Archivo de mayo, 2023

Sobre Pan de mis días de Lina Vila

Durante los meses de mayo y junio en la Sala de Exposiciones de la UNED en Calatayud se puede disfrutar de la exposición de la pintora aragonesa Lina Vila, “Pan de mis días”.

PAN como todo, no como trigo, no como hambre básico, PAN como el dios, como Arrabal, Topor y Jodorowsky, PAN de Pánico. Patafísica, la ciencia de las cosas imposibles, como un virus que encerró al mundo desde su poder microscópico. Como las transmutación del hombre en oveja, en cabra, en cabrón. El vergel está en decadencia y las referencias bíblicas nos recuerdan que todos somos candidatos a ser sacrificados para un BIEN mayor. O un mal menor. Por eso la saliva es un carnero sagrados atrapado en una jaula con las puertas abiertas. Así vivíamos en aquellos tiempos, rodeados de un bosque de murallas altísimas, de leyes con cuernos y lana. Los autorretratos se mezclan con abuelas de Nueva York. Es 1994 y Lina Vila camina por sus calles. Compra poesía. En un libro las abuelas quedan atrapadas durante treinta años o menos, da igual. Nunca envejecen. Ahora han vuelto para devolver la belleza y la tristeza.

Un árbol caído donde humanizar a los animales. Ovejas que son el paso del tiempo. Ya sabemos que el tiempo derrite los relojes, que mezclar con agua a los hombres de arena los convertirá en barro. Hay curas bailando con esqueletos que no miran su teléfono móvil. Una serie de incendios donde el solitario no entiende el porqué de tanto revuelo por el aislamiento. Uno solo con su mascarillla en un campo inmenso. Mira a las capitanas girando y girando, otra metáfora del tiempo y de la locura de la soledad. Las capitanas que se burlan. Siempre han estado solas, en las películas del oeste, en los cuentos y bajo la cama, ahí donde nunca limpiamos. El desorden del mundo tiene un cómplice en los políticos y sus caretas, en sus máscaras y mascarillas. Ciudadano, mitin y pueblo. Técnicas mixtas.

Todo se transforma según el ojo que mira la obra. Me gustaría conocer el sabor de las manos que pintaron los cuadros. Según la visión de uno el cuadro cuenta una historia o la esconde entre otros ojos. Lina ofrece y el público dispone. Aquellos árboles de mil raíces, aquel hombre de mil arterias. Unas veces Lina no tiene respuestas y otras, simplemente, no quiere darlas. Tapices de la dama y un unicornio que ha huido y se esconde en Toulouse. Mi hijo en Soria, mira al cabrón subido en los hombros de Josema. Una valla es lo que separa el asfalto de la huida. Vuelan los alambres de espino como aviso de lo que estuvo a punto de llegar.

«Pan de mis días es la llave que abrió el final del miedo, aquella puerta que estaba al final del pasillo, desde donde la muerte imitaba el sonido de los animales perdidos. Ahora, por fin, vemos luz en la luz».

Algunas palabras sobre Entresijos de Víctor Coyote

La revuelta será con tinta o no será. Eso lo sabe la gente de Autsider Comics, que sigue mezclando arte y rebeldía, con un gusto inmejorable. Ahora llega Víctor Coyote, muy macho, muy gallego, muy visionario. Entre arquitectura modernista y personajes de su Madrid nos entrega una galería de Barrios, estampitas y persons de Madrid. Una guía distinta, una guía que recoge lo publicado por Víctor en la revista M21 Magazine (más tarde conocida como eme21 mag). Pedimos una coca cola fría y helada y comenzamos a paladear uno de los placeres más extraordinarios: la observación.

El Madrid de Víctor Coyote, el Madrid que Víctor Coyote ha escuchado, probado y tocado. Olido y visto, claro. Víctor Coyote sensitivo en la intersección de los caminos, con su guitarra barata, cuatro duros, en un cash converter, atendido por un dependiente con un cierto aire a Robert Johnson. La guitarra de Moris, la guitarra de Pepe Risi, la guitarra de Roth. Luego volveré a Moris y su hijo Antonio, que volvió unos años después y grabó Nocturno de princesa (y sé que imita el hablar de los youtubers españoles para el regocijo de su hijo porteño).

Con una narrativa superpuesta y aparentemente aleatoria, entre Circular 22 de Vicente Luis Mora y los cuadros de Amalia Avia y sus instantáneas imperecederas de “Japón en los Ángeles”, el Mercado de Tirso de Molina, con su casquería y su sustrato vital de polleros y fruteros, bares de durum con callos y arroz condimentado. En Madrid Río vive el realizador Sergio Duce, que marchó de Ateca hasta Madrid y pasó mucho tiempo en una canción de El Niño Gusano. Esperando. Volveremos a él. Zapatos y fútbol.

Lituanos y cumbias. La cumbia nos salvará. La bailanta ha llegado a Madrid. Si en Aragón tuvimos a Dick El Demasiado, nada impide que llegue la electrónica de corte animista, el volcán, Tesla tiene nombre de marca de theremines. Hablo con Alberto Riazuelo (le pide una letra mejor, yo podría habérsela mandado, aunque no por escribir mucho escribes mejor). Busco a los caballos y encuentro esto:

 

“Los Caballos de Dusseldorf (LCDD) es el laboratorio de experimentación y escaparate de muestras de las capacidades sonoras de los cacharros, de los doorags, de Olaf Ladousse (metamorfoseado para la ocasión en El Burro Ácrata). Acompañado en sus correrías por otros tres secuaces: El Potro de Cascorro, La Yegüa de Dresden y La Mulasaña, que esconden sus verdaderas identidades bajo estos seudónimos equinos. La razón principal para este baile de máscaras, similar por otro lado al que propuso Servando Carballar con Los Iniciados, proyecto paralelo a El Aviador Dro y sus Obreros Especializados, es la de que el pasado musical de varios de sus componentes no perturbe la repercusión o aceptación del grupo”.

 

Pronto será otro lunes de hierro, automovilismo de motos pequeñas, Ángel Nieto (¿y Miqui Puig? Con su agrupación cicloturística, el olor a gasolina, desde Barcelona Norte). De Zamora. Vendimos el espacio público a un timador. La calle, la grava, sigo la línea del Coyote hasta Canillejas. Aparece Bultó y descanso por mi amigo Miqui. Barcelona 1960. Tui, Pontevedra, el Jarama, Ángel Nieto. Ángel Nieto en 1971 con una camisa Costa Fleming, una de las que se ponían los oriundos que traían los equipos de fútbol españoles aquellos años. El Jarama, como la novela de Sánchez Ferlosio, con sabor a tortilla de patata reseca y trajes de baño pudorosos.

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Me doy cuenta de Casero (2022)

La curiosidad simple de una programación delicada y un romanticismo que no suena cursi, son palabras básicas que todos podemos compartir. Eso es el disco de Casero, Me doy cuenta editado por Primavera Labels. Los juegos de voces de No te lo quiero decir funcionan a distintos niveles. Esa manera de susurrar que nos conecta con el comienzo de siglo, cuando las voces brumosas eran nuestro alimento cada día. El camino de DORIAN en Solo tu amiga, con las bases trepidantes, es uno de los mejores temas del LP. Afinamos la guitarra y el nylon con tambores que tienen algo de ritual, Llego contenta, es un híbrido de orgánico y electrónico, donde la voz nos recuerda a la Teresa Iturrioz de Single. Y en Cosas que creo funcionamos en niveles de esta década, la rebeldía que escupe palabras, Rocío Márquez con Bronquio han abierto ese camino que es un horizonte infinito donde se deslizan las notas y los sentimientos. La ola de Silvana Estrada, María Rodes desde España, Javiera Mena entre Chile y Madrid, todas cubren por igual el suspiro que comenzó en Francia con la Hardy o la Vartan.

Al final todo eran souvenirs que traíamos en los viajes, todavía eran cedés, porque las cosas funcionaban así. La base de Me viene bien nos lleva, aunque sea por un instante, a un baile en mitad de la habitación, a esa hora bruja del sábado por la tarde, justo antes de salir, maquillada o no, con la ropa elegida o por elegir. Has tachado un número del móvil, así que solo te queda rellenarlo con copas y un buen pinchadiscos. Y el cierre, con Esa situación, nos ofrece otra cara de Casero, con guitarra y voz, saliendo de la zona de confort: ¿os acordáis cuando Jota hizo que todas las mujeres de los noventa nos parecían malas sirenas que te dejaban sobre la arena, con el bajón de las sustancias? Pues ahora han llegado las despechadas y te lo dicen a la cama. Amor y desamor. A todos nos gusta el ácido de vez en cuando, la salsa agridulce, el limón después del tequila.

Algunas palabras sobre La hora del lobo de José Mateos (2023)

Maestro en la vida y en la muerte, en la salud y en la enfermedad, José Mateos publica su nuevo libro de poemas, La hora de lobo, con la editorial Pre-Textos. La hora del lobo es el momento en el que los animales están en la puerta de las ciudades, los salvajes encuentran recovecos para invadir el cuerpo. Cerramos la entrada: «La enfermedad es como un agua negra/y contra el sucio,/resbaladizo/fondo de la muerte». Dentro, ¿Qué espera el maestro? ¿es una enfermedad o la enfermedad es el verso? El demonio hijo de Hanbi sobrevuela los cuerpos como un insecto: «Desde entonces no puede abrir los ojos/sin que el mundo se llene de moscas y cadáveres». Un hospital, con su arena blanca infinita y la sed del líquido, que solo se vende fuera de esas paredes asépticas, bebida de vida, vida de bebida. Bajo la luna, la existencia. Todo el poema «El herido» es un canto a la ensoñación trágica para que le discute con la duermevela de la soledad en su celda, porque ese celda donde muere y vive la enfermedad, está condenada a prisión no revisable.

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Caos y orden EP de Mecanismo de Kozai (2022)

Después de unos meses, años, demasiados días de espera… volvemos a tener en las distintas plataformas nuevas canciones de Mecanismo de Kozai. Cuatro temas que ahondan en la capacidad de la banda para generar melodías que, sin perder la profundidad, buscan la melodía, gesto de buenos amanuenses, en un proyecto de final pulido. Comienzan con Cobarde, con acordes heredados de lo mejor de Spinetta, un poco cerca del rezo por vos, más guitarras aderezadas por especias llenas de capacidad épica. El piano de Caballero y doncella los emparenta con el romanticismo bien entendido de La Dama se esconde, con una guitarra acústica que enjuaga las lágrimas vocacionales de la canción. Péndulo son menos de tres minutos de lujurioso pop poderoso, de esa manera de viajar en la que lo importante es el camino y no el final. Lo mejor de la carretera con zarpazos de electricidad. Aunque sea agua, siempre buscaremos la estrella equivocada, como una brújula que marca el sur. El cierre es el tema que da nombre al EP, Caos y cosmos, quizá la sorpresa del EP, con una sección rítmica que nos impulsa a bailar, casi nuevaolero, iluminación del artista de doble personalidad, tímido y fugaz, pero también provocador. Canciones que piden escenario, el nuevo trabajo de Mecanismo de Kozai es una muestra notable de lo que se cocina en las catacumbas de la música española. Esperemos que reciban la oportunidad que se merecen.

Aquí puedes leer la reseña de Mecanismo universal, su disco de 2020

 

Algunas palabras sobre Ballard Reloaded de Beatriz García Guirado y Andreu Navarra

Leo «Los pies fríos» de Beatriz García Guirao. En ese libro se ha escondido Ballard. Ahora recargo, recargo porque hay mucho, demasiado. Voy con el oso a buscar la miel. Sloper es el cielo y su editor está encerrado en un edificio. El más alto de Mallorca. Los agentes de la ley quieren derribarlo. Va contra todo. Pero para poder entrar tienes que recitar a Livio Andrónico en esperanto. Pide ayuda a Luis Alberto de Cuenca. O sigue leyendo este artículo, Ballard Reloaded de Beatriz García Guirado y Andreu Navarra editado por HURTADO Y ORTEGA EDITORES.

Cierto tipo de pornografía. Nacho Vidal arremete contra el taboo. De dos a tres de la mañana no es vicio, es una manera de vivir. Nino Bravo y Crash. ¿Da Crash para acto onanista? Desde 1973, el año que ganó Eddy Merckx la Vuelta a España hasta 1990, el año que no sabíamos qué hacer. Ahora me dices que Ballard escribió «El imperio del sol». No sé que he estado haciendo todos estos años imitando a los grandes, imitando a Ballard. Me subo, digo adiós al avión. Confundes el final de la película con un anuncio de los ochenta de coches. Otra vez los coches. Y el bebé oriental haciendo el signo de la victoria con los dedos. Se hizo tarde, muy tarde. El escritor murió ahogado bajo una monumental biografía de William Borroughts carente de índice onomástico mientras buscaba referencias a Ballard. Peligrosos gorriones se acercaron a las partes de su rostro que no estaban cubiertas de hojas y de encuadernación y picotearon. Peligrosos Gorriones era una banda de rock argentina de los noventa. Mucho sónico, mucho. No mueves demasiadas letras y pasas de Gorriones a Gorrinos. Me costaba concentrarme.

Vi en Youtube un resumen de 10 minutos de Titane. Me da miedo engancharme a eso. Ha descendido me capacidad de atención. No te puedo pedir que leas este artículo hasta el final. Es enorme, es muy largo y yo no puedo ver dos horas de película, cuarenta minutos de serie, diez minutos de resumen de películas. Una detrás de otra, un resumen tras otro: Titane no me produjo desazón porque en Youtube para que no les tiren abajo los vídeos tienen que difuminar todo lo que pueda resultar grosero o afectar la sensibilidad. La sensibilidad está muy baja y acabaremos viendo vídeos en Youtube totalmente codificados, como el porno en Canal + en los noventa. Ya estamos otra vez en el porno, los noventa y las imágenes. Aloma, mi amiga Aloma escribe en su última novela «Puro glamour», un libro que frisa la autoficción, que ha visto Titane. No parece aturdida por la experiencia. Sigue escribiendo como quien ha visto una de Tom Cruise. Todo está inundado, es de color verde, es libro en formato bolsillo, la vida explicada en un número digital del Reader´s Digest. Vuelta contra la tecnología, como en una novela de Mairal.

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Algunas palabras sobre A despecho del mundo de Daniel Izquierdo Clavero

En La ceniza de las catedrales, la primera parte del libro, ya encontramos los restos de las Iglesias, la fe perdida, cantar de cantares en papel quemado. Un poema, Talegaria, sobre Rafi Escobedo -yo era un niño y repetía como en un juego quién era el asesino de los Marqueses de Urquijo-, muerte y sueño que se se confunden cuando la vida es prisión y monotonía, fumar chinos, esquivo narcótico en esta torre: <>, mientras que <>. Un amigo de mi padre decidió quitarse la vida como había hecho su padre unos meses antes. El padre no dijo nada a nadie. Simplemente se quitó los zapatos y se lanzó por la ventana. Clarividencias, el suicida siempre se descalza antes de unirse al vacío, antes de subirse sin calderilla a la barca de Caronte: <>.

Editan Los Libros del Gato Negro y se puede adquirir aquí.

«Daniel Izquierdo va armado de pasión y personajes, sobre ellos construye una épica del cariño a lo largo de este libro, denso y nutritivo, donde uno entra y sale por distintos resquicios, tanto estilísticos como históricos».

Entre el COVID 19 y 1944 uno puede encontrar un número primo y, de nuevo, el balcón y el salto: <>. Bucle de fuego y frío. ¿Hay algo de profundidad en la costra del poder? ¿En la denuncia de occidente, del liberalismo? ¿me quedo con la imagen o le doy una vuelta? ¿le pido al autor que sea más explícito para luego burlarme? ¿Qué metáfora utilizo para los ansiolíticos que tomo para ir a clase para poder superar la desazón profunda que me provocan algunos alumnos y cómo sus padres me escupen en el alma y sus costumbres son despiadadas? Firmo el Acta diurna del profesor de matemáticas y me entrego a la labor del sereno con ínfulas de crítico nocturno. Cualquier viaje a la ciudad me recuerda que mi ciudad ya no se parece a ninguno de los recuerdos que tengo de ella. Me permito compartir los versos y con ellos volver a construir miniaturas: <>, ¿Quién atiende los exilios interiores de los otros docentes del 2020? ¿Quién acusa a mi padre, a mi madre, maestros de los cincuenta, de ocupar el lugar, mientras se apartan el pelo largo y contemplan la llegada a luna en Luesia, allí donde reinó el maestro Ángel Guinda? Cuánta belleza se acumula entre las altas torres de los palacios de la suficiencia ideológica. Lee el resto de la entrada »

Más allá de Surfin Bichos

Vuelven los padres del ruido, los lobos en la puerta de la habitación, la malaventura convertida en salmos, vuelven Surfin Bichos con Más allá para el regocijo de los culpables. Editado por Sonido Muchacho, la banda capitaneada por Joaquín Pascual y Fernando Alfaro nos ofrecen una docena de temas donde el sonido clásico de la banda de Albacete se mezcla con sonoridades y arreglos heredados de las distintas encarnaciones solistas que han protagonizado sus vidas durante estas décadas de travesía y abismo.

Decían que la máquina estaba encerrada, perdida en el desierto, esperando algo de gasolina para el alma. No, nada de eso era cierto. Solo dormía, regresando desde las entrañas: así se abre el disco, con “La máquina que no para”. Son tres décadas desde el nacimiento de la Bestia, así que Máquina que no para tiene algo de memoria y metaliteratura, de recordar el porqué de seguir en esto, inmediatos, claros, como cuando la Movida agonizaba y ellos hicieron indie en español, ellos escupieron las palabras adecuadas. «En la Ciudad de R’lyeh, Surfin’ Bichos, espera soñando». La banda de Albacete hizo punto y aparte, ahora entona la primera letra mayúscula del nuevo Evangelio: rock de los 90, estribillos contundentes, letras a la altura de la paranoia social y con un punto de metáfora visceral.

Surfin Bichos es canon universal, una veleidad bíblica, el alquitrán que quiere pasar por gasolina, el incendio en la arteria principal del sueño. Allí están, los necesitamos como una sustancia con receta. Ya no nos atrevemos a comprar en la calle las canciones. Todo para consumo digital propio. Escuchas “El caballo del mar” con esas guitarras acústicas y el piano, como un bosque que crece en mitad de la ciudad, como una lengua que se abrasa por el calor del asfalto. ¿Sigues soñando con plata dulce y con el submarinismo que prometiste dejar? Qué dulce es el láudano sobre la arena. Mientras bailan cien mil caballitos de tramadol pasamos a “El baile del más allá”, una especie de chachachá sicótico, Fernando Alfaro promete a su familia que el secreto verá la luz, a base de metales, a base de mentiras que comienza a cumplir. Un Dean Martin catastrófico que avisa del final de los tiempos. La voz de Alfaro, las guitarras de Pascual y la sección rítmica de Cuevas&Mora. Ellos ordenaron los huesos como si fuera una pista de aterrizaje para llegar a “Lotus Europa”, guías apócrifas hacia los manuscritos de Valle-Inclán y Baroja. En la carretera hay canciones de puerto y en el mar el ojo de un tuerto. Un mundo que ya está muerto y solo puedes encontrarlo en las afueras de la Ciudad Esqueleto.

No me provocaréis con “Luz del Mediterráneo”, no hablaré de cristales rotos contra el suelo, con la rabia, pero sí del órgano de merchero que busca un santur para imitar los recuerdos de la infancia. Mira cómo flotan sobre el agua sucia de cadáveres. Y la zona de la melódica y el bajo en los límites de Interzone, la calma del diazepan convierte un charco en un lago como en “Alumbrando el fin”. Llega el catálogo de miedos del padre que se inoculan a los hijos, se hace con paciencia, abrazo tras abrazo, en “Señales” hay un manual de usuario que te permite llegar a “Mortal”, donde los Surfin aceleran el tiempo haciendo trampa, moviendo las manecillas del reloj sin que los vea nadie. El sueño de cualquier padre, el de cualquier hijo, alterar lo que no se puede detener. Definir las leyes de la física para convertir el cuerpo de la amada en una divinidad. Así, así.

foto de Xavier Mercadé (de su libro Balas Perdidas)

En la parte donde todo deja de cumplirse, cuando florecen las mentiras – de algo de eso habíamos hablado hace un rato-, llega “Yo que te he visto” con una percusión que te deja a cuatro patas, volar con una fina escolopendra en el bolsillo, con viñetas de tebeo llenas de rayas. Peter Punk y Makoki, cuatro patas como el cerbero que babea al ritmo de la batería. Hay una aspiradora de cloacas que sueña con ser una caja de ritmos y un viejo que no sabe que la juventud que ha comprado viene completamente cortada. Ha llegado “Tu propia Navidad”, con su pandereta de terciopelo subterráneo, de domingo por la mañana, la nieve impregna la piel hasta dejarte ciego. Ciego y feliz. Guitarras que tienen espinas de soledad, que divertida es la vida cuando todos se han marchado a sus casas. Una enorme sucesión de recuerdos falsos, chuletas al cuadrado, un pavo frío como el que cantaba John Lennon mientras mascaba el chicle de los últimos días. El cambio climático en Buenos Aires hace que todos los dioses en bañador se metan a nadar en el Río de la Plata. El ozono del theremin y las guitarras rítmicas se concentran en “Conversación Ultrafónica A Las 4 A M”, como si los teléfonos fueran divertidos oráculos de vestales adictas a las bromas. El silencio es una balada que está todavía por empezar. Un piano que da atmósfera respirable hasta llegar al final, “Mujer invisible”. Cómo extrañaba la manera de arrastrar las palabras de Alfaro. Alfaro no llegará hasta el final del mundo, no llegará hasta el final de la canción, pero, mientras dure el viaje seguirá a nuestro lado, en las plazas, en las esquinas, en los escenarios de algodón donde dormir es un ejercicio de placer y valentía.

Más allá de Surfin Bichos es una batería apocalíptica, cuatro cuerdas de sangre, guitarras que derrumban muros y una voz agónica que se tatúa en el cerebro del oyente. Cuánto se le ha extrañado. Están de vuelta y tienen ganas de pelea. Y esos coros de Isabel de León acompañando las voces de los turbios ángeles. Ha pasado el tiempo, pero solo para mejor. Producido por la banda y Fino Oyonarte y la portada es obra de Joaquín Reyes. Cuánta hambre llevamos atrasada.

Reseña de El Galgo en Directo de El Galgo (2023)

El Galgo registró en directo ocho de los temas más icónicos de su repertorio en el Rock&Blues de Zaragoza. La banda, encabezada por el guitarrista, vocalista y compositor Jesús López, contó con un público entregado y una alineación de lujo, con instrumentistas como Enrique Mavilla en el bajo o Nano Albero (viejo compinche en Malamente) en la batería, más Irene Guillén en la acústica y voces y Pedro Rubio en la guitarra. Jesús López es historia viva de la música aragonesa, guitarrista de corte Velvet Underground en sus primeras formaciones, Lágrimas de Mermelada o Club Eléctrico en los ochenta o su colaboración, dándoles el tono instrumental más Television a los seminales John Landis Fans, evolucionó hacia los sonidos fronterizos al final de los noventa con Malamente, donde su guitarra eléctrica se colocaba al lado de la de John Convertino. Tras el final de Malamente y un tiempo alejado de la escena más mediática, volvió a reconstruir su figura, ya leyenda, con El Galgo Rebelde primero, acortando a El Galgo. Con el impulso de Irene Guillén y la vuelta de sus viejos aliados ha publicado varios discos que se ven plasmados en este magnífico directo.

Con “Caminar” se abre el directo. Aparecido en el EP de 2017, es una declaración de intenciones, optimista, ahora el cielo juega a nuestro favor. En directo el arreglo viene con un toque más de arrabal, de copa rota, de José Feliciano tocando por Gram Parsons, con una sonrisa en la boca. Sigue la banda, con “Ringo” en la percusión, Jorge “Lisbo” en teclados (muy notables las texturas que aporta en el disco) y, sobre todo, ese toque a los Scarlet Rivera que aporta Santiago Hernández en el violín en “Hola qué tal”, que perfectamente podría haber entrado en la parte inicial de la gira de la Rolling Thunder Revue. El tercer tema, El galgo rebelde, tuve suerte de que apareciera, casi inédito, en una primera maqueta, dentro de una mixtape que acompañaba al número 12 de Confesiones de Margot. Hoy, volviéndolo a escuchar en directo me vuelve a la cabeza la primera escucha de aquella maravilla, que remitía a “Se despierta la ciudad”, un tema del primer disco del cabecilla de los Fabulosos Cádillacs, Vicentico. Y es que El Galgo (y por ende, Jesús López) es eclecticismo en estado puro, si bien su propuesta está ahora más cerca del último Víctor Coyote que de los Drive-By Truckers.

El estallido del público llega con la recuperación de “Piel morena”, uno de esos hits regionales que grabó con Malamente en su único LP y que podría haber tenido una mayor proyección nacional. En una época en la que Los Rodríguez habían demostrado que se podía compatibilizar la rumba con las guitarras eléctricas, este bolero acelerado sigue provocando magia en tus ojos. Bandas como La Búsqueda, que juegan en ese terreno resbaladizo de honradez artística, se podrían hermanar con El Galgo en el juego macarra, casi de los Stones de los setenta que es “Piratas” sorprende por su contundencia, antes de pasar al segundo tema recuperado del repertorio de Malamente: “Dijo Beatriz”, con la suavidad del piano y el violín, el alma de los ángeles perdidos a los que cantaba el mítico Mink DeVille.

Los dos últimos temas son de tejido muy diferente, casi un corrido al modo Maldita Vecindad en “La Federal”, que funciona como un diatriba perfecta para el directo y el cierre con una versión extendida instrumentalmente de “Los sótanos del cielo”, quizá una de las mejores canciones de la historia de la música aragonesa, que nació como un icono del afterpunk, con ese bajo a lo Peter Hook y una rítmica fría para evolucionar hacia el camino de los Gallon Drunk. El Galgo, con “En los sótanos del cielo”, siempre nos recordará una época en la que el corazón de la ciudad estaba en el Mar de Dios, bajando las escaleras, junto a la barra donde trasegaban ginebra Félix Romeo y Ángel Guinda. Aquel tiempo de guitarras y cuchillas no volverá, pero seguimos emocionándonos.

Fotos de Simón Aranda