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Los mejores momentos de Mick Taylor, el ‘stone’ ninguneado

Mick Taylor, 1969

Mick Taylor, 1969

En julio de 1969 Mick Taylor —que tenía 20 años— fue recibido por los patrones Mick Jagger y Keith Richards como el remedio que necesitaban los Rolling Stones. Acababan de expulsar del grupo al guitarrista Brian Jones, el más dotado instrumentista de la banda, y la formación se había quedado coja. En algunas de las sesiones del disco que estaban grabando, Let It Bleed, el productor había tenido que llamar a un guitarrista mercenario porque Richards, efectivo con la guitarra rítmica, era un mal solista y no era capaz de dar cuerpo al sonido.

Taylor, un prodigio de técnica y sentimiento que había tocado desde los 16 en el grupo de blues de John Mayall, los dejó boquiabiertos en los primeros ensayos y entró en el grupo con naturalidad, incorporándose a las grabaciones restantes del álbum. Su guitarra puede escucharse a partir de entonces y hasta 1974 brillando en los discos de la mejor etapa de los Rolling Stones.

Foto de las sesiones de "Sticky Fingers". Desde la izquierda, Richards, Watts, Jagger, Wyman y Taylor

Foto de las sesiones de «Sticky Fingers» (1971). Desde la izquierda, Richards, Watts, Jagger, Wyman y Taylor

Querubínico, impenetrable y callado, el guitarrista fue un elemento clave en la formación, que comenzó a ser llamada, con justicia, «la mejor banda del rock and roll del planeta».

Jagger estaba encantado con los contrapuntos de guitarra que Taylor construía para jugar con la voz y Richards se sentía liberado de la responsabilidad de hacer lo que no sabía. Los dos líderes, arteros, sagaces y contrarios a que en su empresa entrase alguien que pudiera robarles gloria —como Jones, que había muerto menos de un mes después de ser expulsado del grupo—, también sabían que Taylor era dúctil y seis años más joven que ellos, es decir, inocente e incapaz de levantar la voz.

La fórmula funcionó a la perfección. Los ábumes Sticky Fingers (1971) y Exile on Main St. (1972) dejaban todo el rock de su tiempo a una gran distancia: eran discos recios, de una suciedad existencial sustentada por la vida disipada de los músicos. Las giras, titánicas pero todavía de perfil humano —sin la mercadotecnia abusiva de las décadas posteriores—, ofrecían a los asistentes una cita con la dorada música del infierno.

El noviazgo fue corto. A Taylor, que se había aficionado a la heroína impulsado, en parte, por la voracidad tóxica de Richards, lo ningunearon y, como a otros antes y después, le robaron crédito. Varias canciones en cuya composición intervino aparecieron sin su nombre en los créditos, atribuidas al tándem dictatorial. En 1973, mientras grababan It’s Only Rock’N’Roll, Richards lo expulsó del estudio: «!Taylor! Estás tocando muy alto. Eres realmente bueno en directo pero eres jodidamente inútil en el estudio. Vete, vuelve más tarde, lo que sea», le gritó con malos modos, según las biografías del grupo.

Desengañado y con deudas —los Stones le dejaron de pagar por supuesto abandono de las grabaciones de las que había sido expulsado—, Taylor se largó a Brasil de vacaciones. En diciembre de 1974 anunció que dejaba el grupo.

Taylor en su reencuentro con los Stones en 2012

Taylor en su reencuentro con los Stones en 2012

Tras su paso por los Stones, Taylor dió bandazos y siguió inyectándose heroína. Colaboró con muchos músicos (Alvin Lee, Mike Oldfield, Jack Bruce, Little Feat, Mark Knopfler, Bob Dylan…) y lo intentó como solista, pero nunca fue el mismo. Aunque el Rey Richards lo denigra como «aburrido» en su biografía, los Stones llamaron a Taylor para incorporarse a los muchos invitados con los que intentan hacer digeribles los indecentes conciertos de la gira que tienen en marcha para celebrar el medio siglo del grupo [aquí hay una grabación desde el público de una versión pobrísima de Midgnight Rambler en la que cada uno va por su lado y Taylor es el único que no pierde el hilo].

En una entrevista de hace unas semanas, Taylor declaraba que no guarda rencor y recuerda aquellos años como envueltos en una «niebla narcoléptica».

Fue el mejor guitarrista que los pomposos Jagger y Richards han tenido a sus órdenes. He compilado algunos de los mejores momentos del stone ninguneado.


Live With Me (Get Yer Ya-Ya’s Out!, 1970)
En el mejor disco en directo de los Stones, grabado durante la gira de 1969 por los EE UU, este cruce de guitarras demuestra la comunión entre Taylor y Richards cuando el momento era el correcto y el colocón no nublaba los sentidos.


Can’t You Hear Me Knocking (Sticky Fingers, 1971)
Toda buena fiesta debe incluir esta larga descarga en su lista de reproducción. A partir del minuto 4:40 Taylor se marca un solo caribe por el que Santana hubiese vendido su alma.


All Down the Line (Exile On Main St., 1972)
Taylor se coloca el cuello de botella en el dedo pulgar y demuestra que también sabía sentir el latido de Nashville y el rock sureño.


Street Fighting Man (Brussels Affair, 1973)
A partir del mínuto 2:20 el grupo entrega las riendas a Taylor, que se desmanda hacia territorios del ¡jazz! Por un momento, los Rolling Stones parecen una banda de fusión.


Time Waits for No One (It’s Only Rock’N’Roll, 1974)
Para entender por qué Jagger siempre añoró a Taylor: desde el mínuto 3:30 hasta el final la voz y la guitarra bailan enamoradas.


Sway / Moonlight Mile (Sticky Fingers, 1971)
Estas dos canciones fueron compuestas por Taylor (música) y Jagger (letra), pero aparecen registradas  como de Jagger & Richards a efectos legales y de derechos. Jagger ha admitido en numerosas entrevistas que Richards, a quien la heroína tenía tumbado, ni siquiera estaba en el estudio, donde nacieron y fueron grabadas las piezas.


Ventilator Blues (Exile On Main St., 1972)
El único tema de los Rolling Stones donde Taylor figura como coautor. Uno de los mejores y más grasientos momentos del disco más sublime del grupo.

Ánxel Grove

Canciones contra el «embrutecimiento» de los EE UU

"Song Cycle" (1968), "Discover America" (1972) y "Clang of the Yankee Reaper" (1976)

"Song Cycle" (1968), "Discover America" (1972) y "Clang of the Yankee Reaper" (1976)

La reedición de estos tres discos está anunciada para hoy por la discográfica independiente inglesa, Bella Unionhogar de  Beach House, Midlake, The Dears, Howling Bells, Fleet Foxes, Dirty Three, M Ward, The Flaming Lips…—.

El autor, que podría ser padre e incluso abuelo del resto de los músicos del prolijo catálogo de la indie de moda, es Van Dyke Parks. En febrero cumplió 69 años y el sábado dirige en el muy respetable Barbican de Londres a la Britten Sinfonía. Como cantantes invitados participarán Robin Pecknold (Fleet Foxes) y Daniel Rossen (Grizzly Bear).

Van Dyke Parks

Van Dyke Parks

Hay una unánime admiración reciente por Parks. En los últimos años han pedido sus servicios como productor y arreglista Rufus Wainwright, Saint Etienne, Scissor Sisters, Laurie Anderson, Inara George y Joanna Newsom.

Si alguien se pregunta quién es este señor elegante, de finos modales e ironía, nacido Hattiesburg, en el estado de Misisipí, casi en el centro del triángulo de oro musical de los EE UU, entre las cunas del jazz (Nueva Orleans), el blues (Mobile y Jacksonville) y el rock and roll (Memphis), que eche un vistazo a quienes han acudido en busca de sus consejos y servicios como músico, arreglista, productor o compositor: Tim Buckley, Phil Ochs, Delaney Bramlett, U2, Randy Newman, Harry Nilsson, The Byrds, Frank Black, The Beau Brummels, Keith Moon, Carly Simon, Little Feat, T-Bone Burnett, Stan Ridgway, Victoria Williams, Bonnie Raitt, Peter Case, Sheryl Crow, Ry Cooder, The Everly Brothers…

Brian Wilson y Van Dyke Parks, 1967

Brian Wilson y Van Dyke Parks, 1967

Impresiona, ¿verdad? Y eso que falta la obra en colaboración por la que, muy a su pesar e injustamente, sigue siendo recordado casi en exclusiva, Smile, el disco maldito que compuso, cuando era un jovencillo entregado al LSD, junto al beach boy Brian Wilson.

Una decena de detalles que perfilan la personalidad de Parks:

1. Aprendió a tocar el clarinete a los cuatro años, estudió canto con Arturo Toscanini y a los ocho acompañó al físico Albert Einstein, que tocaba muy bien el violín, cantando el villancico Silent night (Noche de paz).

2. De niño interpretó un papel estelar en el musical de Broadway The Cold Wind and the Warm. En 1955 participó en el reparto de la comedia The Swan (El cisne, Charles Vidor, 1956), con Grace Kelly y Alec Guinness. También se le puede oír cantando en la banda sonora de la producción de Walt Disney Jungle Book (El libro de la selva, 1963).

3. A mediados de los sesenta tocó con Frank Zappa and The Mothers of Invention y con los Byrds. Le invitaron a unirse al grupo como músico estable —toca en la oda psicodélica Eight Miles High—, pero rehusó porque no le interesaban los «compromisos sociales y la fama inherente al hippismo».

Van Dyke Parks, foto de promoción, en torno a 1970

Van Dyke Parks, foto de promoción, en torno a 1970

4. Ha editado discos influidos por el calipso de Trinidad (Discover America, 1972), la música vernácula estadounidense (The clang of the yankee reeper, 1976), fondos para cuentos infantiles (Jump!, 1984) y un tratado sonoro sobre las relaciones entre su país y Japón (Tokyo rose, 1989).

5. También compuso las bandas sonoras de docenas de películas, entre ellas Popeye (Robert Altman, 1980) y Goin’ south (Jack Nicholson, 1978) y es autor de tres libros de cuentos para niños.

6. El diario The Village Voice dijo esto en una reseña de un concierto de Parks en 2010: «Mejor que un semestre en una licenciatura de Estudios Americanos».

7. En 2011 editó media docena de singles temáticos sobre, entre otros asuntos, los vertidos de petróleo y los atentados del 11-S.

8. «Las canciones que escribo ahora tienen un mayor poder de concentración y revelan un optimismo más informado y difícil de alcanzar que fiable. En el panorama del embrutecimiento de los Estados Unidos, todavía estoy comprometido con la canción, a la que veo como la fuerza política más potente para despertar la conciencia», ha declarado.

9. También: «Trabajo para parecer serio haciendo música que nunca es seria«.

Tarjeta de visita de Van Dyke Parks

Tarjeta de visita de Van Dyke Parks

10. Su tarjeta de negocios dice: «El Señor Van Dyke Parks pide perdón por su comportamiento durante la noche del [espacio para la fecha] y sinceramente lamenta cualquier daño o inconveniente que haya causado».

Finalmente —y es lo único que importa por muy adorable que resulte el personaje—, la música: amplia, descriptiva, paisajística, compleja… Dejo tras la entrada unos cuantos vídeos para que los lectores juzguen por sí mismos.

Ánxel Grove