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La colaboración ‘accidental’ de una ilustradora y su hija de 4 años

La primera 'colaboración' de la ilustradora y su hija

La primera ‘colaboración’ de la ilustradora y su hija

«¡Oh! ¿Es ese el cuaderno de bocetos nuevo? Puedo pintar en ese también, mamá?». La ilustradora estadounidense Mica Angela Hendricks escribe en su blog, en tono cómico, cómo reaccionó Myla —su hija de 4 años— al descubrir el bloc que su madre había encargado, un cuaderno «de papel oscuro», ideal «para añadir toques de luz».

Al ver a la pequeña abstraída en proyectos artísticos propios, se atrevió a sacarlo para dibujar y pensó que pasaría desapercibida, pero tras terminar con un rostro inspirado en una antigua postal de una actriz de Hollywood, el tesoro fue descubierto: «Tengo que admitir que la niña sabe reconocer el buen material cuando lo ve«.

Intentó sin éxito escurrir el bulto diciéndo que aquel cuaderno era especial para mamá y que ella ya tenía su material. No resultó: «En un tono muy serio, me miró y me dijo: ‘si no puedes compartir, a lo mejor hay que quitártelo’, ¡No, no puede ser! ¡La amiguita estaba usando mis frases de madre contra mí!«, recuerda divertida.

La dialéctica de la adversaria era demasiado fuerte, la ilustradora le comentó que se disponía a hacer un cuerpo para la cabeza que había terminado. «Yo lo haré», contestó con decisión. Resignada, Hendricks pensó en que lo volvería a intentar más tarde, que desecharía el dibujo. La sorpresa fue mayúscula cuando vio que el resultado era libre y refrescante: con un trazo seguro y confiado, Myla había transformado a la actriz de Hollywood en una especie de mujer dinosaurio.

Myla completa uno de los dibujos de su madre

Myla completa uno de los dibujos de su madre

Las obras de Mica Angela Hendricks se acercan a la caricatura clásica con trazos dinámicos y una gama de nostálgicos colores apagados. En sus años como artista ha hecho dibujos para revistas, ilustraciones para libros infantiles, retratos de personajes famosos, diseños para tatuajes…

El experimento con su hija ha evolucionado en una serie de cabezas completadas con los más inesperados atuendos y escenarios. Hay castores espaciales, mujeres y crisálidas femeninas, sirenas, babosas jugando a la rayuela… Al fin de la colaboración, la madre completa la obra pintándola con acrílicos, pero siempre respetando cualquier toque de color que su pareja artística haya agregado con rotuladores.

De la experiencia, lo primero que asegura haber aprendido es «a no ser tan rígida», y, tal vez tras contemplar la radical seguridad con la que trabaja una niña de 4 años, ha reflexionado sobre la importancia de no tener miedo de dar un giro inesperado, de no pensar que algo es «tan sagrado» como para no poder cambiarlo.

Helena Celdrán

'Outer Face'

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Diseños infantiles de sillas hechos realidad

Dibujo infantil y mueble creado por Beveridge y Lake

Desproporción, líneas torcidas, colores chillones, excéntricos apéndices que precisan de una explicación… Las sillas que Jack Beveridge y Joshua Lake —estudiantes de diseño en la Universidad de Kingston (en el suroeste de Londres)— pidieron dibujar a niños de 7 y 8 años resultaron, como era de prever, en un estallido de inesperadas propuestas.

En la línea de iniciativas anteriores —como la de Wendy Tsao, que transforma en peluches las figuras humanas y los animales de los dibujos infantiles— los diseñadores hicieron el experimento con la intención de después elegir dos de los muebles para hacerlos realidad.

En un colegio local, durante la clase, sólo pidieron a los niños que dibujaran una silla. «Una hora después teníamos una preciosa selección de diseños que ni tan siquiera podríamos haber estado cerca de imaginar», dice Lake. En la galería de propuestas hubo asientos divididos por alturas, en forma de cangrejo y de oso, sillas altas de bar con un toque minimalista, sillones con ventanas…

Beveridge y Lake escogieron un modelo de patas verdes con ruedas y asiento rojo que exhibe en el respaldo un retrato de Daniel el travieso (el británico, no el estadounidense). El otro modelo es una mecedora amarilla con un cojín rojo y una particularidad en el lateral izquierdo: un pequeño acuario.

Helena Celdrán

 

Dibujos infantiles convertidos en muñecos

Dibujo de Eleanor (Mayo de 1983) - Muñecos de Wendy Tsao

Dibujo de Eleanor (Mayo de 1983) - Muñecos de Wendy Tsao

Eleanor tenía cinco años cuando retrató a su familia. La madre (la del vestido rojo) conserva el dibujo desde que su hija lo hizo en 1983.

Aunque lucen como orejeras, las bolas de colores que hay en la cabeza de cada personaje son orejas. La madre parece no tener brazos, pero en realidad (explica la autora) no se le ven porque están detrás de la espalda. El desnivel de su padre sí es un detalle fiel a la realidad: una herida de guerra había dejado al cabeza de familia con una pierna más corta que otra.

La versión física del dibujo es obra de la canadiense Wendy Tsao, una artesana de la fantasía infantil. Child’s Own Studio es su aventura personal desde 2007 y de modo inesperado se ha convertido en un negocio. Trabaja por encargo, ella sola, y comienza a no dar abasto. Su web se ha caído por la cantidad de visitas que ha empezado a recibir y hace unos días anunció con pena que no puede aceptar más pedidos para Navidad.

Dibujo de Sophie (9 años) - Muñeco de Wendy Tsao

Dibujo de Sophie (9 años) - Muñeco de Wendy Tsao

Con una técnica aparentemente simple, un acabado profesional y una gran sensibilidad artística, Tsao convierte los dibujos de los niños en muñecos de trapo y peluche: animales, retratos, monstruos y seres mitológicos saltan a la realidad de la manera más fiel posible, en ocasiones consultando los pormenores de cada ilustración con los familiares y los propios autores (algunos de ellos adultos que rescatan del olvido sus viejos dibujos, como es el caso de Eleanor).

Hay dinosaurios con melena, pollitos haciéndo acrobacias, ratones con patas de palo, princesas sujetando un corazón, primitivos autorretratos con las extremidades saliendo de la cabeza…

Tsao los mira con interés, estudia las posibilidades técnicas y se pone manos a la obra, doméstica y diligente, en su estudio, una palabra que ella misma pone en cursiva porque no le gusta tomarse en serio algo tan divertido como imitar el lenguaje pictórico de la infancia.

Helena Celdrán