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Poner un pie delante de otro nunca tuvo tanta trascendencia.

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Y, de repente, mil kilómetros

Mil. Es una enormidad. ¿Cómo va a ser posible?

“No”, te repites una y otra vez, “no puede ser. Pero si hacer mil kilómetros es una barbaridad”, etcétera. Insistes porque hay algo dentro de ti que se agarra a tu estómago y no desea ceder. De nuevo has llegado a ese momento de pasar por los escaparates, las tiendas físicas o virtuales, dado que tus zapatillas -por fin domadas- han cumplido esa cifra a partir de la cual te empiezan a fallar en amortiguación o sujeción o dar dolores añadidos al torturador ejercicio de correr.

O no fallan ni te duele nada.

Pero has hecho 1000 kilómetros a tus zapatillas y a tus piernas, que es todavía más serio. Te has subido a la cima más alta del Pirineo y has corrido más allá de donde alcanza la vista. Has puesto el dedo en tu localidad y has corrido hasta África. Has bajado de tu casa a comprar a la panadería en Denia y has escapado a pie hasta la Costa da Morte coruñesa.

¿Es verdad que las zapatillas ya no servirán? ¿Pasaste el óptimo del rendimiento de esas compañeras?

Por mucho que te resistas, durante las 51 semanas del año has trotado, al menos, un día a la semana con esas zapatillas. Si has corrido una hora, ya tienes dos terceras partes de ese goteo hecho. Los otros cuatrocientos kilómetros, en menos de un año, han sido media docena de carreras, quizá algún maratón o ese día que las sacaste a la montaña.

Los materiales del grupo de etilvinilacetato (EvA) son polímeros con una maleabilidad y una flexibilidad determinada. Se usan en mayor o menor medida para la construcción de las media suelas de tu calzado deportivo. Hay otros materiales pero en definitiva es cosa de ciencia. La ecuación que efectivamente ha maleado la suela y deformado la protección de tu pie es, grosso modo:

masa(Kg)*gravedad, a velocidad ‘v’ ->n veces por minuto = fuerza ‘F’ a absorber por el conjunto tendones+articulación+calzado

Unos fabricantes piden relevo a su material pasados cuatrocientos o seiscientos. Otros te proponen usar alternativamente varios pares de zapatillas. En algunos foros te solicitan repartir el trabajo otorgado a la zapatilla hacia otros grupos musculares. O que cambies de manera de pisar.

En cualquier caso, es cierto.

Quieres que sea más o menos cierto dependiendo de cómo te encaje una nueva compra. Te apropias de una teoría u otra, rastreas y abrazas principios físicos o desmenuzas tu morfología podal. Hasta puede que te adscribas a una u otra filosofía predominante. Pero, sumando silenciosamente, los trocitos de diez kilómetros han compuesto un enorme mosaico de mil kilómetros.

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¿Destrozar tus zapatillas, bricolaje o terapia de rebeldía?

Yo, es que llevo plantillas correctoras.
Yo, que tengo un dedo más largo en un pie que en otro.
Yo es que renqueo.
Y yo, que zarpaleo.

Ninguno de estos ejemplos reales está entre las premisas de un diseño de zapatilla cuando se ponen los diseños sobre la mesa. Imaginemos el departamento de investigación de una marca X. Técnicos y en desarrollo que llamaron a atletas de élite y que han charlado sobre las mejoras en estructura. Sondeos recabados en la feria del corredor de grandes eventos y que piden a los corredores populares que aporten.

Todo el mundo aportando. Y, cuando acudimos con nuestra imperfecta pisada a comprar el calzado nuevo, volvemos a encontrar las cortapisas de siempre. Nos roza. Nos genera tensión en los tendones flexores. Nos duele el empeine. No nos cura la tendinitis del aquiles.

Y oyes cómo alguien se tuneó los ojales de los cordones. O se taladró unas vías de aire en la ternilla de la nariz.

¿Y si yo mirase en detalle mi calzado? ¿Debo sufrir hasta que se acomode mi pie a él? ¿No debería ser al revés?

Aunque lo que más miedo da es que te pillen en casa. ¿Desmocho ciento cincuenta euros de zapatilla?

¿Me retirarán el saludo mis colegas de gremio si me paso al bricolaje de hilo de bramante y tijera? ¿Dejaré de ser una referencia como #FieldTester y pasaré al montón de ñapas artesanos prejubilados del correr?

Me da lo mismo. Suelo llevar el inconformismo por bandera. Preguntarse las cosas y preguntárselas una vez más. Y otra.

Mejor verlo con un ejemplo práctico:

PREGUNTA:

¿Por qué todos los modelos de calzado de trail Salomon me producen rozadura en el arco plantar? Mejor dicho: ¿qué hago para disfrutar y opinar exprimiendo hasta la muerte unas zapatillas que no puedo llevar durante más de 4km?

SOLUCIÓN OVEJO-CORPORATIVA:

Dar bien de vaselina e hidratar la piel. Calzarme unos calcetines que me fijen el tejido a la estructura Ortholite. Poco a poco ir aumentando la distancia de los rodajes. Abandonar los rodajes por pista y aprovechar las estupendas características técnicas Salomon para agarre por roca y sendas. Entrenar tanto la técnica de ascenso como descenso agresivo.

BRICO-SOLUCIÓN:

Pues no me da la gana. Salomon construye una horma cómoda y creo que polivalente. De alguna manera voy a llevar esa polivalencia hasta el límite.

Preparadlas para quirófano.

Voy a demostrar que se pueden usar como material pistero confortable. Como no podré amputarme un trozo de carne, analizo dónde se producen los rozamientos. En el arco. De pequeñín, entre mis taras estaba un pie algo plano. No es un problema en la actualidad, aparentemente. Después de cuarenta y tres años llevo casi noventa maratones y ultras, he podido correr con esos mismos pies en 2h55 en maratón, he finalizado ultra trails de mas de 110km y por mis planos pies han discurrido hormas Wave de Mizuno, de ASICS, Adidas de varias generaciones, Joma tan de maratón que los minimalistas de hoy día se tirarían de los pelos, tanques de la década de los 80, de todo.

Y en ningún momento me dí de boca contra unas zapatillas que me produjeran rozaduras después de treinta minutos de trote. No debo estar tan mal hecho. O, al menos, «tan-TAN-mal».

Sí a los recortes.

Ved las dos fotos. Aquí, la plantilla Ortholite original. Tiene la horma de un pie normal pero le añaden una pieza-guía de EVA. La solución-carril es un concepto ideal para mejorar la sujección pero el pie no es una pieza rígida: se pliega. Su efecto colateral es que afecta pies con poco arco plantar. Aparecían ampollas donde toda la vida salen las ampollas. Sí. Ahí.

Os evito la visión de las ampollas que me producía cualquiera de los dos modelos en test.

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Bingo. Sin miedo. A continuación, la misma plantilla con un tijeretazo. Empecé quitando un trozo pequeño pero superponía la plantilla suelta en mi pie y coincidía plenamente. Así que me animé y la dejé tal cual la veis.

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¡Anatema! ¡Estás cargándote la tecnología!

Espera. ¿Me preguntó la tecnología cómo pisaba o si usaba un calzado especial? ¿Pregunta la tecnología antes de desarrollar un nuevo modelo o  más o menos presupone sobre un porcentaje mayoritario de casos-tipo?

De modo inmediato los dos pares en prueba se ajustaron a mi arco. Tanto las Salomon XRMission (sobre las que escribí en su día) como las CrossMax2 (lo mismo) . Comienzo a hacer kilómetros sin notarlas. El próximo sábado sacaré unas zapatillas que fueron «molestas en su día» a patalear durante 43 km en el Ultra Trail Collserola. Hoy mismo estuvieron dos horas bajo el agua, perfectamente quietas y dejando a mis pies en paz.

Ahora sí puedo recomendarlas sin tener que «avisar» de posibles efectos no deseados. Y en situaciones en las que comprendo las características que me detallaron de fábrica.

¿En qué momento estamos cediendo a lo que nos venden? Tenemos que aprender de nuestro cuerpo para buscar lo útil de la mercadotecnia.

Son tantas preguntas, amigos de Salomon…

¿Serías capaz de seguir su ritmo?

El canal YouTube de AsicsAmerica ha colgado un vídeo en el que se te ofrece la oportunidad.

¿Seguirías el ritmo del maratoniano norteamericano Ryan Hall?

¿Durante más de uno o dos minutos?

Colgados de un arnés, los que han querido probar han visto a la velocidad que hay que mover el cuerpo para alcanzar los fatídicos veinte kilómetros por hora.

Todo forma parte de una campaña de Asics de cara a este fin de semana. Se ha instalado en el corazón de Nueva York, donde el domingo se celebra el gran espectáculo del año: el ING New York City Marathon. El mito trasladado al mundo del corredor de la calle y del parque.

Pues bien. Esa es la velocidad que sostendrá cualquiera de los diez primeros clasificados en la carrera.

No lo intentéis en casa. Va en serio.

Él, runner. Ella, no runner.

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Hace unas semanas la estupenda bloguera y mejor corredora Rosa Asensio me lanzó un guante. En ese duelo de zarzuelilla la chica era la corredora. Él, bueno. Eso. Afortunadamente las tornas cambian. Se lo devuelvo.

Él (corredor).

El sábado es su cumpleaños. Lo tengo todo controlado. He pensado que es el momento en que se inicie en esto de correr. Tenía que comprar unas medias de compresión y mirar las rebajas -ando con un par de zapatillas con más de seiscientos kilómetros- así que me ha solucionado el regalo.

He visto unas mallas pirata que le van a sentar de miedo. También tenían una faldita corta de corredora pero no me he atrevido. Así que eso y un modelo de pronadora para chica. Para ellas diseñan unos colores brutales. Aunque dudo que sepa qué es ser pronador o supinador. No me hace mucho caso cuando pasa por detrás de mí y gira la vista a mis intervenciones en foros o en facebook.

Verás que sorpresa. Ahora podremos compartir más tiempo juntos, aunque yo tenga que entrenar rápido y ella, bueno, podemos calentar y estirar juntos y ducharnos. Sí. Este año he acertado con la compra. Cuando me meto con los complementos suelo ir de fracaso en fracaso. Termino de hacer el café y algo sólido y se lo llevo a la cama.

-«Hola amor. ¡Toma, tu regalo de cumpleaños!»

(Un silencio helador se extiende por el apartamento mientras ella abre el envoltorio de una evidente tienda de deporte)

——

 Ella (no corredora).

¡¡Por fin es sábado!!! No, un sábado cualquiera, ¡¡¡noooooo!!!  Es el sábado de mi cumpleaños.

La verdad es que no sé si prefiero que él se acuerde o no de mi cumpleaños. Yo sé que pone interés pero …. No hay año que acierte con el regalo, o escoge bolsos que sólo llevaría su madre o joyonas de esas que nunca me ha visto puestas y sabe detesto pero que aún así me regala. Debe ser eso de las carreras, tantos kilómetros no le dejan mucho más para pensar.

De cualquier manera, que se acuerde es un detallazo. Así que, sea lo que sea, me gustará aunque espero no haya perdido el ticket-regalo.

Ahí está. Trayéndome el desayuno a la cama. Lo miro. Ya estamos con la papilla esa de avena que toman los runners. Le miro. Sonrío.

– «Gracias, cariño».

Y de repente le veo que saca algo de debajo de la cama. ¡Mi regalo! Lo miro con detenimiento. Ni idea de la tienda donde lo ha comprado. Miedo me da. Rompo el papel de regalo de la “tienda desconocida” y…. ¿qué es esto?

Sonrío intentando disimular mi cara de: “Qué coño es esto?, ¿Por dónde me lo pongo? ¿Para qué ocasión?»

– “Son unas mallas pirata”, me dice emocionado. Mira que tiene ganas de que salga a correr, pero buffff, la sola idea de ponerme a sudar me da pereza. ¿Unas mallas pirata? ¿Para qué? ¿para jugar a los piratas mientras ese micro-pantalón me comprime de tal manera que no puedo ni respirar y me salen las lorzas por encima de la cinturilla?…Sonrío.

Aún hay más. ¡Unas zapatillas!

– “Son pronadoras”, me dice. Prona… ¿qué? Le miro como preguntándole si me está insultando. La verdad es que las bambas estas son chulas. De colorines y molan hasta los cordones. Quizás pueda llevarlas con los vaqueros que me compraré cuando descambie la otra prenda del demonio.

Sonrío y le beso. «Gracias cariño».

Aprovecharé cuando se vaya a correr a buscar el ticket regalo.

El gimnasio me mata (2)

Nosotros corremos. Ya os conté el otro día que corremos tanto que deterioramos algunas partes del organismo. No es que correr sea malo. Ni agresivo. Tienes que ser muy cafre para cascarte algo. Oye, que sucede. Pero el límite de lo cafre, ya sabes,»¿Dónde está el límite?«.

Correr es tan simple que abandonas grupos musculares casi enteros. Pasan los kilómetros y adelgazas, pierdes masa muscular. Y es cuando toca ir a por esas máquinas y compartir ducha con esos máquinas. En definitiva, hay que hacer uso de ese bono anual de camino hacia la tonificación, la salud integral del corredor y no sé cuantas cosas más. Al gimnasio, por la gloria de mi madre.

Hoy tocaba algo resumible en un tweet pseudomatemático.

Y luego encontrar el aire perdido, y seguir sudando mientras uno se ducha, seguir sudando más con las pulsaciones todavía buscando su ser, y salir a la calle.

Y coger frío. Solamente por no coger frío es cuando uno se mete al bar y comparte barra y periódicos de fútbol con los habitantes de la zona industrial deshabitada.

¿Qué podía haber salido a correr por el campo? También. Pero si me hubiese dado ese lujo a las siete de la mañana ahora estaríamos hablando de un ritmo en progresión, de qué cantidad de conejos se han reproducido por los montes y parques de la periferia madrileña. Todo sería más psicotrópico. Y no habría quedado nada de espacio para esa maquinaria fordista de producción de músculos en masa. Siete kilómetros, corriendo hasta que salía un ciento ochenta en el monitor de pulso. Mañana cuento qué pasa con esas zapatillas que salen volando cuando soplas. No se me olvidará, por lo bucólico o por lo penal.

Odio eterno al Running moderno.

¿En qué consisten las famosas pruebas de material de running?

Prueba de material. Cualquiera que haya estado metido en alguna empresa donde se presenten nuevos productos habrá leído u oído (incluso presenciado) algo de esto.

Aunque, claro, no es lo mismo trabajar en un laboratorio farmacéutico especializado en la vía rectal que pasen por tu entorno los chicos de Salomon, Asics, o Hoko y sus mallas reductoras del norte cantábrico. Cuando en el mundo del corredor se lee ‘probaremos unas zapatillas como las que usa el mismísimo Mo Farah’ algo se mueve en el estómago. Es la emoción.

Recientemente me preguntaban sobre qué modo había de hacer pruebas de material. ¿Cómo se organiza todo esto?

Confluyen varios factores, pero lo que la marca quiere es la visibilidad. De ahí en adelante, la experiencia, la cercanía y credibilidad, o la sesera a la hora de elaborar información de utilidad, todo cuenta. O pertenecer a un entorno laboral especializado, por supuesto. 

Uno. Te convocan.

Normalmente, suelen organizarse a través de tiendas de running que sirven más o menos base de operaciones de un comercial. O un comercial que decide lanzarles una propuesta.  Hace unas horas eran los muy dinámicos gestores de la tienda de Running Company de Madrid quienes tenían allí material de unas zapatillas de Skechers. O la prueba de los chicos del salmón de la montaña en la tienda TrailXtrem. Pues bien. Los departamentos de prensa se ponen en contacto con unos y otros juntaletras del gremio y nosotros tenemos que acudir, probarlas, atender a la información con la que se nos predispone a favor del modelo, y calzárnoslas.

Así en frío es algo corporativo pero podéis ver el vídeo elaborado por Running Co.

Sobre qué resulta después, todos habéis leído crónicas sobre qué fabuloso es tal material o lo tremendas que son las zapatillas de cual marca. Creedme. Con una prueba de material así, lo más que uno consigue es estar incómodo durante la primera media hora, disfrutar de una maravilla tecnológica la siguiente media hora… hasta la hora de la tortura. Todo es muy psicológico y los resultados son relativamente fiables. Una prueba de material tiene que llevar al menos 200km detrás en zapatilleo. Luego veremos un ejemplo.

Parecido sistema es cuando la casa comercial monta un furgón o una plataforma itinerante, y se organizan en un  como si fuera un puesto de patatas fritas. Este ejemplo vale para quienes conozcan el norte europeo. Pero podrá valer. Hace no demasiado era Salomon (mediante uno de sus comerciales, el duro montañero Juanma Agejas) quien montaba el quiosco por la zona centro. Pero ejemplos hay a porrillo, máxime cuando las marcas (como este ejemplo citado) están tirando de esta otra manera de sacar el producto a la calle o al campo, mediante campus, meetings con la élite o simples pruebas.


Foto; ondozibi.com

Dos. Te pones a ello.

Recibes el ofrecimiento de un departamento comercial y te encuentras con el material. La bella zapatilla. O las magníficas mallas de «có-mo-voy-a-po-ner-me-yo-es-to». O que, al estar presente en múltiples saraos informativos o por tu palique, ese amigo de un amigo te ha hecho llegar la riñonera en cuestión.

Antes decíamos que en muchos sitios llegabas, corrías y tenías que poner caras. O disimular (si te llevas a casa una contractura). Lo suyo es dedicarle un mes entero y decidir primero qué terrenos -uno o varios- y ritmos -si tienes más de uno- llevarás. Si las condiciones son propicias, si probarás la mochila en monte o camino, si tiene sentido probar esas zapatillas rápidas durante una semana de entrenamiento en barro. Todo eso.

Y a correr, es la parte que más nos gusta. Y por la que nos hemos dejado querer hasta recibir ese material. Las sensaciones se apuntan o se recuerdan. O pasan a vídeo. O se discuten. Todos estos pasos tienen que ir algo dirigidos salvo que prentendamos simplemente correr con unas zapatillas gratis. Digamos que los primeros doscientos kilómetros de información, como recomienda siempre Mayayo en su muy recomendable blog de montaña, tienen que dar una batería de información suficiente.

Y que sea útil para cuando la compongas. No se debe olvidar este extremo. Tu revisión de zapatillas la van a indexar y reutilizar, reenviar y quizá recompensar.

Tres. A escribir y a compartir.

Vamos a ver. No todos vamos a saber escribir como Ser13gio, probador de Raidlight, gurú de las montañas y excorredor de élite en desiertos y pistas rocosas. Pero intentamos dar una estructura a lo que tenemos apuntado a papel y bolígrafo (sigo dudando de los bloc de notas de mi not-so-smartphone, soy un viejo).

Escribir de una manera sencilla, huir de cierta jerga, es mi consejo. ¿Es el mercado de la zapatilla de correr un creciente laboratorio donde ya no se pisa?

Luego está cómo lo quieras compartir. Al tuitear o mandarlo por cualquier medio ya podrás destripar la información, apuntarte a un bando u otro e incluso intentar dar un golpe de estado en la corriente dominante de ese material. Esto ya es cosa tuya, como hace Antonio. Volar no vamos a volar aunque un probador habitual diga esto:

 

Pero es cierto que ahí está la gracia del asunto. Una píldora como ejemplo. Nos lanza inmediatamente a buscar qué se cuece tras ese material. El gran Ser13gio. Dadle material, que os lo destripe.

¿No sabes qué hacer con tus zapatillas viejas? Run 4 help!

Nos escribe Óscar Alonso para hacernos partícipes de una buena idea. En estos momentos de gran sensibilidad con los problemas económicos de muchas familias, se ha puesto en marcha una  iniciativa solidaria más: donar zaptillas de correr que ya no usas, o camisetas de carreras que no uses por la talla o porque no te gustan. No es nueva, dado que con relativa frecuencia se reciclan zapatillas y ropa deportiva. Pero es un gesto más de la gente que se mueve. Óscar lo tuvo claro:

Yo mismo fui una víctima de la crisis y del paro y he decidido invertir mis pocos ahorros y solicitar dinero a un banco para poner en marcha mi propio negocio.

En cualquier caso, bajo la etiqueta «Run 4 help» (en inglés, corre para ayudar)  se quiere llegar a personas necesitadas y en riesgo de exclusión social. En estos momentos hay casi 2.500 pares que serán distribuidos en instituciones benéficas.

¿Cómo o dónde donar tu material desgastado?

En Figueralia.org tienes todo detallado. Dónde puedes entregar tu material sobrante en todas y cada una de las provincias. A las instituciones y centros de acogida de Barcelona donde irá destinado (entre otros, el d’Acollida Assís, el de Zona Franca, Nou Barris, la Baluard, o el de Vall d’Hebrón).

Así que paramos aquí la palabrería y añadimos las mejores pistas: links e imágenes.

Quién es quién. http://figueralia.org/figueralia/
Puntos de recogida. http://figueralia.org/run-4-help/dona-tus-zapatillas/

Consultorio para el corredor: envíanos tus dudas

Vayamos con lo práctico. Día de dudas para novatos, experimentados o mentes inquietas.

¿Patinas con la alimentación en las largas distancias? ¿Dudas sobre cómo está afectando correr a tu sueño? ¿Zapatillas «que sí pero que no»? ¿Es bonito el maratón de París? ¿Quién dices que fue Peter Snell?…

Durante veinticuatro horas, intentaremos darte pistas sobre todas las preguntas que te asalten. Entrenamiento, sensaciones, material o pistas para tomarse unas vacaciones y encontrar «esa carrera».

Envíanos tu duda.

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Conoce las zapatillas con las que corríamos antes

Uno de los comentarios del último post me ha hecho reflexionar. Xosé introducía un punto de amargura porque según él mi post de ayer martes tomaba partido sobre un debate muy discutido sobre el calzado para correr. Y este es «¿mayor libertad para el pie o mayor estabilidad?«.

¿Cuál es mi posición sobre qué llevar en los pies? Sobre esto tiendo a no ser fan de nada. He probado zapatillas que se remontan a este modelo de Joma de la década de los 80. Pero claro, era un joven duro y ligero.

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Hoy día, treinta años después y más de ochenta maratones y ultramaratones corridos, sigo sin tenerlas todas conmigo. Prefiero conservar mis articulaciones pero soy consciente que una cosa: mi zancada es lenta y mi peso moderado. ¿Sirven estos parámetros para todos? Rotundamente no. Me gusta la zapatilla cómoda pero hay cuerpos y cuerpos. Que cada uno se lance a por el calzado que mejor le vaya, pero basando todo en su experiencia personal. No en modas o artículos técnicos.

¿Qué es esto que tanto revuelo levanta? ¿No son iguales todas las zapatillas para correr?

No. Ni de coña.

Volvamos a la frase que Xosé remarcaba. «La tecnología del calzado deportivo al que estaban acostumbrados los cracks de los años 70 eran poco más que las zapatillas de loneta», era para el lector como si tomase partido por la protección y en contra de la no tan nueva tendencia de ir con el pie lo más libre posible. Me refería a qué zapatillas protegían los pies de los jugadores de baloncesto, corredores y tenistas, básicamente los que hacían un uso sostenido de la movilidad sobre los pies, pero sin acudir a botas que protegiesen el pie del golpeo a un balón.

Su construcción seguía básicamente las recomendaciones de los grandes de la época. Los Shorter, Soh, Lasse Viren o Dereck Clayton. Tipos de sesenta kilos y una mecánica de carrera (el modo en que uno pisa, amortigua y se eleva en el acto de correr) ágil y bella.

Este asunto no es nuevo. La discusión se remonta a los años ochenta, en que el especialista en entrenamiento Arthur Lydiard critiaba que los fabricantes empezaban a añadir material en el talón y más rigidez en las zapatillas de correr. «Un pie libre y flexible y una zapatilla con la forma de tu pie», clamaba Lydiard, que luego también sería conocido por introducir métodos de entrenamiento casi inhumanos y con los que algunos corredores populares han tirado a la basura su organismo. El neozelandés propugnaba que el trote suave era un método para mantenerse sano pero los corredores se lanzaron como posesos a su «otro método», el que aplicaba con los corredores de élite.

Pero ese es otro tema.

Así que me he entretenido recopilando fotos de las zapatillas de correr que circulaban por el planeta de 1971 a 1973.

Echadles un ojo vosotros mismos. ¿Qué os parecen?

Quieres empezar ya con el trail. Tu montaña sigue nevada

 

El mes de los maratones se nos ha escurrido por los dedos. Habitualmente el final de abril significa que hay que dar paso a las montañas. Se habla de esa jerga llamada ‘trail running‘ y te apetece iniciarte por los cerros.

Pero este año la montaña asusta de invernal que está.

¿Qué se puede hacer? Te llaman esas cumbres y esos famosos senderos entre pinos pero los sistemas montañosos españoles, a 2 de Mayo, lucen tal que esta foto tomada por Venta Marcelino (Puerto de Cotos y alrededores). O el Vall de Núria.

Aquí vienen unos consejos para que vayas disfrutando sin tener que acudir a que te deslomen en grupos de entrenamiento como los de Mayayo Oxígeno o de la tienda TrailXtrem.

Equipamiento básico.

Básico es contar ya con tu par de zapatillas específicas para la montaña. Puedes usarlas para correr por terrenos variados así que no deberás comprarlas sólo para el monte. Hay miríadas de guías de cómo y dónde buscarlas. Googléalo.

Llega el tiempo bueno y, para iniciarse en ello, apenas hace falta algo más que tu vestimenta normal de correr. Los calcetines te aguantarán las primeras salidas.

Una inversión básica es una riñonera donde puedas colocar un bidón con líquido. Esos 500cl te harán más llevadero este salto inicial a lo extremo. Además cuentan con un bolsillito donde puedes meter las llaves del coche o de casa, algo sólido para comer y algún ‘extra’.

Para la frente (contendrá el sudor que cae hacia tus ojos), un ‘buff’, término con el que la marca Buff ha instalado el genérico para estos pañuelos o badanas. Si te estorba puedes pasarlo a la muñeca, puede abrigarte como una gorra contra el sol o contra el viento, vamos, el invento del decenio.

Y ya. Al monte.

Fortalece esas piernas para las primeras sesiones.

¿En serio no conoces una cuesta en tu localidad o en tu parque? Muchas veces habrás rechazado esa barbaridad de rampa por motivos múltiples. Ahora es el momento. Trota hasta su comienzo y estira un rato. Estás preparado para una buena sesión de cuestas cortas y tensas. Hazlas a ritmo suave. Tienes que acostumbrar la musculatura, no desgarrarte hasta el esfinter anal.

Escaleras. Las de casa, las de un centro comercial, del estadio al que vas a pegar gritos o las de tu oficina. Sí. Lo mismo trabajas en la planta 14. Haz escaleras. Hazlas lentas, de uno en uno y de dos en dos. Siente dónde tira y dónde tu cuerpo va usando músculos para equilibrar las fuerzas y el peso del cuerpo. Se llama propiocepción. Ayudará a que tu tren inferior esté mejor preparado.

Empieza a correr por la base de la pirámide.

Tanto la base de la montaña como la base de la dificultad.

Que sean algo como unas «escapadas guerrilleras de entidad e intensidad moderada». Ten en cuenta que es tu primer acercamiento a este mundo del correr por lo salvaje y lo escarpado.

No se puede subir a la cota 2000 (ya ves cómo está de nieve) pero puedes tomar como referencia para iniciarte un cerro cercano. Las primeras estribaciones son ideales para subir dos o tres veces por un escarpado pedregal. Nada exagerado, que dure lo mismo que mil metros a tope en llano (de cuatro a seis minutos valdrá).

Te propongo que hagas unas subidas que te fuercen a trabajar «como en montaña» pero de las que puedas bajar rápido y trotar entre una y la otra. Los técnicos llaman a esto «transferir el trabajo de las cuestas». Se basa en que, después de una sesión de fuerza muscular, donde el músculo se atrofia, se acorta (modo concéntrico), se debe pasar al modo excéntrico (modo de trabajo muscular de la carrera a pie), en el que el músculo se elonga al contraerse. Bueno, un poco de teoría que nunca viene mal.

Un ejemplo, correr diez minutos por el llano, una ascensión, media vuelta senda abajo, trote vivo por el llano y repetir el ciclo.

Seguro que terminarás calentito y se te habrá pasado el ansia de ver las cumbres nevadas.

Y, si estás aún ansioso por el trail running más duro, siempre está internet y sus vídeos y fotos.