Runstorming Runstorming

Poner un pie delante de otro nunca tuvo tanta trascendencia.

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[-30] para el Mont Blanc

© The North Face® Ultra-Trail du Mont-Blanc® – Pascal Tournaire

Treinta días. Ya está a la vuelta de la esquina.

A partir de hoy desgranaré brevemente cómo ir de cara y sin miedo a una de las pruebas más exigentes del mundo para un corredor.

Sobra deciros que no estoy recomendando a nadie que piense en ir. O sí. Pero que nadie minusvalore la trastada. Participaré en la Courmayeur-Champex-Chamonix, la prueba menor del gran bucle alpino, el Ultra Trail del Mont Blanc. Nada más y nada menos que veintiséis horas de tiempo límite para recorrer 3/4 partes del giro al macizo del príncipe Europeo. Sí, vale, son cien kilómetros.

Por otro lado, esto tampoco será la crónica épica de un cuarentón vigoréxico. Resumiendo. Si seguís este blog, creo que sabéis de qué va la cosa.

Hoy he dado rienda suelta al cuerpo. Después de estar casi un mes descansando del intenso Gran Trail de Peñalara, que me dió un simpático revolcón pasados ochenta kilómetros, tocaba comenzar con los deberes.

El gimnasio ha acogido los primeros circuitos de fuerza. Para no iniciados, digamos que correr implica mover las piernas y un poco los brazos y hombros. Correr por terrenos variados exige más de todo el cuerpo. Pues correr por montaña, y caminar por montaña (que será lo que haga durante muchas horas) pide al tren superior un trabajo doble. Y los que corremos solemos ser unos birrias de cintura para arriba. Preguntádselo a nuestras parejas.

Por lo tanto, en mitad de las calorinas de mi ciudad, como escribe mi amiguete el bicioso Pedro Bravo, sudores y más sudores para tirar de pesas, hombros, brazos, remo, y entre medias recuperación subidos en las bicicletas de spinning y la cinta de trote cochinero. Dicho de otro modo, sufrimiento innecesario aunque imprescindible para poder ganar algo de músculo.

Mañana, [-29].

Permaneced atentos.

Encierros+trail=trail extremo (Made in Spain)

¿Cavalls? ¿TransGrancanaria? ¿Transvulcania? ¿Gran Trail Peñalara?

Mozos, pasen y vean. Está ya todo inventado.

En los años veinte del siglo pasado comenzaron a subir a ver el paso del ganado por las escarpadas sendas. Bocadillo y vino en mano, cuentan, hasta que algunos decidieron echar la carrera delante de las vacas. Así surgió este hoy centenario sanfermín extremo. La unión del animal con el pueblo, que en nuestras latitudes se celebra de aquella manera.

Es Falces, Navarra. Fiesta declarada como de interés turístico y, a partir de ahora, de interés para el corredor-cabra, trailrunner para los amigos.


Fuente: Agencia Your Concept para Ayuntamiento de Falces. 2013.

Diario de un maratoniano: el recorrido del Maratón de Barcelona

Tres semanas enteras y estaremos conduciendo hacia la ciudad de Gaudí, de Eduardo Mendoza y de las chimeneas de Sant Adriá. Nos esperará el fin de semana del maratón barcelonés, al que las cifras siguen adornando (están ya rondándose los dieciséis mil inscritos).

Hoy quería repasar el recorrido del maratón, tarea que ya han glosado historiadores del correr por la ciudad, empleados de la organización y más de uno y más de dos internautas.

Lo habitual es seguir el recorrido. Vamos a ver. Lo habitual es permanecer leyendo un post así cuando la fidelidad al evento te premia con una visión global, incluso una visión romántica. Encontrar que la carrera «fue un acontecimiento deportivo de primer orden para la ciudad» nos deja fríos. Ya somos (a) curtidos lectores de JK Rowling o (b) ávidos analistas de lactatos e índices.

El público comienza a saborear mejor cosas del tipo «maldigo cien y mil veces al enajenado que tiró delante de mis narices aquella esponja empapada y que no pude esquivar, semiesquina a Urquinaona». Se pase o no por Urquinaona, que es que sí, vamos con ello.

1. Los comienzos

No se suelen desear hijos con buenos principios. Pero el recorrido diseñado tiene mucha miga desde el principio. Esa zona es pasto del pataleo fresco y de comienzos en la ciudad. No en vano estaremos por las avenidas que circundan la entrada de Sants Estación, que es por donde los de fuera solemos meter la nariz en la urbe. También se asciende muy ligeramente hacia el borde inexistente de Hospitalet, por territorios que hace veintitantos años me parecieron interesantes, cercanos al delirio. En aquellos días conocí el Parque de la España Industrial, oxímoron fabuloso al que llegaba el recorrido de mi «casi» primer maratón. Era 1988 y se negociaba el fichaje del exjugador Johan Cruyff como entrenador.

Ah, sí. Pasaremos cerca de esa meca del fútbol mundial que es el Camp Nou y esa meca de la natalidad que es la maternidad y el Hospital de San Ramón. Con esa aspiración a correr de los inicios de la vida a los de las patadas al cuero, cerramos un bucle y nos encaminamos a l’escorxador, magnífica escultura de mujer y pájaro del legado Miró cuya función ahora parece la de abrir ese envase modernista de la plaza de toros.

Fuente: Facebook de Marató Barcelona

2. Dadme un ángulo recto y moveré el mundo

En el lindero del kilómetro doce encaramos el ensanche. Esta figura urbanística pasó de la amplitud a la apretura. Se hizo para tener más espacio y consiguió apiñar barceloneses como si el espíritu de don Ildefonso Cerdá hubiera regresado de su tumba con botella y media de bilis. No lo notaremos mucho porque el domingo a esa hora se puede circular en masa enmarañada. Universidad a la derecha, un buen trozo de Gran Vía, a la izquierda al triángulo del escaparate arquitectónico del siglo XIX, y luego a la derecha para discurrir por los bulevares que lleven a visitar la Sagrada Familia.

A estas alturas nadie tiene pensado dejarse llevar por el pánico porque estaremos alrededor de la hora y media o dos horas de carrera. Quien más quien menos ha entrenado y probablemente todos miremos arriba pensando en cuánto talento hay concentrado en tan pocas cabezas.

Los «veintes» serán un entretenido ir y volver por avenidas en las que veremos regresar a los más rápidos. En esto se nos irá el pensamiento, sumado a esa fatalidad tan ibérica de preguntarnos si quedará una eternidad hasta que podamos ser los que vuelven. Cuando seamos de los que ya terminan estos momentos-espejo miraremos al suelo, siguiendo aquel principio no escrito de que es mejor pasar discretamente desapercibido. Otros aún vienen sufriendo.

Si no conoces los Encantes, por cierto, ya no los conocerás en su viejo esplendor. La plaza de las Glóries era algo similar a un paquidermo esparcido en hectáreas. Imagina la glorieta más grande que puedas y arroja un cargamento de rastrillos, casetas y mercadillos para que la aplasten y esparzan todavía más. Pues la renovación del segmento norte de la ciudad lo ha convertido en un mega-espacio comercial que saltará a tu atención en el kilómetro veintiocho.

Será el final de ese sector de la carrera dedicado a los supercontenedores. Entre pitos y flautas la Diagonal se cae al mar pasando por ese espacio del Fórum Universal de las Culturas y por otros entretenimientos de la renovación urbana moderna. Una vez visto uno, vistos todos. Posiblemente lo aprovechemos para sonreír hacia nuestro interior y alejar fantasmas del agotamiento.

3. Suicidas, exposiciones, y guiris.

Escribía Mendoza con ese tono que «la calle del Musgo era una vía tétrica y solitaria, adosada a la tapia de un cementerio civil destinado a los suicidas». Por ese cementerio discurriremos cuando la carrera se convierta en carrera con mayúsculas. Pero en una mayúscula gótica, floreada, sobre fondo negro y con todos oteando dos esquinas más allá. En las calles de la cuadrícula del viejo Pueblo Nuevo, de las que siempre he pensado que se parecían mucho a un Harlem con talleres de motos y artes gráficas, se intuirán los kilómetros del disfrute.

También los de la pesadez de piernas. Al igual que los suicidas acudían al Cementerio del Este de recién muertos, voluntariamente (¿hacen algo involuntario?), nosotros iremos por allí sin haber sido forzados a ello. Ahí reside la gracia de correr largas distancias, como decía uno el otro día. En que, si nos mandasen hacerlo por la fuerza, nos resistiríamos con uñas y dientes.

Con estas nimiedades en la cabeza veremos asomar la verja del parque de la Ciudadela cuartelaria, moderna y rancia a la vez. Espacio que fue -en ocasiones sucesivas- cuartel destinado a reprimir, apertura al mundo destinada a mostrar la entraña industriosa de Barcelona y recogedero de animales salvajes destinado a recoger animales salvajes y ponerlos fuera del alcance de nuestras manos. Y no al revés.

Se te llenarán los ojos de lágrimas cuando veas el kilómetro cuarenta y dos. Antes se te llenarán de guiris. No de modo literal, porque los guiris no caben por mucho que te hayan dicho eso de «tus ojos son como oscuros pozos». No caben y ya.

Pero el paso por los últimos estertores del domingo barcelonés te llevarán a la Puerta del Ángel, a la Rambla, vamos, a todo lo florido, contemporáneo, canalético y visitable de la ciudad del Cobi. Unos van a Canaletas a celebrar los títulos deportivos. Pues nosotros posiblemente nos sintamos aún lejos de esa victoria deportiva que en el kilómetro treinta y nueve aún no se ve. De ese pequeño momento de la épica personal. De la consecución del reto personal.

Que es parar y dejarlo ya.

Por que, ¿qué otro sentido tiene que corramos un maratón? En efecto. No hay otro sentido que el de parar cuando llegamos a meta. Una meta muy bonita y con sus globos y momentos emotivos.

Diario de un maratoniano: nos vamos a Barcelona

Mi última experiencia en un maratón masivo, en ruta y mediático, pasó por fases varias, desde la expectación a la catatonia. A pesar del marasmo de los roperos del Rock’n Roll Madrid Marathon, una meta después de cuarenta y dos kilómetros se acerca mucho a todo que se ofrece a diario en prensa, redes y medios: alegría, satisfacción y todo esto que aliña la magia del running.

Sólo hay que ver lo sencillamente manipulables que somos. Meses después estamos deseando saturar las inscripciones de quien nos puso de tan mala baba. Es así. Nuestra capacidad crítica es huracanada pero se diluye en el tiempo.

¿Desdeñar los brillos de esos maratones?

¿Estás loco? Una cosa es que uno sea un puñetero cascarrabias y, otra, resistirme a seguir sondeando qué se cuece en esas interminables ferias del corredor. Un habitual de las carreras recae. Le ponen el trapo y busca nuevas carreras.

Así las cosas, estaremos en apenas siete semanas en el Zurich Marató de Barcelona. Zurich por parte de padre, al menos a través de los exitosos últimos años, y Marató por parte de madre. Esa madre que te castiga y luego te mesa los cabellos.

Esto.

De cara a este mes y medio que nos queda, me gustaría contar estas semanas previas mediante un sencillo sistema de calificación. Tendencioso, peyorativo, pero sencillo: EXCELENTE, BUENO, REGULAR, CASPOSO.

Excelente: presencia de la carrera multilingüe en las redes sociales, síntoma de una barcelonidad fabulosa que da envidia (¿media Asso, la organización, frente a aspiraciones políticas?). Además me ha resultado fácil encontrar un ático para el fin de semana de la carrera. A ¡trescientos metros!

Bueno: infografía y facilidad para formalizar la inscripción. Volumen de uso de twitter (6400 usuarios) y facebook de la carrera (16800 amigos). Da gusto recibir la información y los asuntos más inmediatos en esos dos medios. Cuyo uso y seguimiento recomiendo. De nada.

Regular: mi estado físico. El domingo hicimos Juan, Carlos y demás rodadores un test de 25km a ritmo sostenido, bajo la lluvia. Secuelas varias pero un buen punto de partida para saber dónde nos situamos.

Casposo: el tono cutre lo pone la pasta party. En la era dorada del comer cultural, en una ciudad como Barcelona, las organizaciones siguen ofreciendo al maratoniano y sus familias el rancho, las esperas de pie, y restringen la posibilidad de que la ciudad recupere pasta de la otra. Diez mil corredores de fuera de la ciudad y sus respectivos acompañantes dejarían mucho dinero en comida. Además animarían durante unas horas todo el centro, regalando a la ciudad su bulla, sus chándals y su colorido.

Hasta la próxima entrada #CAMINODEBARCELONA.

 

Cinco destinos para unas vacaciones corredoras en 2014

El día en que tuve que hacer mi primera maleta seguí mi instinto. Decidí incluir una olla exprés en mi equipaje. Eran los días en que la seguridad aeroportuaria entendía esas cosas.

En aquellos días, para mí existían las carreras por Madrid, por las montañas del Guadarrama, alguna expedición al prepirineo, el asfalto. Eso y cuanta ropa encajase en la maleta era mi bagaje. Al volver, cinco años después, la olla estaba como mis piernas: baqueteada. En la maleta venían algunos recortes. Destinos que contar a mis amigos del correr.

Es hora de que os cuente cinco de esos destinos. Todos hemos ahorrado, envejecido y saciado nuestras ganas de tortura deportiva. Destinos auténticamente hermosos, merecedores de una visita. No soy gran aficionado a categorizar, así que esto da más valor a los siguientes favoritos.

Tomad nota.


Fuente: Linschotenloop.

1. Blanca navidad. Linschotenloop (NL)

Recuerdo entre ellos esta gélida carrera prenavideña. La Linschotenloop, en los Países Bajos. Media maratón que discurre por poblaciones y canales de ensueño, cerca de los principales núcleos urbanos de Holanda y situada muy bien en los días que no son ni puente ni festivo.

Y eso siempre es indicativo de posibilidades para comprar billete. Tiene versiones de 10 y 5km.

Más fácil, imposible.


Fuente: Grupo Montaña Peña Santa.

2. Los lagos, las peñas santas.

Los del grupo de montaña del Peña Santa son una panda de exagerados. Cuentan probablemente con el recorrido más bonito del planeta para un maratón de montaña. El Xtreme Marathon de Covadonga es bestial.

Hermoso, verde, escarpado, durísimo y familiar. Se sale del puente de Cangas de Onís, se arriba a la Porra de Enol, ofrecen una espicha mundial (merendola regional), vamos, no sé que más se necesita para elegirla. Mediados de Octubre.

Es necesario presentarse bastante entrenado o quedarás peligrosamente cerca del cierre de control.


Fuente: Wikipedia

3. En Davos se reúne lo mejor y lo peor del planeta.

El evento múltiple de Davos. Correr y negocios. Una pista de atletismo que es regada en invierno y convertida en la pista de hielo más exclusiva. Carreras en plenos Alpes, sin la tensión de las loterías y masificación de inscripciones.

Vuelos a Ginebra o a Zurich, un billete de tren con la inscripción, una ciudad volcada en el evento, y posibilidad de hacer desde 21km hasta 78 por sendas y caminos alpinos de gran belleza. Añade el factor de celebrarse en el final de Julio, perfectamente enmarcable para unas vacaciones.

En grupo es ideal como viaje de club. Dadle una pensadita.


Fuente: 12Marathonsin12Months Blog.

4. Pub, run, joy

La Fairlands Valley Challenge. Otro estupendo destino para las vacaciones en verano, celebrado en varias distancias por la campiña inglesa. De hecho se corre muy cerca de un aeropuerto donde opera una low cost (London Luton) con lo que un alquiler de coche es sumamente barato.

El nombrado «mejor club del Reino Unido» por los lectores de la Runner’s World, Fairlands Valley Spartans, os meterá por fincas de ensueño, algún cementerio inglés,  casas, un campo de golf y sendas entre arbolado, y todo en un recorrido que no está marcado. A uno le dan las instrucciones en inglés de sms y allá te las compongas. Cada año es más popular y personalmente uno de los sitios más bonitos donde corrí. La hice en verano de 2005, si no me falla la memoria.

monschau
Fuente: Monschau-Marathon.de

5. Monschau Marathon (D)

Pasé unos dias estupendos en la celebración de la Monschau Marathon de 2005, en pleno periplo centroeuropeo durante aquel verano. Monschau está apenas 30km frontera adentro hacia Alemania. Se sitúa en la zona del Eiffel, un parque natural bastante bien preservado y que hace frontera con Belgica y casi con Holanda, y sus pinares y vallejos son un estupendo lugar para la celebración de esta carrera.

Muy a mano de algunos aeropuertos (Aachen-Maastricht, por ejemplo). Está muy bien para observar cómo se perciben las cosas de las carreras por parte de esta masa de europeos de grandes coches, grandes raciones en los restaurantes y grandes aditamentos: gross Deutschland gross alles, ya sabes. La carrera está pensada para darse un agradable garbeo por unas zonas mixtas que, con sol, pican. Pero, con agua, son un chapoteo incesante en el que se ha de ahondar -de verdad- en la percepción de lo que te rodea.

Una zona con posibilidades turísticas, razonablemente cerca de Bruselas o Colonia. El equivalente de los vinos riesling no queda lejos y además es sede de la producción de mostazas dulces. Un rincón auténticamente deutsch con sus encantadoras casas, sus platos de pasta y carne sobredimensionados y su cariño rural asimismo pasado de peso.

Diario de un corredor en vacaciones (7)

1.

Cascais, Julio del trece. No se pudo huir del calor y desde el sábado ha estado arreando de lo lindo. Así que empecé a dar caña a los materiales varios.

Que no se diga que vamos a rechazar las ventajas de haber sido aceptado como probador de algunas prendas de la marca Salomon. Los chicos rápidos prueban las zapatillas. Madriñán está liado con no se qué, con unas Wing 3. Alfonso el maño (el escarabajo más inquieto de las tierras blancas de los Monegros) doma uno tras otro par de las XR2 Max que probé y conté de aquella manera.

Pues yo he traído una riñonera. Como los bingueros. Como mi suegro cuando… va. Dejaré a un lado a mi santo suegro. Y estoy viendo hasta dónde funciona el test Lab. La cargo y me la encinto y a ratos se me queda corta y a ratos ideal. Dicen los muchachos salmónidos que elimina los rebotes en las carreras de montaña.

Ya contaré, porque yo no suelo rebotar. No soy » de esos».

2.

Peixe. Al pescado le llaman peixe por aquí. Quiero convertir mi dieta en la de un cíprido devorador. Deseo repetir una y cien veces los pescados del pasado Enero, allá en la playa de Matosinhos. Quiero que se sepa que gané un concurso de ‘microcrímenes’ escribiendo sobre un hato de boquerones a los que iba descabezando y limpiando.

Aunque el pescado no dé para torreznos, carrilleras o asado, Bandoneón, tu asado, quiero hacer notar que, si pudiera, haría una transfusión en la que sustituiría mi sangre por aceites omega 3.

Miau.

Que es lo que dice un pez: el atún de lata.

afotopesc

Diario de un corredor en vacaciones (5)

1.

Llevo doce horas sin ver un solo corredor rubio, espigado, ni una sola corredora de ojos claros. Ya no huele a esa mezcla de  curry, aceite para frietjes y agua semiestancada de los canales traseros del Oudezijds Achterburgwal. Noto un cambio en la presión atmosférica a pesar de que es climáticamente improbable.

Me avisa el corrector de wordpress sobre la rareza de las palabras que vuelco en este post. Los blogs de 20Minutos están encuadrados en esta utilidad y esta utilidad nos exige limpieza y orden. También saca del sistema el idioma que se usa como estándar. Pero ¿qué estandarización idiomática debo seguir? Anteayer el neerlandés se adueñaba de mis dedos. Mi lengua debía doblarse y el paladar trabajar duro. Os contaba sobre canales y calles que terminaban en ‘straat’ o ‘gracht’.

El corrector de wordpress no sabe que ahora me rodea una silbante lengua que se cayó por el Miño abajo y que batalló contra los castellanos para ser única. Tiene palabras como ‘fraternidade’, ‘apanhar’ o ‘amaldiçoar’.

2.

Un breve trote me ha llevado por las calles por las que se corren los primeros kilómetros de los 20km de Cascais. Desde los Paços do Concelho, esa placita a la que mira la trasera de mi ático, la cosa me ha llevado por una acera de la Avenida 25 de Abril, que es una fecha que nosotros decidimos olvidar durante un tiempo, como aniquilar del mapa del tiempo.

Mientras los portugueses, a los que en crueles chascarrillos situamos como ‘nuestros hermanos’, decidían si apoyar al dictador Salazar (como hacían sus hermanos los españoles con Franco) o marchar sobre el centro de Lisboa con un clavel en la mano.

A esa hora de la madrugada, en la emisora Rádio Renascença, suena Grândola, Vila Morena. En España el rey de la Ronde van Vlaanderen, el belga Eric Leman, se impone en la etapa entre Almería y Granada de la Vuelta a España. También fundaba Joan Raventós Convergéncia Socialista de Catalunya y CCOO estaban siendo organizadas en las casas y los talleres.

Pero son dos universos muy diferentes.

Opuestos, de tan hermanos que son.

Diario de un corredor en vacaciones (4)

1.

La ciudad huele de una manera muy diferente cuando sales a correr por la noche. Vengo pensando en dónde ir. De noche corría por Amsterdam cuando nevaba, vagando por los canales blancos y amarillos. De noche regresaba de entrenar en las pistas de atletismo de Olympiaplein, donde la campeona olímpica Fanny Blankers-Koen hacía intervalos en los años treinta. De noche salía a correr hacia un mal iluminado Rembrandtpark a las cinco de la tarde.

Cuando se acuesten Teresa  y los niños, saldré de Admiralengracht hacia algún lado donde los adoquines sigan siendo redondeados. El agua de los canales sigue acogiendo parejas de fochas. Las gaviotas se habrán desplazado hacia sus reposaderos y, hasta mañana, no volverán a chillar pidiendo su cuota de protagonismo.

2.

Mañana es día de vuelos y de transición entre destinos. Me he acordado de aquellos consejos que os mandaba en mis primeros días. Consejos sobre cómo arreglarse entre aeropuertos, hoteles y oficinas.

No es mala idea recordarlas. Aquí.

3.

Mañana, insisto, dejaré el viento del noordwest. Volveré durante unas horas al tórrido calor seco de Madrid.

Una inquietud parecida me llevará al oeste. Llevaré los cacharros de corredor hacia el oeste. El final de la tierra me espera y, ahí, un hueco donde abrir el portátil y contar cosas.

Al final, soy un moderadamente habilidoso contador de cosas.

Diario de un corredor en vacaciones (3)

1.

Ayer me llegó un email de la dirección ejecutiva de este blog. Que de momento los equipos de becarios y el acceso a las principales recepciones ministeriales y del palacio real quedan en un segundo plano. Que cuente. Que escriba. Vamos a ello.

Anoche cenamos en un etíope. Lalibela. Era uno de nuestros templos, detrás de casa. En la zona del Overtoom, viejo camino sobre aquellos diques del oeste de la ciudad. Lo regenta,  todavía, un encantador matrimonio. Él recuerda a esos fondistas con apellidos que empiezan por ‘gebre’ o ‘bekele’. Con ojos saltones, grandes entradas y un rostro casi almendrado. Ella, su esposa, es amable. Nos recordaba cómo se come el ‘enjera’, una torta de harina de lenteja, extendida como una pizza gigante, que hay que cortar con las manos y adjuntar a las verduras, el pollo picante, doro wot, la ternera, sega alecha.

– «No, no te acordarás de nosotros. Pero hace diez años veníamos mucho. Traíamos corredores españoles»

El tiempo borra las huellas del tiempo. Es un espejo de dos caras. Intentaré extenderme con más detalle y claridad.

2.

Hoy subimos a visitar varias aldeas tradicionales de la periferia norte de Amsterdam. Cuando vivía aquí, solíamos tomar el primer autobús hacia las coquetas Marken y Monnikendam, a Volendam, Durgerdam, y regresábamos corriendo. El viento en un lado de la cara. La llanura eterna, verde, con las vacas y los modernos molinos. Carriles para ciclistas con los que nos cruzábamos. Tipos enormes, de casi dos metros, pedaleando como flechas por ese engañoso desnivel cero.

Sergio, años antes de hacerse minimalista, me visitó y juntos pataleamos la ruta de Schellingwoude. Ahora, ‘he don’t do drugs, he does endorphines’ (sic). Creo que sé de dónde arrambló las endorfinas suficientes.

La ruta sale de una barcaza que te permite cruzar de manera gratuita el Ij, el río-lago de los cuadros de patinadores.

Sergio miraba desde la barcaza, atrás y adelante. No salíamos a correr. Aquello era un santuario para la distancia del corredor de fondo.

¿Te suena?

3.

En 2002 nacieron los niños. En 2002 se me acentuó una tendinitis aquílea. La segunda. Hoy es, quizá, la cuarta, quien pide cuota de protagonismo.

Sin tierra o montaña no hay paz tendinosa. En la tierra ganada al mar, la tierra se convirtió en asfalto, adoquinado. Es una tierra sin tierra.

Pero estos cabrones la han dejado preciosa.

schellingwoude

Diario de un corredor en vacaciones

1.

De nuevo haciendo la maleta. Un año que hemos quemado. Y el portátil a la maleta. Y las zapatillas de correr a la maleta. Y pantalón corto y camisetas suficientes, aunque la ropa de verano y muchos bañadores y ropa de hoy día nos valen para echar una carrerita.

¿Convencéis a vuestros familiares sobre la necesidad de incluir en el equipaje los cacharros para correr? En el extraño caso de mi familia no es estrictamente necesario. Las peleas son otras.

sese

2.

El ‘por dónde’ es la ilusión que los corredores escondéis, escondemos. Cuando hemos decidido las vacaciones y tenemos localizado el lugar donde nos alojaremos, un personajillo escondido detrás de nuestro cerebelo (Johnny Cogote) comienza inmediatamente a documentarse. Rastrea la red en pos de rutas. De grupos de potenciales grupos de corredores.

Es en el momento en que demuestra que J.C. domina sobre su inconsciente. ¿El corredor no descansa? ¿No deja nunca la actividad de vacaciones?

¿No es esto un hobby, una pasión? Somos imperfectos.

3.

Los destinos. Ay, la planificación. Pillar los mejores periodos en dura pugna con los compañeros de trabajo, que también desean ir esa quincena deseada. Qué lejos queda todo ahora, de camino a la terminal del aeropuerto o circulando por una saturada autovía hacia el levante mediterráneo, o desempaquetando los trastos en la casa rural o la casa familiar en la montaña.

Mañana debería estar escribiéndoos desde los Países Bajos. Felices vacaciones a todos.