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Un bisonte encerrado en un motel

Más perdido que un bisonte en un motel. Confuso cual castor en una bañera. Nervioso como un puma arañando la almohada. Un caballo anestesiado frente al televisor. Productos equinos de belleza. El cervatillo hurga en la nevera, y solo encuentra frasquitos de alcohol que buscan anestesiar a los clientes del motel Naturaleza.

Así está el mundo: dolorosamente perdido. Así lo define Doug Aitken en una exposición.

Los animales están encerrados; el humano parece loco, bronco, alienado. Todos migraron. Todos desorientados. Todos perdieron su casa. También dispararon. Mataron al espíritu, que era una paloma en ciertas culturas, en otras un mono, un elefante, quizás un leopardo. No quedaron indios que nos dijeran: eh, tíos, esto se os está yendo de las manos. Huele a pólvora y a pis de vagabundo. De Sur a Este, de Este a Norte, como en el Salvaje Oeste, matando a los búfalos, o encerrándolos en el motel y a ver si acaban igual de tarumbas que los humanos.

La exposición Migrations, de Doug Aitken, podría haber empezado así. O de distinto modo, porque solo los locos dicen estas cosas.

Locos que mirarán el mundo como si fuera a través de esas pantallas que llenan la sala de los museos que acogen a este artista. La última es la muestra Future Shock, en el museo Site de Santa Fe, en Nuevo México (hasta el 29 de abril).

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Canódromo Abandonado no hace humor, pero nadie sabe bien qué es lo que hacen

Se describen sin apetito comercial, cual ladrido contra la lógica: «Damos vídeos que no tenemos a la gente que no los quiere». Son Canódromo Abandonado y juntos forman un colectivo artístico de tres mentes luciérnaga (Lorena Iglesias, Julián Génisson y Aaron Rux). En caso de que tuvieran un objetivo vital éste sería el de expulsar vídeos a la nebulosa de Internet movidos por la extraña manía del ser y querer extraterrestre.

Ciertos exégetas los etiquetan dentro del movimiento post-humor, título que soy incapaz de compartir porque no significa nada para mí (¿qué habrá después del post-humor? ¿cuánto post se necesita para llegar a algo sólido?); humor abandonado será, humor de perros sin un bozal que los obligue a decorar su slogan, píldoras de filosofía errática, extraña, un poderoso eco surreal en el canódromo videográfico que se esconde en la periferia del youtube, en la zona de penumbra, allí abajo, a una profundidad de 13 clicks, donde se oculta la inteligencia: ese virus perverso que un día venceremos.

Otros usan el calificativo de humor claustrofóbico. Yo creo, en cambio, que es arte. Cierto encanto por el surrealismo y la cultura pop. Cada vídeo, te guste o no, estimula alguna glándula que no sabías que existía en tu cuerpo. Como una flora intestinal de ideas bacteria que intentan devorarte, como las odas de los ácaros a las magníficas bolas de pelo. Algo así. Me cuesta definir sus vídeos. A cada intento, aparecen cosas absurdas que flotan por mi mente cual niños ahogados en una charca, y sufro entonces un cálido delirio invernal… Como si todos los despertadores del mundo sonaran a la vez y no hubiera nadie que pudiera apagarlos. Algo así.

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