Europa inquieta Europa inquieta

Bienvenidos a lo que Kurt Tucholsky llamaba el manicomio multicolor.

El desorden del discurso europeo

Uno siempre espera más de un opúsculo que de un ensayo de 500 páginas. Está la seguridad de que te llevará menos tiempo el leerlo. Y está la esperanza de descubrir en él pensamientos encapsulados y directos: enseñanzas magras, pulidas, que justifiquen su poco volumen y ahorren el tener que rebuscar entre decenas de capítulos.

Pero no hay nada más frustrante que leer un opúsculo, un panfleto (siempre en el buen sentido) y no encontrarte apenas cargas de profundidad. Me ha pasado este fin de semana lluvioso, mientras leía de un tirón Europa como discurso (RBA, 2014), el primer libro de Toni Ramoneda, que lleva por subtítulo aclaratorio –y gancho publicitario– «un ensayo sobre democracia real».

El libro es un intento de desarrollar el «pensamiento crítico» a través del análisis de los diferentes discursos que genera la Unión Europea. Discursos que sirven para fomentar «la cohesión social» y que buscar un «compromiso democrático». Ramoneda analiza, basándose en las tesis de Paul Ricoeur, el presente de la UE desde tres vectores: el de los motivos, el de las razones y el de los deseos.

discursoseuropeos

La tesis del libro, aunque tampoco estoy muy seguro de ello, tienen que que ver con la dificultad de las instituciones europeas de generar discursos coherentes y creíbles sobre la realidad del presente. Términos antaño diáfanos, como laicismo, izquierda o derecha, representan hoy una amalgama confusa de conceptos que infecta los pilares clásicos del discurso sobre los que se levantó Europa: seguridad, solidaridad y justicia.

Postmodernidad. Post-democracia. «Totalitarismo discursivo». Falta de invocación a un demos. Los «mercados» y la «tecnocracia» han creado un ecosistema en donde los antiguos discursos tranquilizadores no sirven. Europa se construyó contra la identidad y contra la guerra, pero superada esa fase, se ha creado un hueco en donde la utopía, como motor de los nuevos discursos que deberían engarzar a las generaciones, está ausente.

Este hueco ha sido rellenado con una polifonía de voces, una incertidumbre donde los discursos sobre la realidad corren el riesgo de anestesiar las funciones básicas del contrato social. Ramoneda se pregunta, con justicia: «¿Votar en Europa no es un ejemplo de esta actitud post-democrática que nos lleva a renunciar al ejercicio político de la restricción de poder?».

Sinceramente no lo sé. Creo que hay preguntas en su libro muy sugestivas y análisis certeros. Como cuando incide en la contradicción que supone que la UE tenga una agenda perfectamente marcada para los 7 próximos años, y que al mismo tiempo trate de fomentar el disenso político. O seguridad en el futuro o legitimidad: las dos cosas al mismo tiempo, no. Pero hay un amago no logrado de ser profundo e ininteligible que recorre toda la obra y que rechazo.

He tratado de sintetizar las tesis de Ramoneda, limpiarla de cuestiones más o menos filosóficas (él es doctor en las llamadas Ciencias de la Comunicación, que mucho de científico no tienen, todo sea dicho), pero sigo sin comprender por qué, al comienzo de cada capítulo, hay una cita futbolística, de Míchel, Mourinho y Guardiola. Giros de la posmodernidad, supongo.

4 comentarios

  1. Dice ser Sicoloco Del Castin De Foolyou

    Solo importa que la banca y los ricos se lleven todos los euros.los demas estamos aqui mirando con la boca abierta como bobos.yo voy a votár separación de Europa y vuelta a la peseta porque yo no soy tonto y a mi no me engañan para repartirse ellos todos los euros.

    31 marzo 2014 | 11:53

  2. Dice ser U-95

    Hay que votar antieuropeísmo -y antiliberalismo- porque esta Europa solamente se preocupa por los bancos y los mercados -su austeridad impuesta solamente está trayendo pobreza- y es el juguete de Merkel y para castigar a Barroso, Rehn, y toda esa caterva.

    31 marzo 2014 | 15:08

  3. Dice ser Carla

    Desorden y ahora tibieza de los discursos europeos ante leyes, como la alemana, asquerosamente discriminatorias de los derechos de los ciudadanos europeos.

    Carla
    http://www.lasbolaschinas.com

    01 abril 2014 | 07:40

  4. Dice ser Pelus

    Ese es el problema que tiene Europa (bueno, tiene muchos), que no hay un discurso de hacia donde va que llegue a la gente. Y autores como el de este libro (que no he leído) imagino que intentarán dar un sentido a todo esto. El problema es que es una tarea demasiado ardua para que la emprendan pensadores (o que pretenden serlo) por su cuenta. O se hace una verdadera labor de reflexión por un buen grupo de intelectuales de elite (y no esos comités de sabios que tanto proliferan últimamente, que se saben lo que van a decir al final antes de que empiecen a reunirse) o estamos jodidos, ya que al final esa labor la harán un grupillo de burócratas sin altura de miras, ni conocimiento, o por el contrario vendrán un salvapatrias, o el tan temido comité de sabios que mencionaba entre paréntesis un poquito más arriba.

    02 abril 2014 | 03:29

Los comentarios están cerrados.