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Mitchel Wu, el paparazzi de los juguetes

Envidio a Mitchel Wu porque tiene una profesión extraña. Es fotógrafo de juguetes, paparazzi de muñecos. Las profesiones utópicas son para mí un elixir prohibido, el soma védico, o un unicornio arenoso, un lugar inalcanzable que se parece a Ítaca, la isla, el paraíso, el peregrinaje, la redención de los contables, panaderos, cajeras, abogados, vendedores, prostitutos, bedeles, policías… que pisan al fin la orilla y renuncian a aquella vida de porras, monedas, querellas, códigos, condones, números, solo para fotografiar unos muñecos.

Wu se pasa el día dotando de emoción y movimiento a unos seres inanimados, celebrities cansadas, trocitos de plástico. Usa trucos fotográficos. Luz y baile. Saltos y espectáculo. Da vida a la muerte. Es un dios infantil.

Solo los dioses infantiles pueden resucitar a los juguetes, que es mucho mejor que levantar a los muertos. Aquí, por ejemplo, R2D2 huye del pesado de C-3PO

No fue siempre así. En su día Wu también necesitó huir hacia Ítaca, buscar el caballo cornudo. Esta es la condena, multiplicada por generaciones, de los homínidos nómadas. O huyes o pierdes la identidad. Hubo un tiempo en que él tuvo una vida cansada y aburrida, como todos nosotros. Hubo un tiempo en que era fotógrafo de bodas.

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La luz divina de Steven Spielberg

Conocemos a Steven Spielberg como el rey Midas del cine porque su mano convierte en oro cuanto toca. Por esta razón los supersticiosos e ingenuos, personas que no comprenden bien las parábolas, piensan que el director vive aislado en su mansión de Hollywood. Creen que sus mujeres, así como todos sus gatos, terminaron convertidas en estatuas doradas que expone en su solitario salón.

Son los mismos que juran que E.T. existe y que busca marihuana en la Tierra, o que bajo las aguas de Barcelona se esconde un tiburón.

Son los que nadan intranquilos. Los piensan que la Lista de Schindler es pura ficción.

Los verdaderos cinéfilos, sin embargo, conciben a Spielberg como un invocador de la luz; él, rey presuntuoso, llama a este fenómeno God Lights, o Luces de Dios (así se ha referido a ellas en algunas entrevistas)

En sus planos trafica con esa deidad cinematográfica, metáfora que le sirve para definir las luces o rayos que nacen del cielo, de una nave espacial, o que bañan al espectador a través de una ventana o puerta. Estas luces transmiten un estado de gracia en la escena. Convierten el plano en una emoción numinosa, como cuando Elliott  y E.T. vuelan con su bicicleta sobre la luna llena.

El efecto se consigue con el contraste, enfrentando al personaje a la lumínica fuente como al profeta a su dios. La divinidad que gobierna a los cineastas es la luz y para ella son sus sacrificios.

Un cineasta que la ignore será ignorado.

El rey Midas ha acabado siendo uno de los grandes sacerdotes del resplandor en el cine- espero que Kubrick me perdone la metáfora- como demuestra este vídeo de Jorge Luengo Ruiz.  En La luz de Spielberg utiliza planos de más de una veintena de títulos para demostrar que dios es un foco omnipresente.

Los personajes se enfrentan al ocaso, al sol moribundo o naciente, a la luna que desnuda sus sombras, a la cerradura que emana, al brillo que devuelve…

 

The Spielberg Light from Jorge Luengo Ruiz on Vimeo.