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Entradas etiquetadas como ‘fisico’

Hacia el establecimiento de una Educación Secundaria Deportiva

Por Santiago Aragón Guarné

CEIP VALLE INCLAN.- CENTRO DE ENSEÑANZA DE INFANTIL Y PRIMARIA.- VUELTA AL COLE.- ALUMNOS.- DEPORTE.- GIMNASIA.- NIÑOS.- PATIOS.- EDUCACION.- MALAGA

Clase de gimnasia en un colegio de Málaga (ARCHIVO).

Hay institutos que ya imparten en el ámbito de la formación profesional (a partir de 16 años) ciclos formativos de actividades físicas y deportivas y disponen de instalaciones y profesionales cualificados. Si crearan grupos con adolescentes de 12 a 16 años que compaginaran un deporte establecido en la zona con asignaturas adaptadas de la ESO se tendría la posibilidad de cursar una educación secundaria deportiva que ahora solo existe en escasos centros de referencia y de difícil ingreso.

No se trata de potenciar la competitividad sino de asumir el centro de interés de aquellos que en el patio se vuelven locos corriendo detrás de una pelota para, desde ese banderín de enganche, desarrollar el resto de asignaturas con el fin de diversificar oferta y disminuir el fracaso escolar.

Las delgadas de talla 34 no somos anoréxicas

Por María Monrabal Pacheco

El otro día apareció en mi muro de Facebook una viñeta publicada por una revista de título “El problema con tu cuerpo lo tienes en la cabeza”, que llegó a mí porque una conocida lo había compartido.

Me puse a leerla ya que la viñeta era bastante llamativa, pues aparecían distintas caricaturas de cuerpos de mujeres, cada una de una talla distinta, situadas en fila y, bajo estos, un comentario sobre cada uno.

Por el título pensé que la revista trataría de defender que todos los cuerpos de todas las mujeres son distintos, sí, pero que no por ello unos deben ser criticados.

Sin embargo, mi sorpresa vino cuando otra vez, para variar, se hacía una crítica, mediante la ironía, de las tallas pequeñas. Pues se decía que tener la talla 34 significaba procurar comer cero grasas, cero calorías y tener «cero fuerzas para dedicar tu vida a algo más». Vamos, una talla 34, según interpreté, era sinónimo de una persona obsesionada con su peso y poco sana.

Una joven hace ejercicio físico (GONZOO)

Una joven hace ejercicio físico. (GONZOO)

Asimismo, leyendo la viñeta completa pude ver que solo le daba el visto bueno a las tallas intermedias o en menor medida, a las grandes. Se dejaba ver que por tener unos kilos de más no tienes por qué sentirte insegura, pero, claro, si estás por debajo de la talla media ya eres una persona enferma.

Hablo en nombre de muchas personas cuando digo que tener una talla 32, 34 o 36 no es siempre sinónimo de aceptación social como se piensa, para nada. De hecho, parece que ser delgada autoriza a la gente para que te juzguen y hagan preguntas como “¿eres anoréxica?”, “¿sabes que estás demasiado delgada?”, “¿no deberías comer más?”.

Pues perdón, en mi caso, uso una 34. Soy una persona sana, practico deporte, como de forma sana, hago todas las comidas al día, como cantidades absolutamente normales, jamás he tenido ningún problema de salud relacionado con mi alimentación. Sin embargo, la continua descalificación por parte de la sociedad, reflejada en los medios hacia las personas delgadas como yo, ha hecho que me sienta incómoda en muchas ocasiones y que me sienta mal por no poder ganar más kilos.

Me he dado cuenta de que no importa qué talla gastes, sino que seas una persona sana y feliz con tu cuerpo. Cada cuerpo es propenso a mantenerse en una línea. Si tiendes a ganar peso no debes sentirte mal, si tiendes a perderlo, tampoco debes hacerlo.

Ya está bien de tener que aguantar las críticas por no tener una talla estándar. Ya está bien de tener que escuchar las palabras de la ignorancia y de la mala educación, por ser delgado o delgada.

Soy una chica de la talla 34 y mi cuerpo sí tiene grasas, sí tiene calorías, sí tiene fuerzas y sí tiene salud. Posiblemente, alguien debería decirle a los medios que difunden las ideas contrarias que se preocupen más de resolver su ignorancia que de tratar de criticar y cambiar cada cuerpo.

Nadie se acuerda de los especialistas del cine

Por Lola Magano

Mi nombre es Lola y soy esposa de un especialista de cine o Stuntman como los llaman ahora. Siempre me he preguntado cómo es posible que, en ninguno de los diversos certámenes y convenciones del mundo del cine -los Goya, Sitges, San Sebastián…- se haga mención, aunque sea de forma honorífica, a la labor de personas que, como mi marido, han dedicado parte de su vida y su salud a hacer un trabajo tan arriesgado y peligroso y, en muchas ocasiones, mal remunerado ya que el riesgo al que se exponen es muy grande y la vida profesional, muy corta.

En la época en la que mi esposo trabajaba ni siquiera las compañías de seguros querían asegurarles. Hoy, desgraciadamente, comprendo por qué, pues mi marido soporta taras físicas importantes (un 66%C:UsersibarberoPicturesPINTASnavidadDIAesp0001.JPG de minusvalía). Pero no es lástima lo que pido, sino justicia y reconocimiento. No alcanzo a comprender cómo dentro de la gran familia que es el mundo del cine nadie piense en ellos para nada.

Dan las gracias a todos menos a los que, arriesgando su físico, dan brillo y fuerza al personaje. Cuántos actores les deben parte de su éxito a estos hombres… ¿Por qué no han reparado en su importante labor ni actores ni directores? A mi marido nunca le llamaron porque fuera alto y guapo, sino por su gran preparación física y su pericia en las diversas escenas en las que se desenvolvía, como los caballos, conducción, esgrima, acrobacias…, en fin, un especialista completo. Incluso realizó un salto de 24 metros desde la tramoya de un teatro en condiciones muy difíciles, saliendo airoso.

Ha trabajado a las órdenes de directores españoles y extranjeros de gran prestigio y ha doblado a muchos actores de primera fila, siendo testigo de cómo a alguno se le ha atribuido el mérito por un trabajo que él había hecho mientras su nombre no aparecía ni en los títulos de crédito. Por suerte veo que esta situación ha cambiado y por lo menos ahora los especialistas sí figuran en ellos, siempre al final de los mismos.

No quiero alargarme más, pero si en algún momento la Academia de Cine entiende que estas personas tienen algún mérito esta situación se podría cambiar. A ustedes no les supondría nada y para estos hombres que lo han dado todo por esta profesión (en la época de mi esposo no había mujeres especialistas) sería un motivo de alegría y podrían, así, sentirse miembros de pleno derecho de la gran familia que es el cine.