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Interconexión entre la arquitectura y el arte visionario

Este es un espectáculo que apela al sueño lúcido. La proyección audiovisual actúa de neurotransmisor químico. Geometrías sagradas, ilusiones, danzas, llamadas a redefinir el espacio sólido: deformar la piedra con el fotón. Parece una alucinación. Si has visto el vídeo entenderás ahora la luz como una energía simbólica. Percibiste las sombras chinescas del presente, la transformación en sueño del muro.

Interconnection es la pieza de vídeo-mapping que ganó la pasada edición del prestigioso festival iMapp que se celebrará en la ciudad de Bucarest el próximo día 16. Consiguió el premio del jurado y del público con esta sugestión que tiene la potencia de transformar un áspero edificio en un palacio de triptamina, deformar la materia hasta la ilusión de matriz del espacio-tiempo, donde se fraguan meteoros, mitos y reencarnaciones, epifanías y proyectos de pulgas y dioses. El estudio Limelight afirma que su creación busca materializar «la interconectividad, la red cósmica que todo lo une».

Resulta maravilloso ver cómo el Palacio del Parlamento de Bucarest, el edificio civil más grande del mundo, y antiguo símbolo de un horror histórico, es la plataforma de esta visión gracias a la técnica del vídeo-mapping o proyección de imágenes sobre espacios normalmente fijos. El dictador rumano Nicolae Ceauşescu nunca entendió que estaba unido al mismo espacio sufriente de sus víctimas. Decidió destruir una parte de esa ciudad- doce iglesias, dos sinagogas, tres monasterios y más de 7.000 casas-, que había sido bautizada por su belleza como el París de los Balcanes, para construir un engendro a la megalomanía brutalista. Separó, cercenó, rompió. Ejerció el gris sobre el muro. Secuestró sueños. Nadie podía imaginar entonces que este edificio sería un día un arabesco luminoso. Todos estamos interconectados. Frente a la oscuridad, luz. Transformación del muro.

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No invites a Scott Walker a tu fiesta: jugará con los cuchillos

Scott Walker

Scott Walker

No deberías invitar a tu fiesta a Scott Walker. Es un enigma, el gran espacio negro del rock. Se pondría a jugar con los cuchillos y asustaría a los invitados.

El nuevo disco de Walker —que en realidad se llama Noel Scott Engel— contiene al mismo tiempo el cielo y el infierno. No es casualidad que los cuadros del pintor El Bosco (que en realidad se llamaba Jeroen Anthoniszoon van Aeken) sean la pesadilla original que Walker ha tomado como inspiración nada oculta.

Bish Bosch. El título es un cruce de caminos gramatical. Bish significa puta en jerga neerlandesa; Bosch, ya lo sabemos, es el artista que pintó en el siglo XV seres con patas de anfibio, humanos condenados a beber orina y otras perversiones que ahora, en la era de la vida como desahucio permanente parecen actuales; el maridaje de ambos términos, Bisch Bosch, significa en slang británico el trabajo está hecho.

Después de las penumbras de Tilt, el disco de 1995 que acabó con una década de silencio, y el perturbado The Drift (2006), uno de los álbumes más difíciles de escuchar de toda la historia (rezuma sangre), Walker regresa con una obra desesperada y exótica, espesa y ruda.

"Bish Bosch"

«Bish Bosch»

Guitarras abrasivas, profundos silencios en los que anida —el oyente lo aprecia— algo más musical que la música, tonos siempre graves usados con la intención (conseguida) de que lo grave sea chirriante, cierto humor de negrura de alquitrán (canciones sobre Donald Rumsfeld, Atila, Ronald Reagan, Mikhail Gorbachev y otros homínidos con el alma podrida de poder), Bish Bosch no admite indeferencia. Si entras, es bajo tu entera responsabilidad.

Olvidados los tiempos en que Walker —nacido en los EE UU, pero residente en el Reino Unido desde 1965 y ciudadano británico desde 1970— era el cantante más sexy del mundo y los años de alcohol en los que pretendió ser el Jacques Brel sajón, este tipo esquivo y poco dado a los honores vuelve a demostrar que es capaz de ser un escalpelo: en el nuevo disco ejerce otra vez su fascinación por los dictadores sangrientos con una canción sobre el asesinato del dictador rumano Nicolae Ceaușescu (ya había hablado de Stalin en The Old Man’s Back Again y de Mussolini en Clara).

Inserto abajo el primer vídeoclip de Bish Bosch. Es la pieza menos extraña del disco. En algunas otras toda la música procede del entrechocar de machetes africanos.

Ánxel Grove