Año 1 después de McFly: ¿adiós al ordenador personal y al móvil?

Con ocasión del advenimiento del año 1 d. M. F. (después de McFly), las comparaciones entre nuestro 2015 y el suyo han llegado hasta a los telediarios. Siempre es un ejercicio curioso; aunque al parecer Robert Zemeckis, el director de la trilogía, declaró que su pretensión nunca fue tanto plasmar un futuro creíble como simplemente divertido. En mi caso, esta semana he conmemorado la ocasión tirando por otro derrotero, el de los viajes en el tiempo, que siempre da mucho jugo y mucho juego.

Pero quería dejar aquí un comentario relativo a esos parecidos y diferencias entre el pasado de Marty, su presente, su futuro, nuestro presente y nuestro futuro. La saga de Back to the Future basa su tono de comedia sobre todo en un elemento, el choque cultural, un argumento que el cine ya ha desgranado en muchas y distintas versiones: la del cambio de país, la del emigrante del campo a la ciudad, incluso la del extraterrestre camuflado como un humano más. En este caso, es el cambio de época. Pero curiosamente, y mientras que en la segunda parte este choque se plasma sobre todo en el factor tecnológico, en la película original el efecto se expresaba más bien en detalles sociológicos: las marcas comerciales (Levi’s, o Calvin Klein en el original*), los personajes (Ronald Reagan), los usos y costumbres (el comportamiento de la madre de Marty), la música (el Johnny B. Goode)…

¿Por qué? Si bien lo miramos, se diría que el salto tecnológico entre 1955 y 1985 no fue tan sustancial. Incluso entre 1955 y 2015, solo ha sido realmente revolucionario para el humano común en un aspecto, el de todo aquello que lleva una pantalla: ordenadores, smartphones, tablets.

Marty McFly descubre que un ordenador de su tiempo es una reliquia en 2015, en 'Regreso al futuro parte II'. Imagen de Universal Pictures.

Marty McFly descubre que un ordenador de su tiempo es una reliquia en 2015, en ‘Regreso al futuro parte II’. Imagen de Universal Pictures.

Esta semana he dedicado un día a fijarme a mi alrededor y pensar en cómo nuestra vida se ha transformado en función de la tecnología desde una época como 1955. Los automóviles de hoy esconden innovaciones impensables entonces, pero siguen siendo coches que circulan por una carretera. Seguimos viajando en avión, tren, metro o autobús, sufriendo atascos de tráfico, iluminándonos con bombillas que encendemos con una llave en la pared, escuchando la radio, viendo la televisión, trabajando en una oficina, lavando la ropa en una máquina giratoria y planchándola con una placa de metal caliente, aspirando el suelo con una escoba de succión, cocinando y tomando cañas en los bares (por suerte) que luego nos vetan la posibilidad de conducir.

Esto último, porque aún no tenemos coches que se conduzcan solos. Como tampoco disponemos de automóviles (ni patines) voladores, ni vivimos bajo tierra, ni las calles nos llevan directamente al piso 157, ni pasamos las vacaciones en Marte, ni nos teletransportamos a Nueva Zelanda para desayunar, ni limpiamos la casa pulsando un botón, ni nos pintamos (se pintan) las uñas con un lápiz electrónico, ni tenemos robots o avatares virtuales que trabajen por nosotros, ni viajamos en el tiempo, ni nos metemos en una máquina que nos rejuvenezca y nos cure todos nuestros males, ni nos congelamos para resucitar en el futuro. Desde 1955 hemos asistido a innumerables mejoras incrementales y graduales en todo aquello que nos rodea, pero casi nada que realmente cambie lo esencial de nuestra forma de vida.

Aunque fue en los 80 cuando se popularizó el posmodernismo, aún seguía viva la herencia del optimismo tecnológico de la modernidad. La verdadera revolución de la tecnología en todos los ámbitos de la vida humana fue la de parte del siglo XIX y parte del XX, cuando surgieron todas esas innovaciones disponibles hoy que no existían en 1855, pero sí en 1955.

Como ya he mencionado, solo en la forma de comunicarnos, relacionarnos e informarnos a través de los dispositivos de pantalla es en lo que este 2015 se diferencia radicalmente de 1955, pero también del 1985 de Back to the Future. Recuerdo 1985; 17 años. Entonces no pensábamos que en 2015 fuéramos a tener coches voladores, pero sí habríamos apostado por que la vida hoy sería muy diferente; por supuesto, mejor. Quizá, más que optimismo, un cierto candor.

Para vislumbrar qué podría depararnos el futuro en este único campo que tanto ha cambiado en unas pocas décadas, nadie mejor que un experto. Esta semana estuve conversando con el historiador de la computación David Greelish, autor del libro Classic Computing: The Complete Historically Brewed. Greelish es de los que piensan que la evolución de la informática personal está ahora inmersa en una etapa de meseta, en comparación con los últimos 30 años. «Pienso que es justo decir que el portátil nuevo que utilizamos ahora no es tan radicalmente diferente del que usábamos en 2010, o incluso en 2005», dice. «En un período de tiempo mucho más corto, puedo decir lo mismo de los smartphones y tablets«.

Lo cual no implica, en opinión de Greelish, que nada vaya a cambiar, sino que la transformación no será tan revolucionaria como la que hemos presenciado a lo largo de nuestras vidas. El experto piensa que «el futuro cercano es muy excitante», y que variará el concepto de dispositivo autónomo personal que empleamos hoy. «Creo que estamos solo a una década o así del momento en el que ya no habrá ordenadores o smartphones o incluso televisión como hoy los entendemos, como aparatos independientes. Simplemente, habrá pantallas de distintos tamaños conectadas a la nube».

Estas pantallas, prosigue Greelish, podrán sostenerse en una mano, en las dos, apoyarse en la mesa, en la pared o ser la pared. Todas ellas nos permitirán acceder a cualquier tipo de archivo digital. Pero el hecho de que el objetivo final sea la disponibilidad del contenido, y que esto se facilite a través de innumerables opciones y formatos, acabará también con esa actual dependencia del móvil, ya que el aparato pasará a un segundo plano. «No importará si es tu pantalla o no», afirma Greelish. «El futuro de la computación en la nube no es tus datos en cualquier lugar, sino más bien tu ordenador en cualquier lugar; yo podría estar en casa de un amigo y no solo acceder a mis datos, sino a todo mi material digital. Cualquier pantalla puede convertirse en mi pantalla también para mis apps, convirtiéndose en mi ordenador».

De hecho, Greelish apunta una tendencia que viene pujando en los últimos años y que asoma tanto en las ferias de tecnología como en las páginas de las revistas de ciencia: las pantallas plegables, quién sabe si incluso desechables. «Un smartphone o tablet se podría guardar en un bolsillo, desdoblarse y hacerse más grande; esto captará nuestra atención y será divertido por un tiempo».

¿Y más allá de esto? «Predecir el futuro es un terreno peligroso, ya que quienes lo hacen casi siempre acaban pareciendo ridículos en el futuro», advierte Greelish. Pero tal vez tampoco haga falta un ejercicio de futurología muy certero para entender que, si lo importante son los contenidos, la barrera que supone el uso de un dispositivo debería tender a minimizarse. Al fin y al cabo nuestros aparatos no dejan de ser, en el fondo, sofisticadas prótesis: lo que emitimos y percibimos finalmente consiste en actividad cerebral electroquímica. Algunos investigadores están abriendo el camino hacia la comunicación directa de cerebro a cerebro, algo que nos permitiría incluso prescindir de las pantallas.

Y añado: solo espero que todo esto no haga realidad ese verso de Bad Religion:

Cause I’m a 21st century digital boy

I don’t know how to read but I got a lot of toys

*Levi’s ya era una marca de sobra conocida en los años 50 en EE. UU. En la versión original en inglés Marty decía llamarse Calvin Klein, pero esta marca aún no era popular en la España de los 80, por lo que los traductores optaron por cambiarlo.

5 comentarios

  1. Dice ser pEDRO

    En 2015 el ordenador que sale en esa fotografia tambien es una reliquia, u spectrum, un amiga, un atari, hasta un pentium100 es una reliquia.

    Lo que dice ese señor se lleva pensando desde antes del año 2000, salvo antes de ser pantallas, eran cajitas negras que practicamente solo tenian un precesador y placa base. Hay muchos documentales sobre el tema, alguno conspiranoico que te explican porque estan como locos por meter tus datos en la nuve, que por cierto esta acertando. Empiezan vendiendo tus datos y terminaran borrando todos tus datos si molestas, como si nunca hubieras existido.

    A mi el futuro me parece una puta mierda dirigida por corporaciones ayudados por politicos y periodistas corruptos.

    25 octubre 2015 | 00:41

  2. Dice ser donpinpon

    No comparto las predicciones de Greelish. El concepto de todo en la nube es un cuento muy bonito, pero lleno de agujeros de privacidad y de nulo control y personalización para el usuario. Además, a poco poder computacional que requieras no puedes depender de una red

    25 octubre 2015 | 02:08

  3. Dice ser Alvargon

    Decir que estamos igual que en los años 80 es un punto de vista demasiado cerrado, hay cosas que se mantienen cierto, pero la mayoría de las cosas que hacemos hoy en día las hacemos de formas muy diferentes, cosas que antes llevaban horas ahora nos llevan minutos, servicios que antes ocupaban cuartos enteros ahora caben en la palma de tu mano. No tenemos coches voladores, pero en lo que a la tecnología se refiere el salto ha sido abismal.
    Esa forma de ver el mundo en algo tan simple como que los coches que tenían 4 ruedas, 1 motor y 1 volante en los 50’s son iguales que los de ahora porque se rigen por el mismo principio es sacar de la ecuación los años de estudios invertidos en mejorar todos los aspectos de los vehículos en cuanto a seguridad, materiales, aerodinámica… Lo mismo en otros muchos campos que, aun rigiéndose por el mismo principio base, han evolucionado a algo mucho mayor y mas amplio.

    “Pienso que es justo decir que el portátil nuevo que utilizamos ahora no es tan radicalmente diferente del que usábamos en 2010, o incluso en 2005”
    Nada más lejos de la realidad, incluso un portátil del año pasado es ya bastante diferente de uno de hoy. Esa afirmación es simplemente algo que diría una persona que no entiende como funciona un ordenador y que lleva dentro.

    25 octubre 2015 | 02:54

  4. Dice ser facoff.net

    Pedro y donpimpon, estaréis de acuerdo conmigo en que lo de la falta de privacidad, nulo control o personalización para el usuario, ya ha comenzado hace algún tiempo, y sólo es el principio.

    Estamos abocados quieras que no, al fín del individualismo. Hace tiempo que llevamos este camino.
    La idea de globalizar todo, incluyendo a las personas, nos convierte en una masa fácil de manejar.
    Eso es control.
    Y el precio que se ha de pagar por un «statu quo» impuesto y cómodo a la vez.

    25 octubre 2015 | 11:26

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