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Queremos buenas tarifas telefónicas y que se ajusten a nuestros bolsillos

Parece mentira que todos, o casi todos, tengamos móvil y ni por ésas logre uno encontrar tarifas competitivas. Da igual que seamos muchos los que lo utilicemos como algo que forma parte desde hace años de nuestra vida cotidiana. Las empresas van a lo suyo y, de hecho, las telefónicas son las empresas más reclamadas, junto con los bancos y las empresas de energía, según confirma la OCU.

Ante este asalvajado panorama, ha sido precisamente la organización de consumidores de referencia en España quien que se ha lanzado a tratar de conseguir que la unión haga la fuerza para pagar menos en la factura del móvil.

Y propone su II Compra Colectiva de Telefonía a todos los consumidores, que puede permitir un ahorro de más de 180 euros anuales en la factura del móvil, sin permanencias de ningún tipo y con la posibilidad añadida de obtener un smartphone de última generación a un precio razonable. Cuantos más inscritos, mayores y más ventajosas serán las posibilidades de ahorro.

La OCU ya ha organizado compras colectivas de energía, gasolina aire acondicionado o pellets y ahora aborda la segunda de telefonía, a la que puede apuntarse gratis y sin compromiso cualquier persona mayor de edad hasta el 30 de octubre.

Trascurrido ese plazo, la OCU comunicará a todos los inscritos el ahorro que cada uno puede conseguir, según sus circunstancias y tarifas, de manera personalizada. Si te interesa, bien; y si no, siempre puedes seguir como hasta ahora, pues no adquieres ninguna obligación inscribiéndote en la campaña.

La primera compra de telefonía fue todo un éxito y a ella se adhirieron finalmente más de 100.000 personas y en la que se consiguió un ahorro medio de 105 euros por persona, mucho más en el caso de los usuarios procedentes de las compañías de referencia, las más grandes.

La experiencia es un grado, y ahora, para la II Compra Colectiva de Telefonía, el ahorro medio estimado inicialmente es de 181 euros, calculado a partir de precios medios y mínimos de 32 terminales y 11 perfiles de usuario distintos.

De lo que se trata, al fin y al cabo, es de lograr para el mayor número de usuarios tarifas competitivas sin permanencia y, de paso, un buen Smartphone si lo necesitas. Porque los consumidores unidos somos más fuertes y podemos presionar a las compañías, que son habitualmente quienes marcan las pautas a su antojo, sin tener demasiado en cuenta a sus clientes. No perdemos nada. Merece la pena intentarlo.

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* Foto: GTRES

El ‘roaming’ o cómo cobrarte de más por usar el móvil sí o sí

gtres_a00689865_002Hace dos semanas mi amigo Vicente estuvo en Túnez, y cuando volvió a España, vía París, se llevó una desagradable sorpresa con su móvil. Las llamadas que hizo desde París fueron más caras que si las hubiera hecho desde España, y las que hizo desde Túnez fueron directamente “un atraco”, dicho con sus propias palabras.

Es a lo que se llama roaming, que viene a ser que tu operadora tiene preparadas para ti otras pautas de facturación si sales de España, por supuesto al alza.

En la Unión Europea, esas llamadas entre países son más caras que si se hacen sólo dentro de España, por ejemplo, aunque son más baratas que si se realizan desde fuera de la UE.

Por ello, se han alzado ya voces que piden al Parlamento Europeo que medie en el asunto, para que los precios sean los mismos en el caso de llamar desde cualquier lugar de la Unión Europea a otro país de la UE.

Este parlamento ya se pronunció y fijó el fin del roaming en Europa para diciembre de 2015, pero resulta que a los gobiernos nacionales no les gusta la idea y pretenden ahora retrasar su eliminación a 2018.

Hay muchísima gente que viaja habitualmente por Europa, y si hemos terminado con las fronteras, compartimos moneda y todos somos miembros de un mismo gran Estado, no tiene sentido alguno que con las llamadas de teléfono no ocurra lo mismo y sigamos pagando multitud de tarifas diferentes, que siempre son más caras. Y menos con el beneplácito de los gobiernos nacionales, que no de la UE.

Varias asociaciones de consumidores de toda Europa están recogiendo firmas para impedir que se retrase la desaparición del roaming, una práctica que muchos usuarios incluso ignoran que existe. Si tú tampoco quieres pagar de más cuando viajes por el Continente, puedes unirte a la petición.

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* Fotos: GTRES

900, 807, 800, 905, 902, 803… números para hacerte el lío

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Hay números de teléfono que confunden a los usuarios, porque no saben si son gratuitos, de pago o directamente sacacuartos, que abundan. Hay una práctica fraudulenta, por ejemplo, consistente en que recibes un mensaje para cualquier asunto, que generalmente ni te afecta, y te emplazan a que llames a un número que suele ser un 806, carísimos si llamas a ellos.

El caso es que podemos diferenciar claramente los números de tarificación especial y obrar en consecuencia una vez que sabemos lo que supone contactar con ellos.

Los que empiezan 900 y 800 son gratuitos si llamas tú, pues paga quien recibe la llamada. Algunas empresas cuentan con ellos, pero no dudan en bloquearlos para que llames a otro de pago. Ojo.

En el caso de los números que empiezan por 901, paga una parte quien llama y otra quien recibe la llamada, o sea que sí pagas si llamas, aunque no sea todo. Normalmente desembolsas lo que te supondría realizar una llamada local, aunque el precio depende de las tarifas de cada operadora y a veces también salen caros. Una llamada puede salir entre 0,28 euros el minuto a 1,88 si llamas desde un móvil, así que cuidado. Son habituales en las administraciones públicas.

En las llamadas a un 902 pagas el coste íntegro de la llamada si contactas tú. Suelen ser números de atención al cliente y son completamente legales. No fueron diseñados para obtener beneficios con ellos, pero lo cierto es que así actúan y las operadoras ofrecen beneficios a las empresas que deciden contratarlos, porque así también ganan ellos.

Las únicas empresas que no están obligadas por ley a tener números de teléfono alternativos a los 902 son las entidades de energía.

Llamando desde un fijo, el coste es similar al de una llamada interprovincial, pero desde un móvil el desembolso puede dispararse notablemente y costarte hasta 2,82 euros por minuto.

En el caso de los números 803, 806, 807 y 905, mucho cuidado. Son carísimos y una parte del desembolso va destinado a la operadora y otra a la empresa que presta el servicio. Ambas ganan siempre. Los 803 son servicios para adultos, los 806 corresponden a entretenimiento, jurgos, tarot… Mucho ojo con estos. Los 807 son servicios profesionales y los 905 son televotos y se paga un importe fijo definido por cada llamada, los habituales de las convocatoriuas de los programas de televisión.

No es todo. Deberás fijarte también en la cuarta cifra del número, porque cuanto más alta sea, más pagarás. Si es mayor que 6, el usuario debe haber autorizado a la compañía este tipo de servicios carísimos.

Por último, están los números que empiezan por 118, que se utilizan como guía telefónica, como el antiguo 1003. ¡Te pueden llegar a cobrar hasta 4 euros por minuto!

Ahora que ya los conoces, ojo cuando recibas un mensaje pidiéndote que llames a alguien. Que no te engañen. Mejor que te llamen ellos a ti si quieren algo.

* Foto: GTRES

Adiós a los dichosos parquímetros

Los parquímetros empezaron a proliferar hace años en el centro de las grandes ciudades, y después fueron ganando barrios incluso hasta llegar a la periferia. Parecía que las pequeñas localidades iban a librarse, pero no. Conozco un buen número de ellas que ya los tienen. Al fin y al cabo, instalar parquímetros requiere un desembolso municipal, pero lo ven pronto amortizado.

Lo que peor llevo yo de los parquímetros es buscar el dichoso chisme. Siempre me pilla lejos, da igual lo que haga; y siempre que llego con el papelito me encuentro al controlador ya mirando mi coche como si de un halcón peregrino se tratara.

Hay que tener dinero suelto, encontrar el parquímetro, muchas veces hacer cola, pelearte con el cacharro, estar allí un rato, volver al coche y convencer al controlador de que no llevas allí diez horas, sino diez minutos, los que has tardado en hacer todo lo que he mencionado. Y si llueve es peor y ya la aventura asciende a la categoría de odisea. En fin, que es un rollo.
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¡Que dejen de incordiarme ya con mensajes comerciales!

Siempre presumo de ser un consumidor informado y responsable. Pero debo confesar que para llegar a este punto, antes recibí unos cuantos palos que me hicieron reaccionar.

Uno me llegó sin comerlo ni beberlo. Aún no sé cómo ni por qué, un día empecé a recibir llamadas en el móvil y al cogerlo nadie contestaba y me colgaban, y multitud de mensajes en el móvil, que se fueron incrementando hasta convertirse en una constante.
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Llamé a mi compañía para informarme y resulta que había quedado suscrito a un servicio Premium de mensajes. Cada vez que recibía uno, me cobraban 1,42 euros, pero de eso me enteré más tarde. Y menos mal que yo decliné acceder a las propuestas comerciales que me hacían en esos mensajes, porque me hubiesen cobrado aún más sin comerlo ni beberlo. ‘Mi’ suscripción tenía un límite máximo mensual de cobro de 37 euros, que fue lo que me cobraron fraudulentamente, pero hay suscripciones de éstas sin límite, y pueden despellejarte.

Según me dijo un abogado al que pregunté, las telefónicas deben darte de baja de esos servicios, que no has pedido, pero la ley no les obliga a devolver el dinero que ya has tenido que desembolsar por recibirlos, a no ser que el servicio de mensajes sea de la propia compañía, que también ocurre. Sin embargo, casi todas acceden a hacerlo si se les pide.

La solicitud para las compañías telefónicas, igual que para cualquier otra reclamacióndebe ser siempre mejor por escrito y con acuse de recibo. Puede hacerse por burofax, pero conlleva un coste de unos 30 euros, pero el fax y el correo certificado pueden ser igual de efectivos.

En mi caso, me quitaron esos cargos añadidos sin mi consentimiento. Nunca llegué a saber de dónde partió esa suscripción Premium a la que quedé abonado, porque tampoco hice nada nunca para abonarme. Pero como me había causado un problema y además seguía recibiendo llamadas y me colgaban, me decidí a actuar para impedir que siguieran molestándome y como medida de precaución ante posibles nuevas suscripciones indeseadas.

Así que me informé sobre la Lista Robinson, que protege a los particulares del acosos comercial de las empresas. Apuntarse es muy fácil y se tardan cinco minutos, pero no se obtienen resultados inmediatamente, inscribirse en la Lista Robinson empieza a ser efectivo a los tres meses de apuntarte. Se necesita aportar una dirección de email, el DNI y una clave numérica. Después se accede al servicio y se aportan las razones por las que quieres dejar de recibir esas llamadas comerciales. Entonces deberás decir por qué medio las recibes para que deje de ocurrir: email, teléfono móvil o fijo, SMS, correo ordinario… Cada una debe hacerse por separado.

Si esto no resulta efectivo y te siguen acosando, el segundo paso para olvidarte de estas prácticas publicitarias insufribles es acudir a la Agencia de Protección de Datos. Pero tendrás que esperar los tres meses que menciona la Lista Robinson para hacerlo.

La denuncia puede hacerse a través de la web de la entidad si se dispone de firma electrónica o presencialmente en la delegación correspondiente. Y esta medida sí que asusta a las empresas, puesto que, tras la denuncia, de seguir acosando al denunciante, éstas se exponen a multas cuantiosas que incluso podrían poner en peligro incluso la solvencia de la entidad.

La Ley Orgánica de Protección de Datos  establece los límites a los que pueden llegar las empresas en este sentido, límites que muchas traspasan sin complejo alguno como práctica habitual. Esta ley obliga a las empresas a comunicar dónde han obtenido los datos de la persona a la que se le está sometiendo a un bombardeo comercial, y si tú no los has dado, tendrán un problema.

La cuestión es que la publicidad no deseada puede dejar de recibirse. No es fácil ni mucho menos rápido, pero éstos que menciono son los pasos a seguir y surten efecto. En cualquier caso, lo mejor es no aportar nunca datos si no estamos completamente seguros de a quién se los damos, ni contestar a SMS comerciales y mucho menos con un “alta”, que es garantía de abono. Actualmente existen multitud de prácticas delictivas en las que te los solicitan con mayor o menor sutilidad; telefónicas, bancos, energéticas, administraciones… Estas entidades nunca te pedirán tus datos por email, así que descártalas ya y utiliza también el sentido común como arma de batalla.

* Foto: GTRES