Era uno de los títulos más esperados por los usuarios de Xbox 360. Yo ya conozco a unos cuantos fanáticos que lo califican de obra maestra, aunque también tengo un amigo que me ha confesado su profunda decepción con el juego. Mi opinión sobre Alan Wake se encuentra en el justo punto medio tirando a positivo.
Las virtudes de esta aventura exclusiva de Microsoft se aprecian ya a los pocos minutos de juego. Las resumo en pocas palabras: calidad técnica, historia y ambientación, tres características que en esta ocasión están muy relacionadas entre sí. En Alan Wake todo está al servicio de la oscuridad, sobre todo la luz.
Los gráficos, de un nivel sobresaliente, destacan sobre todo en los escenarios: lugares oscuros, agobiantes, con continuos juegos de luces (escasas) y sombras (constantes). Un atardecer, una linterna, los faros de un coche o una simple farola son capaces de ofrecer un espectáculo bellísimo a la par que reconfortante. Son el refugio contra el más temeroso enemigo de Alan, la negrura que lo invade todo.
Las melodías y efectos sonoros, que ponen los puntos de tranquilidad, calma tensa o tensión máxima, acaban por darle al conjunto un aire de pesadilla como pocas veces se ha visto en un videojuego. La atmósfera es sobrecogedora desde los primeros minutos, empezando por los inquietantes sueños de Alan y continuando por el inocente paseo hasta los poco iluminados cuartos de baño de un local de Bright Falls.
En todo el juego se respira mucho Stephen King. Supongo que habéis leído esto mismo en ciento y una webs, pero no es una referencia arbitraria ni oportunista. Los chicos de Remedy Studios no se han molestado en ocultar que una de sus inspiraciones para crear este thriller psicológico ha sido el gran maestro del terror. La misma trama es ya casi un homenaje.
Os cuento muy brevemente y sin destripar nada: Alan es un famoso escritor de novelas de terror que, por algún motivo, lleva dos años sin ser capaz de escribir nada. Su esposa, con el secreto deseo de que Alan se reencuentre con las musas, le propone pasar una temporada en el agradable pueblecito de Bright Falls. El plan deja muy pronto de ser idílico, las oscuras historias del protagonista parecen cobrar vida y todo queda envuelto por un manto negro y amenazante.
A partir de ahí, el guión comienza a evolucionar de una manera soberbia. A medida que recorremos los trabajados escenarios y nos dejamos envolver por la inquietante atmósfera que ya he comentado, quedamos atrapados en un ritmo narrativo admirable. Si te gusta el argumento y cómo se va contando, acabarás enamorado de Alan Wake. Si no…
Si la historia no te atrapa lo suficiente, el desarrollo de la aventura podría ser un problema. Me lo advirtió mi amigo (el que he dicho que acabó muy decepcionado): las situaciones se repiten una y otra vez. Alan Wake no llega a la monotonía del primer Assassin’s Creed, pero es cierto que no ofrece una gran variedad. Hay mucho bosque, hay mucho tiro y hay algo de puzle facilón, poco más.
El hecho de que haya que prestar tanta atención a las pilas de la linterna como a la munición de las armas le da al juego un toque diferenciador respecto a otros títulos del mismo estilo, pero quizá no sea atractivo suficiente para aquellos que busquen «miga» más allá de la trama. Para mí ha sido más que suficiente.
¿Lo habéis probado?, ¿qué os parece?