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No compres productos milagrosos, como Energy Saver Pro, o tirarás el dinero

a00504168 020Desde que se jubilaron Amparo y Pascual, se apuntan a todo tipo de saraos comerciales: demostraciones de ollas, de colchones, de productos que te hacen la vida más fácil…

El caso es que el otro día, acudieron a una de estas ‘presentaciones’, de colchones concretamente, y les acabaron endosando un aparatito como alternativa a los colchones, que ahorra energía con sólo conectarlo a la red de tu casa. Les soplaron 45 euros.

Se llama Energy Saver Pro  y su fabricante asegura que permite ahorrar un 75% en el consumo con sólo enchufarlo. Después de tres horas de charla sobre colchones maravillosos a 1.200 euros, este invento de 45 euros les pareció una buena compra a estos ancianos.

Bien pagados estarían esos 45 euros si realmente ahorrasen un 75% en el consumo de electricidad. Pero es que por no ahorrar, no ahorra nada. Es un trasto inútil. Y, por desgracia, abundan.

Y no lo digo yo, lo dice la OCU, que analizó este cacharro y comprobó que el consumo de electricidad era exactamente el mismo con y sin el Saver Pro enchufado.

Muchas personas mayores, y no tan mayores, se lo creen todo.  Sobre todo porque las personas de cierta edad suelen tener arraigado aquello de que si algo se vende será porque es eficaz. Y no. En estos tiempos podemos encontrar montones de artilugios que no valen para nada y que ahí siguen: el Saver Pro, el crecepelos Fulfix,el Alkolator…  Los productos milagrosos no existen en ningún ámbito del consumo.

Y claro, Amparo y Pascual se preguntaban: ¿cómo es posible que algo que no sirve para nada esté en el mercado, y encima a esos precios?

Pues en principio, no se puede. Este producto lo incumple todo: no sólo no es eficaz, sino que además su publicidad es engañosa.

Lo que está claro es que el pasotismo de las autoridades de consumo es cuanto menos preocupante con este tipo de artículos, que únicamente acaban retirando  muchas veces sólo después de que sea clamor popular que no sirven para nada.

El caso es que el Energy Saver Pro, para continuar con su leyenda de inutilidad, tampoco es fácil devolverlo. Amparo y Pascual ni siquiera tenían dónde hacerlo, pues ellos compraron el producto en un hotel y durante una presentación de colchones.

Traté de ayudarles. Encontramos la web y lo intentamos, pero nos dieron largas, en inglés, hasta que dejaron de comunicarse con nosotros y, como esa empresa no tiene delegación en España, ahí nos quedamos, con un chisme inútil de 45 euros en las manos, que ni siquiera luce como objeto decorativo.

La solución en estos casos no pasa por reclamar o por denunciar, sino por no comprar. Cualquier iniciativa legal posterior será tediosa y poco fructífera.

No adquieras productos que se anuncian como milagrosos, porque esos artículos no existen, y compra sólo en páginas que te ofrezcan plenas garantías, no en cualquiera.

* Foto: GTRES

¡Qué asco!, el pescado que he comprado está lleno de anisakis, ¿qué hago?

a00509551 1961El anisakis es un parásito del pescado. Suele vivir en el mar y si acaba llegando a tu plato, algo que ocurre en un altísimo porcentaje, y no has acabado con él, puede causarte gastroenteritis, dolor de estómago, vómitos y en casos graves obstrucción intestinal, además de alergia y urticaria, que comienza unos 30 minutos después de haber sido ingerido.

Por ello, si tomas pescado crudo o poco hecho, el parásito puede no haber muerto y aumentan los riesgos. Ojo con el sushi. Si el pescado se fríe bien o se mete en el horno, desaparecen los problemas aunque comas anisakis. Lo que no desaparece es el asco que le suele dar a la mayoría la presencia de esos bichos.

Hace tiempo compre una merluza y cuando llegué a casa empecé a ver gusanos blanquecinos que salían de ella. Efectivamente, me dio bastante asco y fue entonces cuando me informé sobre este parásito.

El primer chasco me lo llevé al enterarme de que es totalmente legal que el pescado se venda con ese parásito y los pescaderos no están ni mucho menos obligados a devolverte el dinero o a cambiarte el producto.

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y fui a la gran superficie donde lo había comprado y me dijeron lo mismo, que no están obligados a cambiarlo. Pero lo hicieron, me devolvieron el dinero, porque, decían, es su política si así se lo solicitan los clientes, aunque sea legal. Hubo suerte.

Yo nunca he sido un gran consumidor de pescado, y quizá por eso tardé tanto en saber del anisakis. Lo que tengo claro es que, desde entonces, si compro pescado, antes siempre lo congelo para evitar riesgos, y después lo limpio bien de parásitos.

El 36% del pescado que se vende en España contiene anisakis, especialmente si viene del Cantábrico (50%) y únicamente un 6% del que llega desde el Mediterráneo. El número de alérgicos no es fácil de cuantificar, aunque es más frecuente en el norte de la península.

Lo que dice la ley al respecto es que se puede vender pescado con anisakis y sólo se plantea la retirada del mercado si la infestación es muy evidente, lo cual resulta bastante ambiguo y poco cuantificable. Si tomas las precauciones que menciono, no hay problema, puedes consumirlo, siempre que eludas también el rechazo que produce ver esos parásitos en tu pescado.
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Fotos: GTRES

Claro que tienes derechos al comprar por Internet

gtres_a00671389_061Comprar por Internet resulta muy cómodo. Hay quienes han hecho ya de la compra online una práctica habitual, mientras que otros siguen recelando de adquirir productos en la Red, sobre todo a la hora de aportar datos.

Como consumidor informado y responsable que soy, yo también utilizo habitualmente la Red para hacer compras, y nunca he tenido problemas. Lo que debe tenerse en cuenta siempre es qué producto se compra y dónde, puesto que existen multitud de artículos y webs fraudulentos.

Si te lanzas , por ejemplo, a comprar Viagra sin receta, uno de los productos más demandados en la Red, tendrás muchas posibilidades de salir escaldado, puesto que la gran mayoría de las webs donde en teoría se dispensa sin receta son fraudulentas (de por sí es ilegal venderla sin receta) y o no te mandarán nada o, en la mayoría de los casos, te enviarán unas pastillas que pueden incluir de todo menos la composición original, como se ha demostrado.

Cuidado también con las webs duplicadas. La mayoría de grandes firmas tienen alguna página que las suplanta, y bien en forma de falso sorteo o mediante todo tipo de malas prácticas, lo único que hacen es tratar de engañar a los consumidores para lucrarse a su costa.

Comprueba siempre que las webs en las que compras sean las legítimas. Ejemplo de esto: se pueden comprar gafas con el logo de Rayban en la Red desde diez euros. Pero, obviamente, lo único que tendrán de Rayban será un logotipo cutre mal pegado, que, de no estar, rebajaría el precio de las gafas a un par de euros.

Por otra parte, si compras en webs de la otra punta del mundo, con textos en español perpetrados por un traductor, y sin reseñas sobre los gestores de la página y sobre quién dispensa los artículos, seguramente también perderás tu dinero, y con ello quizá también la fe de seguir comprando en Internet.

Si vas a comprar online, hazlo siempre en webs que te ofrezcan plenas garantías  y no adquieras productos que se venden como milagrosos o como panaceas para todo, porque los productos milagrosos no existen.

Pero lo que me resulta más curioso es cómo algunos se resignan por ignorancia a que les engañen en la Red. Hace unos días me preguntaba mi amigo Nacho si en Internet también había derechos al comprar, y yo no daba crédito: claro que los hay, y están para cumplirse, como sucede con las compras físicas convencionales. Aunque algunas condiciones cambian. Y, por supuesto, tienes derecho a efectuar devoluciones, a reclamar y a que te faciliten una dirección para hacerlo.

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Si quieres reclamar o poner una queja por una mala compra online, deberás seguir varios pasos. Pero vamos a verlo con un ejemplo práctico:

Mi amigo Nacho, del que os hablaba, compró una aspiradora en la web de una gran superficie. Cuando la recibió comprobó que efectivamente era el modelo que había comprado. Pero la enchufó para probarla y el aparato se paraba cada dos por tres.

Reclamó al vendedor, por escrito en la propia web, y éste le emplazo, como única solución, a desplazarse hasta una tienda física para dejar el producto en reparación.

Para Nacho fue todo un chasco: su compra de un producto nuevo, a estrenar, había tornado a compra de un producto defectuoso que debía reparar. Así que no se conformó.

Además de presentar una queja formal en el servicio postventa, de la que guardó una copia sellada, acudió a una Oficina Municipal de Atención al Consumidor, donde le señalaron que “si compras algo por Internet tienes 14 días para devolverlo sin costes y sin dar explicaciones”, aunque el coste de la devolución corre por cuenta del comprador.

Con este argumento y el escrito que presentó en la OMIC Nacho comprobó que le estaban engañando el vendedor, y así se lo hizo saber a éste. Volvió a contactar con él y las cosas cambiaron radicalmente, porque Nacho ya no tenía que hacer nada. El vendedor se comprometió a facilitarle una nueva aspiradora en su domicilio y a recoger el modelo que no funcionada.

Y así fue. Al día siguiente ya tenía el producto, y un vale de descuento del 15% en la próxima compra online, cortesía del establecimiento que inicialmente le emplazo a reparar lo que acababa de comprar defectuoso.

Nacho no aprovechará ese vale, pues ya no confía en esa tienda que trato de engañarle. Pero solucionó el problema gracias a que se molestó en informarse y actuó.

Esto demuestra que, evidentemente, en las compras online no vale todo y, por supuesto, los consumidores tenemos nuestros derechos. Eso y que el establecimiento donde compró Nacho online no jugaba limpio, pues omitió en todo momento que un producto puede devolverse en plazo sin dar explicaciones.

Nacho comentó después su experiencia en el apartado destinado a opiniones de los clientes de la web donde compró la aspiradora, pues pensó que sería práctico que otros compradores tuvieran en cuenta su experiencia antes de aventurarse a adquirir algo en esa página.

Así que, como veis una vez más, que reclamar sí sirve para algo, y además debe ser la pauta correcta a seguir siempre que se vulneren los derechos de los consumidores. Es más, la única manera de lograr algo ante un problema como el que mencionamos es preocuparse de reclamar. Lo que no aporta nada es esperar a que las cosas se solucionen por sí solas, o seguir las pautas que marca el vendedor, pues no todos cumplen.

* Fotos: GTRES

Puedes recuperar tu dinero de la tarjeta Paypal Prepago

a00504157 009Os voy a contar hoy cómo ha recuperado su dinero nuestra amiga Laura Belmonte, de Castellón, después de que su tarjeta Paypal Prepago dejara de estar operativa.

Hace más de un mes que el Banco de España revocó la autorización para operar a Younique Money, titular, entre otras, de la tarjeta Paypal. Desde ese momento, estas tarjetas dejaron de estar operativas para pagar compras, pero al tratarse de una tarjeta de prepago, ha quedado retenido el dinero de los ahora afectados, que podrían ser cerca de 100.000. O lo que es lo mismo: los titulares de las tarjetas emitidas por Younique Money disponen de un saldo a su favor pero no pueden utilizarlo.

Por esta razón, OCU ha denunciado a Younique Money formalmente ante el Banco de España, exigiendo que devuelva de inmediato a los clientes el dinero de éstos que sigue retenido, y ha ofrecido una serie de pautas llevar a cabo.

Y eso es lo que ha logrado ya Laura Belmonte, recuperar el dinero que Younique Money le tenía retenido en su tarjeta. Y así fue cómo lo hizo, siguiendo las instrucciones de la OCU:

Yo era usuaria de la tarjeta Paypal, de la empresa Younique Money. Un día revisando mi correo vi un mensaje de ellos que decía que las tarjetas habían sido canceladas, y había un enlace para rellenar una solicitud con mis datos, número de cuenta donde hacer el ingreso, foto del DNI y justificante de ser titular de la cuenta.

Les envié un mensaje porque no sabía cómo justificar la titularidad y a ese mensaje nunca me contestaron. Al ser poco el importe que quería recuperar, apenas diez euros, pensé en darlo por perdido y ya. Hasta que a los dos días vi vuestro mensaje en Facebook explicando cómo justificar la titularidad. Cogí un recibo, le hice una foto y con el programa Paint borré los datos que había en el recibo, que consideraba que PayPal no tenía por qué saber, y lo envié.

A las dos semanas aún no sabía nada del asunto, pero entonces recibí otro mensaje de ellos diciendo que lo sentían, que volviera a rellenar otro formulario, muy parecido al anterior, y que en el plazo de dos a tres días me harían el ingreso. Así que lo rellene. Lo que más me costó fue poner las dos cara del DNI en una foto y que está ocupara menos de 2 megas, pero a los tres días recibí un correo mencionando que mi solicitud estaba tramitada y que en 24/78 horas tendría mi dinero. Entonces mire mi saldo y ya lo tenía ingresado.

A nadie le gusta perder el tiempo realizando los trámites que conlleva una reclamación, pero es necesario. Sobre todo porque si no lo hacemos, nadie lo va a hacer por nosotros, y de no hacerlo le damos la razón a quienes no cumplen con los consumidores.

La situación que ha creado Younique Money reteniendo el dinero de las tarjetas de sus clientes es intolerable, y además el Banco de España debería haber previsto las consecuencias de esta actuación para que no sean los consumidores, una vez más, quienes paguen los platos rotos de la mala gestión de las empresas.

Pero, como veis, se puede recuperar el dinero. Sólo hay que pelearlo: moverse y reclamar.

* Foto: GTRES

Hasta 138 euros de diferencia por arreglar la misma avería en un portátil

gtres_a00679037_009Hace una semana se me estropeó mi ordenador portátil. Simplemente dejó de funcionar. Y aunque soy un consumidor informado, de servicios de reparación de ordenadores no tengo ni idea. Pero sí un buen amigo, Antonio, que se dedica a estas cosas y tiene una tienda en mi barrio.

Así que, como mi ordenador ya no está en garantía, se lo llevé a Antonio y esa misma tarde me llamó para que lo recogiera. Me explicó que simplemente tenía un cable de conexión pelado, porque seguramente se había desviado de su habitáculo por algún movimiento brusco, y de tanto abrir y cerrar la tapa del portátil, había acabado por pelarse.

No te voy a cobrar por esto porque hay confianza. Si tuviera que hacerlo, te pediría unos 20 euros por el tiempo que me ha llevado abrir y manipular el ordenador, pero la avería se detectaba rápido. Eso sí, seguro que esto lo llevas a otra tienda y te cobran lo que quieran. A ti que te gustan tanto estas cosas, Justo, si quieres hacemos un experimento y lo llevamos a otras tiendas a ver qué pasa”.

La propuesta de Antonio me pareció fascinante, pero únicamente me sirvió para recordar que el reto ya estaba inventado, y con el mismo producto, un portátil. La OCU ya llevó un ordenador portátil a varias tiendas para arreglar una leve avería, casi idéntica a la que presentaba el mío, y los resultados fueron escandalosos.

Cincuenta y dos euros les pedían en la primera tienda a la que fueron por abrir el ordenador y conectar un cable, aunque ellos lo adornaron con conceptos como “mano de obra” o “material a sustituir”. ¿Qué material?

En la segunda tienda, ésta mucho más aparente y presuntamente cara a simple vista, la tarifa aumentó hasta los 116 euros por la reparación, que incluía la sustitución de un “procesador”. A todas luces un invento del reparador.

En otro establecimiento, en un gran centro comercial, volvió a crecer el precio de la reparación: 147 euros por la “sustitución de componentes dañados” y “mano de obra”.

Los precios oscilaban entre los 52 euros iniciales y los insospechados 147 de la tienda situada en un centro comercial. Lo que no esperaba nadie llegó en la última tienda visitada: un pequeño comercio de tecnología regentado por un comerciante chino. Aquí la sorpresa fue mayúscula: 9 euros por la reparación, y el único sitio donde la descripción de la avería coincidía exactamente con la que tenía el ordenador.

No quiere decir esto que la mejor opción para reparar un ordenador portátil sea una pequeña tienda de barrio regentada por un comerciante chino. O sí. Simplemente estos fueron los resultados que deparó ese experimento de la OCU, que también me hubiese gustado hacer a mí.

Ni que decir tiene que algunas de las prácticas llevadas a cabo en las diferentes tiendas visitadas son cuanto menos denunciables. De los 9 euros que pedían en el pequeño comercio chino a los 147 del establecimiento del centro comercial hay nada menos que 138 euros de diferencia ¿en concepto de qué?

La ley ampara a los consumidores sobre sus derechos en las reparaciones de estos productos, concretamente el Real Decreto 58/1988, de 29 de enero, sobre protección de los derechos del consumidor en el servicio de reparación de aparatos de uso.

En cuanto a los precios, en España rige la economía de libre mercado en la prestación de servicios, que conlleva a su vez la libre fijación de precios. Lo que hace que las tiendas establezcan sus tarifas sin referencia alguna.

Se contemplan, eso sí, los precios abusivos, pero para identificarlos han de ser especialmente llamativos, puesto que la norma es un tanto ambigua en su redacción.

En cuanto al presupuesto, la ley permite a las tiendas cobrar por este concepto en varios supuestos, únicamente en el caso de que no sea aceptado. Pero no hay nada como mencionar de antemano que no estás dispuesto a pagarlo y que hay muchas tiendas.

En cuanto a la garantía, por ley el plazo mínimo de una reparación son tres meses, ampliables o no según las políticas de cada establecimiento.

La elección de un establecimiento de reparaciones no es fácil. Si el producto está en garantía, obviamente debe llevarse a un comercio oficial. Pero si ya no lo está, como vemos, en ocasiones se abre un panorama desolador para los consumidores, casi siempre obligados a ‘creerse’ lo que le pasa a su aparato y a pagar la cantidad que les pidan.

* Foto: GTRES

Cuentas olvidadas o cómo el banco hace caja a tu costa

Recuerdo que cuando era un niño, mis padres me abrieron una cuenta para que fuera guardando mis ahorrillos. Me ingresaron 20.000 pesetas y, la verdad, no volví a meter más dinero en esa cuenta. Pero, eso sí, a final de año, esas 20.000 pesetas me habían generado algunos intereses y, a diferencia de lo que ocurre en estos tiempos, no eran desfavorables. El banco me daba poco, pero me caían entre 400 y 600 pesetas al año por el mero hecho de confiarle mi dinero a una entidad bancaria.

Esto lo cuentas hoy en día y suena a ciencia ficción. Porque a final de año, tu banco no sólo no te abonará nada en tu cuenta, sino que te cobra los gastos de gestión, la tarjeta que no pediste pero que te mandaron y lo que se le vaya ocurriendo.

A mí de niño solo me daban moneditas (GTRES).

A mí de niño solo me daban moneditas. (GTRES)

Los bancos han cambiado mucho. La venta fraudulenta de preferentes o la inclusión de cláusulas suelo abusivas en las hipotecas son ejemplos claros de prácticas que no habrían empleado los bancos hace años. Lo insólito de que te cobren por ingresar dinero en tu propia cuenta o que un descubierto generado por el propio banco implique que tú pagues intereses son otros ejemplos más cotidianos que evidencian que los bancos no son lo que eran.

Otro ejemplo de que los bancos miran ahora por sus propios intereses por encima de los de los clientes pasa por el hecho de tener una cuenta bancaria inactiva y lo que puede suponer. Si tienes la desgracia de olvidar que la tienes y ésta entra en negativos, irás acumulando una deuda con tu banco. Y eso lo ha sufrido este consumidor en sus propias carnes.

Después de que me denegarán la hipoteca, no quise volver a saber nada de mi banco. Di de baja mis dos cuentas, pero olvidé precisamente esa de cuando era niño, en la que tuve algún día de mi infancia 20.000 pesetas.

Ni me acordaba de ella, pero el banco sí. La ha tenido muy presente, pero sólo como fuente de ingresos. Estaba asociada a un domicilio en el que no vivo desde hace 20 años y las comunicaciones del banco llegaban allí, con lo cual yo ni me enteraba. Un día, el conserje de mi antigua casa, que conservaba mi número de teléfono, me llamó para decirme que allí había varias cartas del banco a mi nombre. Fui para comprobarlo y, efectivamente, comprobé que un descubierto de dos euros y medio me había generado ya unos intereses favorables al banco de 247 euros.

Comenté el asunto con varios abogados y me confirmaron que esta práctica es legal. Se supone que uno debe preocuparse de sus cuentas, pero el banco no te avisa de ese hecho, lo hace únicamente cuando ya puede cobrarte algo, y mientras acumule intereses, poco le importarán tus circunstancias.

El propio Banco de España, en su último informe del Servicio de Reclamaciones, dice literalmente: “La entidad, en tales supuestos en que la cuenta no está cancelada, puede legítimamente, pese a que no registre movimiento alguno, repercutir comisiones de mantenimiento, dentro de los límites del contenido del contrato formalizado”.

Es muy difícil eludir el pago de estas comisiones al tratar de cancelar la cuenta. Pero algunas posibilidades hay. La entidad debe haberte notificado convenientemente al domicilio que le figure que te está reclamando unos intereses. Si no lo ha hecho, podrás reclamar con serias posibilidades de éxito.
Soluciones

Si estás en el mismo caso que yo, si lo peleas, es posible librarte del pago de esas comisiones que ni conocías. En mi caso, negocié con el banco tras presentar por escrito una reclamación ante su Servicio de Atención al Cliente, que me la selló y ambos nos quedamos una copia.  Hasta aquí llegó mi caso, que se resolvió negociando con el banco y abriendo una nueva cuenta en la entidad. Al hacerlo ‘me perdonaron’ el pago de esos 247 euros de intereses, pero, claro, continué con ellos. Ahora me pensaré cuándo es buen momento para cancelar esa cuenta.

Si tu caso va más allá y al tratar de negociar con el banco, no te hacen caso, puedes presentar una reclamación ante el Servicio de Reclamaciones del Banco de España, en la calle Alcalá, 48 de Madrid, 28014.

 

* Pronto hablaré de la garantía de los productos. Si tenéis alguna inquietud sobre este tema, no dudéis en preguntar.