Solo un capítulo más Solo un capítulo más

Siempre busco la manera de acabar una serie cuanto antes... para ponerme a ver otra.

Archivo de noviembre, 2013

La España de Boardwalk Empire

No hay spoilers, pero sí pistas. Lee bajo tu responsabilidad 🙂

¿Os habéis sentido frustrados alguna vez con el final de una película o una serie? O incluso con los últimos segundos de una temporada. Todo después de haber estado con la boca abierta en algunos momentos de un episodio. E incluso de haberte estremecido con una o varias escenas. Es decir, cuando tras haber flipado de cojones luego te sale del alma ciscarte en lo primero que se te ocurra y hasta de golpear levemente algo. b5

El relato anterior responde a las reacciones que me provocó el último capítulo de la cuarta temporada de Boardwalk Empire. Esta entrega ha sido maravillosa en su conjunto. Este episodio, como algunos otros, logró que se me pusiesen los pelos de punta, con ejemplos como lo que ocurre con la hija de Chalky White (Michael Kennet Williams). Pero el final, esos últimos segundos con Richard Harrow (Jack Huston) como protagonista, me jodieron el día. Me fastidió mucho. En otras palabras: fue glorioso.

b4Ha sido la confirmación de que Boardwalk Empire es una de las mejores series de la actualidad. Y la prueba de que, tras el listón tan alto que puso el año pasado un villano tan poderoso como Gyp Rosetti (Bobby Cannavale), los guionistas y responsables son tan buenos que son capaces de ofrecer otras tramas igual de maravillosas, dramáticas y entretenidas. Lo cierto es que el Dr. Narcisse (Jeffrey Wright) ha resultado muy efectivo, y no se le puede pedir más. Su frase en un episodio resume todo: «La verdad es la que aquellos que están en el poder deciden que sea». Otra prueba más de lo bien que se pueden hacer las cosas.

Y no han sido pocas. Los momentos impactantes han sido escasos, pero seleccionados y cuidados para lograr el rechine de dientes. Así nos pasó con la tragedia que le toca vivir a Al Capone (Stephen Graham), por medio de unos minutos que deberían estudiar todos los que quieran dedicarse a la ficción. La violencia que propone no es de cualquier tipo. Está perfectamente justificada y es reflejo de lo que se vivió en aquellos años. Pasa lo mismo con la brutalidad. Es lo que había.b1

Los futuros actores también han tenido clases magistrales durante los 12 episodios. Con muchos personajes, algunos nuevos, como William Thompson (Kevin Csolak) y Sally Wheet (Patricia Arquette), que están espléndidos (hay que esperar para ver qué juego dará Edgar Hoover (Eric Ladin)). Pero madre mía con Michael Shannon. Joder. Lo del estadounidense es de otro planeta. La transformación que ofrece en los últimos capítulos es el ejemplo de cómo debe ser un intérprete. Pasa de ser un don nadie abrumado por lo que está viviendo a ser un tipo temible en pocos segundos por la misma razón. De George Müller a Nelson Van Alden hay un trecho. Y él consigue que la distancia sea la mínima.

No tengo muchas más palabras para describir el 2013 que nos ha brindado Boardwalk Empire. Solo caben los elogios. Pero lo que sí se puede hacer es extraer las similitudes de un producto inspirado en la realidad como este con el mundo actual. En concreto, con lo que acontece cada día en España. Nos sobran rasgos del New Jersey, o de EEUU en general, de los años dorados del crimen. Por suerte, el asesinato por estos asuntos no prolifera. Aunque se emplea la forma más efectiva para hundir al resto: valerse de la economía, del dinero de la gente.

Las similitudes entre la serie y el país

b3Y es que en España tenemos muchos aspirantes a mafioso. Somos el país donde el mangante y el corrupto cuentan con el apoyo del voto y el beneplácito del militante. En el que existe un partido donde un centenar de sus militantes y exaltos cargos están imputados por, presuntamente, haber metido la mano donde no les corresponde y haberse enriquecido con ello. O por, supuestamente, conceder el contrato del servicio que se tercie al amigo constructor que otorga la dádiva a cambio. Tampoco nos olvidemos de la plaza en el consejo de administración para el retiro dorado por los servicios prestados, o de los regalos de trajes, coches o décimos de loteria premiados por ese favor o esa firma tan oportuna.

En la mayoría de casos los implicados son presuntos por el momento. Pero también los hay condenados. Y menos mal que el alcohol no está prohibido hoy en día como sí ocurre en los años 20 reales que Boardwalk Empire nos cuenta desde la ficción, que si no… Pero tenemos nuestras propias corruptelas. Lo más triste es que se puedan comparar tramas ficticias o no de la serie de HBO con lo que va destapándose en España.b2

¿Quién sería nuestro Nucky Thompson? Llamando a la puerta para hacer el papel de Steve Buscemi podríamos tener a Carlos Fabra (ya condenado) o José Luis Baltar, por poner dos ejemplos de aparentes secundarios en política que en realidad son los que manejan el engranaje. Esos que negocian los flecos que interesan o enchufan a familiares o a aquellos que les pueden servir en el cotarro que creen es suyo.

La concesión de licencias, contratos u obras ya mencionada no es ajena a la España de Boardwalk Empire. Los Arnold Rothstein (Michael Stuhlbargautóctonos podrían ser los encarcelados por la trama Gürtel, como ‘El Bigotes’ o Francisco Correa, esos a los que siempre acompaña la suerte. Aunque en algún momento se les puede acabar. No hay que pasar por alto al gobernante pelele puesto para hacer el trabajo sucio y que no se desgaste el que de verdad manda. ¿Cuántos tenemos de esos? Solo hay que pensar en algún ministro y varios alcaldes o alcaldesas.

b7Policías corruptos no nos han faltado en nuestros últimos años. Los de la serie dan palizas, e incluso matan, o recolectan los sobres para sus jefes con contundencia. Para los primeros ya tuvimos a los GAL. En los segundos se me viene a la cabeza aquel famoso ‘sheriff de Coslada’.

Pero lo que tiene este país es que puede superar hasta a la historia más brutal en cuanto a corrupción y gánsters. Quizá, de haber existido un sistema de seguridad social, unos cuantos se habían apropiado de los dineros que estaban destinados a los parados por medio de EREs fraudulentos. Ya tenemos nuestra propia trama a aportar a cualquier ficción.b6

En lo que no podemos aportar más es en historias de sobresueldos en negro para compensar a los miembros de la organización. Eso es más viejo que la firma en la servilleta. Pero al menos que no se diga que no hemos estado a la altura en ese aspecto.

Solo se puede sentir tristeza al encontrar tantas similitudes entre una serie basada en el crimen y lo que ocurre el país en el que vivimos. Pero nosotros nos lo hemos buscado. Porque se lo hemos permitido. Y luego, si se les levanta un zapato, saltan los remilgados. A mí me parece peor que ellos no hayan notado la crisis y nosotros sigamos en la miseria. Ni los guionistas de Boardwalk Empire lo hubiesen dispuesto mejor.

Almost Human, la última serie del plasta de JJ Abrams

Ser prolífico está muy bien. De hecho, es lo ideal para descubrir que tienes más ideas de las que creías y con las que puedes generar situaciones o crear un mayor número de cosas de cualquier tipo. Pero también es un riesgo. Porque puedes acabar siendo un plasta. Y eso se traducirá en que lo que pretendes ofrecer, solo por tu nombre, lleve a la disuasión en lugar de a la incitación.

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Eso es lo que le está pasando a JJ Abrams. Que cada vez da más pereza ver una serie en la que esté involucrado de alguna manera. Su talento está fuera de discusión, pero eso no le ha impedido pergeñar auténticos truños en los últimos años. Y aunque haga algo medio decente, el prejuicio va a estar ahí. La culpa es solo suya. Ahora, como productor ejecutivo, nos presenta Almost Human (creada por J.H. Wyman).

Esta serie futurista ambientada en un 2048 en la que la tecnología ya no se puede regular y donde los policías van acompañados de un robot que les sirve de compañero y escudero huele a Abrams por las características que acabo de exponer. Es todo muy del director estadounidense. Las armas imposibles, los transportes de ensueño, teléfonos y ordenadores autosuficientes a disposición de todos, edificios del mismo estilo… Todo es marca del creador de Lost o Alias.

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Almost Human cuenta la historia del detective John Kennex (Karl Urban, Éomer en El Señor de los Anillos), un rudo policía (cómo no) que tras ser emboscado por un grupo terrorista en una misión se pasa en coma casi dos años. Las consecuencias de aquel ataque fueron la caída de prácticamente todo su equipo y la pérdida de una pierna en lo que a él respecta. Tras ese tiempo, y haciendo uso de un médico clandestino, se vale de las herramientas de la época para intentar descubrir quiénes estuvieron detrás de todo lo que le ocurrió. A la vez, deberá reincorporarse a su puesto, y como compañero acabará teniendo a Dorian (Michael Ealy). Un modelo de robot antiguo que, al contrario de los que usa el resto, fue diseñado para ser lo más humano posible. Con las ventajas y problemas que eso conlleva. Para resolver los casos contarán con la ayuda de la agente Valerie Stahl (Minka Kelly) y del científico Rudy Lom (Mackenzie Crook, Orell en Juego de Tronos), a la vez que estarán supervisados por la capitana Sandra Maldonado (Lili Taylor).

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La serie ha emitido hasta ahora tres episodios, y he de decir que resulta entretenida en algunos momentos. Pero es que se hace muy cuesta arriba. A pesar de que su duración está por debajo de los 45 minutos, en ocasiones no se ve el final del episodio. Acción no falta, claro está. E incluso el ritmo es aceptable. Lo que falla es el desarrollo de las tramas y los guiones, que son los responsables de ralentizar todo lo que acontece. Su otro problema es que esto ya lo hemos visto. Sí, la típica ficción policiaca de capítulos de duración asumible y casos más o menos originales. Solo que ahora esto ocurre en 2048.

A favor tiene que detrás de ella están los mismos que nos regalaron Fringe, que no son otros que Abrams y Wyman. La serie paranormal de Fox era una genialidad absoluta (y cómo la echamos de menos), y también tuvo sus capítulos tediosos e interminables. Pero era novedosa, y las interpretaciones y la ambientación eran tan espectaculares que compensaban el resto. En Almost Human hay reminiscencias de Fringe, como es obvio por su paraguas de época futura. Pero ni se me pasa por la cabeza compararlas. Por favor, que no podemos poner a Mackenzie Crook al nivel del maestro John Noble, por mucho que hagan un rol similar de doctor sabelotodo.

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¿Se puede ver y soportar Almost Human? Quizá. Depende de cada uno. Por ahora la voy a conservar. Pero es que recuerda a otras tantas ficciones de ese estilo que hemos visto pasar sin pena ni gloria, donde los policías resuelven situaciones aparentemente complicadas con más o menos facilidad. Y ese hueco ya lo tenemos cubierto con Person of Interest, que es la reina actual de este género tan manoseado.

Si Almost Human acaba fracasando no será culpa del pesado de JJ Abrams. Pero su presencia como productor de por sí no invita a verla, y todos los aspectos de su cosecha que él haya incluido habrán contribuido al descalabro. Quizá alguien debería decirle a Abrams que se centre en Star Wars para que busque la forma de que le salga algo decente. Porque si también la caga con ese transatlántico llamado La Guerra de las Galaxias el vestigio de la pereza será indeleble a su nombre. Que pare de involucrarse en series por un tiempo, en serio. Plasta.

Diez razones por las que Downton Abbey es la mejor serie de época que existe y existirá

Mogollón de spoilers. Si no habéis visto la cuarta temporada, no leáis.

La cuarta temporada de Downton Abbey acabó hace casi dos semanas. Nos queda por ver el especial de Navidad, en el que siempre pasan cosas importantes. Aunque los que mandan en Antena 3 sean tan cortitos como para no haber emitido aún el del año pasado, por lo que mucha gente no sabe qué ocurrió con uno o varios de los personajes en ese episodio navideño. En cualquier caso, en esta ocasión voy a optar por glosar en puntos para ofrecer mis impresiones sobre esta cuarta entrega de la serie de ITV. Downton Abbey es la mejor serie de época que existe porque:

1. Ha logrado mantener el tipo tras la marcha de un personaje esencial como Matthew Crawley (Dan Stevens). Directamente, no se le echa de menos. Su muerte en circunstancias trágicas en el especial de Navidad de 2012 hacía pensar que íbamos a notar el primer vacío en esta serie tan coral. Y no ha sido así. Como se dice, «el muerto al hoyo y el vivo al bollo».Dwn2

2. Las tramas no paran de mejorar. Ofrece tantas que no te deja pensar en lo que no están. Y hay para todos: los líos de la prima Rose (Lily James), la enemistad de Carson (Jim Carter) con su antiguo compañero de tablas, la niñera mala que desprecia a la hija de Branson (Allen Leech) y Sybil (Jessica Brown Findlay) por ser «la hija del chófer», la conspiración de Thomas (Rob James-Collier) con Baxter (Raquel Cassidy) para que le ejerza de espía… Lo que ha quedado sin explicación (oficial, no en la trama) es la huida de O’Brien (Siobhan Finneran). Pero tampoco es que fuese un personaje muy querido.

3. Ha pasado del llanto al puro entretenimiento. Con todo lo que lloramos a Sybil la temporada pasada, y la puntilla de Matthew, en esta ocasión no hemos tenido que lamentar tragedias similares. Aunque sí impactantes, pero que merecen espacio aparte. En los ocho capítulos, Julian Fellowes ha logrado entretener a la vez que enternecer. Y eso, y más aún hoy en día, lo consiguen muy pocas. Dwn5

4. Hemos vivido el drama de Anna. La violación de Anna (Joanne Froggatt), la doncella de Lady Mary (Michelle Dockery) por el chófer de Lord Gillingham ha marcado sin duda esta temporada. El tratamiento de un asunto tan delicado en un guión ha sido perfecto por parte de Fellowes. Todos han estado en su sitio (Mrs Hughes es la abuela ideal). Y sí, todos teníamos ganas de que Bates (Brendan Coyle) se enterase y mandase al violador al otro barrio. O de que le pusiesen en vergüenza delante de su jefe y la familia Crawley. Tendremos que esperar al especial para dilucidar si Bates tiene algo que ver o no en su muerte. Pobre Anna.

5. Al fin, se toca el tema de los privilegios de la aristocracia. Ya no vale eso de «hay que tener en cuenta que los nobles están acostumbrados a vivir de una manera». Son ellos los que tienen que adaptarse a los nuevos tiempos, no al contrario. Aquí ha sido esencial la presencia de Charles Blake (Julian Ovenden), el encargado de auditar los terrenos de los lords para aclarar si pueden mantenerlos o no. Y ha sido un soplo de aire fresco que las ideas clasistas del clan Grantham se percibiesen. Dwn1

6. Se ha incluido la temática racial. La relación de Rose con el cantante de la banda de Londres que conoce en una noche de fiesta, Jack Ross (Gary Carr), nos ha permitido descubrir cómo se consideraba a los negros en los años 20 británicos. Si podéis, revisad las caras que ponen todos cuando le ven en la fiesta de cumpleaños de Lord Grantham. Aún así, se podría haber aprovechado mucho más. Espero que Fellowes se atreva en la próxima entrega, y no sea tan benevolente con la sociedad de aquellos años. Porque racismo había.

7. Branson, Mary y Edith al fin son importantes. El primero, tras las tribulaciones lógicas por la muerte de Sybil y ante el reto de criar solo una hija, se ha rehecho para adquirir importancia en la trama. Ahora, prácticamente está al cargo de la intendencia de Downton; y puede que se eche novia.

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La segunda, porque ha decidido ponerse unos pantalones metafóricos y mostrar otra cara distinta para intentar salvar los terrenos que su padre ha arruinado. Que ya no tenga un gesto agrio y cargado de acrimonia permanente se agradece, aunque es comprensible que muchos no la soporten.

En cuanto a Edith (Laura Carmichael), ha logrado desprenderse del sobrenombre de la «hermana fea» momentáneamente por la ciclotimia a la que se ha visto sometida por la desaparición repentina de su prometido y su embarazo inesperado. Pero es que Edith, en nuestros corazones, seguirá siendo la hermana fea y desagradable que no cae bien a nadie, aunque nos compadezcamos de ella.

8. Sigue haciéndonos creer que los lords son muy buenos y los sirvientes muy dóciles y dichosos de ser los que limpian, recogen y cocinan para otros por la tradición de consanguinidad. ¿O a alguien le resulta raro que todo lo que pasa en Downton es de cuento de hadas? Todo va a la perfección. Nadie se rebela ante el patrón ni tiene mala opinión de él. Los aristócratas son exquisitos con sus siervos. En otras circunstancias no colaría. Pero aquí sí.

9. Su elegancia y exquisitez nunca fallan. El cuidado en escenarios, vestuario e interpretaciones no para de mejorar en atractivo. Todo es magnífico y dan ganas de irse a vivir a esa época. Veremos a ver lo que dura.

10. Nos permite disfrutar a Maggie Smith. No recuerdo un personaje tan hilarante, necesario y sublime como el de la condesa viuda de Grantham. Y puede que no vuelva a existir otra Violet Crawley. El papel y los guiones son un regalo para la veterana actriz británica, claro está. Sus frases dan para un libro.Downton4

Algunas de sus mejores de este año son las siguientes: «Si hablamos de lógica no se me ocurre peor ejemplo que la aristocracia británica«; «No estoy familiarizada con equivocarme»; (cuando Edith le pregunta si es apropiado que haya un negro en su casa cantando): «querida, los que vivimos en el campo debemos tener cuidado de no parecer de provincias. Intenta que en tu tiempo en Londres se te pegue algo«; (cuando su hija Rosamund dice que quiere estudiar francés para llevar a Edith a otro país): «A Rosamund no le interesa el francés. Si quiere hacerse entender por un extranjero le basta con gritar». Que no nos la quiten nunca.

11. (BONUS) Tendremos quinta temporada. Y eso no está pagado con nada. Bueno, sí, con un ADSL.

Recuerdos (imprescindibles) de 2013: Banshee

Que esté próximo el cierre de 2013 significa que toca hacer balance. Con los ranking de lo mejor del año ocurre lo mismo que con la Navidad: cada vez empieza antes. Ahora, a mediados de noviembre, y sin mediación del Corte Inglés (para eso ya están los ayuntamientos). Mis preferencias en conjunto, los top 10, top 3, mejores o peores personajes, y demás retahílas tan típicas como el Belén, llegarán a final de año. Banshee

Lo que sí me apetece hacer, si me permitís, es rescatar todo aquello que hemos visto en estos 11 meses y que aquí no ha tenido espacio por cualquier razón. Es decir, todas las ficciones que creo merecen ser vistas porque son buenas o muy buenas. La de hoy pertenece al segundo club, y aún no sé si estará entre las 10 mejores del año. Pero apunta maneras. Se trata de Banshee.

Ban1El argumento es tan simple como efectivo: un ladrón llamado Lucas Hood (Antony Starr) que sale de la cárcel y que tiene cuentas pendientes con un gánster peligrosísimo al que robó. Por tanto, no le queda más remedio que salir por patas y esconderse en un sitio donde no puedan encontrarle. Vamos, que está jodido. Aun así, logra llegar a un pequeño pueblo llamado Banshee, en el que no todos le resultan desconocidos: allí está su exnovia y antigua compañera de latrocinio, Ana (Ivana Milicevic). Y ella no tiene ningunas ganas de verle porque ha rehecho su vida y ahora tiene una familia. En cualquier caso, tras una sucesión de hechos como los de Lemony Snicket, acaba siendo el sheriff.

Banshee es una serie de acción, cargada de violencia e incluso algo de gore, y en la que no se censura ni un ápice de las escenas de sexo. Es explícita en todo momento. Algo normal, dado que uno de los que está detrás es Alan Ball (Six Feet Under, True Blood), y como ya sabemos, no es amigo de suavizar las imágenes que ha de ver el espectador. Y menos mal que le tenemos a él para estas temáticas. Ban3

La mafia es otro tema recurrente en la serie (y quizá la razón por la que me haya gustado tanto). Los ‘malos’ son dos ricachones sádicos que no conocen la piedad y que utilizan los métodos más expeditivos y lacerantes que existen. Por un lado, Kai Proctor (Ulrich Thomsen), el capo del pueblo cuya tapadera es su planta de procesar carnes. Una afición a desollar y cortar animales que este matarife también aplica a sus enemigos. Su elegancia solo está en el traje, porque en el resto nada de nada. Por el otro, Mr. Rabbit  (Ben Cross), al que los dos protagonistas temen y que tiene claro que acabará con los que le robaron. Este sí es más fastuoso y educado. Aunque no sepa qué es la indulgencia.

Ban4Lo mejor de los 10 episodios que emitió a principio de año la cadena Cinemax es, cómo no, el ritmo. Todo sucede de una forma rápida a la vez que asumible, y la trama no para de avanzar con cada escena. Esto exilia el agotamiento habitual que se da en esta temática, donde en la mayoría no pasa nada durante todo el episodio hasta que llegan los últimos cinco minutos. Banshee es un no parar de situaciones de traición, de persecución o de confrontación. Tampoco se queda corto en hostias y sexo. El uso de flashbacks es la pieza que hace perfecto al engranaje, ya que nos permite enterarnos de dónde viene la historia y porqué está pasando todo lo que vemos.

Lo explícitas que son las escenas de violencia, eso que antes mencionaba, no es algo que esté metido con calzador. Los distintos momentos de pelea, ajustes de cuentas o simples palizas y asesinatos encajan a la perfección en el guión. Y si son tan crudas es porque de otra manera no serían realistas con el resto de lo que ofrece Banshee. El tercer capítulo es muy bestia, por ejemplo. Pero no se reduce a esto.  Ban5

Y es que las sorpresas, los giros argumentales, y la importancia que se arrogan algunos personajes que en un principio iban a ser secundarios la hacen todavía más atractiva. Si algo ha pasado al principio y parece que el culpable está claro, luego no es así. Todo sin resultar cantoso, claro está. También, los que parecían los segundones del resto, al final se hacen con un protagonismo que solo es capaz de superar el auténtico líder del reparto, que no es otro que el sheriff Hood.

Ban2Si tenéis ganas de emociones fuertes y ritmo a raudales, Banshee es perfecta para ello. Algunos de sus momentos recuerdan a Sons of Anarchy (aunque no llega al nivel de los moteros, claro). Para un mini maratón que te permita desconectar en las próximas fechas es ideal. Aunque casi mejor si la veis en soledad o pareja, que es un poco bruta.

El camino hacia la madurez de Arrow

Me ha costado, pero no he metido ni un spoiler

Transformar el interior del argumento de una serie manteniendo el fondo casi intacto es una maniobra complicada y arriesgada. Y puede que incluso temeraria. Está claro que toda ficción debe ofrecer una evolución en los personajes y sus historias personales mientras se respeta el fondo (aunque este también puede experimentar modificaciones). Pero si el carácter de ésta cambia de tal manera que al espectador le resulta completamente distinta hay que obrar con mucho tacto.

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Breaking Bad fue la maestra en esto. La madurez malvada de Walter White es el máximo exponente de cómo deben manifestarse unos cambios en un personaje tan poderoso en una trama. Gran parte del éxito de la inmortal ficción de AMC fue su eterno protagonista (porque las series y los personajes ficticios, como los poetas y sus poemas, nunca mueren), que pasó de ser de una manera a estar en la antípodas de esa bonhomía pretérita de las primeras temporadas. Fue de las pocas que logró hacerlo con éxito. Muchas otras lo han intentado y no lo han conseguido (si estáis viendo Homeland, lo sabréis). Y ahora una, salvando las distancias, ha dado en el clavo: Arrow.

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Puede resultar tópico y más de lo mismo. Pero el cariz que ha adquirido la serie de The CW es el de un drama atractivo a la vez que entretenido; interesante y con implicaciones morales. Y donde las trivialidades han desaparecido. Arrow se ha hecho mayor. Se ha vuelto seria, en definitiva.Y es que aunque una historia sobre un superhéroe pueda resultar banal en comparación con el resto de productos actuales, sí se puede aspirar a que ésta tenga un argumento realista y plausible. Arrow lo ha hecho con un paso adelante impresionante en su segunda temporada. Ya no es el acróbata con una fuerza bruta que asesinaba a todo el que supuestamente lo merecía valiéndose de su habilidad con el arco y las flechas. Ahora es un chico normal, traumatizado, que aprovecha sus habilidades para intentar hacer un bien.

El giro ha consistido en algo tan sencillo como darle más importancia a las historias que a la acción. Ésta no desaparece, ya que entonces las tramas dejarían de tener sentido. Simplemente pierde impacto en favor de la complicada vida de Oliver Queen (Stephen Amell) y de las consecuencias que  para tuvieron para él los acontecimientos del final de la primera temporada.

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Arrow (emitida en España por Antena 3) ya era adictiva por sus peleas y su vertiginosidad. Ahora lo es por el gancho de sus guiones y las magníficas situaciones que cuenta capítulo tras capítulo. La inyección de pequeña dosis de realismo que necesitaba ha provocado el efecto deseado, aun con la llegada de otra superheroína a Starling City. Y es que esto parecía indicar que íbamos a tener una temporada calcada a la anterior, donde las hostias como panes serían las dueñas del desarrollo. Pero no, por suerte. Sorpresas tampoco han faltado.

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Esto hay que agradecérselo a la reaparición de personajes que creíamos desaparecidos, un hecho que permite añadir otras ideas al conjunto argumentativo ya existente. No solo porque dan juego, que es obvio. La clave está en cómo Oliver ha de lidiar con las nuevas situaciones que se le presentan. En que ahora no todo es acabar con los malos y salvar la ciudad. Ahora se trata de afrontar todas las cuentas pendientes de las que se había librado por el momento. La mala fortuna de su madre (Susanna Thompson), la inmadurez de su hermana Thea (Willa Holland) y la temeridad del novio de ésta, Roy (Colton Haynes), son temas con los que antes no le había tocado tratar.

Porque ser un superheroe no mola. Ahora Green Arrow se ha cargado con la responsabilidad de llevar a cabo sus misiones sin olvidar que antes ha quitado muchas vidas, lo que le lleva a obligarse a no causar daños mortales y a ser más precavido a la hora de escoger a sus objetivos. Una decisión que a la vez le provoca un trauma, ya que en esto es lego. Y es que los nuevos malos de esta temporada son de todo menos indulgentes. Si cae en sus manos, le matarán. Pero él se ha prohibido hacerlo. Esta dicotomía nos trae grandes momentos de profundidad. Y no solo para él.

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Y es que, al fin, los secundarios empiezan a cobrar importancia en el desarrollo de Arrow y dejan de ser los consortes. Que la ficción se vuelva más coral favorece las interacciones, y por tanto, que veamos otro tipo de argumento. Cuanto más Diggle (David Ramsey) y Felicity (Emily Bett Rickards) tengamos más disfrutaremos. Ya lo hacíamos con Laurel (Katie Cassidy) y el detective Lance (Paul Blackthorne). Y las interesantes incorporaciones del concejal Sebastian Blood (Kevin Alejandro) y la otra superheroína son muy prometedoras. Las digresiones con la idea principal siempre son bienvenidas.

Aunque lo más revigorizado es la trama paralela de la isla. Que veamos mucho más a Slade (Manu Bennett) y Shado (Celina Jade), que nos muestran porqué Oliver es así ahora, es otro de los tantos que se pueden apuntar los guionistas. El interés por aquellos sucesos es exponencial. Y después de ver lo que nos han mostrado en los episodios emitidos hasta el momento, vamos a tener incluso mono por saber más.

Arro3En definitiva, Arrow ahora cuenta la historia de la decadencia de un niño rico cargado de responsabilidades oficiales y clandestinas que descubre que no está solo en el mundo. Y que todo lo que hace tiene consecuencias para el resto aunque no lo pretenda.

Ninguna serie de ficción puede trasladarse a la realidad. Mucho menos la de un chaval que se pasa cinco años desaparecido en una isla y regresa convertido en un justiciero a la vez que le toca hacerse cargo de la multinacional familiar. Pero siempre te pueden incitar a sumergirte en su universo. Y Arrow atesora ese poder.

Breathless, la Mad Men británica de doctores y enfermeras

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Que Reino Unido se está comiendo a Estados Unidos en cuanto a producción de series es un hecho. Uno muy agradable, por cierto. La receta del éxito no tiene ningún misterio. Es tan sencilla que cualquiera con un mínimo de lógica y conocimientos televisivos puede dar con ella. A saber: temporadas cortas que no pasan de ocho capítulos, una duración que no supera la hora, y actores consolidados que tienen decenas de proyectos a la vez y que cuentan con un bagaje encomiable; y que además no son unos acabados del cine que son rescatados para intentar aprovechar su tirón en la televisión.

De lo que no se libran en tierras británicas es de las comparaciones con sus amigos del otro lado del charco. Pero estas suelen ser buenas. Otro síntoma de lo bien que lo están haciendo. La última en ser equiparada a una maravilla es Breathless, emitida por ITV, y a la que podríamos denominar como la Mad Men británica. Una ficción que no es tan densa y que lleva al espectador a reflexionar sobre el aborto.

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Y es que el contexto de los años 60 y la elegancia de sus protagonistas en todos los sentidos lleva a que sea ineludible ver en ésta rasgos de la serie de AMC. Aquí todos visten también de forma impecable (ellos trajes como un guante y ellas vestidos preciosos) y son exornados hasta para fumar. Sí, fumar es una mierda, pero en ciertas personas resulta muy llamativo por lo bien que les queda.

En Breathless la acción se traslada a un hospital del Servicio Nacional de Salud británico, donde médicos y enfermeras cumplen con la tradición no escrita de casarse entre ellos. El protagonista absoluto es el doctor Otto Powell (Jack Davenport), un ginecólogo hábil, guapo y progresista que está por encima del resto por todo lo anterior. Y es que es el mejor del hospital, el más atractivo, y el que tiene la vida más perfecta en apariencia.

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Sus convicciones son las que le llevan a quebrantar la ley si resulta necesario. Y es que, en pleno 1962, el doctor Powell se dedica a hacer abortos clandestinos a mujeres que reclaman sus servicios. Todo con la mejor asistencia y la máxima salubridad y seguridad posibles. Porque, según dice, «la ley hace miserables a las personas y miserables a las mujeres» por los obstáculos que ofrece. Y lo hace aunque eso sea un baldón para la sociedad del momento. A esto se suma un terrible secreto sobre la guerra de Chipre, en la que participó, y su relación de simple cordialidad con su esposa Elizabeth (Natasha Little). Y eso que tienen un hijo en común.

Solo con la historia de Powell se entiende que el lema de la serie sea ‘vidas perfectas construidas sobre mentiras‘ (perfect lives built on lies). Porque no es el único. La otra protagonista, Jean (Zoe Boyle, Lavinia en Downton Abbey), una enfermera que también se suma al club de casarse con un médico, tiene lo suyo.

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Su prometido, el doctor Richard Truscott (Oliver Chris), no es ni un santo y ni mucho menos el marido perfecto. Y ella le oculta pasajes de su vida, tales como la situación de su padre o que tiene una hermana, Angela (Catherine Steadman). Esta última será la que dé un giro a las vidas del resto con su aparición, ya que será la nueva enfermera del centro y su belleza no pasará desapercibida para el doctor Powell.

A las tramas se suma la de otra pareja, como la que forman el doctor Enderbury (Shaun Dingwall) y Lily (Joanna Page). El primero es el mejor amigo de Otto Powell y su ayudante en los abortos clandestinos, y su compañera es otra exenfermera. Su relación, en apariencia envidiable, no lo es tal, ya que están tiesos de dinero y la inseguridad de él no les permite avanzar. Por si fuera poco, tampoco han logrado tener hijos.

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El otro atractivo de Breathless es ver en un registro completamente distinto a Iain Glen en su papel del inspector Ronald Mulligan. Sí, Glen es sir Jorah Mormont, nuestro querido ‘pagafantas del mar Angosto’ en Juego de Tronos. Aquí es un policía traumatizado que tiene cuentas pendientes con el doctor Powell, y que intenta destrozar su vida por todos los medios. Aunque para ello tenga que implicar a otras personas.

La fachada de vida perfecta de los personajes y los quebrantos que soportan es la otra semejanza con Mad Men. Los médicos y las (ex)enfermeras protagonistas no llegan a ser taciturnos, pero sus traumas personales les hacen ser vulnerables a casi todo.B3

En Breathless las historias son muy entretenidas a la vez que interesantes. Otro logro es que te da pie a pensar que estás viendo algo muy culto, lo que te hace sentirte muy bien contigo mismo. Pero ésta es aceptable para todo el mundo (ya sabemos que muchos no pueden con Mad Men). Y da mucha alegría ver tanta distinción en las interpretaciones, los escenarios y el vestuario.

A las series les pedimos que nos hagan reflexionar sobre al menos una cuestión. Y Breathless lo consigue con su trama de la interrupción voluntaria del embarazo. Sin duda estamos ante uno de los grandes aciertos del año. El argumento de ginecólogos y enfermeras con vidas que otros querrían pero que en realidad sufren muchos sorprende gratamente. Y más desde la óptica en que se afronta, en esos años 60 conservadores (y eso que Reino Unido siempre ha sido de los territorios más abiertos). Hay que verla.

Fotos: Facebook de Breathless

Sucesos y debates interesantes en la serie danesa Dicte

En los países nórdicos llevan mucho tiempo haciendo las cosas bien. No solo me refiero a su sistema social, claro está. Tener garantizada educación de calidad y profesores que han de pasar pruebas como un médico para llegar a serlo, sanidad garantizada y asistencia del Estado para casi todo son contrapartidas al frío y a que sea de noche casi de forma permanente durante la mitad de un año. Y si ya, encima, les están ofreciendo entretenimiento de calidad de todos los tipos, se convierten en lugares a los que admirar todavía más. Dicte2

La novela negra nórdica no es algo de hace cinco años, aunque Stieg Larsson y Millenium la hicieron más visible. Camila Läckberg con Fjällbacka Morden ayudó a ponerla todavía más en el mundo. Y así otros muchos autores. Adaptar todo lo anterior a la ficción televisiva o cinematográfica era cuestión de tiempo. Aunque no todas esas novelas hayan corrido la misma suerte, ya que por ejemplo la de Millenium en el cine deja mucho que desear. Por suerte, llegaron a la televisión Borgen, Forbrydelsen (The Killing) y Bron/Broen, que por supuesto tendrán su espacio aquí próximamente. Las anteriores inauguraron lo que podríamos llamar la serie negra, por hacer el símil con la novela. La otra novedad a la que hay que prestar atención y que se puede encuadrar en esa categoría es danesa, la emite TV2 y se llama Dicte.

Dicte4Benedicte (Iben Hjejle) es una periodista de sucesos que hace lo necesario por hallar la verdad. Es decir, que quiere cuanta más carnaza mejor para así satisfacer a sus jefes y tener la primera página del periódico en la que trabaja. Pero la historia personal de Dicte está marcada por el drama.

Sus padres, testigos de Jehová y ultra-religiosos, la obligaron a dar en adopción al niño que dio a luz cuando tenía 17 años porque el padre no era de su credo. Poco tiempo después dejó atrás ese ambiente y por consecuencia a sus padres. Ahora, 24 años después, ha regresado a su localidad natal, Aarhus, para trabajar en el nuevo periódico. Por lo que le toca enfrentarse a su pasado e intentar averiguar qué fue de su hijo a la vez que afronta una nueva vida junto a su hija Rose (Emilie Kruse) tras divorciarse del padre de esta, Torsten (Lars Ranthe).dicte3

En su faceta periodística para escarbar donde sea necesario para desentrañar el suceso que toque se topará con el detective John Wagner (Lars Brygman). Como es obvio, Wagner intentará impedir que obtenga pruebas para así publicarlas. Pero la implicación de Dicte va más allá del prurito profesional, ya que realmente quiere resolver los casos por su vena de detective frustrado. Por tanto, a ambos no les quedará más remedio que colaborar a la vez que se ponen zancadillas. Y es que uno es necesario al otro, y viceversa.

Dicte5En Dicte (10 capítulos en su primera temporada, con una duración de 45 minutos cada uno) se parte de la base del periodismo de sucesos más rastrero y vergonzoso. Ese en el que los jefes quieren saber hasta qué comían los muertos el día en el que fenecieron. Pero esa es una realidad más de las que muestra. Porque la serie trata muchas temáticas y presenta debates muy interesantes.

Así, trata cuestiones como la gestación subrogada (o vientres de alquiler), el radicalismo religioso y lo que conlleva, las sectas, el tráfico de órganos o los abusos a menores. Una retahíla de temas que comparten su carga moral y que dan mucho que pensar. Y es que te dejan en la cabeza preguntas como «¿Esto es aceptable?», «¿En qué siglo vivimos?» o «¿Por qué me ha de parecer mal?». Y así todo el rato.

Pero el debate más polémico e inquietante es el de la xenofobia. Tras preguntar a expertos en Europa como Nacho Segurado, entre otros, no he llegado a una conclusión sobre qué lectura pretende ofrecer Dicte de este asunto. Y es que miles de bosnios emigraron a países como Dinamarca huyendo de las guerras en la antigua Yugoslavia, y allí se quedaron. Lo que no tengo claro es si les aceptan o por contra son tan radicales que les consideran una ‘plaga’.Dicte1

Esta duda viene de varios momentos en los capítulos en los que se apunta al instante a los inmigrantes como los malos. E incluso sirve como agravante que lo sean a la hora de buscar sospechosos. «¿Sabes qué es? Inmigrante» o «Es bosnio, hay que echarle un ojo» son frases que aparecen en varias escenas. El dilema estriba en si con esto se pretende denunciar esa xenofobia recalcitrante entre la población danesa o si tratarles así responde a la aceptación social y está bien visto por gran parte de la población. Me quedaré con la incógnita hasta que me decida a ir. Como dato, los partidos conservadores daneses no paran de subir en las encuestas.

Dicte es entretenida, pero no la elevaría a maravilla. El calificativo que sí merece es el de interesante. Porque cualquier serie que dé que pensar lo es. Y esta lo hace sobre temáticas con las que creo que nuestras madres sufrirían, dado el protagonismo de los hijos y los bebés en las tramas. También estimo que algo así podría hacerse en España perfectamente. Pero simplemente a las cadenas no les da la gana cambiar sus comedias costumbristas por otro tipo de producto que a lo mejor funciona. Historia de la marca España televisiva.

Fotos: Facebook Oficial de Dicte

El final ‘alternativo’ de Breaking Bad

Por la red circula un final alternativo de Breaking BadUn cierre opcional a una de las mejores series de la historia en el que Walter White (Bryan Cranston) pasa a ser otro personaje mítico de la televisión. Y mejor no destripo más. Este broche a la ficción, que camina entre lo estrambótico y lo cómico, quizá os recuerde al de otra serie española. Aunque realmente está basado en el final de otra histórica comedia estadounidense.

El dilema moral de David Tennant en The Escape Artist

¿Por qué un abogado defiende a un culpable? ¿Por qué poner en juego su imagen por representar a alguien que él mismo sabe que ha cometido el crimen del que se le acusa? «Todos tenemos derecho a una defensa», es el aforismo de estos casos. «Todo el mundo es inocente (o no culpable) hasta que se demuestra lo contrario», es el otro mantra. También hay que pensar que un gran sector de abogados vive de lograr que alguien sea condenado o salga absuelto.

Escape1Al final todo se reduce a la ley. Debemos aceptar que cualquiera tiene derecho a ser defendido ante un juez. Hay que asumir que alguien al que todos los indicios apuntan como culpable puede ganar el juicio y salir a la calle gracias a la habilidad de su letrado, que apura todos los vacíos y resquicios legales para lograr su objetivo.

Antes de seguir metiéndome en jardines por hablar sobre un tema del que no tengo ni idea, aviso de que lo anterior tiene que ver con las serie de este post. Y es que The Escape Artist plantea un dilema interesante a la vez que peligroso: la del asesino que queda libre gracias a su abogado aunque sea culpable. Dejándole las manos libres para que pueda volver a cometer un crimen. Y todo en nombre de la ley. El argumento tiene reminiscencias de un asunto muy reciente en España que involucra a tribunales internacionales. Seguro que os suena.

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The Escape Artist es una miniserie de tres capítulos emitida por la BBC que cuenta la trágica historia de Will Burton (David Tennant), un abogado que no ha perdido ningún caso a pesar de que le ha tocado defender a la escoria más selecta de Reino Unido. Su habilidad y su buena fama provocan que le coloquen el sobrenombre de ‘The Escape Artist’, en una referencia explícita al mago Houdini por sus números de escapismo. Su filosofía radica en que hay que defender a todo el que lo necesita, y en su despacho nunca se dice que no a nadie.

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Será entonces cuando le reclamen para defender a Liam Foyle (Toby Kebbell, le recordaréis por The Entire History of You, el tercer capítulo de la primera temporada de Black Mirror), un joven misántropo con una sonrisa escalofriante que es el principal sospechoso de haber asesinado de forma brutal a una estudiante. Will nunca deja entrever lo que piensa, ni se lo dice a su cliente, pero intuye que Foyle es culpable. Y aun así, le defiende, aunque le provoque renuencia y no se atreva ni a estrecharle la mano. Con lo que no cuenta el protagonista es que su filosofía de darlo todo por presuntos criminales que tienen todo en contra puede llegar a volverse contra él. Y que entonces le tocará sentir las hieles de la derrota.

¿Por qué es tan bueno David Tennant?

Como se vislumbra, todo gira en torno a David Tennant. Reconozco que soy neófito sobre su carrera, ya que no le he visto tanto como se merece (no he visto Doctor Who, y tengo pendiente Broadchurch). Donde sí le vi fue en Spies of Warsaw, en la que estaba impecable y demostraba que es un genio. En The Escape Artist vuelve a hacer magia ante la cámara. Y es que solo con la presencia del actor escocés ya tenemos garantizada una serie de calidad.

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David Tennat no tiene un vozarrón, no es guapo, y es algo desgarbado. Tampoco resulta carismático a simple vista, ni parece un ligón. Pero tiene algo. Ese rasgo invisible que le hace ser tan atractivo para el espectador. Atrapa como nadie (algo que comparte con Benedict Cumberbatch). Te provoca tal empatía que te sumas a su causa con solo dos frases que suelte. Es tan bueno…

El mayor logro de The Escape Artist es que no nos sintamos atraídos por el malo, como suele ocurrir en la mayoría de ocasiones. Y es que el mamón de Toby Kebbell acojona. Se te eriza el vello al verle en pantalla, y sobre todo cuando hace la mueca de sonreir. Porque sabes que algo va a pasar cuando Liam Foyle está en escena. El actor inglés se ha convertido así en candidato a ‘villano del año’ por este personaje, que es el típico gilipollas huraño con el que nadie se quiere mezclar. “No soy una persona muy agradable”, dice él mismo en el primer episodio. Y así lo demuestra.

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Se trata de la enésima maravilla en forma de miniserie de la BBC. Un prodigio televisivo empapado de la calidad de David Tennant. Todo gracias a un argumento interesante con un dilema moral y judicial, unas interpretaciones bestiales, y una carga emocional con la que muchos pueden derrumbarse. El resultado es inmejorable.

Esto último puede llegar a generar un debate peligroso. Especialmente si esta serie cae en manos de gente que se toma como realidad una historia de ficción (ante esto, mejor leer este artículo de Ernesto Filardi). Me refiero a esa dicotomía entre ley judicial y justicia popular. La que lleva a que familiares de una víctima concreta pidan que se incrementen penas bajo el pretexto de que “no salga barato” matar a alguien, o incluso a exigir el incumplimiento de una sentencia si no les satisface.

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Porque, como es obvio, para un familiar nunca existirán suficientes condenas de cárcel para el que les ha arrebatado a su familiar. Y puede que sientan que la ley es injusta. Porque alguien que tenga ese particular sentido de la justicia y confunda una serie de televisión con la vida diaria puede emplear The Escape Artist como asidero para justificar su postura. No sería sorprendente. La ley te puede dar y te puede quitar. Pero si apostamos por eludirla y optar por otra vía, caemos en el ojo por ojo. Aunque la ley del Talión nos resulte lo más adecuado, no es la que debería regir entre las sensibilidades de un país civilizado.

La perfección en tres capítulos

Existe algo mejor que el desarrollo de los tres episodios: el final. La última media hora de The Escape Artist es para enmarcar. Merece ser guardada, expuesta a todo el mundo y visualizada por todos los estudiantes cuyo futuro se proyecte a la ficción, la televisión o los medios. Es en esos minutos cuando Tennant saca todo su arsenal interpretativo para asombrar y dejar claro que también sabe emplear la malicia, el maniqueísmo y el maquiavelismo. Para dejar claro que puede hacer lo que le dé gana con su expresión corporal. Un logro que pasaría más desapercibido si la miniserie no fuese tan brutal.

Escape6Al menos a mí me parece la mejor serie de lo que llevamos de año efectivo (y de temporada desde septiembre, también). Las razones son las mismas que he esgrimido anteriormente. El peso de Tennant es perentorio, claro. Pero el mérito es compartido: todos los actores y actrices están perfectos en sus roles. Muchos de ellos ya nos resultan conocidos, como Anton Lesser (Endeavour), Michael Cochrane (Downton Abbey) o Sophie Okonedo (Mayday).

Actores, un protagonista insuperable, una ambientación acertadísima y un guión novedoso hacen que esta serie de abogados defensores que logran que sus clientes, aun estando seguros de que son culpables, salgan a la calle, haya resultado lo que muchos llevábamos tiempo esperando. Esa maravilla que le exigíamos a este 2013.

Comedias sobre padres que te dejan tibio: Mom y Sean Saves the World

Siguiendo la estela de los post sobre comedias con las que no perder el tiempo y con las que pasar un buen rato, las dos ficciones que ocuparán este post podríamos encuadrarlas en la categoría de “comedias que meh”. Sí, sé que me expreso como un perezoso (el animal, no la cualidad), pero es que ambas me han dejado tibio. No sé si me gustan o no. Lo que me lleva a pensar si continuar con ellas o no. Mientras tomo la decisión, os cuento de qué van y ya me decís (si las habéis visto o no) qué hago al respecto. Se trata de dos que van de padres: Mom y Sean Saves the WorldMom3

Las damas primero. Mom va sobre Christy, una madre soltera de dos hijos que trabaja de camarera y cuya vida ha sido un desastre. Es lo que tiene tener una niña cuando eres una adolescente, luego tener otro crío con otro hombre distinto, y encima haberte dado a la bebida por no haber podido afrontar la presión que suponía una vida tan intensa. Para empeorar la cosa, resulta que se lleva mal con la niña, que el niño está en plena etapa de crecimiento con los problemas que eso conlleva, y que no se habla con su madre.

Su vida es tan caótica que se pone a llorar sin motivo aparente en cualquier momento, ya sea en su trabajo en un restaurante caro, o cuando va conduciendo. Para acabar de apuntillar el sainete, también se acuesta con su jefe, que solo le hace caso cuando su mujer no está en la ciudad. Todo esta casuística de madre soltera da lugar a un humor negro nada fino y poco inteligente (salvo en momentos muy, muy, puntuales). De hecho, su categoría podría ser la comedia chabacana y cruda. El sexo como barco en el que navegan los guiones tiene la culpa.

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Si ya os digo que la protagonista es Anna Faris (sí, la de Scary Movie), ¿qué opináis? Faris tiene el problema de que o te hace gracia o te parece una petarda. Y aquí está graciosa, pero en algunos momentos insoportable. El punto a favor puede ser la presencia de Allison Janney (cuatro Emmys por The West Wing), que cambia totalmente de registro para ser una abuela casquibana, exalcohólica y cara dura que intenta reconciliarse con su hija.

Los niños, Violet (Sadie Calvano) y Roscoe (Blake Garrett Rosenthal) no desmerecen tampoco y hacen un buen papel. Y hasta tenemos a Matt Jones (Badger en Breaking Bad), que imita a Betsy Brandt al pasar de una de las mejores series dramáticas de la historia a una comedia.

La disyuntiva sobre si continuar viéndola o no estriba en que a veces me río y en otras me parece una estupidez por completo. El guión tiene puntos, pero no os va a cambiar la vida. Ya me diréis qué opináis.

El regreso de Sean Hayes

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Sean Hayes, el sempiterno Jack de Will & Grace regresa para producir él mismo una comedia que lleva en su nombre. Estrategia que si viene de Estados Unidos vemos como normal pero que si se diese aquí nos llevaríamos las manos a la cabeza. ¿O es que vosotros os imagináis La serie de Antonio Resines o Jesús Bonilla salva el mundo?

En cualquier caso, Hayes protagoniza Sean Saves the World, ficción sobre un padre gay que ahora debe hacerse cargo de su hija después de que su exmujer se haya marchado a otro lugar por trabajo. Sí: es gay y presume de haber estado casado con una mujer con la que ha tenido sexo, lo que les ha permitido engendrar una niña guapísima. Y eso que todo el mundo menos él sabía que era gay antes de que pasase por el altar.Sean2

La responsabilidad (agobio) de tener a su hija ahora se suma a la presión que ejerce su nuevo jefe. Y eso que él es uno de los responsables de la tienda de moda online en la que trabaja. Pero eso no le priva de que el nuevo dueño, Max (Thomas Lennon), un tipo excéntrico y huraño al que todos temen, le atosigue.

Risas enlatadas y bromas sin aparente gracia aparte, la idea que ofrece Sean Saves the World es novedosa e inteligente. O al menos a mí me lo parece. Sus chistes son algo refinados, no hay groserías en los guiones, y todo lo que ocurre resulta bastante creíble. El problema es que no te ríes.

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Está muy bien hecha y es mínimamente inteligente, pero su humor es de Schrödinger: te ríes y no te ríes a la vez. Lo sientes por dentro pero no haces el ademán. Para asumir todo, Sean cuenta con dos de sus compañeros de trabajo, que son los que más le entienden; y con su madre, Lorna (Linda Lavin), la que le desespera y critica todo lo que hace. Aunque a su nieta la adora como buena abuela.

Mi duda está ahí. Hace tilín, que no gracia. Creo que podría hacer reír, pero no lo consigue. Aunque comparada con Mom, por calidad, es muchísimo mejor. Falta saber si eso le va a bastar. Los que la hayáis visto: manifestaos. Y los que no, vedla y opinad.