Runstorming Runstorming

Poner un pie delante de otro nunca tuvo tanta trascendencia.

Entradas etiquetadas como ‘novatos’

Consultorio del corredor: envía todas tus dudas

¿Corro poco? ¿Demasiado? ¿Esta zapatilla me viene bien? ¿Conoce alguien el recorrido de esta carrera? ¿Cómo se aparca en el entorno del polideportivo? ¿Es seguro correr de noche?

El martes toca consultorio. Será un momento especial porque se podrán citar y criticar, mencionar o sugerir todas las marcas, pruebas, sin censura o política de excepción comercial.

Envía todas tus dudas mañana martes al formulario de comentarios y este blog se convertirá de manera excepcional en un consultorio para el corredor. Novato, experimentado o curioso, el martes, al confesionario.

Nota:

Se contestarán los comentarios desde las 00.00 hasta las 23.59 de mañana, martes 5 de marzo. Si dejáis comentarios anteriores serán contestados por orden de aparición.

IMG_1159

Preparando el maratón: ¿cuánto tiempo tengo para intentarlo?

Escena:

Macho alfa comenta entre sonoras risotadas que el jueves se inscribió en un tour operador que le iba a transportar a la experiencia deportiva de su vida. El maratón de Nueva York. Los contertulios le admiran y sopesan entre la desconfianza y una pizca de sensatez que, quizá, no, seguramente, es una barbaridad de la que el macho alfa tendrá que retirarse. O que sufrirá en su organismo las terribles consecuencias de su bravuconada. Los chacales componentes de la manada tiran de sonrisa para que no se note la envidia ni la ansiedad. Alguno de los contertulios, del sexo que sea, deseará irse a la cama con semejante torrente de energía.

Pero  uno de los/as asistentes a la cerveza after work mira de reojo a su teléfono y teclea «correr el maratón«. El/la asistente no llegará nunca a macho/hembra alfa en la oficina pero, dos o tres escalones por debajo, ¿por qué no?

¿Qué me costaría mirar esto de correr un maratón?

Ya hago ejercicio y salgo a caminar por la montaña. Y si lo dejo otro año ¿no estará pasándose el arroz de cometer estas locuras? O ya corro y me da un miedo atroz pero… si lo hacen miles de personas en el mundo, ¿no será tan traumático? O estoy entrenando para correr 21km y siempre he declarado que mi distancia máxima es correr dos horas. O…

¿Me daría tiempo en un año? ¿Me daría tiempo en tres meses? ¿En un mes?

Un año parece un tiempo razonable. Si haces algo a la semana, un año es un tiempo suficiente como para ir acostumbrando el cuerpo a salidas a correr paulatinamente más completas. No más largas, sino que combinen potencia, larga duración o lo que se nos cruce en forma de plan, esquema de entrenamientos o grupo de amigos. En un año podemos dedicar tiempo, meses, a perder peso, fortalecer articulaciones, machacar el metabolismo.

Pero, reconozcámoslo. En estos tiempos ¿quién hace planes a tan largo plazo?

La idea probablemente te dura a fuego lento durante unos días. Miras el calendario y ves hacia donde va el calendario de los maratones más cercanos. O te invitan porque tienes la suerte de (a) trabajar (b) en un patrocinador o en sabe Dios qué  circunstancias te ves arrostrado a correr. Te dejas, quien no.

Miras y te quedan tres meses. Al pánico se le sucede la búsqueda en google. «Plan de preparación en x meses«. Cuidado con estos planes. Cuidado con todo (últimamente parezco un agente de seguros de vida, no hago más que recomendaros prudencia).

Tu preparación tiene que ir encaminada a estar en movimiento entre cuatro y seis horas. Ve con paciencia haciendo entrenamiento variado y que siempre te quedes con ganas de más. Un truco que uso en épocas de escasez de tiempo es (ya lo conté) dejar las ganas para el fin de semana. A dos meses vista de esa prueba grande, aumento la duración en horas de mi salida grande. No importa el ritmo ni la intensidad o el terreno; simplemente alargo media hora el asunto.

Yo seguiría unos pasos básicos. Para novatos o lanzados sin conocimiento.

1. Escoge debut teniendo en cuenta los cierres de control. Si vas apurado, que sepas que media hora más de cierre (p.ej. 6h en lugar de 5h30) te suponen un colchón de comodidad. Y el tráfico cortado y los servicios de la carrera disponibles para ti.

2. Trocea el maratón en secciones entre avituallamientos. Entrénalo así y practícalo en carrera. Cada 5km se puede y debe parar a beber, caminar 100m y estirar un poco. Si quieres, incluye algo de sólido. Un maratón de buenas a primeras puede ser una aventura suicida pero… ocho tramos de 5km… (borra esa sonrisa de la cara, esto sigue)

3. Deja la euforia para la PSP. Quédate atrás del pelotón de salida y comienza sumamente prudente. Si vas a respetar el punto anterior, los primeros tramos de 5km te sabrán a poco. Pero a mitad de carrera irás recogiendo cadáveres.

4. Sonríe. Es una fiesta. Han cortado la ciudad para ti y para tu entretenimiento. ¿Qué es eso de llevar la señal del guerrero trascendental en tu gesto?

Lo demás es de una importancia relativa. Ya te contarán los principios físicos del maratón: lo del muro, lo de estrenar o no ropa o calzado, lo de qué comer y qué beber… para eso hay tanta información como personas.

Si apostaste fuerte y estás decidido a meterle el diente a esta gran fiesta deportiva, ante todo, recuerda: correr es de cobardes. Aún estás a tiempo de retirarte de la apuesta.

Me has convencido: ahora ¿qué hago para correr?

Jueves. Los Jueves son los días escogidos para insuflar ánimos a las tropas que recorrerán los viernes las autovías. Así que usaremos algunos jueves para arengar a los novatos que han decidido actuar. Y solucionar algún problema, si llega el caso.

– «Vale. Correré o al menos lo intentaré. No tengo tanto tiempo como el que empleas en escribir así que, por favor, ve al grano»

Mal.

Prisas, no. El cuerpo permite avanzar sobre un itinerario ancho y de paredes herbosas. Puedes incluso pisar los bordes, que te corregirá con suavidad. Pero te lanzará señales inequívocas si vas demasiado deprisa. Tu cuerpo pedirá calma.

No quizá hoy o después del trote del próximo viernes. Puede que consigas progresar durante cinco o seis meses. Pero te rendirá cuentas y tendréis que llegar a un acuerdo. Ni hace tanto que dejamos de ser bosquimanos cazadores, ni tan poco que te levantaste de un sillón de oficina o del asiento del coche.

Es la zapatilla contra el café. Verbigratia.

SANYO DIGITAL CAMERA

.

ESCENARIO.

Quieres probar el running. Vamos con unos pasos básicos. A los lectores con ganas de bronca les recomiendo se cojan una tila o aprovechen a hacer limpieza de cortinas y altillos.

Estos son mis consejos. Vienen de experiencia propia ayudando a novatos totales. Gracias por confiar en lo que aquí se escriba.

UNO.

Alterna caminar y correr. El consejo más dado en los Estados Unidos y el más olvidado en España. En el mundo del correr parece que todavía es una derrota el caminar. No hagas caso a los expertos y a sus batallas zombies.

Empieza reservando una hora de tu tiempo y usa este esquema, a poder ser en terreno blando (tierra, hierba, campo, golf) y nunca duro (cinta gym, asfalto, aceras parque).

Caminar(C), Trote (T)

Calienta moderadamente tobillos, rodillas, hombros y pubis + 10 min C + 5 min T + 5 min C + 5 min T + 10 min C + termina estirando bien el máximo de músculos que conozcas.

Cada día aumenta cinco minutos la parte de trote (T). Después de una o dos semanas, si el cuerpo ha respondido bien, te verás trotando dos tramos de veinte minutos separados por una caminata de recuperación. Yo creo que es la señal de que estás en el buen camino. Si, por el contrario, el tercer día tienes un dolor insoportable en algún cartílago, estás en una condición física no muy adecuada para trotar. Revisa con un facultativo qué puede sucederte.

Si este esquema es sumamente fácil para ti, obvia el resto de las cuestiones y plantéate juntarte con gente que ya corre. Este post está diseñado para absolute beginners.

DOS.

Pierde algo de peso (hábitos) para poder perder más peso (corriendo). Busca un conocido que haya perdido peso de manera aparentemente sana. Que te explique sus miedos iniciales y las soluciones más sencillas.

Ojo, nada de dietas milagrosas. El cambio que experimente tu cuerpo será suficientemente grande. Ya perderás gramos de manera sumaria por el mero hecho de correr.

Bebe más agua, ingiere más caldos, sopa, gazpachos. Ten en cuenta que el sudor contiene una parte enorme de sales. Si no te gusta la fruta, oblígate. Es de lo poco que podrás comer justo antes de correr, cuando tendrás que decidir si running o un cubo de costillas de cerdo.

TRES.

Olvida las carreras con dorsal durante, al menos, saber qué te dice el cuerpo en el primer mes. Ya sé que te han picado para hacer esa carrera solidaria o te aturden con esos magníficos ambientes de endorfinas en la salida de un maratón. Confórmate con ir a verlo. Haz de voluntario. Lo que sea. Primero regálate cuatro o cinco semanas sin estrés corriendo y escucha las señales: dolores, ruidos, pitos, crujidos.

Si tienes un momento antes de salir disparado al café matinal, apunta el pulso en reposo (antes de salir de la cama) durante todos los días que puedas. Es un indicador de salud.

CUATRO.

Equípate con sensatez. Vas a adquirir un hábito, no vas a lesionarte o competir. Cualquier zapatilla que pruebes en una tienda y cuente con la aprobación de un vendedor especializado deberá valer.

Eso sí; díselo. No empieces a dudar o a contar planes o dolencias previas. Sé sincero: «quiero hacer una inversión mínimamente razonable para caminar y correr tres ratos a la semana. Voy a probar el asunto del correr«. Deberían entenderte. Confía en su honestidad profesional lo mismo que deseas que hagan con tu trabajo.

Un pantalón corto que no te roce y dos camisetas, una corta debajo y una de manga larga encima, serán suficientes para la primavera que se acerca. Si eres más extremo o solamente puedes correr a las 6am o la bodega de tu buque de carga, añade guantes finos y una chaqueta gruesa. Deberías ver con qué se corría en los años 80 (y aquí seguimos).

CINCO.

El diseño de tu cuerpo está como está. Vienes del sedentarismo (no te mortifiques, es lo que había) pero tienes potencial para moverte a pie durante horas.

Aplica vaselina en zonas donde más te roces habitualmente. Cuando pierdas peso te reirás, pero ahora tienes pezones, el interior de los muslos, la piel de los pies sin el hábito del rozamiento.

Si te estorba el pelo largo, badana / buff a la cabeza. Si eres una chica de mucho pecho, invierte en un modelo medio de sujetador deportivo. Si eres un exjugador de baloncesto de tres dígitos de peso y rodillas machacadas, pasa primero por el gimnasio y refuérzalas.

Tus pulsaciones son un indicativo, cierto. Pero estás empezando a moverte. Irán siempre altas así que no las mires mucho. Deja el pulsómetro en casa un mes o dos. Vienes de un periodo más o menos sedentario. Todo lo anterior no valdrá, claro, si tienes problemas cardiovasculares serios. Caminar será un primer paso imprescindible. Dentro de unos meses vuelves a leer este post.

Ante todo sé consciente de la situación de partida. Ni el running ni las mejores zapatillas van a hacer milagros.

SEIS.

Sé que a muchos os pone de los nervios pero… corre acompañado. Que el más rápido se acomode al ritmo del más lento. La música es una alternativa siempre que mandes en el ritmo de trote. Si los Black Eyed Peas o las trompetas de Rossini te aceleran, apaga la música.

Seis principios son suficientes para retener en cualquier cabeza. Creo que el resto de la información se escapa de este blog. Existen cientos de webs con ejercicios de calentamiento, estiramiento, tablas de ritmo… pero, en lo básico, os habéis quedado sin excusas.

¡A correr, novicios!

¿Por dónde empezar a correr? Iníciate con tres días

fresd

Ya hemos empleado mucho tiempo en desnudar todo lo apasionante que puede aportar el correr. Creo que se acerca el momento de desvelar las herramientas que hacen de esto algo eminentemente factible. Un día comenté que llevaba bastante tiempo haciendo un pacto con el diablo. Un pacto a tres. A tres sesiones.

¿Este compromiso podría ser suficiente para quienes desean empezar con el correr?

Pero también vienen a leer este blog corredores más o menos habituales ¿Se podría extrapolar a ellos?

Yo creo que es un principio que vale para muchos de los corredores de muchos de los niveles existentes ¿En qué consiste? Siendo más atrevido que Fabián Roncero en los mundiales de maratón de 1997, digamos que monsieur Satán me deja seguir con ganas de correr hasta que cumpla los 70 años y yo soy un chico bueno y me limito a no pasar de tres entrenamientos a la semana.

Sobre cómo empezar a correr hay toneladas escritas. No añadiré más porque tampoco soy entrenador ni experto en fisiología del deporte ni vuestro padre para regañaros. Sí que podéis necesitar ayuda debido a que, quizá, estáis en ese punto en el que os da rabia o pereza empezar con una programación como las que abundan en las publicaciones especializadas. Eso del ‘plan’ todavía os queda grande, o parece una obligación más, o habéis superado la fase de las marcas y el cronómetro y empezáis a buscar deportes alternativos.

Verbigracia:

– «Tengo la pubalgia que no me deja correr. He empezado con la bici».

Aunque se dice que del correr nadie escapa. Yo creo que sí, hay una manera de salir: con los pies por delante. Y, como es triste ver a muchos compañeros salir a caminar a escondidas por lesiones incapacitantes, digamos que es una opción que me da rabia. Optemos por dejarla de lado.

– «Basta de palabrería, Spanjaard. Ponme un maldito ejemplo»

La fórmula de los tres días a la semana: Un día de entrenamiento corto e intenso (p.ej un trabajo de potencia en cuesta, escaleras, gimnasio o spinning), otro día de correr porque sí, disfrutando sin prisas (ya sea, en el nivel de cada uno, suaves trotes de 40 minutos o 25 kilómetros), y un tercer día de rutina intermedia (salir a correr un tiempo establecido, no mucho, pero con intervalos donde la intensidad y nuestro desgaste son mayores).

Quieres hacer algo más que rodar y rodar, quieres presumir de acelerones brutales ante la banda de las ocho y media, quieres llegar un poco más lejos en ese camino hasta ahora eterno e infranqueable o quieres perder un par de kilitos.

Los ejemplos de una semana estándar para mi esquema a trois. Por si os sirven de consuelo o ejemplo, a mandar.

Sesión 1: trote 40 minutos ritmo alegre con dos tramos de 6′ intensos’ a ritmo alto y bosque variado.

Sesión 2: 70 minutos de charla con 2 cuestas, explosivo

Sesión 3: 70km (aprox 10h) trote suave y charleta (intensidad aún más baja que la charla).

¿Preguntas, sugerencias, caballeretes y damas?
———–
Foto: Allen Clark

—————

Veo que no se ha entendido el concepto entre tanta letra.

Ejemplo aplicado a un novato absoluto:

1. Una sesión de 5min trote+5min caminar+5 trote + 5 caminar, extremadamente suave, más estiramientos suaves + cafelito con los colegas

2. Una sesión más intensa de 20 minutos con 5 repeticiones más rápidas de lo normal, a ser posible sbre hierba, de máximo 100 metros

3. Una tercera de senderismo de hasta 5 horas.

¿Se entiende mejor así?
¿Queréis dejar de fijaros en las cifras totales?

 

Las mujeres sois el próximo contingente runner

Contingente imprescindible para el sostenimiento de la especie y 50 por ciento de la población mundial, nuestras chicas se incorporan a toda velocidad a las tareas que el mono se había reservado durante siglos. Ya trabajan tanto como ellos, ya conducen insultando a los demás automovilistas igual o con más ira que ellos, ya se drogan por vía respiratoria o vía oral con el mismo caracter patológico que ellos.

¿Por qué ibais a quedaros atrás en esto?

En 2001, en Estados Unidos las mujeres eran un 57% en las carreras de 5km y un aplastante 59% de los participantes totales en las carreras de medio maratón. La tendencia solamente se invertía en el maratón completo (41%).

¿Por qué iba a demorarse vuestra incorporación al movimiento global del correr?

Correr cumple, creía yo, variables que un cerebro femenino, organizado y con capacidad de manejar más variables de manera práctica, podía asimilar perfectamente. Correr o trotar es un ejercicio progresivo en el que la paciencia conduce a la mejora. La carrera popular es democrática en su 90%, cada kilómetro recompensa a todos quienes están dispuestos a afrontar ese esfuerzo.

Pero me contáis (las mismas mujeres) que no, que la explicación de que una mujer no corra tiene un sesgo más duro; una visión casi de clase, economicista, marxismo de género, puro y duro. El estupendo artículo de Salguero y Martos (2011, Apunts Ed. Física y Deportes) desgrana las cifras para el caso de España y menciona algunos de los llamados componentes psicosociales que rodean a las mujeres en la participación en carreras populares. Los casos no son siempre el mismo, por lo que hacemos dos posibles retratos. Dos pasadas.

Paqui no sale a correr porque esta muy pasada de peso. tiene 53 años y su entorno le reprocha (1) que descuide su rol en el hogar, que bastante trabaja fuera de casa y en ella como para ‘ponerse ahora (sic) a correr’. Paqui misma (2) aprendió sobre la inmoralidad de ir ligera de ropa si se pretendía ser una dama y más (3) siendo una chica ‘gorda’. El entorno familiar y cercano, la educación sexista y religiosa y, por si fuera poco, la horrenda esclavitud de la percepción propia del cuerpo. Y no son estos unos años favorables para ser mujer y estar gorda. Hay que ‘tenerlos muy bien puestos’ para romper con eso.

Anabel tiene 37 y está delgada como una estaca. Cuida de dos hijos, trabaja 41 horas en una consultoría líder en la que ha alcanzado el éxito profesional. Cada minuto libre al llegar a casa lo emplea en trabajar para sus queridos, mientras se angustia imaginando como sería su tiempo libre. ¿Su nivel de autoexigencia le va a lanzar a correr o a un gimnasio que abra hasta las 10 de la noche? Cuando se separe y sea menos libre todavía ¿tendrá que esperar a su fin de semana sin hijos para salir a correr? ¿ Podrá hablar entonces de ocio?

Ni Paqui entra en estos blogs, ni Anabel encuentra un momento para dejar su comentario y que se pueda generar una corriente suficiente de buenas personas que contacten con ellas para ayudarle a disfrutar de correr. Son una mayoría silenciosa pero que debe y quiere mover sus tanques mas allá de las lineas enemigas – que sí, que pueden ser las suyas propias.

Aun así, cada día sois más. Una vez alcanzada cierta independencia urbana, vais copando cientos y miles de dorsales. Hay chicas en cada grupo, hay carreras sólo para ellas, quedáis para correr, como libélulas liberadas, en varios parques de las grandes ciudades (Tamara Sanfabio y la periodista Cristina Mitre de Elle la están liando en twitter) y las mismas casas de material deportivo os tienen en cuenta.

No hay mejor señal. Ya sois un target.

Os he apoyado, animado, os he entrenado mientras soltabais bilis y tensión y me he quedado al cuidado de vuestros hijos para que no hubiera excusas. Quizá no haya sido suficiente porque muchas habéis dejado – de nuevo – el running en un rincón, o muy abajo en la lista de cosas por hacer.

Tenéis que aprender a exigir. Más y cosas de calado más real. Con horas y minutos desglosados a la semana. Mirad cómo lo hacemos los hombres: «Oye, los Martes y Jueves a las seis yo quedo para correr una hora con mis amigos. Y el Domingo hacemos carrera o tirada larga».

¿Qué necesitáis que se haga para que podáis salir a correr?

Pedid. Rápido. Os escuchamos.

 


Foto: Facebook Organización Carrera de la Mujer / https://www.facebook.com/carreradelamujer

Trail running: ¿qué aguarda tras correr por las montañas?

bonillo

1.

«Estaba la pierna izquierda. Dolorida. Estaban el agudo grito de los tendones y las articulaciones de la pierna que cargaba con el peso de manera alterna. Gonçalo Marques había salido de la fortaleza del portal y se encaminaba por la senda abajo, entumecido bajo la lluvia. Estaba el eterno granizar y venía de camino la subida imposible por los escalones alevosamente construidos por unas raíces de pino».

Era un documental apenas bosquejado en la cafetería de la estación de Alonso Martínez. Correr le había puesto casi cachondo. Javier tomaba un poco de la épica de los vídeos de las pruebas ofrecidas por las marcas comerciales y un tanto del frío húmedo de sus pies. El café borbotoneaba y un ruido infernal silbaba desde el brazo mecánico de la humeante de la leche. El chisssssss dentro de la jarra de metal y el tintineo de la cucharilla en la taza de la italiana. El escalofrío de los pies mojados tras el transbordo del tren que lo bajó de la sierra. Javier garabateaba todavía emocionado por el barro y las hojas de pino empapadas y el granito con el que resbalaba y tropezaba.

Venía de su primer trote por la montaña y una fiebre lo atenazaba contra la loza caliente. En su cabeza se agolpaban emociones casi salvajes. El frío de los pies y la rozadura de las ramas en los antebrazos. Siendo épico Javier estaba ante esta recentísima etiqueta llamada trail running. Correr por el campo en su estado más puro. La fascinación del urbanita, quizá.

2.

Un caldo. Un caldo. En cuanto llegue donde Xosé por mis huevos que me pido un caldo. Doble, se exige tiritando Panxo intentando meter la llave en la carredura del coche. Tiritanto. Entrenado hasta la médula a correr bajo la lluvia por las calles de Ourense y por el margen del Miño abajo por Penedos y Miño arriba – salvo dos docenas de días al año – empapado hacia Barcelas. Pero esta era la primera aproximación a la montaña del Invernadeiro.

Agua pero, esta vez, barro, piedras y sendas intransitables con los del grupo de montaña. «Carallo», el caldo, o cualquier cosa que templase los mismos pies que destemplan a Javi en el centro de Madrid, «Esto no es lo que sale en los vídeos de Kilian«. Tanto sufrimiento a través de los canales de vídeo de Internet. Tipos saltando como gamos por ramblas polvorientas. Mochilas adaptadas al cuerpo de gentes que suben y suben para luego bajar. ¿Ellos piden caldo a su ‘crew‘?

Dos historias de dos entornos diferentes en los que la lejanía o la cercanía a la montaña y a las distancias demenciales marcan la nueva fascinación del corredor.

Pero ¿ante qué estamos en realidad, cuando simplemente hablamos de correr por el monte?

La década de los 90 fue la del giro a lo escarpado. Ya existía un precedente senderista en algunas zonas sobre vías clásicas del alpinismo o excursionismo europeo y americano. Salvo pioneros (la Dipsea Race data de 1905) y movimientos excursionistas del S.XIX, los primeros GR fueron sistemáticamente marcados en Francia en 1947. La antaño vieja carrera de resistencia a caballo de Western States marcó el arranque de las carreras de cien millas en 1974. Pero es en los noventa cuando se establece un calendario sólido en Francia y EEUU. Como hito, la American Trail Running Association nace en 1996 para aglutinar carreras por la montaña.

En la caída de la participación en el cross federado y la búsqueda de nuevas vías tras el correr por carretera, asoman recorridos cada vez más campestres. Cada vez más naturales. Las distancias varían y la dureza se complica. Los noventa son también una década complicada en las carreras en ruta. La masificación de las grandes pruebas modifica la perspectiva de muchos. Lo natural empieza a ser una realidad en el circuito trail francés y norteamericano frente a lo establecido de la ruta.

¿Sólo eso? ¿Lo natural?

Una perspectiva más razonable de qué se podía correr y los tramos más complejos derivan en que los tiempos de corte sean menos exigentes que en los maratones. Con facilidad se pueden superar la mayoría de ellos. Esta medida ampliaba el espectro de admitidos. Tipos que agradecían un rato de torturadora subida en la que correr era ya imposible. Caminar y correr. Caminar ya no era el fracaso del kilómetro 39 del maratón. Era parte del evento.

La ciencia deportiva avanza y el material se completa poco a poco: bastones, mochilas de hidratación, bidones, geles. GI-Joes armados hasta los dientes con un objetivo: horadar un collado más mientras anochece. Ascender por el bosque. Descender por el río. Todo parece posible y las distancias se complican. Cincuenta, cien, ciento sesenta kilómetros.

En esta escalada hasta hace poco reservada para los profesionales comparten espectro los protagonistas activos y pasivos de un acercamiento casi naíf, un amateurismo casi exagerado que es simpático: salchichón, chocolate y bocadillos provistos por los organizadores, muchos pertenecientes a clubes excursionistas. Los clientes paran, agradecen y sonríen.

¿Se sonreía tanto en los maratones o las carreras en ruta?

Las primeras filas de la carrera a pie en asfalto son un tenso meeting de pista donde se respira tensión. Los recién llegados son apartados al grito de «¡respetad los cajones de salida por tiempos!» El respeto y no pertenecer a esa guerra los manda atrás para no estorbar. O a pruebas  de carácter más tranquilo. O al gimnasio, al parque, o … ¿al trail?

«Dicen que dan treinta horas para terminar», y la noticia corre como la pólvora.

¿Qué estamos descubriendo en la carrera por el entorno natural?

¿Tanto debíamos antropológicamente a correr por el campo? Después de un millón de años de carrera paleontológica quizá nos habíamos centrado en el mero hecho de correr.

Habituados como estábamos a correr para cazar y huir, ¿nos habíamos apropiado de un solo aspecto de ese retorno al ejercicio natural? Estamos diseñados para correr y corrimos. Todos los setenta y los ochenta fueron la edad dorada del crecimiento runner. Alguien dio con el resorte en los noventa. No éramos guepardos ni antílopes. Nuestra baza estaba en emplear horas y horas.

¿El correr por el maldito campo daba alguna respuesta a esa inquietud del hombre moderno?

Son tantas preguntas…

 

SANYO DIGITAL CAMERA

¿Por qué me dan calambres?


Fuente Derek Zahler. Youtube.

– «A ver si paras quieto, amor»

Hasta no hace mucho tiempo yo creía que el mejor síntoma para saber si uno está a punto para echar a correr como un gamo, como un gusarapo o como un imbécil era, sin duda, que te sacudan terribles calambres por la noche. Pero de los gordos. De esos que te bloquean el gemelo y te ponen el dedo gordo del pie absoluta y peligrosamente tieso. Entonces, cuando te han dado dos calambrazos como dos pumas de salvajes y has despertado un par de veces a tu compañero/a de cama, te dicen esto:

– «Hijo/a. Tengo ganas que llegue el maratón y te desfogues»

Y no saben que es peor. Que corriendo nos darán más.

¿Qué es un calambre?

Es una contracción involuntaria de un músculo. Voluntariamente pocos (quizá existan masoquistas escogidos) desean contraer así ninguna extremidad.

Clínicamente se solían asociar a anormalidades de electrolitos en los músculos. El dificil equilibrio que guardamos mientras entrenamos para un maratón, los días de descanso, beber mucho, más, o hartarse, luego parar, cargar y descargar hidratos… toda esa tortura que ya conocemos todos.

Más recientemente se está comprobando que es una cuestión de transmisión neuronal. O sea, el ejercicio de correr envía demasiadas señales de estimulación a las neuronas extendidas hacia un músculo (motoneuronas). El músculo se fatiga por causas evidentes. Evidentes porque vas evidentemente jodido (estás corriendo una distancia anormalmente larga). El resultado es un desequilibrio frente a las sustancias que tenemos para inhibir la fatiga desde el sistema nervioso central.

O sea, vamos, corremos por fin el maratón que nos sugería nuestra pareja, y ¡entonces empezamos a conocer qué son calambres de los buenos!. King-size. Station Wagon. Full HD. Todas las putas siglas que conocemos para comparar lo más gordo se quedan cortas.

Y se nos queda la pierna como un palo mientras los demás corredores nos adelantan y vuelves a tu pensamiento:

– «No vuelvo a correr esto nunca más».

Y luego sacan las imágenes en la televisión diciendo que correr maratones no es saludable. En consecuencia, en casa te comentan el carácter poco saludable de tu hobby/pasión.

– «Chico, un día te va a dar un perrenque, que lo han dicho en la tele».

Es que somos muy dados a interiorizar cualquier mensaje que nos den los medios de comunicación.

¿Por qué a mí?

Pero tú ya te quedas con la duda. Afortunadamente Mourinho dirá algo sobre Casillas, o llegará una inesperada ola de calor en Julio y se dejará de hablar de nosotros. Mientras tanto, te hincharás a repasar tus hábitos previos, leer sobre qué dice la ciencia especializada o a comentar tu experiencia con un psicoanalista.

– «Para mí que hay algo cósmico que envía ondas a los músculos, diciendo que la suerte está echada, que ya llegó la hora de ponerse a correr. ¿Cómo afecta la cosmología a los musculos? ¿Me receta drogas de las gordas que tengo un maratón en otoño?

Una cosa parece inevitable. Y esto ha de servir para novatos o experimentados. Los calambres te darán mientras tus músculos lleguen al extremo de la fatiga y les sigas exigiendo más. Beber más, entrenar mejor, tener más flexibilidad, son todo herramientas que mitigarán la aparición de las temidas ‘rampas’.

¿Le dan calambres a Pablo Villalobos o a Chema Martínez o a Rosa Morató?

La suya es otra esfera de esfuerzo. Superior, bestial. Pero su entrenamiento es tan demencial (en el mejor sentido de la palabra) que les permite afrontar esos riesgos. Nuestro mundo es el de salir a disfrutar de la carrera. Un calambre ocasional nos dará una alerta incómoda, cómica, dolorosa, pero sirve para avisarnos de que nuestro cuerpo alcanza una cota máxima de paliza.

Yo creo que lo mejor es invocarlos y que nos cuenten ellos.

Rutas para correr por…

xtr2

 

Coronas la loma. Metes el pie en un montón de hierba y pierdes por unos segundos la concentración. ¿Es por ahí? O bien pisas una mierda de perro, tropiezas con un cable del generador de las obras. ¡Pues vaya mierda de barrio me he ido a mudar! Al levantar la cabeza en tu carrerita diaria, si eres un afortunado de los que puede salir a correr por el campo, quizá hayas perdido por un momento el hilo de tu camino. Un corredor que conocí llevaba miguitas de pan. Otro lonchas de lomo pero, a lo más que llegó, fue a que le robaran el embutido en mitad de los entrenamientos. Todo esto son situaciones que aparecen cuando estás estrenando zona o recorridos para correr.

Bueno. Quizá, la del lomo sea estrambótica y quién sabe si imaginada.

Loma, senda o parque, ¿por dónde echas esa hora de la que dispones? Y es que estamos ante la madre del cordero. Para correr necesitas ir por algún sitio. O sea. Construir una ruta para correr. No me refiero a los artefactos electrónicos ni gps con los que se mapea lo corrido, sea por uno o por una tercera persona. Vamos a lo básico. Escoger hacia donde tirar.

Vaya temita. Problema irresoluble según donde se vive. Es un placer indescriptible para los que residen al lado de un entorno idílico. Pero ¿renuncio entonces a correr si resulta que vivo en el peor lugar de planeta?

No. Esta injusticia no debe echarte para atrás si has decidido empezar a correr, si te trasladan temporalmente por trabajo, si te has quedado sin tiempo ‘normal’… porque siempre hay un modo de mover las piernas. No sé si te servirán para preparar el maratón de tu ciudad pero pueden mantenerte en movimiento. Si eres novato, seguro que te son suficientes.

Aquí van unas – un tanto obvias – pistas para sortear la desesperación si eres novato (o si has perdido el norte, como el que le va dando lonchas de lomo a la zapatilla).

PRINCIPIOS IRREBATIBLES PARA UN RECORRIDO:

1. Mejor terreno blando que duro.  Siempre mejor tierra o hierba que acera o asfalto. En los peores lugares del planeta he logrado encontrar un sector de hierba, aunque sea mala. O de arena pisada. O tierra aplanada por las orugas de los blindados.

2. Si estás en lo más profundo de lo urbano tira de ropa visible, mapas o conocimiento previo del terreno hasta que llegues a ese parque o playa o paseo. Aprovecha los primeros 10 minutos para caminar y llegar al recorrido en sí. Las aceras y semáforos no podrán contigo. Te chuparás el calentamiento sin darte cuenta.

3. Después de correr por donde sea, echa un ojo a los mapas o foto satélite de nuevo. ¡Andá, pero si por ahí podría…! Nunca se conoce el terreno al 110%. Insisto. Nunca.

4. ¿De crucero? ¿Trabajas en una nave de guardia de seguridad? ¿Sirves como soldado en un submarino? Un pasillo de 20 metros, una cubierta de barco, el almacén de tu trabajo o el parking de tu zona industrial pueden servir para que te desentumezcas durante media horita. No será solo correr pero deberás alternar multislatos, ejercicios de técnica de pisada, etc.

5. Si vives en mitad del campo más eterno, varía el recorrido. Las perspectivas diferentes ayudan a tu cabeza a digerir el trote. Podrás evitar esos toros bravos o los buitres merodeadores de tu cadáver.

6. Seis. Son las seis. De la mañana. Voy a por un café que quiero dejaros este post listo.

Creo que tenéis suficiente. Ojala todos pudiéramos encontrar la manera de cumplir estos puntos.

Seguro que lo logras. Cuéntanos si tienes horrendas dificultades para encontrar un mal sitio para trotar.

Confesiones: empecé tal día

Sin talento, sin cuádriceps, sin un IMC adecuado. Así comencé yo a correr en 1980. Lo que pasa es que en los años ochenta no se medía el IMC. El Índice de Masa Corporal, esa instrumento de medida diseñado por la Organización Mundial de la Salud y que los españoles nos lo estamos tomando como potro de tortura.

Los niños de los años ochenta nos dividíamos en flacos, gordos y niños con forma sin interés científico relevante. Ser de uno u otro grupo tampoco era una incapacitación en sí misma. Todos hacíamos de todo, mucho y malo. Por dejar las cosas claras, en mi clase había un niño bautizado como gordo oficial. Luego cohabitábamos niños normales más o menos torpes; había niños hachas del balón y niños que actuábamos como el relleno de pavo de los partidos de fútbol; también había flacos nerviosos y un amigo desgarbado como hecho de goma. En mi clase estaba Daniel Piret, el Pire, hijo de belga que cayó por la periferia de los suburbios de Madrid y que se movía como una anguila.

 

 

Pero esa fue la materia prima con la que mi padre se encontró. Él había retomado la cosa de correr en los épicos años setenta tras los años en los que los profesores tiraban de manual y acudían a las pruebas escolares de la época de Franco. Mi padre se encontró con una ciudad en crecimiento y un hijo en crecimiento en todas direcciones, no mucho, pero sí un moderado algo.

La ciudad iba a toda pastilla con nuevos bloques de ladrillo. El hijo iba más bien lento. De michelín abundante y torpeza proverbial, pasé a correr en las filas del todavía existente y prolífico C.A.P. Alcobendas. Reconozcamos que fuí enrolado. Una de esas decisiones familiares a las que eres ajeno y tienes dos maneras de encararlas: de cara o de culo.

Aunque lo de correr era más un eufemismo. Yo me desplazaba cerrando la caravana deportiva infantil.

– Si el crío va a terminar así todos los días, no sé para qué lo has apuntado a esto- medió mi madre al verme reptar por una calle en cuesta. Era la carrera de las fiestas de invierno de mi ciudad. Cerraba el pelotón, aun cuando el pelotón más pelotudo era yo, rechoncho y así, digamos que mal terminado.

En la Federación provincial de atletismo deben guardar los archivos de aquel 1980. Debí quedar el último en no menos de cinco carreras. Allí no venía nadie por detrás. Como si lo estuviera viendo. A cross o carrera que me presentaba, ahí estaba Luisito. En solitario.

¿Qué os esperábais? ¿Que había mantenido esta millonada de kilómetros a base de un talento innato?

Demostré que correr puede hacerlo cualquiera. Lo que no hace cualquiera es mantenerse estoico año tras año. Un día empezó a crecer un negrísimo bigote y otro día empezaron los pelos en las piernas. Ese año ya adelantaba algunos colegas de pelotón. Otros empezaban a dejar este deporte de glamour limitado.

Conservaba amigos así que nos tomábamos el juego del atletismo como un rato de libertad. Y hablábamos de tonterías que en casa no se comentaban. Y un día superábamos unas series clasificatorias y otro día habíamos crecido diez centímetros. El vello corporal era ya una especie de cereal negro y duro.

Y con dieciséis años me inscribí en la primera carrera en ruta, siguiendo los pasos del grupo de seniors y veteranos que corrían discutiendo de fútbol y de política. Era atractivo; aquello correspondía a sus tonterías, equivalentes a las nuestras pero con más tiempo a sus espaldas. Terminaron aquellos 10km en ruta de 1986 y todo se convirtió en algo automático.

Ahora os toca confesar. ¿Cuando empezásteis a correr?

Más aún. ¿En qué momento vais a hacerlo?

¿De dónde saco el tiempo para correr?

Pongamos que vosotros y yo tenemos un pacto no escrito. Tácito. Yo propongo la idiotez de saltar sobre un par de zapatillas/deportivas/trainers/huarache/tenis y vosotros miráis a vuestra espalda, después a vuestros pies y, finalmente, por la ventana más cercana que tengáis. Ayer (o esta misma mañana, por si estás repasando los posts de este recién creado blog) quedamos en un empate técnico que deberíamos deshacer. Está bien, deshagamoslo.

– «Hoy, solo hoy, has ganado, bloguero. Si mi cuñado sale a corretear como un lechón o como un springbok, no seré menos e intentaré moverme al sabroso ritmo que indiquen mis anquilosadas piernas y mi deteriorado sistema vascular. Pero ¿de dónde saco yo tiempo para esto?»

Ahora tengo bola de set. No vais a quedaros quietos. Quiero que volquéis toda vuestra ira en los comentarios. No hemos habilitado una línea caliente de comentarios para darnos bálsamo de «qué buenos somos» o «si no fuera por los runners, el planeta languidecería». Estoy acostumbrado a leer o escuchar cosas de todo tipo. Venga, suéltate.

– «¡No tengo tiempo, mis hijos me reclaman atención absoluta!» – dale.

– «¡La reputa, pero si apenas tengo tiempo para mirarme si llevo idéntico color de calcetines

Ok. Una cosa ¿De dónde sacas tiempo para tuitear? ¿Y para desmoronarte sobre la butaca del teatro?

Pues esto es lo mismo. Hay que organizar las prioridades de la semana. Teniendo en cuenta que tu ejercicio no va a ser prioridad uno, pero sí que necesita un hueco.

¿Eres un early bird? ¿Te gusta liberar tareas lo más rápido posible? Es más que probable que tu latitud y horas de luz natural sean tu peor enemigo. Sobre todo cuando los inviernos llegan y lees todo ese correo basura que acude a tu mailbox, anunciando vacaciones en lugares más cálidos. No te rindas. Hay materiales y métodos de despertar de la cama brutales, y a las 6am SIEMPRE encontrarás un grupo.

Es una verdad axiomática. No importa qué pronto estés dispuesto a levantarte, siempre hay alguien que corre a esa hora. Mi experiencia en años me ha llevado a levantarme para estar a las 5.50am dando zancadas por la ciudad o el campo.

¿Soltero? ¿Has llegado a un acuerdo con tu pareja? ¿Puedes salir a última hora, después de cenar, sin que tu estómago te aborrezca? A esa hora se desarrolla una frenética actividad deportiva. Mozos, chicas, veteranos, restos de serie, varones a punto de caducar, cuadrillas paramilitarizadas de señoras mayores, supervivientes de la dieta yo-yo, saluda, pide permiso para arrimarte y trota.

Si es muy de noche, procura siempre llevar elementos reflectantes (muchos están impresos en calzado deportivo y ropa), del mismo modo que deberás hacerlo si eres madrugador.

¿Jornada partida? ¿Te alimentas de bizcocho mientras trabajas y puedes aprovechar la hora de comer? En ese tramo horario en que los demás degluten y sestean, comen cocido y arroz con leche, o toman un sandwich en las escaleras del Lower East Side o le limpian los estantes a los supemercados de la zona, puedes acomodar un trote ligero que despeje tu cabeza y te de cuerda para la sesión de tarde.

O en fin de semana, como complemento a otras actividades físicas.

O una vez al mes.

O una vez en la vida.

O, qué menos, una vez en la vida de otro. Alquila tu ser incorpóreo y regresa para correr, si es preciso, de entre los muertos. Pero echa un pie detrás del otro de una maldita vez, PRUEBA y nos cuentas.

[Próximo post: SAN SILVESTRE…]

(Competitors run during the Gay Pride High Heels race in Madrid). Autor: Agencia GTRES.