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¡Que dejen de incordiarme ya con mensajes comerciales!

Siempre presumo de ser un consumidor informado y responsable. Pero debo confesar que para llegar a este punto, antes recibí unos cuantos palos que me hicieron reaccionar.

Uno me llegó sin comerlo ni beberlo. Aún no sé cómo ni por qué, un día empecé a recibir llamadas en el móvil y al cogerlo nadie contestaba y me colgaban, y multitud de mensajes en el móvil, que se fueron incrementando hasta convertirse en una constante.
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Llamé a mi compañía para informarme y resulta que había quedado suscrito a un servicio Premium de mensajes. Cada vez que recibía uno, me cobraban 1,42 euros, pero de eso me enteré más tarde. Y menos mal que yo decliné acceder a las propuestas comerciales que me hacían en esos mensajes, porque me hubiesen cobrado aún más sin comerlo ni beberlo. ‘Mi’ suscripción tenía un límite máximo mensual de cobro de 37 euros, que fue lo que me cobraron fraudulentamente, pero hay suscripciones de éstas sin límite, y pueden despellejarte.

Según me dijo un abogado al que pregunté, las telefónicas deben darte de baja de esos servicios, que no has pedido, pero la ley no les obliga a devolver el dinero que ya has tenido que desembolsar por recibirlos, a no ser que el servicio de mensajes sea de la propia compañía, que también ocurre. Sin embargo, casi todas acceden a hacerlo si se les pide.

La solicitud para las compañías telefónicas, igual que para cualquier otra reclamacióndebe ser siempre mejor por escrito y con acuse de recibo. Puede hacerse por burofax, pero conlleva un coste de unos 30 euros, pero el fax y el correo certificado pueden ser igual de efectivos.

En mi caso, me quitaron esos cargos añadidos sin mi consentimiento. Nunca llegué a saber de dónde partió esa suscripción Premium a la que quedé abonado, porque tampoco hice nada nunca para abonarme. Pero como me había causado un problema y además seguía recibiendo llamadas y me colgaban, me decidí a actuar para impedir que siguieran molestándome y como medida de precaución ante posibles nuevas suscripciones indeseadas.

Así que me informé sobre la Lista Robinson, que protege a los particulares del acosos comercial de las empresas. Apuntarse es muy fácil y se tardan cinco minutos, pero no se obtienen resultados inmediatamente, inscribirse en la Lista Robinson empieza a ser efectivo a los tres meses de apuntarte. Se necesita aportar una dirección de email, el DNI y una clave numérica. Después se accede al servicio y se aportan las razones por las que quieres dejar de recibir esas llamadas comerciales. Entonces deberás decir por qué medio las recibes para que deje de ocurrir: email, teléfono móvil o fijo, SMS, correo ordinario… Cada una debe hacerse por separado.

Si esto no resulta efectivo y te siguen acosando, el segundo paso para olvidarte de estas prácticas publicitarias insufribles es acudir a la Agencia de Protección de Datos. Pero tendrás que esperar los tres meses que menciona la Lista Robinson para hacerlo.

La denuncia puede hacerse a través de la web de la entidad si se dispone de firma electrónica o presencialmente en la delegación correspondiente. Y esta medida sí que asusta a las empresas, puesto que, tras la denuncia, de seguir acosando al denunciante, éstas se exponen a multas cuantiosas que incluso podrían poner en peligro incluso la solvencia de la entidad.

La Ley Orgánica de Protección de Datos  establece los límites a los que pueden llegar las empresas en este sentido, límites que muchas traspasan sin complejo alguno como práctica habitual. Esta ley obliga a las empresas a comunicar dónde han obtenido los datos de la persona a la que se le está sometiendo a un bombardeo comercial, y si tú no los has dado, tendrán un problema.

La cuestión es que la publicidad no deseada puede dejar de recibirse. No es fácil ni mucho menos rápido, pero éstos que menciono son los pasos a seguir y surten efecto. En cualquier caso, lo mejor es no aportar nunca datos si no estamos completamente seguros de a quién se los damos, ni contestar a SMS comerciales y mucho menos con un “alta”, que es garantía de abono. Actualmente existen multitud de prácticas delictivas en las que te los solicitan con mayor o menor sutilidad; telefónicas, bancos, energéticas, administraciones… Estas entidades nunca te pedirán tus datos por email, así que descártalas ya y utiliza también el sentido común como arma de batalla.

* Foto: GTRES

Comerciales que te engañan y comerciales que no lo son

a00484872 3408La crisis agudiza el ingenio y no siempre en la dirección correcta. En estos tiempos abundan los comerciales, y entre los honestos, que por supuesto los hay, proliferan los que recurren a las malas prácticas, e incluso al engaño o a la suplantación para lograr sus objetivos.

Estos suelen mencionar que pertenecen a empresas de servicios auxiliares, que son gestores de energía o revisores de calderas, para endosarle al cliente los servicios que venden o el timo que han preparado. Se visten de uniforme, falsifican certificados y cobran por servicios innecesarios que incluso en ocasiones ni llevan a cabo.

Aquí debemos distinguir entre dos tipos de ‘comerciales’ que pueden presentarte en tu casa: los que realmente son comerciales pero tratarán de colocar algún servicio que no necesitas y los que ni siquiera son comerciales de una empresa, sino meros embaucadores que van por las casas como tales para hacer caja a costa de cualquier usuario.

Son muchos los que se presentan como revisores oficiales de caldera indicando que debe someterse a revisión cada año, cuando no es así.

Es el caso de mi amiga Paqui, que lo relata de esta manera, aunque hay cientos de casos, a cual más peculiar: “Esta gentuza no tiene ni respeto ni educación y miente vilmente. Van a tu casa diciendo que trabajan para Gas Natural y van para hacer una revisión que es obligatoria anualmente, lo cual ya es mentira. Te enseñan una supuesta autorización de la Comunidad de Madrid, también falsa, miran por encima la caldera y te cobran casi 100 euros. Pero lo peor es que llevan un uniforme con el símbolo de Gas Natural y te lo crees”.

Esta práctica delictiva es especialmente rastrera por parte de los falsos comerciales en el caso de toparse con ancianos en el domicilio visitado, sin duda el tipo de clientes que más demandan, porque suelen cumplir a rajatabla y acceder a cuantas cuestiones les emplacen estos desaprensivos. Y ojo, porque algunos no dudarán en concertar previamente una cita por teléfono para recurrir después a sus malas prácticas y obligar a firmar a la víctima lo que ellos quieran.

Éste es el caso que intentaron con José en Barcelona y lo suyo es especialmente grave, ya que no sólo trataron de engañarle, sino que lo hicieron afirmando que el ‘comercial’ hablaba en nombre de la OCU. Querían venderle un servicio de personalizado de revisión de su caldera en nombre de una asociación de consumidores. Pero afortunadamente José, que tiene 79 años y vive solo, es socio de la OCU, y le extrañó. Así que llamó a la OCU para preguntar y lo que acabó haciendo es denunciar a través de la organización que querían engañarle.

El comercial que se presentó en su casa se esfumó entonces y el número de móvil que le dejó a José dejó de estar operativo, pero al menos José evitó que le timaran.

Ojo con estos falsos comerciales o con los comerciales que aun perteneciendo a una gran compañía no dudan en engañar para conseguir unos euros a costa de los sufridos usuarios.

Si se presenta algún comercial en tu domicilio para ofrecerte algo, y realmente te interesa su oferta, contrasta la información que te ofrece el comercial con la compañía a la que dice pertenecer. Contacta con la compañía y pídele cuentas de ese comercial y de esa supuesta oferta. A veces las empresas no saben ni de qué se les está hablando.

Nunca pagues nada directamente a la persona que va a tu domicilio, aunque te enseñe un datáfono y te diga que es obligatorio.

Estás también en tu derecho de pedirle el DNI al supuesto comercial e incluso de decirle que le vas a hacer una foto. Alguno entonces abandonará tu casa a la carrera.

* Foto: GTRES