Esta noche, a las 22:00 en CanalSur, María Jiménez (otra santa para mi iconostasio) estrena programa: «Bienaventurados«, con la colaboración de su quiosquero, su taxista, el presidente de su Club de Fans y su callista – repito: SU CALLISTA.
Esta noche María Jiménez promete tener mucho que contar (no lo dudamos, querida, no lo dudamos) «después de muchos años de estar callada» – GLUPS – y «hará algunos comentarios de asuntos de actualidad preocupantes en algunos casos o llamativos en otros, como pueden ser el problema de la vivienda, los malos tratos, la homosexualidad o la guerra«. Olé ahí ella.
«Pero, ¿qué fue de María Jiménez?» – recuerdo que repetía cual mantra un amigo mío brasileño que llegó a España en los 90, cuando ella no era sino un recuerdo y la voz que cantaba «Se acabó» de madrugada en algunos bares gay.
Y yo sabía lo que había sido de ella. Porque María Jiménez vivía en el mismo pueblo que yo y, algunas mañanas en mi camino hacia la parada del autobús escolar, veía a través del ventanal de uno de los bares de la avenida principal a María Jiménez sentada en un alto taburete frente a una máquina tragaperras, con un vaso de tubo en la mano, «con su chándal y sus tacones; arreglá pero informal» y en ocasiones una boina de leopardo ladeada.
«Pero, ¿qué fue de María Jiménez?» Y qué había sido: una moderna. Un icono sexual. Una transgresora pop de oscuro pasado. Una diva gay. Y al cabo de muy pocos años, la voz que me cantaba «Se acabó» de madrugada en mis borracheras públicas.
Una década después de aquello, María Jiménez sacó un disco con canciones de Sabina, se divorció, escribió un libro, denunció por malos tratos a su ex, se calzó las plumas y anduvo muy puteada; porque su reaparición coincidió con el momento álgido de la inmundicia informativa, y no se supo proteger del «todo vale» (PROPUESTA: que algún programa televisivo de cotilleos utilice como sintonía el ‘Anything Goes’ de Porter sería todo un detalle de ironía inteligente que nos iba a sorprender).
Pero hoy, María Jiménez regresa con un programa propio a televisión para ser ella quien cuente barbaridades sobre ella y no los demás. Para ser ella quien gane dinero por ser María Jiménez y no los demás. Y para que si alguien quiere saber qué piensan su callista, su quiosquero, su taxista y sus fans, tengan que acudir al programa de María Jiménez. No a los demás.
Bien por María Jiménez. Queremos a María Jiménez. Y como escribimos una vez mi amigo J.Q. y yo para un guión: «Al César lo que es del César, y a María Jiménez… ¡un whisky doble!»
SALUD.