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La naturaleza binaria de las vallas

El problema de las vallas está en su naturaleza binaria. Si uno levanta un muro aparece otro en la cabeza de quien lo ha levantado. Los constructores de cercas no suelen atender al hecho de que en realidad acaban por cercarse a ellos mismos.

Tenemos entonces dos muros, dos zonas cerradas (la externa y la interna). El comportamiento binario prescribe que siempre habrá una valla visible y otra íntima, la física y la espiritual. Como en un juego de espejos, las personas que habitan a ambos lados de la línea tienen la valla mental reproducida dentro.

No importa que esa valla sea una frontera, un patio de escuela o un cementerio. Es el concepto de valla el que domina en esta regla de la duplicidad: la valla externa crea la interna, la física se proyecta en la espiritual, y a la inversa.

 

Cada valla que hemos alzado ha ido llenado de vallas las cabezas del mundo. El mío o tuyo, el ellos y nosotros, no es tan real como parece, es solo una valla más. Siempre acaba siendo tuyo este muro, porque la reja está replicada en el adentro.

Esta regla debería llevarnos a calcular cuántas vallas hay en realidad en la tierra. Eso que llamamos mundo es una representación dual que hace nuestro cerebro de las vallas que recibe del exterior; además suele concebirse como unidades binarias de contravallado: “hombre-mujer”, “casa-órden”, “educación-máster”, “ciudad- civilización”, “guerras-riqueza” ,“pastilla-suicidio”,“amor-uniforme”, “excursión-bronceado”…

Ese mundo imaginado o representado en cosas duales está lleno de esas vallas binarias, porque la mente es como una gran valla-copiadora, y lo hace sin que nos demos cuenta (dentro de la jaula se suele creer que el espacio delimitado es la representación de la totalidad).

La gente dice que expresa ideas o lenguaje, pero en realidad solemos escupir vallas. A nuestros padres les encantan las vallas, también a los profesores. No hay maldad en ello. Solo repiten el vallado ancestral. Después los compañeros del colegio hacen de las vallas un símbolo social totalitario. Más tarde será el trabajo, la clase social, el televisor, o incluso la pareja (qué lugar más extraño para levantar muros): valla sobre valla, y la cosa se vuelve muy alta como para saltarla sin miedo.

Los países deberían cambiar en sus banderas los clásicos emblemas de leones o estrellas (entes que vuelan o se mueven libres por la sábana). Pequeñas vallas sobre franjas de colores: así sería todo más exacto y podríamos respirar tranquilos.

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Interconexión entre la arquitectura y el arte visionario

Este es un espectáculo que apela al sueño lúcido. La proyección audiovisual actúa de neurotransmisor químico. Geometrías sagradas, ilusiones, danzas, llamadas a redefinir el espacio sólido: deformar la piedra con el fotón. Parece una alucinación. Si has visto el vídeo entenderás ahora la luz como una energía simbólica. Percibiste las sombras chinescas del presente, la transformación en sueño del muro.

Interconnection es la pieza de vídeo-mapping que ganó la pasada edición del prestigioso festival iMapp que se celebrará en la ciudad de Bucarest el próximo día 16. Consiguió el premio del jurado y del público con esta sugestión que tiene la potencia de transformar un áspero edificio en un palacio de triptamina, deformar la materia hasta la ilusión de matriz del espacio-tiempo, donde se fraguan meteoros, mitos y reencarnaciones, epifanías y proyectos de pulgas y dioses. El estudio Limelight afirma que su creación busca materializar «la interconectividad, la red cósmica que todo lo une».

Resulta maravilloso ver cómo el Palacio del Parlamento de Bucarest, el edificio civil más grande del mundo, y antiguo símbolo de un horror histórico, es la plataforma de esta visión gracias a la técnica del vídeo-mapping o proyección de imágenes sobre espacios normalmente fijos. El dictador rumano Nicolae Ceauşescu nunca entendió que estaba unido al mismo espacio sufriente de sus víctimas. Decidió destruir una parte de esa ciudad- doce iglesias, dos sinagogas, tres monasterios y más de 7.000 casas-, que había sido bautizada por su belleza como el París de los Balcanes, para construir un engendro a la megalomanía brutalista. Separó, cercenó, rompió. Ejerció el gris sobre el muro. Secuestró sueños. Nadie podía imaginar entonces que este edificio sería un día un arabesco luminoso. Todos estamos interconectados. Frente a la oscuridad, luz. Transformación del muro.

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