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Siempre busco la manera de acabar una serie cuanto antes... para ponerme a ver otra.

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El buen regreso de ‘El Príncipe’, la serie a la que solo le sobran los amoríos

El año pasado fui uno de los más haters de El Príncipe. Me fastidiaba que una serie con un punto de partida tan interesante y actual se viese empañada por la manía de Mediaset de convertirla en una historia de amor adolescente. No dudo de que en algo que trata sobre yihadismo pueda haber subtramas de relaciones amorosas. Pero ésta llegó a ser exclusivamente el relato de las aventuras a escondidas de Alex González e Hiba Abouk, dejando de lado todo lo demás. Y eso cansa bastante.1

Parece que El Príncipe ha cambiado en ese aspecto. El regreso de ayer fue muy bueno, y eso que faltan por aparecer varios personajes nuevos (algunos innecesarios, como el de Jesús Castro). Los guionistas han decidido potenciar la acción aprovechando que solo les queda una temporada y han acertado. Ahora, estamos dentro de una serie pura sobre terrorismo yihadista, espionaje y un barrio conflictivo en el que la violencia forma parte de la rutina. A la que solo le sobran las escenas absurdas y pegajosas de Morey y Fátima grabadas con cromas exageradísimos que nota cualquiera. Menos mal que parece que lo de Abdu les ha hecho separarse.

2Con el regreso de Javier Morey a Ceuta, el CNI inicia una operación para acabar con los terroristas de Akrab que pretenden cometer un gran atentado en el barrio de El Príncipe. Un grupo criminal avalado por Khaled, el marido de Fátima al que Morey tiene enfilado por esto y por quitarle a la mujer de su vida. Los espías españoles van a contar esta vez con la ayuda de dos agentes de la inteligencia francesa. A los que quizá les interesa más esconder que revelar algunas de sus actividades.

Mientras tanto, en el barrio siguen con los asesinatos, los ajustes de cuentas y la actuación de la policía chanchullera liderada por Fran. Con el regreso de Morey como jefe, el poli de José Coronado intentará de nuevo acabar con familias como la de Faruq. Y eso que parece que el líder de los supuestos malos tendrá esta temporada un papel más secundario. Si eso ocurriese, la trama principal se vería potenciada. Pero esto es Telecinco, y ni de broma van a dejar de dar bola a un cubano de ojos claros al que le quedan tan bien los calzoncillos.4

Lo que sí puede cambiar, además del planteamiento, es la atmósfera de la serie. Supongo que no fui el único que noté que hay un cambio de rumbo, inspirado en otras grandes series europeas con historias similares. No me parece mal si sus responsables quieren que se parezca a Gomorra, la primera ficción en la que pensé viendo el capítulo. Si la han tomado como referencia, es un acierto absoluto. Pero para aproximarse a una barbaridad de ficción como la italiana sobre la Camorra hacen falta mejores interpretaciones y potenciar muchísimo más la acción. El amor puede jugar un rol importante. Nunca ha de marcar el ritmo. A veces hay que elegir. Y aunque se empeñen en Mediaset, no se pueden mezclar el sentimentalismo pegajoso con las pistolas.

5Para soltar lastre habría que acabar con ciertos personajes. Por ejemplo, ¿alguien echaría de menos a Fátima? No lo creo. Cargarse al personaje de Hiba Abouk sería un acierto. La trama podría ser interesantísima sin la intensidad de una actriz bastante mediocre. Además, permitiría a Alex González soltarse un poco más e intentar hacer más de Tom Cruise (aunque le cueste, claro). Claro, que para que esto ocurra tienen que alinearse los planetas. La cadena jamás lo permitiría. Por algo tienen hasta una sección en la web de la serie titulada «Morey y Fátima».

Lamentablemente, lo peor está por llegar. Jesús Castro será el primo de Faruq y Fátima. El que quizá sea actor más malo de la actualidad en España contribuirá a hacer peor esta serie. Ojalá no tenga impacto sobre las tramas. La que sí debería tenerlo es Nerea Barros, que también se incorpora para la temporada de despedida como compañera de Morey en el CNI.Principe_MDSIMA20150413_0180_40

Aun con la pesadilla de Morey y Fátima y el error de fichar a Castro, negar que hay un giro sería faltar el respeto a los guionistas. El capítulo de ayer indica que la ficción se toma más en serio a sí misma. Sí, hace un año la llamé «serie vertedero«. Ahora, tengo mucho interés por saber a dónde va El PríncipeHa mejorado mucho y creo puede ser una gran serie. Despedirse para siempre en unas semanas siendo recordada por todos. Solo le sobran los amoríos para lograrlo.

El Príncipe: más que un barrio, una serie vertedero

Escribo estas líneas mientras veo a Alex González en una escena de El Príncipe. Acaba de cometerse un asesinato, y él, en su papel de inspector jefe de policía, pregunta si alguien ha visto algo. Pero no lo hace de una forma contundente: lanza la cuestión al aire como si estuviese preguntando quién es el último en la cola de la frutería. Sin fuerza y con un gesto hierático, algo impensable en alguien que acaba de presenciar un tiroteo.3

Hay que ser muy indolente o tener muy poco talento para interpretar un papel así. Principalmente porque se lleva a cabo el mayor pecado que existe para un actor: no resultar creíble. 

La buena noticia para Alex González, o Javier Morey en la serie, es que no es el único: con las excepciones de José Coronado y Rubén Cortada, al resto de actores no hay por dónde cogerlos. No tienen la capacidad suficiente como para hacer un personaje que resulte verosímil para un espectador. Antes de nada, pongámonos en situación.

¿De qué va El Príncipe? Aunque parezca mentira, no va de un grupo de actores fracasados que carecen de talento y de su día a día intentando hacer una serie. La historia nos sitúa en un supuesto barrio conflictivo de Ceuta, en el que pululan los narcotraficantes, los matones, las guerras abiertas entre moros y cristianos y los policías corruptos. En semejante ambiente, no podían faltar los extremistas que hacen del terrorismo su forma de contribuir a la guerra contra occidente.

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Ante la preocupación que generan en las autoridades las células terroristas con sede en España, el CNI toma las riendas y decide enviar en una misión especial a uno de sus agentes, Javier Morey, que tendrá que rebajarse a ser el inspector jefe de la comisaria del barrio. A esto hay que sumarle el punto de partida, en el que vemos a varios policías tirar un cadáver al mar. 

El Príncipe cuenta con una trama principal bastante solida e interesante, que es la de la lucha contra el terrorismo islamista en un barrio conflictivo de una ciudad en la que se han dado casos de ese estilo. Su ambientación es muy acertada, y el patrón de personajes encaja con la historia que se quiere contar.

Su idea le ha permitido encandilar a gran parte del público: en su estreno hizo un 21% de share, ayer se fue al 26%, con más de 5 millones de espectadores y el minuto más visto del día. De récord.

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Todo se va al garete en cuanto los responsables de que funcione el engranaje, los actores, no cuentan con la suficiente habilidad para desempeñar su trabajo. Es prácticamente imposible creerse esta historia desde el primer minuto, en el que ya queda claro que Morey y Fátima (Hiba Abouk) van a ser la parejita que tenga que enfrentarse a todo tipo de obstáculos. Joder, es que ni en True Blood estaba tan claro qué personajes se iban a calzar a otros.

Por otro lado, las series españolas suelen agobiar con la cantidad de tópicos y lugares comunes que explotan. En ésta no iba a ser una excepción: tenemos el típico bar donde se reúnen los policías; la camarera que está liada con el jefe de los polis; y este último, que a la vez es un corrupto que está compinchado con otros dos pringados de la comisaría.

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Como contrapunto, tenemos al policía bueno, guapo, que está buenísimo, y que buscará que se haga justicia a la vez que se liga a la chica guapa. A este se suma el malo del cuento, que también destacada por su belleza y por acojonar al resto con solo una mirada.

Lo peor de El Príncipe (además de Hiba Abouk, que puede ser la peor actriz española de la actualidad) es que va a trompicones. En la escena de un interrogatorio, por poner un ejemplo, parece que los actores están jugando al ‘tú la llevas’. «Ahora te toca la frase a ti; ahora a ti; eh, me habéis quitado el turno», y así. Al menos es la sensación que da.

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Explotar el físico de los actores es otra de las manías de la ficción patria, y aquí se exprime con Alex González y Rubén Cortada. Por cierto, del primero leí el otro día que su mejor papel fue en X Men; película en la que no tenía ni frases, para más señas.

Los actores, y los que les han dejado actuar tan mal, han matado la buena idea de la que partía El Príncipe. En esta ocasión no tengo nada que reprocharle a Telecinco, porque la ambición del proyecto estaba justificada. Y Vasile no puede ponerse a coordinar intérpretes; digo yo que el hombre tiene otras funciones. Otro tema es que la promoción de la serie por parte del canal haya sido excesiva y cargante.

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Lo más preocupante para esta recién llegada a la parrilla televisiva es que no tiene alicientes. No hay una trama que atrape, ni un villano cabrón al que odias pero no puedes dejar de ver. Y es que contar con actores guapos no es un acicate si lo que pretendes es ofrecer capítulos profundos y con carga dramática; eso solo vale si haces Gossip Girl. Dicho de otra manera: aquí solo subyugan los ojos de Rubén Cortada. El resto no aporta nada y no resulta interesante para el espectador. Encima, el principal romance está resuelto desde el inicio.

El Príncipe es mala de solemnidad. Lo peor es que sobre el papel el reparto apuntaba a estar en la lista de virtudes. La realidad es que por culpa de éste la serie acabará en el vertedero del olvido. Porque lo puede petar en audiencia, dar mucha pasta a Telecinco e incluso contar con varias temporadas. Pero no será inolvidable. Y si un producto de ficción, sea malo o bueno, no te deja un poso, es que ha fracasado. Y eso le ocurrirá a este barrio de ficción.

Solo hay una forma de que mejore: si los responsables fichan a Chenoa para que haga el papel de novia despechada de Morey.