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"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

Sanos a la fuerza: lecciones de la crisis cubana

Hace poco más de un año os comentaba en esta entrada lo difícil que es que nuestra actual situación económica reportara algún beneficio en forma de salud, por ejemplo, a base de reducir las cifras de obesidad. La proposición es tan evidente como falaz: Disponiendo de menos dinero se compran menos alimentos, se come menos y así se reducen las cifras de obesidad. Sin embargo, algunos medios se hacen eco de esta amenazante controversia: la crisis económica global es uno de los principales factores del auge de la obesidad a nivel mundial en los últimos años.

Sigo manteniendo que nuestra actual situación es un campo abonado para la proliferación de ofertas alimentarias que no siendo especialmente recomendables (para incorporarlas en el día a día) terminan garantizándonos el llenar el buche por (aparentemente) poco dinero. En muchos casos comer barato significa comer peor y, claro está, muchos sucumben.

Sin embargo, cuando la crisis se presenta de forma más súbita y cruel sí que se puede sacar tajada. Esto es lo que un reciente estudio ha puesto de relieve en la prestigiosa British Medical Journal después de contrastar lo acontecido en los últimos 30 años en Cuba. En la primera mitad de la década de los 90, en Cuba, se padeció una crisis dramática. De golpe dejó de recibir las provisiones que recibía en forma de petróleo y alimentos por parte de la desaparecida Unión Soviética y además sufrió el embargo comercial por parte de los Estados Unidos. En resumen, poco que comer y mucho que moverse. Puedes consultar el estudio al completo en este enlace.

Crisis Cuba obesidad diabetes enfermedad cardiovascular 2El resultado fue claro. En tales circunstancias la población cubana perdió una considerable cantidad de peso, 5,5 kg de media, y al mismo tiempo un descenso en la mortalidad por diabetes y enfermedades coronarias.

¿Cómo fue esto posible? Sencillo, en los años más duros de la crisis se pasó, antes del año 1990, de una ingesta media de energía de cerca de 3.000kcal/día a otra de cerca de 2.400 kcal/día en 1.995. Al mismo tiempo, al inicio, el porcentaje de población físicamente activa se cifraba entorno al 30% frente al 80% en los últimos años de la crisis. Así, durante aquella crisis se hizo cierta y a la fuerza aquella frase del desaparecido y admirado Profesor Grande-Covián: Menos plato y más zapato.

Perdieron una considerable cantidad de peso y al poco tiempo de comenzar la crisis eso se plasmó en una menor mortalidad por diabetes y una menor incidencia de la enfermedad coronaria.

El problema es que una vez superada la crisis los cubanos recuperaron el peso perdido y además, añadieron una importante propina, la población engordó 9kg. ¿Cómo? Pues fácil también. Se alcanzó una ingesta media diaria de más de 3.200 kcal y la población comenzó a no ser tan activa físicamente hablando (aunque sin llegar a los niveles de inactividad anteriores a la crisis). Como resultado, en 2.002 las muertes por diabetes comenzaron a repuntar y, afortunadamente, la mortalidad por enfermedad coronaria de momento se mantiene. No desciende, pero al menos se mantiene.

Crisis cuba obesidad diabetes enfermedad cardiovascular

No todo es comer y moverse, en el periodo de tiempo estudiado (1980-2010) la prevalencia del hábito tabáquico también ha descendido de forma importante, y como cabe esperar algo habrá tenido que ver.

En resumen, los autores del estudio concluyen que:

En base a la experiencia de Cuba entre los años 1980 y 2010, existe una asociación entre la reducción de peso de la población y la reducción de la mortalidad por diabetes y de la enfermedad cardiovascular. En sentido contrario, el aumento de peso en esta población implica cambios del mismo sentido en la diabetes y la salud cardiovascular.

En resumen, las características de aquella crisis cubana y la que actualmente sufrimos parece que tienen poco que ver. Por un lado, la población cubana era mucho más homogénea en cuanto a niveles de salud, renta y nivel educativo, frente a la amplia heterogeneidad de nuestra población. Por otro lado las particularidades de la crisis también son completamente diferentes, aquella afectó hasta el punto de la drástica reducción, por no decir eliminación, del transporte público y no digamos del particular (por el petróleo), condicionó los sistemas productivos y la obtención de alimentos, cosa que aquí, de momento, parece que estamos alejados. Pero el mensaje para ti, lector individual, por tu salud, sigue siendo el mismo de siempre: come mejor, come menos y muévete más.

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Esta entrada participa en la III Edición del Carnaval de la Nutrición, organizado por el blog Scientia

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4 comentarios

  1. Dice ser Todoenlaces

    Pues yo he decidido irme a vivir a un pueblo de playa, ya que en ciudad hay mucho ruido, humos etc. que no invitan nada a hacer ejercicio, luego lo de la alimentación desde luego dieta mediterranea.

    23 abril 2013 | 10:09

  2. Dice ser federico

    Magnífico ejercicio de falta de rigor científico. Gracias a análisis y conclusiones como las de este artículo se han cometido enormes errores en el pasado, justificados con estudios de observación. Un estudio encuentra relación entre la reducción de alguna enfermedad y varias variables y ¿entonces se deduce la causalidad de todas ellas? Caramba… aunque casi no haya habido ajustes respecto a variables de confusión, aunque no se haya analizado el cambio en el tipo de alimentación.

    Parece que, como los cangrejos, andamos hacia atrás…

    24 abril 2013 | 14:17

  3. Dice ser Alvaro

    De acuerdo con Federico. Todo esto no implica causalidad, no se pueden sacar conclusiones a la ligera. A veces las cosas parecen más sencillas de lo que son.

    24 abril 2013 | 19:52

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