Runstorming Runstorming

Poner un pie delante de otro nunca tuvo tanta trascendencia.

Archivo de marzo, 2014

Corredor: Libros que te enseñarán a comer

Libros que te enseñan a comer, en caso que esta sea la auténtica preocupación de tu vida. Luego detallaré qué quiero decir con esto. Por motivos evidentes han llegado a mis manos algunos libros en los últimos meses. Alguna editorial y autores han considerado que en este blog se habla de lo que rodea al corredor. Y tengo un ramillete de lomos (soy de los del papel) con palabras combinadas en efectos con mucho gancho editorial: dieta, comer, correr, inteligente, runners.

En un tebeo de Mortadelo y Filemón, precisamente, se decía que un exagerado boxeador tenía un gancho en el que se podían colgar veinte morcillas. Algo parecido me sugiere el repunte de lo que se escribe: un gancho editorial grande que hay que aprovechar. Pero luego hay que rellenarlo después con.

Patatas con. Y sopa de. En efecto. Porque posteriormente hay que llenar las páginas con información útil. Siendo el objetivo no el atleta de élite sino la difusión general entre los corredores del pelotón, toca meterse en harina. Veamos cómo.

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Hace meses pude leer a conciencia La Dieta Inteligente para Runners. Es un buen punto de partida que me llevó a buscar a conciencia y encontrar, Comer y Correr. Dos libros diferentes en presencia y tono.

La Dieta Inteligente para Runners basa en dar herramientas para planificar la ingesta nutricional en el caso que te dediques con más o menos pasión a hacer un deporte. El equipo de Alimmenta, radicado en Barcelona y bajo la supervisión de un nutrido (huy) equipo de nutricionistas, desmenuza y esquematiza el cómo hacerlo. La información parece bastante sensata aunque imagino que el enfoque editorial ha forzado a Juana M González y autoras a meter mucha presión runner. Elemento al que conocen, visto el resultado.

El corredor moderno, ese pez de fácil pesca.

Es un libro diseñado para actuar como manual, con mucha información esquematizada, tablas y guías. Recuerda las hojas grapadas en los corchos de la cocina o esa inmensa pila de notas adheridas con imanes a la nevera. Resumiendo, si tienes ganas de estudiar como si fuera una oposición o si no tienes bastantes quebraderos de cabeza, aquí viene uno. Eso sí, empaquetado con una buena factura por De Vecchi Ediciones. Casi un cuadernillo que podría llevarse en el metro o a compartir en el maletero del coche, camino de ese entrenamiento.

Comer y correr, obra de dos especialistas como Julio Basulto y Juanjo Cáceres, de factura más ácida, científica y con cierto aire a «desmontando leyendas urbanas», incide en algo complementario. La simple denominación de programación específica para cualquier gremio hace olvidar que la alimentación variada y sana es suficiente para vivir más y mejor. Una segunda pasada de este concepto nos hace ver que no es tan complementario a la planificación de La Dieta sino, quizá, el punto desde el que deberíamos comenzar.

El problema quizá sería qué hacer entonces con todos los negocios y profesiones que han ido creciendo alrededor del qué y como comer para correr. La transición hacia la lógica supondría romper con las necesidades falsas. Crear un requerimiento como el de qué hacer un siete de marzo de dos mil catorce si te quedas sin cobertura de teléfono móvil.

De su pág.157 cae como una maza ese título de sección «¿Cómo embaucar al corredor? Haciéndole creer que es tonto». Basulto y Cáceres ponen una carga de profundidad tal en los mitos de la alimentación que me llevó a un estado hipnótico perverso: todo es tan artificial que la misma lectura de qué comer para correr me supone un hastío. Estamos animando a miles de personas, millones, a que se calcen unas zapatillas y salgan a correr. No estamos formando astronautas ni especialistas en nanoalimentos.

Es correr y ya. Todo esto, todo lo demás, le viene grande. Al mismo tiempo, ambos libros me ponen frente a una lacra de la lectura específica de un deporte. Escribimos demasiado sobre ello. Todos.

¿Ha de ser todo tan complicado? ¿Somos tan incapaces de comer con lógica y tiempo para luego salir a correr, simplemente, bien alimentados? Al final, la lectura de estos ejemplares lleva a pensar que un corredor es algo parecido a un neurótico personaje de las series sobre Nueva York. Alguien con una tendencia suicida a buscar más problemas conceptuales de los que ya arrastra. O quizá es que no tiene establecido el rango de cuales son los prioritarios y convierte lo que rodea su mundo de «runner» en lo único.

Cuando tenemos dificultades para encajar nuestro yo en un entorno laboral, financiero, social y familiar agresivo, ponemos nuestra atención en si estamos en una situación normocalórica o si la ingesta de vitaminas compensará el plan sub 45 minutos en diez kilómetros. En otras palabras, contamos las calorías ingeridas y las consumidas entrenando sin pensar que el estrés o la insatisfacción nos podrían llevar a una lesión o una crisis de ansiedad.

Post data: Ruego a quien me lea que no me facilite más literatura científica sobre el mundo del corredor con tiempo libre y preocupaciones del primer mundo. O un día escribiré algo inconveniente y tendremos una bronca.

Cuatro fragmentos de la historia del atletismo

Start of Olympic marathon at Wembley Stadium, London, 1948. (7649951998) Fuente: WikiCommons, National Media Museum, UK.

Son cuatro trozos del deporte entre los deportes. Vídeos que hay que ver una vez en la vida, en mi opinión.

VIDEO 1. 3.000M OBS DE JJOO MOSCU, 1980.

Es una de las disciplinas más asesinas del atletismo, enmarcada en uno de los momentos en que este deporte quemaba. Por la política, por los programas de entrenamiento de Estado de las potencias del entorno soviético, por aquellos tipos que parecían embalsamar sus pies en zapatillas de clavos de aluminio. Para los de aquí, ver en una final olímpica a dos chavalotes como Domingo Ramón y Paco Sánchez Vargas peleando con nombres como Bronislaw Malinowski. Era la antesala al desembarco africano. Con fuerzas igualadas y elementos sueltos. Daba igual, algunos blancos corrían lo mismo que algunos negros. Y esto se demostró fatal tiempo después.

VIDEO 2. DUELO AL SOL, BOSTON 1982.

La masa desbordada como recuerdan las imágenes del combate Alí-Foreman o los italianos invadiendo la ruta del Giro de Moser contra Fignon. Eran otros tiempos y en el maratón de Boston de 1982 se produjo un duelo que hoy alcanzaría entidad cinematográfica. Alberto Salazar contra Dick Beardsley construyendo la cima del relato épico. Un calor extremo e inusual los hizo inseparables durante veinte millas para finalizar en esas calles abarrotadas. No fue la carrera más rápida de Salazar ni tuvo la rebeldía de un Prefontaine pegándose en la final de 5.000 de los Juegos del 72. El estadounidense de origen cubano daría más lustre a la esfera del jogging. Pero el Duelo al Sol fue un punto culminante de la primera época dorada del correr.

VIDEO 3. PREFONTAINE Y EL 5.000 DE LOS JUEGOS DEL 72.

Qué tiene Steve Prefontaine para la mitología del deporte es una cuestión que dividirá a los entendidos. La mitomanía desempolva aquel «corro para ver quién tiene agallas y quien puede castigarse a sí mismo» mientras que las estadísticas ordenan el escalafón relegándole a un cuarto puesto en una final olímpica. En cualquier caso, Pre se erigió como un corredor de los de tirar mientras pudiera, para reventar el pelotón. En ese cincomil se ve al chaval del bigote rodeado de avasalladores codos. El primer viaje se lo tira un Javier Álvarez Salgado que venía de brearse en los Europeos de Helsinki del año anterior con Emiel Puttemans, Lasse Viren o Mohammed Gammoudi. Esta colección se había visto las caras los días 31 de Agosto y 3 de Septiembre en las series y la final de 10.000. Viren y Puttemans habían corrido en 27.39 y desmantelado el récord del mundo. Una semana después ellos tres serían puestos a prueba en uno de los kilómetros finales más reñidos del atletismo.

Prefontaine comenzó a cimentar su parte proporcional en la épica del atletismo moderno con aquella estampa poco estética. El cine se encargó de trasladarlo de aquella manera en este otro vídeo. Al cine se le escaparon detalles más escabrosos pero ya se harían muchas más películas de drogas. El caballo tenía una cierta ventaja autodestructiva, un romanticismo que las autotransfusiones sanguíneas no tenían.

VIDEO 4. GRAND FINALE MARATON LONDRES JUEGOS 1948

Londres había vivido en 1908 el drama en forma de la inolvidable llegada de Dorando Pietri al estadio de White City. Décadas después, con el mundo más acostumbrado al sufrimiento del ser humano (dos guerras mundiales vividas en treinta años), se vivió una situación asombrosamente parecida. Después de 42 kilómetros llegan los primeros clasificados de la prueba de maratón. El corolario del atletismo que embarga a los espectadores.

El vídeo, de una factura técnica impecable, muestra el desfallecimiento en la entrada en meta del líder de la carrera, el belga Etienne Gailly. Gailly soporta la primera parte del colapso, que a otros les conduciría a la sala de las luces incandescentes. Pero el hasta ahora líder es teniente paracaidista y viene de participar en la Segunda Guerra Mundial. Su enfrentamiento con la agonía viene de lejos. La ha visto demasiado erca. En esos mismos momentos entra en el estado el argentino Delfo Cabrera, que venía a escasos metros de Gailly. Toma la cuerda para colocarse en cabeza del mayor de los eventos olímpicos mientras el europeo muestra más síntomas de colapso. El galés Tom Richards, un estajanovista de estilo discutible, un representante del atletismo de la clase obrera galesa, le birla la plata mientras el walón termina con su bronce en una camilla, absolutamente vencido por el esfuerzo y el calor de la prueba. Correr un maratón olímpico a las 15h30 de un 7 de Agosto del hemisferio norte no ha sido, desde entonces, una buena idea.

Os dejo con esos cuatro vídeos. Copa de vino en mano y la boca abierta.

Estimados Jefes de marketing del running

A quien corresponda y nos lea.

Queridos Jefes de marketing de las marcas deportivas que pugnan…

Vale. Demos un sencillo paso atrás. Queridos jefes de marketing.

Antes había una cosa que se trataba de salir a correr. Pasado el tiempo de las pruebas, de la entrada en la lógica de la tecnología, vinieron los momentos en que, aquellos productos que habéis heredado en vuestras compañías con el tiempo, se encontró una oportunidad de mercado.

Lo probamos, gracias a que nos brindasteis materiales, acudisteis a ferias de carreras, vendisteis y despachasteis todo lo necesario para que nos gustara. Y que además hablásemos bien de ello. Se os agradece el gesto, sabiendo que es parte de vuestra inversión, no que fuerais esencialmente así de majos.

influenc

Pero algo ha ido mal. Hemos llegado a la sobresaturación, ineludible desde el lado del consumidor y el practicante. Los cien conceptos intermedios entre correr despacio y deprisa, correr de modo recreativo por tu zona o entrenar con empeño en tus pistas de atletismo, bosque o monte. Lo que se reduciría a una matriz de dos filas por dos columnas está recrudecido, enmarañado, solapado. Si tomamos los extremos urbano frente a montañés, o recreativo frente a competitivo, e intentamos acercarnos al lío conceptual, nos volveremos locos intentando comprender qué significan todas las ramificaciones y matices.

A pesar de todo ello podríamos entenderlo. Hemos logrado entender el funcionamiento de máquinas más complejas. Pero vuestros departamentos han guiado a los corredores hacia una sectarización. Los conceptos han convertido a los deportistas en fieles al free, al barefoot, a las zonas técnicas, a las columnas RETT o a los bastones telescópicos.

En una cosa que era salir a correr habéis logrado que haya favs, detractores, que se hayan generado posturas enconadas a favor y en contra no de una zapatilla o un chubasquero, sino de conceptos. Leedlo dos veces antes de la pausa del café o de la próxima reunión.

Bandos enfrentados por conceptos.

He tuiteado que «no pararéis». Debí hacer explícita mi sospecha. No pararéis hasta que reventéis el hecho deportivo de salir a hacer ejercicio. Incluso tendréis proyectos en cartera encaminados a inundar tiendas e internet de productos hasta que se canse incluso el segmento más fiel, ese corredor duro y constante, que ya cotiza mensualmente en compras.

Amortiguadores contra minimalistas.
Montañeros duros contra trailers urbanos y polivalentes.
Krupickas contra Chaigneaus.

Igual que caímos presos de religiones, ideologías, estas divisiones han venido creadas por la adscripción a una línea de ropa o de calzado deportivo. De esa adscripción por conveniencia, porque aquellas zapatillas eran cómodas y correr era convertido por ellas en un ejercicio de placer, se ha escalado al hecho de «ser» algo.

¿Qué pasa? ¿Si no digo que soy trailrunner no valdrá que corra por el monte? ¿Debo machacar al que corre descalzo o ensalzarle? No se trata de que tenga que callarme y tragar porque participe de este circo en el que surgen como champiñones los blogs de correr en medios generalistas, los análisis de zapatillas o de reportajes de carreras afamadas. Es saber si alguien tiene pensado introducir un poco de seriedad. ¿Tendremos, en cambio, que esperar a contar las víctimas empresariales y los triunfadores de la mercadotecnia?

Lo más raro de todo esto es que aún me extrañe un comportamiento así en el pelotón de los corredores.

Suyo afectísimo.

Un corredor.

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pd. Si alguien desconoce alguna de las etiquetas posmodernas de este post, más vale que vaya preguntando y espabile.

 

Calafell corre contra las enfermedades

Hola camarada,
Te iba a pedir un favor.

Las cosas, cuando se piden con elegancia y franqueza, son como son.

Paso sin más dilación a difundir esta nota de un conocido con cosas interesantes que contar.

Se está organizando con mucho esfuerzo y mucho trabajo una carrera en Calafell para el 11 de mayo a beneficio de la Asociación Española Contra el Cáncer. Es un memorial a una joven persona que murió el año pasado victima de esta enfermedad. La prima de mi camarada ha querido homenajearla y lograr así una ayuda para otros que puedan estar en su misma situación.

Si estás interesado, puedes ir  a la web  de las inscripciones: www.athleticevents.net

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Arranca la primavera maratoniana: el ránking

Se puede decir sin rubor que estamos entrando en el periodo de más actividad maratoniana del año. Sin duda en el hemisferio norte lo es. Con particular fuerza y pasión en Europa y Asia, y con la cita de Abril de Boston para completar los fantásticos sesenta días de la primavera.

Si yo fuera director de marketing de algún sarao del correr, ya estaría tardando en acuñar algo tipo «the crazy sixty of the 42«. Desde el maratón de Tokio (23 Febrero) hasta Boston (21 Abril), está ese racimo de pruebas que se retransmiten para todo el globo excepto para los países anclados en el siglo diecinueve, esas carreras que paran el pulso de la ciudad y no sólo de sus conductores.

A saber, Tokio y Lake Biwa (JAP), Barcelona, Boston (EEUU), Londres (Reino Unido), París (FRA), Hamburgo (D) y Rotterdam (NL). Detrás, existe una eterna segunda fila de aspirantes con Sevilla, Roma, Zurich, Dubai, Viena o Seúl, con lo que el panorama afronta tintes de locura colectiva. Todos queriendo meterle un bocado a la distancia de los cuarenta y dos kilómetros y ciento noventa y cinco metros.

Algunos de estos eventos ya han tenido lugar y han supuesto que se viaje, se haga turismo, se coma pasta en las ‘parties’ organizadas, se agonice con una botella de suero, se ría a carcajadas tras conseguir ese ansiado triunfo (llegar a meta). Es el mundo-maratón.

Las cosas terminaron así en el ránking del maratoneo en 2013. Las 20 pruebas con más llegados a meta fueron:

LLEGADOS MARATON – – – – – – – — – – – – – – – – – – – – FECHA – CIUDAD/PAIS
50062 ING New York City 03 Nov New York NY USA
39122 Bank of America Chicago 13 Oct Chicago IL USA
38690 Paris 07 Apr Paris FRA
36544 BMW Berlin 29 Sep Berlin GER
35308 Tokyo 24 Feb Tokyo JPN
34170 Virgin London 21 Apr London ENG
27674 Osaka 27 Oct Osaka JPN
23513 Marine Corps 27 Oct Washington DC USA
22054 Honolulu 08 Dec Honolulu HI USA
20679 Disney World 13 Jan Orlando FL USA
19534 Asics LA 17 Mar Santa Monica CA USA
19118 Naha 01 Dec Naha JPN
17816 Kobe 17 Nov Kobe JPN
17537 Boston 15 Apr Boston MA USA
15679 Asics Stockholm 01 Jun Stockholm SWE
15526 Syonan International 03 Nov Oiso JPN
14783 Ciudad de Barcelona 17 Mar Barcelona ESP
14204 Ibusuki Nanohana 13 Jan Ibusuki JPN
14111 Kyoto 10 Mar Kyoto JPN
13328 Itabashi City 24 Mar Itabashi JPN

En 2014 Barcelona ha calcado sus ‘finishers’, en tanto que Tokio ha perdido un millar de corredores en meta respecto de 2013 (aunque tiene un 96% de llegados a meta).

Los Angeles (el ASICS LA de la semana pasada) rompe esta tendencia y ha presentado 21.000 llegados, subiendo dos mil unidades-sudor a sus estadísticas.

En breve, Abril. ¿Has escogido ya tu particular maratón para esta primavera?

Maratón de Barcelona: éxito conseguido

Los proyectiles de confeti absuelven a los corredores de la tensión, de la penitencia de esperar el momento la salida. Cada bloque de participantes recibe la bendición catártica pasados unos minutos. Diego, tinerfeño con quien me reencuentro cada año en un evento, se está dedicando a mirar al suelo, a mi lado, en uno de esos momentos previos a la salida de nuestro bloque, en el que siete u ocho mil maratonianos nos sumaremos a la oleada que bloquea la ciudad.

No es un buen día para ser taxista, como nos comentaría esa misma tarde un gremial por la zona de Sagrada Familia. Evidentemente el conductor entiende poco de la reflexión principal de Diego y de la cuestión última de los catorce mil llegados a la meta en la que han preferido dejar esos restos de color que adornaron la salida. Tanto Diego como Shinichi como yo contribuiremos a que todo se reduzca a ser felices durante unas horas. Sin sensiblerías por medio. No me gusta la floritura alrededor del «running«. Ser felices y expeler energía. El mundo mataría porque ese fuera su día a día.

Catorce mil personas desplazaron su energía por un recorrido en que se podía ver el progreso del motor modernista del país, el motor del paisanaje en pos de la modernidad y -finalmente- ese moderno concepto llamado ‘sinergia’. Y es que la prueba internacional de maratón de Barcelona ha logrado devolver las energías a los participantes desde las aceras, las vallas, los pretiles que clasifican el tráfico rodado. Por delante se recogían los aplausos boquiabiertos del público que ve deslizarse a corredores africanos a ritmos de gacela. Más atrás comenzaba la verdadera representación teatral de las carreras populares modernas.

En los evadidos años ochenta el público caía como goteando a las carreras populares. Dos centenares de familiares vitoreaban al héroe, al conocido. Entre cruce y cruce se habían caído metros de calle, licuados, en esa sombra vacía que algunos recordarán. En el siglo veintiuno esto va de diálogos. El corredor, más allá de unos cientos de rostros concentrados, charla con quien ha ido a verle pasar. Anónimo, circunstancial o conocido. La ciudad moderna lo ha terminado por entender y baja a la calle a dialogar.

Y empiezan a caer los vectores de ánimo, la palabra que rebota en la sonrisa de un corredor agotado y regresa. Los catorce mil llegados a meta de la Zurich Marató Barcelona comprenden esos gritos de ‘Som-hi’ o ‘Venga Jordi’ o ‘Go!’. Se convierten en miles de caras agradecidas. Es ahora el corredor el que se atreve a aplaudir al griterío. Es un paso más para que la fiesta se acomode definitivamente entre las más nombradas de Europa. La organización tendrá que explicar, si lo desea, sus políticas de precios o el retorno en material deportivo de una acción comercial extrema. Pero esa misma organización, recuérdenlo, consiguió rescatar una carrera que había caído al lodo. Hoy es la cuarta carrera de maratón por llegados a meta de toda Europa.

Sólo dialogando así se evita la derrota de unas aceras vacías. Barcelona y el maldito verano que tanto aborrecemos dos chalados y medio consiguen recrear el teatrillo épico de miles. Las cunetas de la prueba tenían una cifra nunca vista por mí en una carrera de maratón en España. Serpenteamos alrededor de los templos contemporáneos, y había gente animando. Nos hicieron cruzar por las zonas de paseo turístico y había una riada de público. Regresabas de las barriadas más escondidas del glamour y tenías que cerrarte contra el centro de la calzada porque se había colmatado la anchura de la avenida, como si la vegetación de un arroyo quisiera inclinarse sobre el caudal a beber, a refrescarse con nuestro paso, ya más rápido ya más lento.

Queda el postre, el dulce que todo organizador desea. Escribo estos párrafos con los pies en alto y dedos cruzados. La rúbrica de la perfección será la ausencia de noticias trágicas. Dejemos correr dos o tres días. Si por un casual estuviste viendo ese ejército de dolientes ayer domingo en Barcelona, ten en cuenta que no íbamos más exhaustos que felices. La Guardia Urbana, Cruz Roja y el ejército de voluntarios lanzaban las unidades de emergencia con rapidez y mitigaban lo único contra lo que no se puede luchar: la meteorología.

Dicen que ayer probablemente contribuyésemos al calentamiento de la ciudad. Yo vi mucha gente que lo agradeció. Ayer cada espectador, involuntario o relacionado con la carrera, hizo de sus manos y gritos unas mamparas refractarias y devolvió ese calor que irradiábamos.

Después de cuarenta y dos kilómetros en los que observé todos estos principios de la física humana, tenía que contároslo.

Tiempo final 3h55; Firmado el dorsal 10179.

 

Fotos: Zurich Marató Barcelona.

Maratón de la Haya: todo salió mal… o peor

Tras una primera edición llena de problemas, los palos recibidos se enfrentan a las ganas de hacerlo bien, de mantener la tradición de organizar bien las cosas en el país de los tulipanes. Es la historia -breve- de la II Maratón de La Haya (Países Bajos). El país presenta sondada solvencia con las pruebas de Egmond, Amsterdam, Rotterdam o las siete colinas y un buen trato general de la sociedad con el deporte.

Pues bien. Si algo podría salir mal en la primera edición de este pequeño evento, no salió mal. Efectivamente, salió peor. Corredores que siguieron rutas equivocadas y sin el tráfico cortado, la falta de voluntarios, la marimorena. Se han abierto las inscripciones para la prueba del próximo septiembre y aún se recuerdan las invectivas que se lanzaron sobre los organizadores.

El diario online Losseveter.nl recuerda entre los testimonios el de corredores de las distancias maratón y ultra. Hubo puntos marcados en el mapa como avituallamientos que no aparecieron. Un participante detalla «en principio teníamos un patinador que acompañaría a cada participante del ultra. Tras 16km, aparecieron ciclistas para acompañarnos pero tampoco había suficientes ciclistas».

La inicialmente descrita como bucólica ruta les llevó a través de una zona comercial. Aparentemente la organización no obtuvo el permiso ambiental necesario y esto no se comunicó en tiempo a los participantes. Confusiones en la ruta, en la zona de llegada, en los roperos. La reflexión que lanzaba Theo de Jong, de la website Ultraned (portal que engloba a lo más granado de las largas distancias en Países Bajos y Bélgica) era que se habían ido las cosas de las manos. «Allí estaban los roperos, abiertos y accesibles a todos, no había control . Mi bolsa estaba allí, afortunadamente».

Vincent Kalkman , un participante en el ultramaratón , tuvo que tirar de la navegación de su GPS. Camino a la meta, a la altura del Museo Louwmans , le desviaron a una sección de veintiocho kilómetros que tuvo que hacer a ciegas, navegando. De nuevo ni ciclistas acompañantes ni explicaciones, o voluntariosos acompañantes que confesaban posteriormente desconocer todos los detalles del recorrido.

 

Sin duda, un toque a los organizadores y quienes pretenden embarcarse en organizar una carrera. No se puede bajar la guardia. Parece que la organización aprendió y este año se borrarán esas malas sensaciones.

¿Les seguimos la pista, por si acaso?

Fuente: TheHaguePhotoJournal.com

Diario de un maratoniano (3): mirando al cielo

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Existen un montón de variables que hemos controlado durante semanas: entrenamiento, peso, relajación previa, lesiones… pero los cuatro días anteriores a un maratón solamente tememos una cosa, «que el cielo no caiga sobre nuestras cabezas». Decir el cielo, evidentemente, es decir cualquier cosa que provenga del mismo el día de la carrera. Me estoy refiriendo a fenómenos meteorológicos, entiéndase. Estamos en el siglo XXI y ayuda celestial deberíamos esperar poca.

De cara a la carrera siempre buscamos entre lo aleatorio de la ciencia meteorológica (otro argumento que nos echarán a la cabeza los creacionistas), del mismo modo que buscamos ese médico que nos permita correr aún lesionados. Me refiero a que el maratoniano busca la previsión más favorable, incluso se adscribe fielmente a estaciones meteorológicas que le «funcionen». Por que ¿qué teme?

¿No tiene bastante con los cuarenta y dos kilómetros y pico? Pues no.

El calor

Quizá el gran enemigo. Unos somos más permeables a las altas temperaturas que otros. Tras decir adiós al invierno donde la constante era la queja por el frío, las noticias de «ola de frío» o de ciclogénesis (vecino de reciente instalación después de la mudanza de la vieja borrasca).

El sol castiga de manera proporcional al tiempo de exposición. Si estamos tres horas escasas corriendo, con salida a las ocho y media de la mañana, en Barcelona disfrutaremos de «una agradable matinal atlética». A partir de las once es más que previsible que el calor ascienda y los corredores más lentos pasarán a «un día más de playa que de asfalto». Esto es así desde el inicio de los tiempos atléticos.

La lluvia

Correr un maratón con la ropa mojada y pegada al cuerpo es una sensación peliaguda. En los días ventosos y fríos, perdemos calor rápidamente. No parece que sea este el caso para el próximo Domingo. Todo apunta a que no lloverá una gota. Las amables bolsitas que almacenan la lluvia, las nubes, pasarán a saludar pero predominará el aire del interior, seco, mientras al otro lado yacerán miles de toneladas de agua. Pero quietecita, en el mar.

Como mecanismo para insatisfechos que somos, el cuerpo humano genera una cantidad suficiente de sudor que hará que terminemos igual de mojados. Si no, nos tiramos el agua por encima o pasaremos por debajo de duchas si las hubiera.

Y el viento

El último jinete del apocalipsis maratoniano suele tener una incidencia menor para el 90% de los corredores. Es preciso señalar que una minoría sí verán mutiladas sus aspiraciones de conseguir un tiempo récord si el viento huracanado soplara de frente o de lado en el circuito. Pero Barcelona lleva a sus corredores arriba y abajo. Sería necesario un viento ciclotímico y oligofrénico que girase constantemente. Cosa que se podría dar si el día saliese revuelto, por el hecho de correr entre avenidas y bloques que generan cañones de viento.

Para la mayoría, el viento secará el sudor (cosa a vigilar y que obliga a beber más), refrescará la piel, templará las calenturas y pondrá los pezones como alcayatas. Poca cosa, comprended, comparado con el pastelón de correr más del doble de la distancia de entrenamiento habitual.

Como conclusión, aquella reflexión inicial. El problema del maratón es lo largo que es.

En efecto. Maratones de treinta y un kilómetros serían tan fáciles de terminar que no darían ni para escribir toda esta palabrería.

Si quieres ver el tiempo que hará en Barcelona el fin de semana del Maratón, haz clic en este enlace.

Pesadilla en la oficina (despistes del runner)

La rutina se rompe en ocasiones. Terribles ocasiones. La secuencia es sencilla: salgo esta mañana a correr con mis amigos Juan y Prado. Me traigo la mochila para una ducha en el trabajo. Llego, abro todo, toalla, champú, calcetines, todo.

¿Todo?

Todo menos los vaqueros. ¡Se me han olvidado los pantalones! ¡Y llevo mis piratas de topos Salomon Exo! La ropa menos casual ni apropiada. ¿Qué hacer? ¿Nunca os ha pasado?

Mi casa está a otros veinte minutos de coche, atravesar media ciudad… Menos mal que mis compañeros son deportistas -sí, los mismos que están ahora despiporrándose- Decido aguantar porque, afortunadamente, no hay atención al cliente prevista.

De todos modos creo que iré a mediodía a comprar unos pantalones de vestir o de chándal. Los dejaré en la oficina por si esto tiene todas de ser un despiste neuronal creciente.

Con afecto, desde la oficina.

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Zapatillas para correr deprisa

Nota mental: corregir el título de este post a «Zapatillas para correr deprisa (si es que podemos)». En realidad, correremos más deprisa si queremos acelerar el ritmo. Puntualmente o de manera sostenida. Para ello tendremos que contar con mejor forma física, aunque sea durante unos segundos, o durante kilómetros.

Pero sí, asumamos que existen ayudas externas y legales. Una de ellas es este segmento de zapatillas que tu cuñado -el runner, como dice él- te muestra cuando bajáis al garaje. Son unas zapatillas chillonas, super ligeras y extrañamente mutiladas. Es como si te pasase un prototipo de zapatilla. Algo sin terminar y un tanto bacaladero. En tus manos, por unos segundos, tienes una zapatilla minimalista, natural, voladora, racer, ligera o salazariana. ¿Qué?, ¿todavía no se le ha ocurrido a nadie encumbrar a Alberto Salazar como paradigma del vuelo raso maratoniano? Pues les cedo la idea.

Minima… ¿qué?

Si en ese momento comparas tu zapatilla de deporte con lo que tienes en la mano, verás que la zapatilla rápida no pesa nada. A costa de recortar en armazón y de invertir, a costa de la protección del juego pie-tobillo-pierna, la industria ha ido recortando para volver a… las zapatillas de los años setenta.

Un número 43 puede pesar doscientos gramos. Menos del embutido que echarías a un buen bocadillo. En tanto que tu deportiva, o la que has comprado para iniciarte en el correr, está montada sobre suelas de taqueado diferente y refuerzos diversos, este invento específico quita de tu zancada hasta doscientos gramos. Te preguntas si es tan crucial pesando ochenta y cuatro kilos, pero hay tipos que pesan cincuenta. Y corren que se las pelan. Claro que una ley de eficiencia energética hace que a ellos les ayude tanto o más su ligereza que una evolución de zapatilla que les suprima treinta gramos de peso. Pero esto de la especialización deportiva es así de difusa y confusa.

Se toma como ley que, para carreras en carretera, el pie no necesitará refuerzo lateral porque no pisará ni barrancos ni raíces. Salvo chaparrón previo, el agarre sobre el asfalto será sumamente sencillo. Esto permite que el peso caiga en picado. Y en ese sentido irá toda zapatilla rápida.

¿Las contrapartidas?

A todo cuesta acostumbrarse. Ojo, no estoy hablando de cambiar a correr con tecnología minimalista ni barefoot. Sobre esto tengo mi opinión guardada para pasados unos meses o quizá unas décadas. Necesito pruebas concluyentes a largo plazo. A lo que me refiero es que el primer día notarás que has dejado media zapatilla en la caja. Y cuando corras te dolerán tendones y huesecillos que creías acostumbrados a tu peso. Pero tu peso y la manera en que pisas no están acostumbrados aún.

Entonces ¿las abandonamos hasta que perdamos diez kilos o qué? Hay que entender una cosa. La zapatilla voladora no es lesiva cuando estás corriendo de una manera eficiente. Ese es el problema: que la mayoría corremos en un modo para el que no está construida esa zapatilla. Más que correr, vamos tirando. Echamos un pie y luego el otro.

Dejar caer el peso sobre uno y otro pie alternativamente, llevando una zapatilla ligera, no es nada más que provocar una lesión. Pero cuando enseñamos a correr con esa retahíla de ejercicios que mejora nuestra técnica de carrera, empezamos a correr y no a reptar. E impulsamos y los vectores de fuerzas se reparten de otra manera. Hay algo más que la gravedad y el arrastrar los pies por el parque.

¿Y qué pasa si, al contrario, me siento más ligero y voy progresando en mis ritmos, sin lesiones, ni problemas, y quiero probar?

Probablemente hayas empleado ya mucho tiempo en bucear por internet y leer y sondear opiniones de otros corredores. Pero si te pica la curiosidad, encontrarás un par de ejemplos en estas dos zapatillas: las Go Ride3 de Sckehers (238gr) y las Asics Super J33 (209gr). Mira y compara con lo que llevas puesto.