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Poner un pie delante de otro nunca tuvo tanta trascendencia.

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Hombre contra gimnasio (3)

Pasan las semanas. Crece el pelo de las piernas (sobre este asunto tomaré nota para un post en breve). Se cae el pelo de los árboles y se nos caen los pelos de la cabeza. Y uno intenta ver resultados de esa aproximación al gimnasio por parte del corredor sin chicha ni limonada.

Como iberos, somos humanos con una visión de plazos y resultados bastante precipitada. Nos preocupan los resultados que no son visibles en un par de semanas. Es así y no hay más vueltas que dar.

La fabricación de músculo ha sido un parcial fracaso después de dos o tres semanas. Nos asoman unas anchuras en brazos y hombros, pero eso no son músculos.

El peso ha aumentado. De natural psicóticos, los corredores creemos que un kilo más supone siempre un lastre. Si se corre, se cae en la búsqueda de «afinar» al máximo. Chicos y chicas que empezáis en esto: no lo hagáis. El peso está ahí. El músculo pesa.

En realidad ese músculo está echando una mano (o lo hará) y descargando de faena a alguna articulación. Todo llegará, lo cual es un mantra que debemos repetirnos. El gimnasio funcionará a medio y largo plazo.

¿Qué hemos podido probar?

Para que os sirva como pista, os contaré un par de rutinas que (1) me hacen sudar a chorros y (2) creo que tienen utilidad para complementar esas deficiencias que todo corredor presenta. y son consejos acientíficos. Por el amor de Dior, que esto es un blog de opinión, no de referencia. Tomad todo esto con distancia.

La máquina de remo es un ejercicio que se parece bastante a correr. Sin hacer mucha fuerza, es fácil estar 10 o 12 minutos a ritmo moderado y trabajamos mucho abdominales, cuadriceps y el tren superior a un ritmo de respiración similar al que llevamos corriendo. Al bajar de ella suelo poner todo ese aparataje corporal en la cinta y transferir el esfuerzo al correr. Según duelen los brazos y los hombros, tiene que ser bueno.

La bicicleta que no va a ninguna parte, también llamado spinning. Uno hace un ejercicio bastante parecido al correr, es lineal, no explosivo. Trabaja gemelos y aquiles y todo el grupo empresarial del muslo. Cuenta con la ventaja que los músculos trabajan sin recibir el impacto del talón contra el suelo.

Su desventaja es no poder adelantar nunca al que tienes delante. Es lo que tiene una bicicleta anclada al suelo. Pero intuyo que ya contabais con ello.

Asunto estética. Podría empezar a contar qué se ve en las duchas. Hay cuerpos que no tienen arreglo. En cualquier caso, habrá que esperar a una mutación o a que pase medio año. Lo digo por uno mismo.

«Pues deje usted de correr»

-«Doctor, me duele la rodilla izquierda al correr se me queda como encasquillada y el dolor es fuerte».
-«A ver (palpando)… Tiene ud. las rotulas para fuera. le voy a recomendar una cinta para poner debajo a ver si le alivia y si no pues deja ud. de correr y ya está».

Es un caso típico de alguien que comienza. Y el experto médico nos dice que no corramos. ¿Quién lleva la razón?

Animados por la moda o por bajar peso o por lo que sea, empezamos a correr. Que es beneficioso. Pero que no nos reporta más que sinsabores porque nuestra forma física quizá sea mala, o porque es buena pero la estamos estirando demasiado. En general, me importa más tranquilizar a los que empezáis. Los runners expertos muchas veces necesitamos una paliza bien dada. O medio año parados a ver si se nos quita la tontería cuasi-profesional.

Entended que sí. Estamos aprendiendo a correr. Las posturas que mantenemos en el ordenador o en el sofá son diferentes. Y los dolores (que pueden ser muy intensos y quitarnos la vida) son ajustes en la mecánica de lo que hacemos.

¿Culpa nuestra?

No sabemos correr porque no nos han enseñado. Correr -dicen- que es algo natural pero nuestras años de hábitos han sido fatales.

Que nadie se sienta mal. Los brazos tienen que ir relajados, en un ángulo más abierto que los famosos 90º. El trote debe ser suave. El calentamiento concienzudo y, la vigilancia de las molestias, constante.

En esos primeros momentos estamos acostumbrando a las articulaciones de las piernas y a los músculos, pero también al tren superior. Siempre recomiendo ejercicios de técnica de carrera. Los típicos de skipping, talones al culo, etcétera

Y, sobre todo, paciencia. Entended que los médicos tienen que atender a los enfermos de verdad. Sabed que un corredor experimentado desconfiará de todo médico que le diga que no corra. Buscará el que le dé la solución que desea oír: que podrá seguir corriendo mientras hace esto y esto otro.

Somos así. Riámonos de nuestra etiología.

La vuelta al cole de un corredor

La Frontera cantaba aquello de «chirría el casco de mi viejo galeón». El Capitán Akhab se refería sin duda a ese retorno a salir a correr después del parón veraniego. Rodillas que retiemblan, medios kilos extra en abdomen, pecho y muslo, ya sabes.

Pero es que Akhab es muy viejo. En su época se paraba en verano. O Akhab pensó que el calor del verano era demasiado extremo para seguir con ese hobby recién iniciado con la primavera. Pero no. Ahora está el trail, la montaña, la pasión por llevar el GPS a las vacaciones y subir nuevas rutas playero-costeras a wikiloc…

Aunque sigue siendo cierto que por varios motivos Septiembre supone una especie de vuelta al cole. Retomamos la actividad.

Veamos qué es lo que nos chirriará.

1. La psicología de los nuevos propósitos.

Septiembre. El mes de los coleccionables, del final de la ropa de verano, los regresos de las fiestas locales y en el que, por fin, se puede dormir a gusto echándose una sabanita extra por encima. Con la primavera llega la ‘operación bikini’ del running. En septiembre llega la ‘operación ropa de trabajo’. Claro, una vez sacamos de nuestra cabeza la tercera cuesta del año, la de los libros de texto.

Algo ha pasado en nuestro cuerpo después de las parrillas, barbacoa, cervecita con limón y diversos ‘grandes momentos de la historia de la humanidad’ leyendo bajo esa higuera o domando al león con siestas que se podrían medir en eras geológicas.

2. Asumámoslo. Sí. Hemos ganado peso.

En el peor momento. Al volver a nuestra urbe -asumimos que el 80% de los lectores de este blog siguen las tendencias de urbanización de Europa Occidental- nos damos cuenta de una cosa: el resto del grupo de trote o colegas de entrenamientos no ha parado. Están negros como tizones. Secos como la mojama. Sus gemelos son dos perniles de conejo de monte. Y nos va a costar un par de semanas quitar ese lastre que tan simpáticamente nos quedaba con la ropa de verano. Dos semanas en las que nos quedaremos en el primer acelerón o la primera cuesta. Al bloc de notas: «el verano que viene no paro».

Ante esto, tengamos paciencia sin límite. Correr intentando recuperar todo lo perdido será un billete para las lesiones. El peso extra cargará los tendones más. De ahí deriva la mayoría de las lesiones por sobrecarga.

3. Las marcas deportivas sacan catálogo nuevo.

Bueno. El catálogo viejo no está tan mal. Las rebajas de verano son un cesto donde aún podemos pescar. Pares sueltos antes de que lleguen esas preciosidades y esa ropa y esos complementos.

«Hay que afrontar el invierno bien equipados», pensamos muchos. ¿Y eso? ¿Eres un personaje de Juego de Tronos? ¿Te van a atacar los habitantes del otro lado del muro?

Pero es cierto. Tantos días rebuscando en los cajones para encontrar la camiseta más fina o el pantalón más liviano, tanto calor pasado. El primer día que un corredor ve los cortavientos de Salomon o los guantes finos de Raidlight, se da cuenta que así no puede sobrevivir.

4. Y es que tenemos un año más.

Darse cuenta de esto nos hará vivir más tranquilos el retorno al correr. Interioriza que este año puede que no recuperes tan rápido. También podría ser que ya no progreses más en tus tiempos.

Al final mucho de todo este blabla se reduce a la ecuación «Cuanto quiero arriesgar a correr ahora para poder seguir corriendo durante toda la vida».

¿Qué? ¿Te va a costar más este año?

 

Detenerse en una carrera ¿Qué hacer cuando no puedes más?

Estamos acostumbrados a oir «Una retirada a tiempo ahorra tiempo» y aforismos parecidos.

¿Qué ocurre cuando la prueba es más dura de lo que teníamos pensado?

¿Parar en mitad de una carrera? ¿Y si nos retiramos o dejamos a medias un entrenamiento?

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Seguramente te has visto superado en alguna ocasión. Los factores son sencillos aunque el origen pueda ser variable. A veces la meteorología te castiga más de lo debido, y el calor o un viento implacable hacen que terminar el recorrido o tu prueba sea una tortura.

No es infrecuente que nos veamos superados por el perfil del recorrido. La propia irresponsabilidad (poniéndolo todo en términos muy relativos) nos lleva a fastidiarla con el ritmo de carrera. Vamos, lo que toda la vida se ha llamado «salir corriendo demasiado rápido y que nos fundan las cuestas». Primero está la decisión de caminar en mitad de la prueba. En contados momentos, viendo «las orejas al lobo», está la posibilidad de una eventual retirada.

La pregunta es ¿cómo sentirse ante una decisión así?

Estoy harto de recomendar sensatez a mis conocidos o gente que me pregunta sobre ello. En principio, caminar como pausa durante una carrera no tiene que ser ni indigno ni signo de una derrota deportiva. Este fin de semana ha tocado corroborarlo en varios frentes. Mi amigo Jorge ha tenido problemas estomacales en el maratón de Zegama y ha optado por no seguir sufriendo en ascensos y descensos con el organismo totalmente vacío. Primero parar, calmarnos para ver si la cosa mejora, luego abandonar. Yo he parado después de medio maratón en el Anochecer 42+1 de S.S. Reyes notando que algunas de las microrroturas musculares en mis cuádriceps (las famosas agujetas) podían derivar en roturas.

En ambos casos, tanto Jorge como yo (espero) hemos tirado de experiencia previa. Él conoce sus problemas de asimilación de alimentos durante las larguísimas distancias. Yo sé que mi tiempo de recuperación es aproximadamente una semana y media, más, probablemente, derivado de haber corrido durante siete horas el sábado pasado. En estos casos, apliquemos la máxima siguiente: «esto es un hobby».

Sí, un apasionante y tremendamente atractivo hobby que nos llena de adrenalina, nos saca de la rutina diaria, que nos lleva a conocer sitios apasionantes. Correr es fabuloso. Entonces ¿por qué arriesgar con nuestro organismo y lesionarnos o dañarnos, y que no podamos disfrutar del correr durante décadas?

¿Has pasado por un trance similar? ¿Qué significa para ti la retirada en una carrera?

¿Tienes preguntas sobre el mundo del corredor? Envíalas

Durante todo el fin de semana puedes lanzar tus preguntas, desde las más básicas a las más descabelladas. Lo que en ningún otro medio te contestarían aquí será convenientemente baqueteado.

Desde hoy viernes hasta el Domingo a las 24.00h (CET) este viejo gruñón está a tu disposición. Más de 30 años corriendo y 83 maratones y ultras corridos a tu servicio como experiencia, con novatos, familiares, pataliebres, en la carretera o en el monte. No sabré mucho de la teoría científica del entrenamiento pero… de correr creo que ya tengo una opinión formada.

Si tienes chispa puedes hasta trollear.

Contestaré por orden cronológico de los comentarios que se vayan dejando. Feliz fin de semana y, let the show begin!

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Exprime tus escaleras (o aprópiate de alguna como si lo fueran)

Sube y baja. Vuelve a subir. Y baja de nuevo. No hagas pereza y aprovecha cada excusa para volver a patalear tus escaleras. O las ajenas.

Porque el trabajo de subir y bajar escalones es un complemento ideal para tu forma física. Afortunadamente uno anda siempre metido en tareas de movilización pasiva. O, cómo era aquello, el famoso descanso activo de los planes de entrenamiento. Excelentes y preparatorias tandas de cuatro pisos que, sin ascensor, me llevan cada día a mi casa o casa de mis suegros.

No hay día en que no tenga dos o tres subidas.

Son preparatorias para correr con más potencia en las piernas y glúteos (¿dónde termina una pierna y dónde empieza un buen culo?). Además pueden ser sustitutivas.

¿Te pilla a mano una buena rampa escalonada en el trabajo?

¿Has probado a evaluar tu oficina? Siempre hay que bajar a abrir a los transportistas, a por el café, a comer, a ver los de la oficina de abajo, llegar e irse cada día, visitas a clientes o al aeropuerto.

¿Viajas en transporte público? ¡Tienes la – relativa – suerte de entrenar a un buen precio y sin tener que pagar la cuota del gimnasio.

En síntesis, hay días que con las escaleras uno trota arriba y abajo – uno siempre va como las vacas bravas – alrededor de diez, doce o hasta catorce veces un corto tramo de escalones de mi trabajo.

Esta sesión de gradas es mi entrenamiento pasivo diario. Que los escalones me libran de lesiones es más que posible. No son suficientes para las grandes citas porque correr resta potencia en grupos musculares como cuádriceps, pero mantienen a tono aquiles y sóleos, nuestras auténticas bestias negras.

¿Y tú?

¿Garaje, ascensor o escaleras a pedalillo?

No todos somos el chico de Dolce&Gabbana

– ¿Has visto el anuncio del mozo que corre de Dolce&Gabbana?
– No…
– Cariño ¿por qué no corres como el chico de Dolce&G…
– Mujer, yo corro como corro.
– Ay, qué bien le quedan esos pantaloncitos cortos. ¡Cómprate unos y tira las mallas de lycra! ¡Por favor!

¡Basta! ¿Pensabas que empezar a correr te iba a situar en el olimpo sexual a ojos de tu pareja?

De acuerdo, tampoco levantamos los pies al correr como Adan Senn en ese anuncio grabado en un fabuloso escenario romano. Ni braceamos así ni tenemos esos horribles bultos donde muchos corredores tenemos pelo o un par de vueltas de ‘ternura de invierno’.

¿Realidad o irrealidad?  ¿Qué hay de malo en tener las piernas más rechonchas?

El mundo runner contraataca

Argumento: Correr así no es efectivo en las largas distancias. Lo más parecido que conocemos con esa agilidad de felino es la zancada de Mo Farah o el impulso casi irreal de Usain Bolt o de nuestro Angel Rodriguez.

No debemos volvernos locos con la comparación taxonómica, esto no es el seminario de Biología III. Nuestras habilidades son más… una combinación de deslizamiento económico, una resistencia digna del hormigón armado, la eficiencia metabólica de diez mil camellos y un vello que nos protege de los crudos inviernos del Yukon.

Pero ¿nos matará la estética?:

¿Crees que tenemos que mejorar o cada uno debe ser uno mismo?. O nos decantamos por una estética personal apartada de las modas cíclicas, que va a ser que no, o habrá que reconocer que muchas veces nuestras parejas tienen razón.

Este mediodía comía en un restaurante al que habían acudido a tomar el último canapé de mediodía dos super-trail-runners. El chándal de gomilla al tobillo, negro integral, la mochila verde chillón, las Salomon naranjas y unas gafas de sol de idéntico tono como diadema, la barba de cinco días… ¿no estamos demasiado mimetizados con alguna campaña?

Siendo razonables, el look de deportista sanote del mozo de D&G es más discreto, camiseta fuera y pectorales al viento. Pantalón corto y arreando.

Contentémonos con que tampoco es frecuente que un ejemplar así salga de los millones de cruces y apareamientos entre humanos.

¿Conoces tu a alguien que corra y esté así de cañón?

¿Me cambio de deporte, cariño?

Entrenamientos invisibles en los que quizá no hubieras caído

Correr, correr y correr hasta echar los hígados. Pero es viernes y hay que tomarse con humor y otro punto de vista las cosas.

¿Sabías que tienes poco desarrollado el 50% de tu cuerpo? ¿No te lo han sugerido tu pareja, tus hijos o el panadero o la pescatera? A por ello, que no todo en el día a día del runner va a ser la sesuda manipulación de las fibras de contracción.

1. Entrenamiento cruzado de tren superior. Haz limpieza de armarios y altillos. Esa cocina está deseando que le tires los trastos. Una banqueta, guantes de fregar y a por los abdominales cruzados.

2. Monta un armario o unas estanterías para el cuarto de los niños. Calienta bien y ajústate las gafas porque ¡esas instrucciones son la única vía para que no acabes destrozando a cabezazos los paneles de madera! Asegurado trabajo para los flexores de los dedos de las manos, y si no usas guantes, erosiones en la palma de las mismas.

3. Estira primero y ¡pon una maldita lavadora!. Sí, ese electrodoméstico que tiene tu ropa de correr a punto. Haz dos repeticiones de tendedero y trabajarás hombros y deltoides.

4. ‘Cariño, te toca el baño‘. Es un entrenamiento cruzado en el que te zambulles pero de verdad en el metabolismo de tu ciclogénesis. En efecto. ‘Eso’ son desechos y no el ácido láctico que se genera en tus músculos tras la oxidación muscular.

5. Estrategia de carrera para todos aplicada. Vale, descansa un poco y coge papel y lápiz robado de Ikea. Faltan congelados, los turnos de las reuniones del colegio, extraescolares, ir a ver a tu madre el sábado, reservar los vuelos para Julio y el cambio de titular del seguro del coche antes de que te lo carguen. Tras esto, preparar una mochila para una carrera te parecerá una estupidez.

6. Específicos de trail. Si eres el afortunado de tenerlo, adecenta el terreno y a desbrozar las hierbas o a preparar los plantones para los ajetes y los tomates. Cálzate unas viejas traileras y agarra el azadón. Ten en cuenta que muchos corredores urbanitas matarían por esa inmersión en lo rural.

¿Se te ocurren más? Cuéntalos.

¿Por qué me dan calambres?


Fuente Derek Zahler. Youtube.

– «A ver si paras quieto, amor»

Hasta no hace mucho tiempo yo creía que el mejor síntoma para saber si uno está a punto para echar a correr como un gamo, como un gusarapo o como un imbécil era, sin duda, que te sacudan terribles calambres por la noche. Pero de los gordos. De esos que te bloquean el gemelo y te ponen el dedo gordo del pie absoluta y peligrosamente tieso. Entonces, cuando te han dado dos calambrazos como dos pumas de salvajes y has despertado un par de veces a tu compañero/a de cama, te dicen esto:

– «Hijo/a. Tengo ganas que llegue el maratón y te desfogues»

Y no saben que es peor. Que corriendo nos darán más.

¿Qué es un calambre?

Es una contracción involuntaria de un músculo. Voluntariamente pocos (quizá existan masoquistas escogidos) desean contraer así ninguna extremidad.

Clínicamente se solían asociar a anormalidades de electrolitos en los músculos. El dificil equilibrio que guardamos mientras entrenamos para un maratón, los días de descanso, beber mucho, más, o hartarse, luego parar, cargar y descargar hidratos… toda esa tortura que ya conocemos todos.

Más recientemente se está comprobando que es una cuestión de transmisión neuronal. O sea, el ejercicio de correr envía demasiadas señales de estimulación a las neuronas extendidas hacia un músculo (motoneuronas). El músculo se fatiga por causas evidentes. Evidentes porque vas evidentemente jodido (estás corriendo una distancia anormalmente larga). El resultado es un desequilibrio frente a las sustancias que tenemos para inhibir la fatiga desde el sistema nervioso central.

O sea, vamos, corremos por fin el maratón que nos sugería nuestra pareja, y ¡entonces empezamos a conocer qué son calambres de los buenos!. King-size. Station Wagon. Full HD. Todas las putas siglas que conocemos para comparar lo más gordo se quedan cortas.

Y se nos queda la pierna como un palo mientras los demás corredores nos adelantan y vuelves a tu pensamiento:

– «No vuelvo a correr esto nunca más».

Y luego sacan las imágenes en la televisión diciendo que correr maratones no es saludable. En consecuencia, en casa te comentan el carácter poco saludable de tu hobby/pasión.

– «Chico, un día te va a dar un perrenque, que lo han dicho en la tele».

Es que somos muy dados a interiorizar cualquier mensaje que nos den los medios de comunicación.

¿Por qué a mí?

Pero tú ya te quedas con la duda. Afortunadamente Mourinho dirá algo sobre Casillas, o llegará una inesperada ola de calor en Julio y se dejará de hablar de nosotros. Mientras tanto, te hincharás a repasar tus hábitos previos, leer sobre qué dice la ciencia especializada o a comentar tu experiencia con un psicoanalista.

– «Para mí que hay algo cósmico que envía ondas a los músculos, diciendo que la suerte está echada, que ya llegó la hora de ponerse a correr. ¿Cómo afecta la cosmología a los musculos? ¿Me receta drogas de las gordas que tengo un maratón en otoño?

Una cosa parece inevitable. Y esto ha de servir para novatos o experimentados. Los calambres te darán mientras tus músculos lleguen al extremo de la fatiga y les sigas exigiendo más. Beber más, entrenar mejor, tener más flexibilidad, son todo herramientas que mitigarán la aparición de las temidas ‘rampas’.

¿Le dan calambres a Pablo Villalobos o a Chema Martínez o a Rosa Morató?

La suya es otra esfera de esfuerzo. Superior, bestial. Pero su entrenamiento es tan demencial (en el mejor sentido de la palabra) que les permite afrontar esos riesgos. Nuestro mundo es el de salir a disfrutar de la carrera. Un calambre ocasional nos dará una alerta incómoda, cómica, dolorosa, pero sirve para avisarnos de que nuestro cuerpo alcanza una cota máxima de paliza.

Yo creo que lo mejor es invocarlos y que nos cuenten ellos.