Un bisonte encerrado en un motel

Más perdido que un bisonte en un motel. Confuso cual castor en una bañera. Nervioso como un puma arañando la almohada. Un caballo anestesiado frente al televisor. Productos equinos de belleza. El cervatillo hurga en la nevera, y solo encuentra frasquitos de alcohol que buscan anestesiar a los clientes del motel Naturaleza.

Así está el mundo: dolorosamente perdido. Así lo define Doug Aitken en una exposición.

Los animales están encerrados; el humano parece loco, bronco, alienado. Todos migraron. Todos desorientados. Todos perdieron su casa. También dispararon. Mataron al espíritu, que era una paloma en ciertas culturas, en otras un mono, un elefante, quizás un leopardo. No quedaron indios que nos dijeran: eh, tíos, esto se os está yendo de las manos. Huele a pólvora y a pis de vagabundo. De Sur a Este, de Este a Norte, como en el Salvaje Oeste, matando a los búfalos, o encerrándolos en el motel y a ver si acaban igual de tarumbas que los humanos.

La exposición Migrations, de Doug Aitken, podría haber empezado así. O de distinto modo, porque solo los locos dicen estas cosas.

Locos que mirarán el mundo como si fuera a través de esas pantallas que llenan la sala de los museos que acogen a este artista. La última es la muestra Future Shock, en el museo Site de Santa Fe, en Nuevo México (hasta el 29 de abril).


Aparecen en los lumínicos rectángulos esos animales encerrados en un motel, visiones de seres confusos por un devenir circular, es la epifanía o la simple putada (abandonémonos al lenguaje preciso).

Animales fuera de su contexto que se expresan con ojos somnolientos en el desencanto de ver cómo el mundo humano -esa tiovivo de la neurosis organizada- colisiona con el suyo; ocurre cuando arrancamos a las bestias de sus hábitats naturales (incluido el hombre, sí, el masculino del mono ejecutor), y entonces el castor buscará la corriente de agua- ese camino a casa imposible- en el grifo de una bañera que le ha robado su único espacio vital. 

Los animales que pueblan la exposición de Aitken se comportan como animales. Nada más. Destrozan. Buscan. Olfatean por la habitación. Dan círculos. Círculos sin vida. Puede que meen como un vagabundo sobre la alfombra aterciopelada. El motel no se levantó sobre el cementerio indio de las pelis de terror, sino sobre los cadáveres de fauna salvaje cuyo terror no ha sido bien narrado.

Quizás no entiendan nada de lo que digo. Tampoco me entiendo yo. Siempre podrán ver el vídeo que viene a continuación, y pronto sabrán que de algún modo ustedes también están encerrados entre moquetas y vasos de plástico.

 

1 comentario

  1. Dice ser Jesus Mendez

    Increible tienes que verlo

    16 febrero 2018 | 00:01

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