar sí existe una discriminación que afecta a cómo se enfrentan muchas chicas al deporte-ocio: el cronómetro. La esencia de la carrera: no olvidemos que se empezaron a organizar bajo parámetros de clubs de atletismo y federaciones atléticas. Hoy día se abre el tráfico después de 1h30 en los sencillos 10 kilómetros de la Carrera de las Aficiones. Hace veinte años eran sesenta minutos y el ostracismo. Los corredores recreativos tardan bastante más de las 2h15 que muchas veces se ofrecen en media maratón. O que las 5h30 de los maratones.

Es curioso que en su día, cuando empezaron a ampliarse los límites de tiempo,  nadie se quejara de «estar favoreciendo a los gordos, los viejos o los lentos». Las voces sobre restringir los tiempos de corte son pocas. Aunque todavía existen y desde dentro del mundo runner.

En una Carrera de la Mujer hay un horario tan abierto que todas las mujeres entran en ese rango de poder participar.

Y ¿hasta cuándo se debe mantener esto?

El objeto es animar a que la gente corra y, cuando se haya conseguido, dejarían de tener sentido. Es más, creo que una vez que se llegue al 50%-50% de participación entre sexos como ocurre en otros países, es estúpido mantenerlas. En ese momento quedarían como meras carreras comerciales sin objetivo.

¿Para qué mantener campañas para que la mujer pueda tener estudios cuando existe una paridad total en las universidades e institutos? Pero primero hay que dar unos pasos que a nosotros nos parecen lejanos. Muchos hemos crecido en un marco teórico de igualdad pero la sociedad española da frecuentes muestras de desigualdad de sexos.

¿Nos podemos quejar, a pesar de todo?

En este sentido, como comentaba mi amigo Miguel Del Pozo, el atletismo está años-luz por delante en igualdad. En fútbol hay un machismo enorme, y es difícil que hombres y mujeres puedan compartir terreno de juego en igualdad de condiciones.

Al acercarse a una carrera la masa suele ser amistosa. Nadie le dirá «¿Qué haces tú aquí? Vete a fregar«, ni cosas así. Una chica va a su primera carrera, aunque sea sin mucho entrenamiento, corre rodeada de chicos y posiblemente se le quiten los complejos que pueda tener. Salvo que detrás no le rodee más que una ambulancia impaciente y prefiera volver a trotar a la cinta de su gimnasio.

El error es considerar la Carrera de la Mujer como segregación, cuando es precisamente empujar a la calle a hacer algo a un sector que no lo hace por propias percepciones de un medio todavía en fase de maduración. Ahora comienzan a abundar carreras de ocho o diez kilómetros con muchísima gente de su nivel. En algunas ciudades. No en entornos rurales o pequeñas comunidades.

Poco a poco.

¿Mejor entonces 100 mujeres en una carrera de 100, que 100 en una de de 1500?

Sí. Prefiero 95 mujeres contentas en una carrera de cien clasificadas. Aunque si lo diseñas bien, sorprenderá que esas convocadas superarán las «cuatro chifladas» y arrastrarás a la segunda carrera en volúmen de todo Madrid, solamente después de la San Silvestre Vallecana.

De todas maneras, si convocas «por la integración» sobre mil quinientas plazas y aparecen cien convocados frente a mil cuatrocientos, tu experimento ha resultado una grandísima mierda.

¿Qué piensas tú de todo esto?

Madrid calienta para su Carrera de la Mujer

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La ciudad se ha lanzado a ello y se zambulle en la próxima Carrera de la Mujer 2013. Y el Lunes anunciaremos una agradable sorpresa que me dieron ya hace unas cuantas semanas.

En 2007 ya eran 12.000 participantes las que se habían inscrito en la Carrera de la Mujer de Madrid. El calendario se ha asentado y en varias ciudades se superan las cifras año tras año.

De nuevo en 2013 miles de chicas pegándose contra los horarios y las aglomeraciones de un domingo por la mañana. Me comentaba ya en 2007 mi santa insurgente que claro, que si no tuvieramos tantas obligaciones y nos echáramos responsabilidades encima, las mujeres saldrían más a correr. Es difícil pero las revistas SportLife/Runners World lo han conseguido.

Así este año el circuito está ya movilizando millares de mujeres de todas las edades. Las carreras se han asentado y en cada ciudad ya está la gente esperando esa cita habitual.

Valencia acogió en Abril a 10.000 participantesMadrid quiere pasar de las 25.000 mientras que las demás esperan impacientes: Vitoria y Gijón en Junio, A Coruña en Septiembre, Sevilla y Zaragoza en Octubre y el gran fin de fiesta de Noviembre en Barcelona, donde el año pasado ya hubo una impresionante marea con trece mil llegadas a meta.

Desgraciadamente el Ayuntamiento de Málaga comunicaba a la organización que en 2013 no quería ser sede de la Carrera de la Mujer. En 2012 salió a las calles  un número impensable de participantes, sobrepasando las cuatro mil corredoras. El éxito de Santiago de Compostela de hace unos años han hecho optar por otra gran ciudad gallega. Será el comienzo del otoño coruñés para el que, de  nuevo, no hay excusas.

¿Por qué tiene éxito este modelo?

Preguntando a algunas participantes parece haber varios factores. Estas pruebas se parecen más a la tendencia social de ‘juntarse para correr’ que aquel residuo del calendario de carreras de los 80 y 90, más individuales y competitivas. Al mismo tiempo no son tan largas, son más accesibles que las habituales 10km-media maratón-maratón. Esto anima (y los amplísimos tiempos de corte) a una participación más extendida en edad y condición.

La promoción, de tipo alegre y festivo, hace el resto. En este caso está funcionando la combinación de empresa+instituciones+especialistas en el mundo del corredor.

Qué duda cabe que personalmente me encanta ver a la abuela con las bermudas y camiseta, y oir un refrescante pero orgulloso ‘he quedado la 4000 de 12000′…

La semana que viene prometo un post de combate con mis razones a favor de este formato. Si queréis ese día nos pegamos.

¿Tienes preguntas sobre el mundo del corredor? Envíalas

Durante todo el fin de semana puedes lanzar tus preguntas, desde las más básicas a las más descabelladas. Lo que en ningún otro medio te contestarían aquí será convenientemente baqueteado.

Desde hoy viernes hasta el Domingo a las 24.00h (CET) este viejo gruñón está a tu disposición. Más de 30 años corriendo y 83 maratones y ultras corridos a tu servicio como experiencia, con novatos, familiares, pataliebres, en la carretera o en el monte. No sabré mucho de la teoría científica del entrenamiento pero… de correr creo que ya tengo una opinión formada.

Si tienes chispa puedes hasta trollear.

Contestaré por orden cronológico de los comentarios que se vayan dejando. Feliz fin de semana y, let the show begin!

gtp2010

Grete Waitz. El récord mundial que duró un día

Había llegado un domingo sin pista ni cross para los chicos de Madrid. Mi padre había bajado a comprar la prensa y el Madrid jugaba contra Osasuna. Ganaría aunque el Athletic también vencería en su duelo con la Real. Mi vecino Manolo dijo que habían atropellado a un chaval en Colmenar Viejo. También dijo que apenas había habido gente en el mitin de Tierno Galván, que aún no era un parque desolador sino un veterano político.

En Madrid, el 17 de Abril de 1983, no se tenía mucha idea de que  Grete Waitz, maratoniana noruega, la corredora que dominó el Maratón de Nueva York durante nueve ediciones, batía el récord mundial de maratón en Londres. La rubia de las cejas transparentes que coleccionaba treintaydoses y veintisietes en los cronómetros de Central Park.

Desde su primera victoria en 1978 había encadenado cuatro triunfos estremecedores (1978, 79, 80 y 82) y tenía la confirmación del equipo que dirigía Fred Lebow para su nueva revancha contra la soledad en noviembre del ochenta y tres. Pero además había aceptado el reto de doblar dos pruebas a ritmo demencial, de récord. El campeón olímpico británico Crish Brasher, el viejo obstaculista, había pujado fuerte para seguir con el crecimiento del joven maratón de Londres. Relanzado en 1981 como substituto del moribundo London Polythecnic Marathon (que se celebraba desde 1909), Brasher dirigió sus esfuerzos a traer a Waitz a correr a la cuna del atletismo profesional.

En la típica matinal que los londinenses califican como ‘grey day‘, Grete calzaba sus rayadas adidas rojas y blancas, camiseta interior y guantes. Sus sempiternos guantes, esta vez también rojos. ‘Grey Day’, dos años antes, no había sido sólo eso. En la época en que Brasher lanzaba la idea de retomar el maratón por las avenidas de la ciudad, ‘Grey Day’ había sido el single que escaló hasta el número 4 de las listas británicas en 1981. Era un himno, una queja sintomática de los londinenses ‘North London Invaders’ (ya rebautizados como Madness). Era un canto contra un panorama muy gris: los cierres de las minas por el gobierno conservador de Margaret Thatcher, la venta de las acciones de British Aerospace, o el anuncio de los riesgos de una guerra racial en la prensa precisamente la tarde anterior al nacimiento del maratón de Londres.

Dos años después, con el estallido social sin solucionar y la dama de hierro encaminada hacia una nueva victoria electoral, se presentaba un muy británico nuevo domingo gris. Tras los chaparrones matinales, el Abril de 1983 iba a deparar una mejor marca mundial. Recordemos que la federación internacional no habló de récord del mundo de maratón hasta pasados mil millones de años, dado que no hay dos recorridos iguales ni se celebra dentro de un estadio. Cayó una mejor marca mundial, fuera por el maravilloso y plano recorrido de Londres o por los miles de libras que Gillette aportaba de nuevo como patrocinador. Y es que se estaban dando los primeros pasos en la era del dinero en las carreras en ruta. La IAAF había permitido en 1982 el pago en metálico a los deportistas de élite y el cataclismo del deporte amateur estaba sirviendo en bandeja que las grandes carreras tirasen de talonario. Waitz afrontaría Londres en Abril, y Nueva York en Noviembre.

Un inspirado Mike Gratton ganaría con 2:09 pero los ojos estaban puestos en la finísima chica de las coletas y la camiseta de tirantes roja y blanca. Su grupo de referencia, con tipos curtidos en maratones a ritmo de dos horas y media, viajaba prácticamente desmembrado a la altura de los puñeteros adoquines del Upper Thames. Al paso por el puente de la Torre apenas tres duros maratonianos escoltaban de aquella manera a Waitz. Su gesto, tantas veces fotografiado, con las mejillas contraídas y sus finos labios en una mueca de rigidez, la encaminaba a la vieja meta del Westminster Bridge (meta hoy sustituída por la llegada en el Mall, frente a las habitaciones de su alteza real en Buckingham).

El último recodo sobre el río le llevó a un debut en la ciudad de verdadero escándalo. El recorrido de Londres probaba su bondad y Grete Waitz colocaba el mejor registro de una mujer en 2h25:29 durante toda la tarde del Domingo, hora del meridiano de Greenwich, el parque desde el que los miles de corredores salían en pos del sueño de las veintiséis millas y el pico caprichoso del rey inglés.

Nuevo récord mundial, mejor marca o como quisieran decirlo los periodistas. Tenían toda la tarde por delante. La edición del Lunes de la prensa colocaba sus estrechísimas columnas sobre el maratón calculando milimétricamente las palabras, entre las que debía aparecer la referencia a la hazaña de la noruega Waitz.

Mientras Waitz descansaba en el hotel y terminaba de atender a la prensa, a cinco mil kilómetros de distancia una chica con el pelo corto repasaba en la cama el esquema de carrera. El mismo Lunes se torcieron los planes. Sería un récord un récord del mundo que únicamente duraría hasta la tarde del día 18. Y es que la corredora norteamericana Joan Benoit corría apenas veinte horas más tarde, durante la tarde del Lunes de Pascua de 1983.

En 1983 no se contaban con los medios técnicos de hoy. Nadie subía a twitter ni podía mandar un correo electrónico a la sede de la Federación Internacional de Atletismo, la IAAF. Mientras los federativos leían durante la mañana del Lunes 18 las marcas de la prueba londinense y programaban en papel la actualización del récord del mundo de Grete Waitz, amanecía en la irlandesa capital de Massachussets. El recorrido de punto a punto desde Hopkinton, en mitad del campo de Nueva Inglaterra, por la A135 hasta el centro de Boston, hervía de público. El «duelo al sol» del año anterior había supuesto un par de escalones en la vorágine del running en los Estados Unidos. Alberto Salazar y Dick Beardsley habían corrido codo con codo para disputarse la victoria en meta por apenas unos segundos en una edición dramática por el calor de Abril.

La chica del pelo corto, Joan Benoit, escogió camiseta blanca y banda roja (aquellas míticas camisetas donde seriegrafiaban «Athletics West»). A lo largo de la prueba coincidió con igual legión de rápidos corredores masculinos. Benoit, nacida en Maine con ascendencia francesa, aplicó un juicio sumarísimo al mejor tiempo en el que nunca una mujer había corrido 42.195 metros. Lo mandó al escalofriante tiempo de 2h22:43.

benoit

Sin ir más lejos, el tiempo de la estadounidense le podía haber supuesto llegar segunda en el maratón de Madrid de ese año, a un par de minutos del vencedor.  Y es que la especialidad en categoría femenina estaba un tanto en pañales.

Los maratones contaban con participación femenina desde relativamente pocos años. En 1977 la mejor marca estaba en manos de Christa Vahlensieck, una corredora alemana que la había rebajado de 2h40. Entre 1978 y 1978 Waitz lo puso en dos hachazos en el rango de las 2h27. Además, cronómetros conseguidos sobre el tozudo recorrido de Nueva York, con sus puentes en Brooklyn y Queens, y con las dos millas finales por el Central Park. En 1980 y en 1982 Waitz acumulaba dos entorchados más en la gran manzana y todo estaba listo para que el planísimo circuito de Londres supusiera la fractura definitiva de la barrera de 2h25. No pudo ser por segundos, aunque amplió su currículum como gran dominadora con un nuevo récord planetario. Lo inimaginable es que se tardase tan poco en convertir en el récord del mundo de Grete Waitz en el más breve de la historia de la distancia del maratón.

El tiempo: esa variable injusta por la que sufren los grandes deportistas.

El crono de Benoit en Boston tardó once años en ser mejorado. Tuvo que llegar la era de Ingrid Kristiansen, otra noruega, la última dominadora previa a la aparición de las corredoras africanas y asiáticas.

Waitz murió en 2011 tras batallar contra el cáncer. Tenía 57 años.

Joan Benoit corrió en 2010 de nuevo en Chicago, con 53 años, en 2h47:50 para ser 43ª en la carrera donde subió a los cielos del deporte. Intentaba clasificarse para las pruebas de selección del equipo americano que acudiría a los juegos Olímpicos de Londres 2012. Quedó fuera por un minuto y cincuenta segundos.

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Fotos: Daily Telegraph, Sports Illustrated.