LOS APUNTES DE ECONOMÍA PRÁCTICA Y FAMILIAR de Joan F. Domene

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Medallista rico, medallista pobre

En plena resaca olímpica, llega la hora del balance y de ver si la cosecha medallista de los nuestros en Pekín es o no aceptable. Pero, ¿tiene algo que ver la economía con los éxitos o los fracasos en los Juegos? Los datos parecen decir que no, aunque muestran algunos resultados sorprendentes.

Si comparamos la riqueza de cada país medida por su producto interior bruto (o sea, el PIB) con los metales conseguidos en la cita pequinesa vemos al país anfitrión liderando el medallero por delante de los Estados Unidos, intercambiando las posiciones que ocupan en la clasificación de las primeras economías mundiales. Quizá es un aviso de lo que nos espera en el futuro y en Wall Street harían bien en ir tomando buena nota de ello.

–>(Hacer clic sobre las tablas para ver la lista completa)

Les siguen países que están a la cabeza en ambas listas, aunque alternando diversas posiciones, como Japón, Alemania, Rusia, el Reino Unido o Italia. Y se cuelan dos potencias emergentes como la India y Brasil, con mejores resultados económicos que deportivos ya que ocupan la 4ª y 9ª plaza por su espectacular ritmo de crecimiento, pero India está en el puesto 50º del medallero (con 3) y Brasil en el 23º (con 15). O México, 12ª economía mundial y 36º país del medallero.

Más sorpresas: sucede a la inversa con países como Ucrania (33º por PIB y 11ª posición en el medallero), Jamaica (la economía nº 124 del mundo y 13ª en medallas, por delante de España), Kenia (74º y 15ª) y Etiopía (72º por PIB y 18ª en el medallero).

¿Y España? Pues, si tenemos en cuenta los dos parámetros, podemos decir que está más o menos donde le toca, aunque haya países como Australia y Corea del Sur -o la misma Jamaica del centelleante Usain Bolt– que le han tomado la delantera olímpica viniendo desde posiciones económicas inferiores.

La crisis va por barrios

Los datos económicos negativos se acumulan mientras los sectores más críticos exigen al Gobierno que acepte ya de una vez que estamos en crisis, que se deje de expresiones eufemísticas («desaceleración transitoria») y coja el toro por los cuernos y adopte las medidas que reclama una situación de este calibre.

El crecimiento económico ha sido el último de los indicadores en encender una nueva luz de alarma: el PIB aumentó un mínimo 0,3% en el primer trimestre del año y ha llevado la tasa interanual del 3,5% del último trimestre de 2007 hasta el 2,7%. Un severo batacazo, vaya.

Antes de conocer este dato, supimos que el paro está en niveles históricos, que la construcción sigue en caída libre, que cada día se hacen menos hipotecas, que ha caído la confianza de los consumidores y que además el IPC se ha frenado más por el bajón del consumo que por cualquier otra circunstancia.

Fuente: Expansión, 15-05-08

Pero, con la que está cayendo, nos llegan noticias como que las principales empresas cotizadas en la bolsa española, las que integran el Ibex-35, han ganado 14.214 millones de euros en los tres primeros meses de 2008. O sea, en el mismo periodo en que la economía ha reducido su crecimiento en un 0,8% (del 3,5% al 2,7%), las grandes compañías españolas han incrementado sus beneficios un 17,4%.

Y ese es el crecimiento medio de las 35. Porque analizadas una por una tenemos a Telefónica, Repsol, el Santander, Iberdrola y otras con incrementos de beneficios muy superiores a esa media del 17,4%. Por lo tanto, parece claro que por mucha crisis que haya no ha acabado de afectar a algunos peces gordos.

La economía crecerá un 2,4… o menos

El Gobierno rebajará hoy sus previsiones de crecimiento económico para 2008 y 2009. Solbes ha admitido finalmente en voz baja lo que hace meses le decían a gritos desde todos los rincones del espectro económico: sus pronósticos de un aumento del PIB del 3,1% para este año y del 3% para 2009 eran demasiado pesimistas con la que estaba cayendo.

Parece que el superministro económico de Zapatero no consideró oportuno utilizar las mismas dosis de realismo que aplica ahora durante la campaña electoral y su debate con Pizarro (por cierto, ¿dónde se ha metido el antiSolbes del PP?). Eso sí, una vez ganadas las elecciones y constituido el Ejecutivo, ya podemos ponernos serios, admitir lo obvio y empezar a trabajar.

El Banco de España, nada sospechoso de ser antigubernamental, ya ha dicho que creceremos un 2,4% en 2008 y un 2,1% en 2009. Lo mismo que apuntaron el Santander y la agencia de inversiones Intermoney. A Solbes le ha parecido una cifra razonable. Veremos cuánto se acercan los expertos de su ministerio tras esos complejos cálculos que han estado haciendo estos días. O si, por el contrario, rebajan aún más la expectativas para acercarse a los pronósticos pesimistas para 2008 del FMI (1,8%), BBVA (1,9%) o la fundación de las cajas de ahorro (2,0%).

Alguien se puede preguntar que a qué viene tanto interés por estos datos. En el plano «científico», un crecimiento de la economía española por debajo del 3% ha supuesto históricamente un aumento del paro y de los desequilibrios económicos. En el político, es un arma arrojadiza que a buen seguro la oposición utilizará contra el Gobierno recordando aquello de «ya lo decíamos nosotros».

La solución, hacia las 13.30. Permanezcan atentos a sus pantallas.

Más chubascos que tormentas

Siguiendo el símil meteorológico que ayer aplicábamos a lo que nos puede deparar el futuro económico -es decir, si la crisis hipotecaria de EE.UU. nos va a traer chubascos débiles o fuertes tormentas- parece ser que hacia marzo del mes que viene el cielo podría empezar a despejarse.

Los ‘hombres del tiempo’ del mundo financiero consideran que los mercados mundiales se están empezando a recuperar ya del vendaval, desatado en verano por la falta de confianza generada tras la crisis de las hipotecas basura, y que es de esperar que en el primer trimestre de 2008 el sol empiece a brillar con fuerza. El papel de los bancos centrales, destacan, ha sido fundamental para evitar una propagación de la psicosis. Y eso a pesar de que países como el Reino Unido o Alemania estaban altamente expuestos a sufrir con fuerza las consecuencias negativas de la crisis.

La clave en el caso español es que el sistema financiero es uno de los más vigilados del mundo, sobre todo gracias al papel del Banco de España, de los más eficientes y de los más rentables. Los resultados de 2008 lo están demostrando. Pese a todo, es de prever que seguirán endureciendo las condiciones para acceder a un crédito hasta que escampe del todo.

Bien, eso y que que nuestra banca no había caído en la tentación de la vorágine desatada por las ganancias fáciles que se conseguían con la compra-venta entre los propios bancos de las hipotecas norteamericanas llamadas subprime. La compensación era, aparentemente, una rentabilidad más elevada que los instrumentos financieros tradicionales. Y lo era hasta que los hipotecados, ahogados por las deudas y por el descenso del precio de sus viviendas en EE.UU., dejan de pagar sus préstamos.

Pero todo eso puede estar muy bien para los bancos y las cajas y sus gestores. ¿Pero que pasará con el resto de la economía? A estas alturas parece claro que el frenazo en la construcción se va traducir en un repunte del desempleo en el sector y que eso, junto a otros factores como la caída del consumo vinculado al encarecimiento de las hipotecas, va a restar potencia al crecimiento económico en 2008.

Nubes en el horizonte económico

El vicepresidente económico del Gobierno, Pedro Solbes, ha moderado su optimismo sobre las perspectivas de crecimiento para 2008. Hasta ahora había venido manteniendo su previsión de un incremento del PIB español del 3,3% para el próximo año. Especialmente cada vez que alguien ha rebajado esas cifras oficiales por la crisis financiera mundial desatada por las hipotecas basura en los Estados Unidos.

Pero hoy, como ya hizo en el Senado el pasado 28 de septiembre, ha vuelto a admitir que nuestra economía podría crecer por debajo del 3% el año que viene como consecuencia de las nubes que aparecen en el horizonte económico. Habrá que ver si son fruto de una inestabilidad pasajera y sólo dejan pequeños aguaceros o si, por contra, se transforman en negros nubarrones que acaban descargando crudas tormentas con rayos y truenos incluidos.

En cualquier caso, se trata de un nuevo toque de realismo del responsable económico del Gobierno, en la línea de las predicciones avanzadas por organismos internacionales como el FMI, que prevé un aumento del PIB del 2,7% para 2008, o de expertos analistas como los de Standard & Poors, que incluso lo rebajan al 2,5%.

Una buena mala salud de hierro

La economía española sigue dando muestras de un extraordinario dinamismo. Crece a un ritmo del 4,1%, muy por encima de los principales países de la Unión Europea. Con todo, sigue padeciendo algunos males de los que sólo mejora ligeramente según los datos del INE (pdf) conocidos hoy.

Primer trimestre de 2007. Principales resultados.

– La economía española registra un crecimiento interanual del 4,1% en el primer trimestre de 2007, una décima superior al del trimestre anterior.

– El crecimiento intertrimestral se sitúa en el 1,1%, una décima menos que en el último trimestre de 2006.

– Los datos de crecimiento anual e intertrimestral son una décima superiores a los publicados en la estimación avance de la Contabilidad Nacional Trimestral el pasado día 14 de mayo.

– La aportación al crecimiento agregado de la demanda nacional decrece una décima (de 4,9 a 4,8 puntos) mientras que la demanda externa mejora su contribución negativa en dos décimas (de –0,9 a –0,7 puntos).

– El empleo de la economía crece a un ritmo del 3%, lo que supone una creación neta de 555.000 puestos de trabajo a tiempo completo en un año.

– El crecimiento del coste laboral unitario se desacelera hasta el 2,4%, situándose nueve décimas por debajo del deflactor del PIB.

O sea, que el consumo basado en el boom inmobiliario, aunque se modera, sigue siendo la clave de nuestro crecimiento. Y el sector exterior, aunque menos, continúa restando potencial a la economía española porque las importaciones, que también bajan, siguen superando a las exportaciones, que siguen esa tendencia descendente.