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Poner un pie delante de otro nunca tuvo tanta trascendencia.

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Algo que quizá no te contaron antes de empezar a correr

Correr duele.

Lo sabes. Sé que lo sabes y por eso me paro un momento. Para recalcarlo.

Habrás entrado a este mundo de pequeño, desde el atletismo escolar. Probablemente, si no, seas uno más de los que han descubierto que el modo de vida [escalofríos] del tipo deportista del siglo XXI es fastuoso, te realiza y llena como persona. O, es posible, seas una convencida estajanovista de la vida sana y añadas el trote moderno a tus esfuerzos por alcanzar la plenitud.

Porque te van a doler tendones, músculos, paredes cardíacas y diez partes más de tu cuerpo. Si la naturaleza nos hubiera querido corriendo ad aeternum nos habría extirpado el cerebro. Corremos mientras éste, el jefe, mantiene el estímulo químico que tolera el dolor.

Ya, pero…

Este no es un ejercicio complicado. Es tosco y no necesita grandes parámetros técnicos o estratégicos. Es fácil si el objetivo es ir ganando kilometritos a la vida sedentaria. Es, coronando la cesta de navidad de la cosmogonía deportiva, agradecido como pocos, recompensando con rapidez tus progresos.

Pero un día duelen más las piernas en mitad de una ventisca o bajo un chaparrón. Los pinchazos de un pie duran semanas y no, como desearíamos, minutos. Si nos pasamos, duele. Si salimos cortos de bagaje y queremos apurar distancia o méritos, duele por partida doble. Podemos entrenar como bestias. Podemos alimentarnos como recomendarían cien Nutricionistas clonados al efecto. Y, por un raro mecanismo de martirio voluntario, aplicamos esa preparación para que todo nos duela un poco más. En ocasiones, toneladas de sufrimiento encaminadas a que, el día de la carrera, «disfrutemos sufriendo».

El camino más rápido para quemarse o romperse.

Y mira que tenemos defensores del sufrir natural, del dolor sin aditivos, de la conversión del dolor de correr en un reto, de la superación. Le hemos añadido un sin fin de mecanismos de conmiseración. Están esos halagos a la recompensa de la ducha, del sentirse bien. La literatura de la endorfina sitúa el placer inmediatamente después del dolor.

Pero te diré una cosa, joven amigo. Del dolor, pero también del fisioterapeuta o del quirófano. Sólo aviso.

¿Es tan duro esto?

Yo creo que sí. Y es necesario que nadie se lleve a engaño. O abandonarán el correr por el próximo y más moderado deporte que surja.

Leo en ocasiones que el deporte se lleva a extremos innecesarios. «Pero cómo meten esas etapas por el frío y la nieve a los pobres ciclistas», se suele leer. Ya. Es que han optado por la bicicleta de carretera y han querido ser profesionales de ello. Las reglas de ese juego están escritas desde 1900. Las reglas de correr se dejaron a un lado en cuanto logramos inventar un medio de locomoción más rápido. Correr quedó para las fiestas, las apuestas entre los tipos más duros de la zona.

Los demás, miraban.

Al igual que descubrimos con nuestros ojos las extraordinarias gestas que deportistas pueden hacer sobre una bicicleta, raquetas de nieve, bastones o cuerdas y piolets, viene un momento en que no paramos a analizar lo siguiente: el estado natural del género homo, el de estar en movimiento, se alterna con periodos de parada. La evolución ha hecho que nos adaptemos antes de reventar o ser devorados.

Por decirlo de otra manera, la mejor medicina para cuando correr duele es dejar de correr. Es muy posible que sea uno de las últimas trazas de inteligencia que le queden al ser humano.

Firmado, un abuelo cascarrabias.

¡ESPARTANOS!

Vamos a hacer amigos, que es de lo que se trata. Tengo en mi buzón de correo una invitación promocional, como prensa especializada que somos, sobre el asunto: Arnold Schwarzenegger presentará Reebok Spartan Race este domingo en Madrid.

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¿Qué os parece?

Quizá os quedéis con ganas de saber algo más. Los tiros, amigas, van una vez más por el concepto de LO MÁS aplicado al mundo de salir a correr. Explico, para recién llegados o quisquillosos: ya no se trata de que hagamos ejercicio de la manera más simple y fabulosa posible, o sea, corriendo.

Ahora tienes que correr un super maratón con treinta mil participantes por las calles de Londres o Chicago. O defenderte decentemente con las ultimérrimas Apps que relacionarán tu esfuerzo con un GPS, un registro cardiaco y una red social. O correr la prueba ultra de montaña con más metros de desnivel. Quizá son los síntomas de una sociedad sin referencias propias y en búsqueda permanente de otras externas, mitológicas.

Dicen:

El circuito de carreras de obstáculos más prestigioso del mundo del running, un auténtico fenómeno deportivo en EE.UU., cruza el Atlántico dispuesto a conquistar Europa. Nuestro país será uno de los puntos estratégicos del desembarco, con una primera prueba que sé celebrará en 2014 en un escenario aún por determinar.
¿Quiere decir eso que uno no puede dejarse tentar por el gran desafío de los espartanos desde este mismo momento? ¡No, para nada! Con motivo del célebre Arnold Classic Europe, Reebok Spartan Race ofrecerá a los locos del deporte una oportunidad única de conocer en primera persona la magia de este singular evento.

¿Ah, que no eres un espartano? ¿Ni un loco del deporte? Mecachis… y ¿dónde crees que vas si no te has dejado abducir aún por una locura?

Vamos con ello. Que hay más.

Se trata de una carrera promocional más corta que las habituales (sólo 1.000m, en contraste con los más de 10km a los que están acostumbrados los devotos de este tipo de pruebas), abierta a 300 aguerridos deportistas (los primeros privilegiados que tendrán ocasión de disfrutar el espectáculo) y, por supuesto, repleta de algunos de esos temibles obstáculos (habrá un total de 10) que ponen a prueba la dureza de los participantes, quienes podrán encontrarse con impedimentos como: El Paso de Hércules, redes, barra de equilibrios, lanzamiento de jabalina, carga de sacos, La Jaula de Monos, escalada con cuerda, muro resbaladizo, salto de brasas y El Foso de los Gladiadores, entre otras muchas sorpresas que nos encontraremos en nuestro fascinante camino entre la salida y la meta. Las inscripciones podrán realizarse en la misma línea de salida, antes de cada una de las tandas.

Por añadidura, Arnold es tan Arnold que ha superado con creces al personaje cinematográfico y se ha convertido en un personaje californiano.

 la presentación en sociedad de Reebok Spartan Race contará con un padrino de lujo, el actor y campeón mundial de culturismo Arnold Schwarzenegger, quien junto a los responsables del proyecto se encargará de dar la salida a la prueba

 

¿Puedes resistirte a opinar? Venga, dale, que es viernes.

Con las manos en la mesa y los pies en el asfalto

Las manos en la mesa. La cabeza a pájaros, y los pies metidos en zapatillas. De asfalto o de lo que sea. Va de libros (los que odiéis leer, podéis salir de aquí).

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He leído recientemente Con las Manos en la Mesa, de Juan Revenga. El Nutricionista, colaborador de este diario y experto en echarnos a la cara lo mal que comemos. Editó con la 1001 Ediciones un libro lleno de pistas.

¿Sirve alguna de ellas para los corredores?

Sí. Estos tipos que gastan miles de kilocalorías, que aprovechan la parada de comer en el trabajo para salir a entrenar y que miden (medimos) la forma física en los ángulos que se forman en los rasgos faciales. A más flaco, más en forma. A más cara de hambre, mejores prestaciones. Dí que sí.

Entresaco algunos hábitos de la recopilación del Nutricionista. Reflexionemos en voz alta sobre si nos tocan o no.

  1. Los deportistas comemos más alimentos que la población general, para reponer el esfuerzo extra de nuestros. Así que no necesitamos suplementos vitamínicos.
  2. Consumos proteicos de 6 y 7 gramos de peso corporal y día exceden la capacidad de los riñones (2gr/kg/día); los dineros de los botes de batidos van directamente al wáter.
  3. Ningún alimento engorda. Engordan los seres vivos.
  4. Gastamos menos energía que nuestros abuelos. Y tenemos un catálogo de alimentos casi infinito.

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Muchos son un signo de la sociedad en general. ¿Aplica el corredor a su alimentación una mínima pizca de sensatez de esa sociedad de dementes?

Quién sabe.

Aquí el compañero Nutricionista en un encuentro digital.

 

«Pues deje usted de correr»

-«Doctor, me duele la rodilla izquierda al correr se me queda como encasquillada y el dolor es fuerte».
-«A ver (palpando)… Tiene ud. las rotulas para fuera. le voy a recomendar una cinta para poner debajo a ver si le alivia y si no pues deja ud. de correr y ya está».

Es un caso típico de alguien que comienza. Y el experto médico nos dice que no corramos. ¿Quién lleva la razón?

Animados por la moda o por bajar peso o por lo que sea, empezamos a correr. Que es beneficioso. Pero que no nos reporta más que sinsabores porque nuestra forma física quizá sea mala, o porque es buena pero la estamos estirando demasiado. En general, me importa más tranquilizar a los que empezáis. Los runners expertos muchas veces necesitamos una paliza bien dada. O medio año parados a ver si se nos quita la tontería cuasi-profesional.

Entended que sí. Estamos aprendiendo a correr. Las posturas que mantenemos en el ordenador o en el sofá son diferentes. Y los dolores (que pueden ser muy intensos y quitarnos la vida) son ajustes en la mecánica de lo que hacemos.

¿Culpa nuestra?

No sabemos correr porque no nos han enseñado. Correr -dicen- que es algo natural pero nuestras años de hábitos han sido fatales.

Que nadie se sienta mal. Los brazos tienen que ir relajados, en un ángulo más abierto que los famosos 90º. El trote debe ser suave. El calentamiento concienzudo y, la vigilancia de las molestias, constante.

En esos primeros momentos estamos acostumbrando a las articulaciones de las piernas y a los músculos, pero también al tren superior. Siempre recomiendo ejercicios de técnica de carrera. Los típicos de skipping, talones al culo, etcétera

Y, sobre todo, paciencia. Entended que los médicos tienen que atender a los enfermos de verdad. Sabed que un corredor experimentado desconfiará de todo médico que le diga que no corra. Buscará el que le dé la solución que desea oír: que podrá seguir corriendo mientras hace esto y esto otro.

Somos así. Riámonos de nuestra etiología.

Corredor, al diván: ¿qué piensan los demás de tu afición?

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¿Están contentos con que corras? ¿Les da lo mismo mientras respetes la parcela de los demás? ¿Te animan a que corras tus carreras y entrenamientos?

¡Cómo no! Correr es sano. Se lo recuerdas constantemente. Espera, quizá seas un gran e impetuoso propagandista del mas saludable de los hobbies (como decía el escritor peruano Mario Vargas Llosa). Ser entusiasta es una cosa pero no tener otro tema de conversación es otra.

Vamos a hacer un sencillo ejercicio.

¿Torturas a los demás con tus batallitas?
¿Eres de los que comienza una conversación en un bar de copas tocando el tema de los tiempos de tus series?
¿No comprenden por qué sales a tomar algo con unas zapatillas inmaculadas y no con ropa de calle?

Si has dudado en alguna de las tres opciones, seguramente tengas que pedir hora. No sabemos si existen terapeutas para corredores impenitentes. Pero, de haberlos, deberían pensar en franquiciar sus consultas. El éxito está asegurado.

Y es que, ¿notas que pasamos con frecuencia de la afición a la obsesión?

El mundo del runner es lógicamente apasionante. La misma existencia de este blog lo demuestra. En lugar de preguntar a tu compañero sobre su coche nuevo,

Me contó mi entonces novia sobre un par de grandes corredores populares que disfrutaban de una efervescencia juvenil sin igual. No era que estuviesen detrás de ellas como machos en celo. Más bien, a la segunda cerveza (lo siento, los jóvenes de los años ochenta no éramos nada sin el consumo de estas cosas) o, incluso a la primera, ya estaban contando sobre aquella carrera de diez kilómetros o si «hacían los miles a tres quince».

No tengo que dudar de ella. Si mi esposa todavía recuerda lo de los miles a tres quince, uno, dice la verdad y, dos, salía con tipos que corrían que se las pelaban.

¿Te ves en las mismas?

Quizá no seas consciente pero podría ser que tu facebook contiene más fotos de carreras que de otros aspectos de la vida. También es posible que en el escritorio de tu oficina haya post-its con fechas de carreras o tiempos de entrenamientos y no tantas fotos de tus hijos.

Pregunta a tu alrededor.

Mejor, siéntate en este diván. Quizá podamos comprenderte mejor.

Carta a un velocista olímpico

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Ángel David Rodríguez escribe ayer (qué más da el tiempo en la era de la disponibilidad absoluta de internet) sobre su visión del mundo del dopaje. El velocista es autor en los últimos doce meses del fabuloso crono de 10.18 segundos en 100 metros lisos. Es una marca que le sitúa entre los hombres blancos más rápidos del mundo. En el año olímpico fue el décimo europeo en una especialidad en la que vivimos detrás de cierta eficiencia de las fibras rápidas de los atletas de raza negra: la velocidad pura.

Aún así, en los listados de todos los tiempos, su situación es todavía lejana a los otrora tiempos de los europeos de la década de los setenta y ochenta. Los años de Pietro Mennea, Valeri Borzov, pero también de aquellos corredores sub 10.10 de la oscura época donde brillaban los Max Moriniére, Attila Kovacs o de Frank Emmelmann (cuyo abogado anunció medidas si la Deutschen Leitchathletik lo retiraba de las listas de récords). Y aquí se empieza a torcer todo. Cuando se superaban los límites naturales. Es inevitable que Rodríguez haya escrito con dureza desde una especialidad del atletismo muy castigada:

El dopaje es un escalón superior: no se está dopado un instante o un segundo, se está dopado a lo largo de una competición entera o a lo largo de un período de entrenamiento de semanas, meses, años… El dopaje adultera una competición desde antes de la salida o pitido inicial.

Ángel ha empleado tiempo y paciencia en disertar para todo el que quisiera oirlo. Sus ráfagas públicas dolían. La carga de fondo: Los medios no nos preocupamos tanto del atletismo como cuando se pilla a un tramposo.

 

Y es cierto, Ángel.

Has motivado que de nuevo se hable en este medio digital de las cosas del correr. Ante todo, darte las gracias porque ese espíritu es como el combustible para los que nos gusta contar historias.

Los medios generalistas y los especializados. ¿Cuántas veces se ha escrito sobre atletismo para proponer la alucinación a la audiencia? «¿Se podrá bajar de 9.50 este milenio? ¿Donde está el límite del ser humano?»

¿Para esto sacamos los dedos a paseo en el periodismo? ¿Qué aportan estas noticias al respeto por la práctica deportiva?

El periodismo no analiza; vende. No da tiempo a extenderse porque se exige concreción. Mejor cien que mil. Nadie va a detenerse. ¿O sí?

El sms o el tweet llega a cualquier hora cuando la noticia requiere de la visión del especialista en el mundo del correr. Los ejemplares vendidos o los hits de usuarios únicos marcan la trampa de la información. Y de trampas hablas hoy en la revista digital del gran Martí Perarnau. El dopaje es más que trampa, escribes. Es un intento continuado, un fraude.

Un fraude al espectáculo, y más al deporte relacionado con la salud. Llevas razón, vivimos una especie de enfermedad mental donde nuestro cerebro no puede con la presión exterior. La esclavitud del culto al cuerpo vence sobre la salud pública. Ver lo rápido que podemos ganar músculo para esprintar o resistencia para acometer una prueba de maratón. O escarmiento propio o en cabeza ajena. Desde el sillón de lectura accedemos a lo que no podemos llegar por nuestras limitaciones físicas. Todo se puede comprar.

También me da la sensación que lo que gira alrededor de las prácticas y entrenamientos por encima del límite es eso. Es más que fraude contra enfermedad mental, como dices. «El dinero es, en el alto rendimiento, el que lleva al dopaje». Hablemos de ello.

Porque lo supera en cien a uno. La escalada imparable de las substancias dopantes en los deportes viene de la mano de la pasta. El enriquecimiento desmedido no está catalogado como una patología mental. A nadie nos parece del todo mal que uno gane dinero ya veremos cómo. Vivimos rodeados de ejemplos.

Hoy he leído que un Tour de Francia mueve cincuenta millones de euros en derechos de retransmisión. Los derechos de la Premier para el periodo 2013-16 son de 5.5 billones de libras.  Cristiano Ronaldo cobraría unos derechos de imagen cercanos a los 16 millones de euros. Él solo. ¿Cuántos módulos de entrenamiento construirían para vosotros y las generaciones de atletas en ciernes con ese dinero?

La semana pasada se anunciaban nuevos fondos para el desarrollo de jóvenes atletas. Dos millones de dólares canadienses. En Canadá. Hoy se anuncia que era Chris Xuereb el entrenador al que se relaciona con el asunto de dopaje de Powell y demás jamaicanos. Es canadiense. Demasiadas flechas girando hacia el mismo motivo. Ganar dinero rápido. Y a carretillas. Pero ya desde los grandes contratos para Moses o Aouita.

Admirado Ángel, no queda otra: seguiremos destripando al atletismo con un ojo en la caja registradora. Yo lo practico -de aquella manera- desde hace más de treinta años. Y afinando el oído, uno siempre ha escuchado sobre millones, sobre que esta reunión o esta gala tenga más estrellas, diamantes o récords que la vecina. Los famosos presupuestos de las reuniones o las cifras que se hacían públicas en las presentaciones de los crosses del circuito europeo, las ayudas de dinero público a clubes deportivos de élite, los famosos millones de pesetas que pedía Bubka, permitían que el circo girase y la ciudad equis se apuntase el tanto de aparecer en la prensa el día siguiente. Todo mientras los demás hacíamos técnica de vallas o acumulábamos kilómetros de rodaje. Mientras haces esos ejercicios de cuádriceps donde notas que las fibras musculares te arden, se ventilan operaciones de compra y venta en despachos o en cenas. Por cada semana que paras después de una contractura muscular, los que gobiernan el gran circo programan meses de espectáculo, de derechos de retransmisión (a pesar de lo absurdamente barato que sea retransmitir atletismo, según estamos sabiendo con Moscú 2013).

Da la fea impresión que esto supera la psicología del dopaje, la infracción del reglamento. La rueda del enriquecimiento y la supervivencia del atleta en un mundo postindustrial. El embudo. Money talks, pájaro.

Un saludo y gracias por tu tiempo.

Consultorio para el corredor: envíanos tus dudas

Vayamos con lo práctico. Día de dudas para novatos, experimentados o mentes inquietas.

¿Patinas con la alimentación en las largas distancias? ¿Dudas sobre cómo está afectando correr a tu sueño? ¿Zapatillas «que sí pero que no»? ¿Es bonito el maratón de París? ¿Quién dices que fue Peter Snell?…

Durante veinticuatro horas, intentaremos darte pistas sobre todas las preguntas que te asalten. Entrenamiento, sensaciones, material o pistas para tomarse unas vacaciones y encontrar «esa carrera».

Envíanos tu duda.

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Hey, corredor, estás flaco, ¿estás enfermo?

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Te lo dirán.

Seas un corredor habitual o un novato que, de repente, pierde peso a ojos vista.

– «Oye, estás muy delgado. ¿Te pasa algo?»

No te asustes si la pérdida no es brusca o dramática. Del mismo modo te digo que no seas borrico y te embarques en una autosatisfacción tipo:

– «Fíjate qué tipo. Pues me han dicho que mi peso ideal todavía está en XX»

Y es que no estamos acostumbrados a ello. Durante los últimos treinta años el tamaño medio de los seres de países desarrollados ha ganado «en calado». Las tallas, los hábitos, las dietas sedentarias, tener comida sin que sea un problema monetario. Hay un excelente post en el blog del Nutricionista sobre cómo afectó el paso de la crisis alimentaria por la sociedad cubana. En las sociedades que superan la crisis económica se olvida aquello del «menos plato y más zapato». Resume perfectamente qué quiero decir (echadle un vistazo).

¿Es normal que te digan eso?

Es normal que perdamos peso y es normal que la gente se asuste. Quizá disimulen muy bien y, bajo esa cara de susto, viva una envidia subyacente. Creo que hablo por todos los corredores habituales. No nos queda bien la mitad de la ropa por holgada. No rellenamos los hombros de las chaquetas ni los cuello de las camisas. Ni las copas de los sujetadores.

Por supuesto si eres novato/a correr es un magnífico y veloz método para perder peso. Con el peso se va el volumen.

¿Es malo que te lo digan?

Es malo que sea el único objetivo. No es tanto lo que te digan o cómo te vean sino cómo lo asumas. Por fortuna o por error en las culturas mediterráneas se asociaba comer bien y mucho (y que luzca) a la salud. Si tu madre o abuela todavía te intentan estofar como un pavo es normal. Ellas vivieron épocas de carestía. Además las celebraciones en el entorno cultural ibérico están asociadas a comer, banquetes y similares.

Pero si tus seres cercanos de menos de cuarenta años insisten algo hay que no encaja. O ellos o tu pérdida de peso. Permanece alerta.

¿Es el objetivo cuando comienzas a correr?

Perder peso sí es un de los objetivos. Que una apariencia delgada nos dé una medición de salud, considero que no. Correr lo tomamos como ejercicio saludable. Lo de perder peso y redondeces es una consecuencia saludable. Además no hay una medida estándar. Verás que a igualdad de años corridos unos han adelgazado más o más rápido que otros. No te compares con tu compañero de oficina por mucho que hayáis empezado a correr juntos. No hagas de correr una apuesta porque tu amiga o tú podéis tener metabolismos diferentes.

¿Es el objetivo cuando llevas tiempo corriendo?

Creo que no. Para mí no. Es más. Lo considero un problema psicológico.

Oiréis de corredores experimentados que hay una búsqueda constante de mejorar frente al reloj, a la distancia o, al menos, mantenerse a lo largo del tiempo. El esfuerzo de mirar de reojo a tu agenda y confrontarla con los entrenamientos es una cosa. Estar chequeando cada parcela de tu vida para ver si encaja con ‘el plan’ es un síntoma muy serio. Es rondar la percepción errónea del propio cuerpo. Se llama vigorexia.

¿Qué pensais de todo esto? ¿No es tan fiero el león como lo pintan? ¿Siempre viene bien ‘verse más fino’?

¿Dices tú cosas como ‘qué bien te veo cabrón; estás flaco‘?

¿Tienes preguntas sobre el mundo del corredor? Envíalas

Durante todo el fin de semana puedes lanzar tus preguntas, desde las más básicas a las más descabelladas. Lo que en ningún otro medio te contestarían aquí será convenientemente baqueteado.

Desde hoy viernes hasta el Domingo a las 24.00h (CET) este viejo gruñón está a tu disposición. Más de 30 años corriendo y 83 maratones y ultras corridos a tu servicio como experiencia, con novatos, familiares, pataliebres, en la carretera o en el monte. No sabré mucho de la teoría científica del entrenamiento pero… de correr creo que ya tengo una opinión formada.

Si tienes chispa puedes hasta trollear.

Contestaré por orden cronológico de los comentarios que se vayan dejando. Feliz fin de semana y, let the show begin!

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¿Hacer deporte en ayunas? ¡Ni se os ocurra!

Querido Spanjaard, Corro en ayunas ¿Qué tomo para salir a hacer 11 kms a las 5 a …? (os evito el ritmo que mencionaba para no herir susceptibilidades o localizar al interfecto o interfecta)

No. Por favor, no corráis sin nada en el estómago. 

Preguntas así me llegan y tengo que aguantarme. Soy como Elena Francis pero en flaco y treinta años más tarde. Tengo que contener mi ira como si fuera un Samuel L. Jackson del correr y no descargar sobre el contertulio una ristra de reproches.

Tomé aire y tomé un sorbo de un vaso de agua. El coaching deja la boca seca.

Las patatas al ajillo también.

Pues bien. Con el objeto de evitar la pérdida de una amistad, pensé profundamente. Se me ocurrió lanzarle de vuelta la siguiente propuesta: Imagina que tienes que preparar el desayuno a tu hija antes de pasar 8h en el cole. Y que además se le exigiese a la pobre, con sus seis años, un rendimiento intelectual sostenido. ¿Qué le darías?

Un adulto quizá piense lo de «Yo le daría colacao con galletas, ¡lo mismo que tomo yo!»

¿A que no apostarías el día de una carrera al doble o nada a lo marrón del cacao soluble? ¿Te jugarías una posible lesión corriendo con unas sandalias de dedo? Pues lo mismo.

Un padre o una madre (sin distingos) que haya parado a pensar un momento no añadirá nada a un desayuno que no interrumpa el crecimiento; el azúcar añadido de las chuches o de los cereales produce adicción y obesidad, el café cortado de bar o las combinaciones de tu estupenda nespresso deberían estar prohibidos para los niños.

¿Qué nos queda?

Medio vaso de leche, galletas de las más sencillas, medio platano o un yogur con frutas, una tostada con algo de queso suave… Existen mil recomendaciones para tu primera sesión que te servirán de mil amores. Hasta los famosos huevos de codorniz con sal de Maldon para los niños (y no tan niños)

Los compañeros de Runner’s World editaron recientemente seis soluciones para los que tenemos más o menos tiempo. No cometas el error de pensar en que, si el cuerpo se pone a correr sin nada en el estómago, la pérdida de grasas o cosas así serán inmediatas y más aceleradas. En principio sí, pero las consecuencias parecen ser menos amables y se pierde fibra muscular, por ejemplo. Sí. El estómago, para ayudar cubrir la demanda de energía, empezará a romper el tejido muscular.

Muchos corredores están liados con las cargas y descargas de hidratos. Son los trucos de los días previos a los grandes maratones. De acuerdo. Los depósitos de glocógeno tendrán guardado lo que hayas comido y cenado el día anterior. Si puedes tolerar una digestión pesada, estupendo. Una cena rica en hidratos te dejará listo pero…

¡Cuidado con las opciones-gañán!

No hagas cenas y comidas tremendas y luego largos periodos sin comer. Desde una cena a la siguiente comida pueden pasar demasiadas horas. Podría contar mi primera pájara por haber hecho una merienda-cena veraniega y luego salir a hacer 20km con un café. Pero sería cruel e innecesario.

Quizá las copiosas combinaciones de leche y zumo no sean lo mejor. Evita cruzar alimentos incompatibles. Si somos realistas, vamos a salir a correr un rato. No vamos a cavar seiscientas hectáreas de surcos a mano. O a ordeñar mil cabras.

Si vas a recorrer una gran distancia como preparación para un maratón o un ultra, elimina totalmente de tu cerebro la idea de no ingerir nada. Estamos hablando de un entrenamiento matinal de duración normal.

Precisamente el caso contrario es más que frecuente. Tipos que están toda la mañana embaulando alimentos porque estarán en marcha cuatro, seis o diez horas. Deberíais ver la capacidad de hacer desaparecer comida que se ve en el mundo del trail.

Dicho lo cual, ¿qué has desayunado hoy alrededor de tu primera sesión runner?