54 horas para iluminarse con un mandala

This is by far my favourite colour chart 🙂 Blue and Gold. ✌🏼#murderandrose #mandala #art

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La artista es yemení y se llama Asmahan Rose Mosleh y vive en Reino Unido. Sus mandalas son pequeñas maravillas hechas con paciencia y pintura acrílica. Entre 8 y 54 horas invierte en cada dibujo. 

Estos trazos y pigmentos parece que despiertan a un abstracto pavo real. La pintura es como un ritual de apareamiento, llama a tus ojos el símbolo que despliega una ilusión geométrica. Estás sometido al espacio concéntrico, perdido en el plumaje que es un círculo de círculos, sabes que las líneas esconden su secreto en las regiones internas.

It's always these little ones that take the longest to complete.

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El mandala- término que proviene del sánscrito– es conocido por su linaje budista e hinduista, aunque su devoción abarca otras prácticas espirituales y podemos encontrarlo en representaciones de piedra en América o en las catedrales cristianas y las mezquitas árabes (como en el alucinante templo de Isfahán, Irán). Formas complejas, de composición usualmente circular, arabescos extensivos que representan las fuerzas que regulan el universo y que sirven de apoyo en la meditación o el rezo.

LOST FOR WORDS!! One day! i'A 🇮🇷 #esfahan // Photo by @kozx

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Un mandala suele ser un microcosmos que nos guía por el macrocosmos, un símbolo que acoge un significado oculto por desvelar. Decía el filósofo e historiador de las religiones, Mircea Eliade, que el mandala es «a la vez una imagen del universo y una teofanía (manifestación de dios)», un centro para los iniciados que deciden quemar su ignorancia, un apoyo en la concentración.

Pierde tu vista en él, quémalo todo, deja atrás lo conocido, desaprende

Entre 8 y 54 horas tarda esta artista en pintar un espíritu, un universo pequeño, el oleaje focal que transporta a los navegantes en los ferries nocturnos del ánima. Después nada más, la vacuidad que es sinónimo de vacío, la vista rendida en los anillos secretos, la matemática en un laberinto celular que termina copiando a la galaxia, respiración animal y la mente del simio, al fin, callada…

Lo dejó escrito Pessoa en el Libro del Desasosiego: «donde hay forma hay alma«. Puede que el portugués soñara un mandala de saudade, de añoranzas expandiéndose como las ondas repetidas en una charca…

Sin embargo, no sé por qué, quizás porque haya entrado en el segundo círculo, sueño un mundo en el que las personas, en vez de gritar, pintaran… al mandatario Trump por una vez en silencio, repasando mandalas en la Casa Blanca; a Putin relajado, en la auscultación de su esencia, en la sala de los zares; a mi vecina trazando mapas anímicos junto a su marido cansado; a los niños en las escuelas aprendiendo la verdadera matemática; al humano común, que pierde su vida en la rueda del hámster, trazando el reencuentro con su voluntad en un nuevo anillo…

Yo los mandaba a todos a pintar mandalas.

Será el tercer círculo, porque pienso en el silencio en un manicomio de voces, y me parece que el dibujo es una droga preciosa, metros de lienzo sereno que son también la manifestación de un dios salvaje que nos habita. Ese dios está allí, oculto en el engranaje figurativo. No responde a religión y credo. No tiene reglas. Eres tú. Es el universo. Y su templo es único, irrenunciable: el cuerpo, sagrado, rendido, perdido en el plumaje infinito en el que encuentras el centro y la órbita.

Don't switch on me I got big plans. 😅#murderandrose // #mandala

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1 comentario

  1. Dice ser Jose

    Que bonito. Tarda muchas horas pero luego el efecto es impresionante. Me compraria uno como esto.
    Jose
    http://www.basculasbaratas.es

    23 noviembre 2017 | 12:31

Los comentarios están cerrados.