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Desactiva el engaño de los SMS Premium

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Foto: GTRES

Hay muchas maneras de quedar suscrito sin quererlo a un servicio Premium de mensajes, que siempre te acabará saliendo caro. La solución es tan fácil como contactar con tu compañía de teléfonos y pedirles que te excluyan de la posibilidad de quedar suscrito, pero la mayoría de usuarios no lo sabe y las compañías tampoco lo advierten.

Básicamente, se trata de pagar inconscientemente por recibir anuncios. Pero la mayoría no se entera de que está suscrito hasta que le llega la primera factura, y en ésta se pueden encontrar con la sorpresa de que han abonado entre 30 y 60 euros extra por estar incluidos sin haber hecho nada a este tipo de servicios de tarificación adicional.

Estos servicios acaparan cientos de miles de quejas entre los usuarios de la telefonía móvil. Por cada SMS recibido se pagan 1,42 euros.

CÓMO TE SUSCRIBES

Todo parte de Internet, que está plagada de anuncios insertados en páginas con multitud de reclamos para que pinches, o bien de ganchos que se reciben en el móvil también para que cliques.

Así, ya sea conscientemente o por error, el usuario pincha un enlace de la Red que le suele conducir a una confusa página, donde le pedirán su número de móvil. Y de hacerlo, sin saberlo el usuario, ‘firmará’ un contrato con letra muy minúscula. El usuario recibe una clave, y si ésta es introducida el engaño se consuma: ya está suscrito a un servicio Premium de mensajes.

Hay más maneras de caer en el engaño, y además se van perfeccionando. Por ejemplo, miles de páginas de falsos sorteos tienen esta práctica también como argumento. El inocente usuario cree estar introduciendo datos para participar en el sorteo y qué va: realmente no hay sorteo y sí una suscripción falseada a estos servicios.

CÓMO ELUDIRLOS

Como mencionábamos, basta con llamar a la compañía telefónica y pedir que ésta bloquee todos los servicios de mensajería Premium, incluyendo los de suscripción.

Si te llegan mensajes que empiezan por 79, selecciona uno y responde al SMS con un “baja”. Tu mensaje será gratuito y anulará la suscripción.

Si ya has quedado suscrito y tienes algún cargo, reclama a tu operadora telefónica la cantidad facturada en concepto de servicio Premium. Aunque dejes esa parte de tu factura sin pagar, tu operador no podrá cortarte la línea si has pagado el resto.

Si tu compañía no te hace caso, puedes acudir a una OMIC, en tu ayuntamiento, y argumentar que no te consta haberte suscrito a servicio alguno y que tu operador no te informó de esa posibilidad. Si eres socio, puedes contactar directamente con la Asesoría Jurídica de la OCU para que defiendan tus intereses.

CÚMULO DE DESPROPÓSITOS

Estas prácticas son posibles por varias razones, como que las empresas Premium suelen estar domiciliadas fuera de España, aunque también hay en nuestro país, lo cual las hace más difíciles de controlar. De estas empresas parten las suscripciones, pero con el beneplácito de las telefónicas. Las compañías de teléfono no envían mensajes de este tipo, pero dan facilidades para que éstas sigan ‘trabajando’ a costa de sus clientes, pues las telefónicas también ganan con estas prácticas. Por su parte, las administraciones suelen excusarse señalando que estos asuntos no son de su competencia. Resultado, el usuario está totalmente desprotegido ante estas malas prácticas.

QUEREMOS QUE SE DESACTIVE EL ENGAÑO

Que estos servicios Premium estén desactivados por defecto sería la solución, pero hay demasiadas partes interesadas y esa posibilidad no existe, al menos de momento. Además, se van perfeccionando para eludir responsabilidades y seguir haciendo caja a costa del ingenuo usuario.

Todos estos casos tienen un nexo común: que aprovechan la debilidad de un sistema de pagos basado en una línea telefónica.

La OCU está empeñada en acabar con estos engaños y por ello ha impulsado la campaña Desactiva el engaño, en la que se solicita que los servicios de tarificación adicional estén siempre desactivados por defecto en todas las líneas telefónicas, además de animar a los usuarios a solicitar a su operador la desactivación de estos servicios Premium. Es el cliente quien debe decidir si quiere o no algún añadido a su tarifa, y éste no es el caso, pues es un engaño en toda regla.

Tú puedes apoyar con tu firma esta iniciativa. No queremos pagar porque sí. No queremos servicios Premium.

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¡Que dejen de incordiarme ya con mensajes comerciales!

Siempre presumo de ser un consumidor informado y responsable. Pero debo confesar que para llegar a este punto, antes recibí unos cuantos palos que me hicieron reaccionar.

Uno me llegó sin comerlo ni beberlo. Aún no sé cómo ni por qué, un día empecé a recibir llamadas en el móvil y al cogerlo nadie contestaba y me colgaban, y multitud de mensajes en el móvil, que se fueron incrementando hasta convertirse en una constante.
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Llamé a mi compañía para informarme y resulta que había quedado suscrito a un servicio Premium de mensajes. Cada vez que recibía uno, me cobraban 1,42 euros, pero de eso me enteré más tarde. Y menos mal que yo decliné acceder a las propuestas comerciales que me hacían en esos mensajes, porque me hubiesen cobrado aún más sin comerlo ni beberlo. ‘Mi’ suscripción tenía un límite máximo mensual de cobro de 37 euros, que fue lo que me cobraron fraudulentamente, pero hay suscripciones de éstas sin límite, y pueden despellejarte.

Según me dijo un abogado al que pregunté, las telefónicas deben darte de baja de esos servicios, que no has pedido, pero la ley no les obliga a devolver el dinero que ya has tenido que desembolsar por recibirlos, a no ser que el servicio de mensajes sea de la propia compañía, que también ocurre. Sin embargo, casi todas acceden a hacerlo si se les pide.

La solicitud para las compañías telefónicas, igual que para cualquier otra reclamacióndebe ser siempre mejor por escrito y con acuse de recibo. Puede hacerse por burofax, pero conlleva un coste de unos 30 euros, pero el fax y el correo certificado pueden ser igual de efectivos.

En mi caso, me quitaron esos cargos añadidos sin mi consentimiento. Nunca llegué a saber de dónde partió esa suscripción Premium a la que quedé abonado, porque tampoco hice nada nunca para abonarme. Pero como me había causado un problema y además seguía recibiendo llamadas y me colgaban, me decidí a actuar para impedir que siguieran molestándome y como medida de precaución ante posibles nuevas suscripciones indeseadas.

Así que me informé sobre la Lista Robinson, que protege a los particulares del acosos comercial de las empresas. Apuntarse es muy fácil y se tardan cinco minutos, pero no se obtienen resultados inmediatamente, inscribirse en la Lista Robinson empieza a ser efectivo a los tres meses de apuntarte. Se necesita aportar una dirección de email, el DNI y una clave numérica. Después se accede al servicio y se aportan las razones por las que quieres dejar de recibir esas llamadas comerciales. Entonces deberás decir por qué medio las recibes para que deje de ocurrir: email, teléfono móvil o fijo, SMS, correo ordinario… Cada una debe hacerse por separado.

Si esto no resulta efectivo y te siguen acosando, el segundo paso para olvidarte de estas prácticas publicitarias insufribles es acudir a la Agencia de Protección de Datos. Pero tendrás que esperar los tres meses que menciona la Lista Robinson para hacerlo.

La denuncia puede hacerse a través de la web de la entidad si se dispone de firma electrónica o presencialmente en la delegación correspondiente. Y esta medida sí que asusta a las empresas, puesto que, tras la denuncia, de seguir acosando al denunciante, éstas se exponen a multas cuantiosas que incluso podrían poner en peligro incluso la solvencia de la entidad.

La Ley Orgánica de Protección de Datos  establece los límites a los que pueden llegar las empresas en este sentido, límites que muchas traspasan sin complejo alguno como práctica habitual. Esta ley obliga a las empresas a comunicar dónde han obtenido los datos de la persona a la que se le está sometiendo a un bombardeo comercial, y si tú no los has dado, tendrán un problema.

La cuestión es que la publicidad no deseada puede dejar de recibirse. No es fácil ni mucho menos rápido, pero éstos que menciono son los pasos a seguir y surten efecto. En cualquier caso, lo mejor es no aportar nunca datos si no estamos completamente seguros de a quién se los damos, ni contestar a SMS comerciales y mucho menos con un “alta”, que es garantía de abono. Actualmente existen multitud de prácticas delictivas en las que te los solicitan con mayor o menor sutilidad; telefónicas, bancos, energéticas, administraciones… Estas entidades nunca te pedirán tus datos por email, así que descártalas ya y utiliza también el sentido común como arma de batalla.

* Foto: GTRES

Si confiaste equivocadamente en los bancos, aún puedes recuperar tu dinero

a00452478 1686La solvencia de los bancos españoles parecía fuera de toda duda. Pero lo cierto es que aunque muchos vendieron esa presunta solvencia a bombo y plantillo, algunas entidades no lo eran y no dudaron en hipotecar el futuro de sus clientes vendiéndoles productos que acabaron por dejarles sin dinero, e incluso alguno necesitó ser rescatado por el Estado.

Incluso el Banco de España se encargó de reflejar la verdadera situación de algunas entidades, aludiendo a que la mayor amenaza era la liquidez y una inadecuada estructura financiera. La situación más que ajustada, la morosidad… fueron factores se unieron en contra de los accionistas que confiaron en estas entidades bancarias.

Este falseamiento de las cuentas por parte de algunas entidades provocó que muchos consumidores confiaran con los ojos cerrados en la solvencia de las entidades, cuando quedó más que demostrado éstas mentían.

Ante esta circunstancia, los consumidores a los que les vendieron gato por liebre tratan ahora de recuperar su inversión, su dinero. Y para ello, la solución es acudir a los tribunales para reclamar. Es lo que han hecho numerosos consumidores a través de OCU, pues la la ley está de su parte. Si estás en la misma situación y quieres recuperar tu dinero, no lo dejes y reclama lo que es tuyo.

* Foto: GTRES

Cómo nos libramos de la cláusula suelo

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Tengo la enorme suerte de tener la hipoteca de mi casa casi pagada. Un lujo en estos tiempos. Apenas me faltan cinco años para finiquitarla, mis condiciones son buenas y las cuotas que pago cada mes no son excesivamente altas. Como tenaz consumidor que soy, me fije muy bien en todas las condiciones al hacerla y, además, la formalicé hace años, cuando las condiciones hipotecarias de los bancos no eran tan duras como en los últimos tiempos.

Pero no todos los consumidores somos iguales ni tenemos las mismas circunstancias. Mi amiga Amparo, por ejemplo, descubrió casi cinco años después de formalizar su hipoteca, que la entidad le ha estado cobrando mensualmente casi un 4% de más por el único hecho de tener una cláusula suelo.

El tema no es nuevo y afecta a miles de personas. En sólo unos pocos años, la banca española -unos bancos más que otros- se ha embolsado más de 10.000 millones de pesetas gracias a cláusulas suelo ilegales.

Estas cláusulas suelo marcan el tipo de interés que afecta a las hipotecas y la banca las utiliza para sacar tajada e impedir que sus clientes se beneficien de rebajas en las cuotas cuando bajan los tipos oficiales, que con la crisis han llegado a ser extremadamente bajos.

El Tribunal Supremo ha condenado estas artimañas por ocultar a los clientes que esta cláusula es un componente fundamental de la hipoteca, por incluirla como supuesta contraprestación de una cláusula techo, que marca el interés máximo; por no simular cómo podrían variar los tipos de interés, por no informar a los clientes de cómo sería esa hipoteca sin cláusula suelo y por esconderla bajo cantidades industriales de datos anodinos.

Lo primero que se debe hacer al formalizar una hipoteca es rechazar la inclusión de una cláusula suelo. Y si ya se dispone de hipoteca, lo primero es comprobar si se tiene o no esta cláusula. Si tu interés supera el valor del Euribor más el diferencial, la tienes, y debes librarte de ella.

Adiós a la trampa por vía judicial

Eso es lo que hizo mi amiga Amparo con mis indicaciones. Primero fuimos a su banco y presentamos un escrito ante el defensor del cliente de su entidad, alegando falta de transparencia en el contrato hipotecario y después ella presentó la denuncia ante los tribunales, cuya sentencia le fue favorable ante argumentos tan evidentes.

Así, Amparo se libró de su cláusula suelo y recuperó el dinero pagado de más, pues el juzgado consideró la práctica un abuso y condenó al banco a la devolución de las cantidades abonadas de más con efecto retroactivo. Estas sentencias les están suponiendo a los bancos una media de 6.000 euros de desembolso por cada caso, devoluciones a las que suelen negarse nada más conocer la sentencia, pero que acaban asumiendo porque ya no les queda otra tras la sentencia judicial en su contra.

Fue entonces cuando el banco, que hasta entonces se había hecho el muerto, le propuso a Amparo una modificación del contrato. Tarde, le dijimos. Los tribunales ya nos habían dado la razón, y una modificación de la hipoteca entonces se consideraría un pacto entre las partes, pacto que conllevaría muchos gastos adicionales y que podría quedarse en nada.

Esta historia tuvo un final feliz gracias a que Amparo y yo sabíamos que la ley estaba de nuestra parte. Pero se cuentan por miles los consumidores que siguen pagando de más cada mes por tener cláusula suelo. Si conoces a alguien en esta situación, haz como yo, dile que no se conforme y que pelee por librarse de una cláusula que es abusiva e ilegal en la inmensa mayoría de ocasiones.

 La hipoteca de Amparo cuando tenía cláusula suelo. Pagaba entonces una cuota de 1.055,67 euros al mes.

La hipoteca de Amparo cuando tenía cláusula suelo. Pagaba entonces una cuota de 1.055,67 euros al mes.

La hipoteca de Amparo ya sin cláusula suelo. Le corresponde pagar una cuota de 825,31 euros mensuales.

La hipoteca de Amparo ya sin cláusula suelo. Le corresponde pagar una cuota de 825,31 euros mensuales.

* Fotos: GTRES