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Demasiadas pastillas en nuestras vidas

a00504969 653Recuerdo que cuando estuve en Cuba, me pareció tercermundista que en las farmacias dispensaran únicamente algunas pastillas en lugar de la caja entera. Pensé que lo hacían porque no andan muy boyantes de recursos. Pero está claro que, sea por lo que sea, tienen razón al obrar así.

En España abusamos de los medicamentos,  hasta el punto de que el gasto en ellos ha crecido un 58% desde 2010, según refleja una encuesta de la OCU.

La encuesta señala que los españoles gastamos una media de 1.378 euros al año en medicamentos no cubiertos por la Sanidad pública, el 14% del presupuesto familiar medio; de los cuales 614 euros, casi la mitad, irían destinados a cuidados dentales; seguidos por los oftalmológicos, con 197 euros de media.

Estos gastos elevados contrastan, por ejemplo, con lo ‘poco’ que se le destina a la atención psiquiátrica y la psicología, 39 euros anuales de media.

Este incremento tiene bastante que ver el aumento del copago farmacéutico por los recortes de la administración y, como no, por el empeño de la industria farmacéutica en que tomemos más pastillas de la cuenta, como también denuncia la OCU.

ocuLos gastos en rehabilitación y fisioterapia han crecido un 45% en cinco años y los relacionados con los cuidados auditivos lo han hecho un 29%. Únicamente ha descendido el gasto en oftalmología, un 19%, y ortopedia, un 25%.

La consecuencia de este aumento es que hay muchas familias que no pueden hacer frente a sus gastos sanitarios y se ven obligadas a retrasar los tratamientos e incluso a descartarlos. Un 34% de los encuestados por la OCU aplazó un tratamiento por falta de recursos y un 13% lo abandonó definitivamente.

Así, para las familias que ingresan menos de mil euros al mes, nada menos que un 28% de las sondeadas, las dificultades son máximas.

En cualquier caso, parece claro que nos hemos acostumbrado a abusar de los medicamentos a la mínima, y muchas veces lo pagan quienes realmente necesitan un tratamiento. Es mejor que no medicalicen tu vida y que tomes medicamentos cuando realmente sea necesario, no por costumbre.

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* Fotos: GTRES

El ‘roaming’ o cómo cobrarte de más por usar el móvil sí o sí

gtres_a00689865_002Hace dos semanas mi amigo Vicente estuvo en Túnez, y cuando volvió a España, vía París, se llevó una desagradable sorpresa con su móvil. Las llamadas que hizo desde París fueron más caras que si las hubiera hecho desde España, y las que hizo desde Túnez fueron directamente “un atraco”, dicho con sus propias palabras.

Es a lo que se llama roaming, que viene a ser que tu operadora tiene preparadas para ti otras pautas de facturación si sales de España, por supuesto al alza.

En la Unión Europea, esas llamadas entre países son más caras que si se hacen sólo dentro de España, por ejemplo, aunque son más baratas que si se realizan desde fuera de la UE.

Por ello, se han alzado ya voces que piden al Parlamento Europeo que medie en el asunto, para que los precios sean los mismos en el caso de llamar desde cualquier lugar de la Unión Europea a otro país de la UE.

Este parlamento ya se pronunció y fijó el fin del roaming en Europa para diciembre de 2015, pero resulta que a los gobiernos nacionales no les gusta la idea y pretenden ahora retrasar su eliminación a 2018.

Hay muchísima gente que viaja habitualmente por Europa, y si hemos terminado con las fronteras, compartimos moneda y todos somos miembros de un mismo gran Estado, no tiene sentido alguno que con las llamadas de teléfono no ocurra lo mismo y sigamos pagando multitud de tarifas diferentes, que siempre son más caras. Y menos con el beneplácito de los gobiernos nacionales, que no de la UE.

Varias asociaciones de consumidores de toda Europa están recogiendo firmas para impedir que se retrase la desaparición del roaming, una práctica que muchos usuarios incluso ignoran que existe. Si tú tampoco quieres pagar de más cuando viajes por el Continente, puedes unirte a la petición.

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* Fotos: GTRES

Cosas que se pueden comer caducadas sin peligro

A00689840_001Que sí, que yo también he tomado yogures caducados y aquí sigo. No es lo mismo la fecha de caducidad que la de consumo preferente, que únicamente reseña cuándo está ese alimento en su momento óptimo de consumo.

Hay un montón de alimentos que puedes consumir pese a haber caducado hace días o incluso semanas, como los yogures, pan de molde, patatas fritas, frutos secos, bollos, galletas, mermelada, mantequilla, refrescos, bebidas alcohólicas, pasta, arroces, legumbres, embutidos, quesos curados, sopas y salsas de sobre o brics de tomate frito.

Eso sí, no pretendas tomarte un bollo caducado hace dos años, porque una cosa es que se pueda consumir tras haber caducado y otra es que el alimento tenga ya vida propia.

Con lo que sí se debe tener cuidado es con el pollo, la carne y el pescado, que tardan poco en estropearse. Para las frutas, basta con echarles un ojo y juzgar si tomarlas o no basándonos en su aspecto.

Los yogures hace ya un tiempo que no caducan, y por decisión gubernamental, pues sólo en España se le ponía fecha de caducidad, a diferencia del resto de países europeos, que ponía la de consumo preferente. Antes los yogures caducaban 28 días después de su elaboración, pero ahora no, únicamente lucen esa fecha de consumo preferente. La diferencia en el etiquetado atiende a que algo caducado, en principio no se puede comer, pero si el alimento luce una fecha de consumo preferente, la cosa es diferente.

Lo malo de eliminar las fecha de caducidad es que también se elimina en algunos productos la de elaboración, y así difícilmente se puede calcular cuánto dura. Sólo tendremos la referencia del consumo recomendado.

Todo esto viene de la entrada en vigor, el pasado 13 de diciembre de 2014 del nuevo reglamento que regula el etiquetado de los alimentos, cuyos cambios se irán adoptando progresivamente, aunque algunos ya están vigentes.

Este nuevo reglamento, pese a todo, es mejor que el anterior para los consumidores, porque disponemos de más información sobre lo que comemos: ingredientes, composición, nutrientes, alérgenos, origen… Todo eso debe ser obligatorio.

Por ejemplo, en un alimento tan perecedero como la carne, gracias al nuevo reglamento ya no conocemos sólo el origen de la carne de vacuno, sino de todas las carnes, ya sean de cerdo, pollo u otro animal. Antes sólo la ley sólo obligaba a reseñar esos datos en el vacuno, no en otras carnes.

También desde el pasado diciembre es obligatorio informar claramente de si un producto contiene alguno de los 14 alergenos más comunes.

Es igualmente obligatoria otra medida muy demandada por los consumidores: informar del tipo de aceite incluido en los productos. Ya no se podrá citar sólo “contiene aceite vegetal”, sino que habrá que especificar el tipo de aceite vegetal que es: oliva, girasol, palma…

Y este mes de abril entra en vigor otra medida prevista en este nuevo reglamento de aplicación progresiva: desde ya es obligatorio incluir claramente información sobre dónde son criados y sacrificados cerdos, cabras, ovejas y aves, como sí ocurría con el vacuno.

Por último, el reglamento prevé que desde diciembre de 2016 será obligatoria una tabla nutricional. Todos los alimentos procesados envasados y las bebidas deberán indicar el detalle de la información nutricional en la parte posterior del enlace: energía, grasas, ácidos grasos saturados, hidratos de carbono, azúcares, proteínas y sal.

Es una mejora notable eesta nueva norma, pero también tiene pegas, que podían haberse subsanado desde el principio. Por ejemplo, el tamaño de la letra del etiquetado debería haberse ampliado considerablemente para poder leerse sin problemas, pero el reglamento fija que ésta tenga un tamaño de 1,2 mm, y no de 3 mm, como solicitaba la OCU.

Además, el hecho de que algunos alimentos queden al margen de incluir todas las menciones es un tanto contradictorio tratándose de un nuevo reglamento, que precisamente quiere aportar más claridad sobre el alimento en cuestión.

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Se podía haber avanzado más, pues queda también pendiente definir en los productos alimenticios los valores de referencia para niños, para que se puedan calcular las cantidades diarias recomendadas. Pero es una mejora en cualquier caso.

Sobre todo, el hecho de que haya productos que incluyan ahora esa fecha de consumo preferente, pues permite que se aprovechen más. Un tercio de la comida que se dispensa en establecimientos españoles acaba en la basura, y este reglamento, aunque con carencias, actúa mejor contra el despilfarro.

España es el sexto país de la Unión Europea donde más comida se despilfarra, con 7,7 toneladas anuales, y la medida de los yogures sin fecha fue una clara apuesta contra este hecho. Pese a todo, donde más despilfarro de produce es en el caso de los alimentos preparados, tanto en casa como en establecimientos de hostelería, algo que podría paliarse en parte si nos habituáramos a congelar más, a aprovechar los alimentos a base de purés y a reutilizar las sobras.

En esto tienen mucho que decir los establecimientos, en el hecho de dar salida a los alimentos que van acumulando días en las vitrinas. Los supermercados se deshacen de los productos que van agotando su vida útil, pero no lo suelen hacer adecuadamente.

Sólo un 20% dona los alimentos caducados que aún pueden consumirse; el resto los tira a la basura. De nada sirve que los consumidores nos confabulemos para evitar los despilfarros de alimentos, que se cambien las normas, el etiquetado, que se promulguen acciones, si quienes más alimentos gestionan a diario, que son los establecimientos, se han acostumbrado a tirar a la basura lo que les sobra, en lugar de tratar de darle un uso lo más racional posible, que podría pasar incluso, como ocurre en otros países, por facilitarle esos alimentos que aún pueden consumirse a las familias menos favorecidas.

* Fotos: GTRES