Archivo de mayo, 2015

¿Qué pasa si me han hecho mal un tatuaje?

gtres_u274Mi amiga Ruth se hizo un tatuaje la semana pasada. Quería tatuarse una frase, que le dio en un papel al tatuador, y éste preparó un calco, como es habitual, y después empezó a insuflar tinta en el lugar elegido.

Pero resulta que cuando terminó, el tatuador se había comido un “que” entre dos palabras y había cometido dos faltas de ortografía.

Mi amiga Ruth se quedó desolada. No sabía qué hacer, si la ley la amparaba, si debía pagar, si tenía derecho a una indemnización o incluso a que le pagaran la eliminación del tatuaje con láser…

Así que, como sabe que soy un consumidor informado y me codeo con los técnicos de la OCU, me pidió ayuda y yo la busqué en los abogados de la organización.

La actividad de tatuar sí está regulada, por ser una práctica que conlleva riesgos para la salud, y son las comunidades autónomas quienes la supervisan: material que se utiliza, condiciones sanitarias, técnicas de micropigmentación, formación del tatuador…

Sólo es posible tatuar con acuerdo a la ley en establecimientos que dispongan de licencia municipal y que hayan sido autorizados por la Consejería de Sanidad y que además cumplan todos los requisitos sanitarios establecidos en la legislación vigente.

En la Comunidad de Madrid, por ejemplo, únicamente se pueden realizar tatuajes en locales inscritos en el Registro de Establecimientos de Tatuajes, Micropigmentación, Piercing u otras prácticas similares de adorno temporal, adscritos a la Consejería de Sanidad y Consumo, estando prohibida su realización en vías públicas, emplazamientos abiertos y, en general, en espacios que no reúnan las condiciones establecidas en el decreto que regula esta actividad.

El establecimiento ha de tener varias áreas: de espera, de trabajo, de preparación del material a desinfectar y contar con agua de consumo humano fría y caliente, ventilación natural o forzada, telas mosquiteras en ventanas y rejillas de ventilación e iluminación suficiente; paredes lisas, mobiliario adecuado, botiquín… Y no podrá haber presencia de animales.

En el caso de mi amiga Ruth, a la que le hicieron mal el tatuaje, como toda relación contractual, está sometida a la responsabilidad civil de estos contratos.

Habitualmente, los profesionales de esta actividad realizan una plantilla previa al tatuaje, que pegan sobre la piel en el lugar elegido. Si no se está conforme, ése es el momento de decirle al tatuador lo que no te gusta y cambiarlo. Si se está de acuerdo, adelante.

Si, pese a ello, el tatuaje resultara distinto al pretendido o al contratado, el profesional que ha incumplido deberá indemnizar los daños y perjuicios ocasionados. Nuestro Código Civil así lo establece en el artículo 1.101: “Quedan sujetos a la indemnización de los daños y perjuicios causados los que en el cumplimiento de sus obligaciones incurrieren en dolor, negligencia o morosidad, y los que de cualquier modo contravinieren al tenor de aquéllas”.

La ley te ampara si acudes a un establecimiento registrado que cumpla los requisitos exigidos por la comunidad autónoma. Así que jamás te hagas tatuajes en domicilios particulares, aunque te aseguren que el tatuador es el mismísimo Antonio López, porque no podrá reclamarle a nadie.

 

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* Fotos: GTRES

Las vitaminas no salen huyendo de los zumos

gtres_a00691023_001“Corre, tómate el zumo rápido que se le van las vitaminas”. ¿Cuántas veces lo has oído?

En nuestro país es el de naranja el zumo estrella, aunque se consumen muchos otros: de melocotón, de uva, de granada… Y la mayoría tenemos grabada a fuego en la cabeza esa creencia que asegura que si no te lo tomas recién exprimido, el zumo pierde todas sus vitaminas.

Y no es cierto. La vitamina C, sobre todo, es soluble en agua y bastante sensible al calor, al oxígeno y a la luz del sol. Pero esto no quiere decir en absoluto que las vitaminas se pierdan al preparar el zumo, como la mayoría de la gente piensa.

Puede alterarse el contenido en vitaminas, pero únicamente si la bebida se calienta, algo que no se hace con los zumos. Si un zumo se calienta a 120 grados durante bastante rato, podrían destruirse hasta la mitad de sus vitaminas, pero ya digo que no suele ser el caso. ¿A quién le gusta un zumo caliente?

Es una de las numerosas falsas creencias que existen en torno a los zumos y a sus vitaminas. Pero hay más. Por ejemplo, existen multitud de ‘teorías’ de cómo pierden las vitaminas los zumos que son falsas.

Por ejemplo, para exprimir podemos utilizar perfectamente un exprimidor de acero inoxidable en lugar de uno de plástico, el zumo puede conservarse a temperatura ambiente sin problemas en lugar de en la nevera sin perder sus vitaminas, tampoco las pierde si se expone a la luz o si se deja el envase abierto y el zumo puede consumirse 24 horas después de haber sido exprimido sin que se altere su composición.

Es decir, puedes prepárate un zumo la noche anterior y tomarlo a la mañana siguiente sin que pierda vitaminas, quizá esté más amargo, eso sí, pero aportará los mismos nutrientes que recién hecho. Y si el agua queda abajo y la pulpa arriba, bastará con removerlo bien. Pero el zumo no habrá perdido vitaminas.

Los zumos son buenos para el sistema inmunitario, contribuyen a la formación del colágeno, a la buena salud de los huesos, las encías, la piel y los dientes, actúan contra la fatiga, mejoran la absorción de hierro… Están especialmente recomendados para mujeres durante el embarazo y la lactancia, para personas que sufran de estrés, para los fumadores y para las personas que consuman habitualmente alcohol.

Los zumos (la fruta en realidad) son fuente de energía, desde que los preparas hasta que los consumes. No te dejes guiar por las falsas creencias.
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* Fotos: GTRES

¿Cuánta sal debemos tomar?

a00449954 2344Los pocos caprichos que me doy como consumidor suele regalárselos a mi estómago, pues me gusta salir a comer, y sobre todo a cenar, siempre que tengo ocasión. Frecuento varios restaurantes y visito alguno nuevo cada cierto tiempo, y el otro día llegué a la conclusión de que todos los locales que visito tienen algo en común. Da igual si son restaurantes españoles, mexicanos, chinos o lo que sean: todos ellos utilizan poca sal para cocinar.

Provengo de una familia donde no se escatima la sal para cocinar. Es más, quizá se utiliza en exceso, y lo digo por el sabor, no entro de momento en si la sal es buena o mala. Y, claro, se nota.

Lo cierto es que la razón por la que en los establecimientos de hostelería se cocina actualmente con poca sal es porque se ha demonizado un tanto: aún no he oído a nadie decir que la sal es buena. Sin duda es por la mala fama que acumula en los últimos tiempos algo tan cotidiano en la alimentación como la sal. Pero, ¿ la sal es mala?

La sal es un nutriente indispensable para nuestro organismo, pero debe tomarse con moderación. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que se consuman un mínimo de tres gramos al día y un máximo de cinco.

La cuestión es que, al menos los españoles, ingerimos prácticamente el doble de la dosis máxima aconsejada, según la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición.

Tomamos una media de cerca de 10 gramos al día de sal, proveniente casi siempre de alimentos procesados, como embutidos, comida rápida, conservas y platos preparados…

¿Y cuáles pueden ser las consecuencias de una ingesta excesiva y continuada de sal? Pues hay muchas, y ninguna buena. Se relaciona el exceso de sal con el aumento de la tensión arterial, aparición de ciertos tumores, agravamiento de la osteoporosis, accidentes cardiovasculares e incluso ictus.

El remedio parece fácil: primar la alimentación sana al exceso de sal. Pero no es tan fácil controlar las cantidades de sal en los alimentos.

En cualquier caso, nos ayudará limitar el consumo de embutidos curados, quesos, salazones de pescado, sopas o salsas.

Y un consejo básico que puede ir muy bien es, a la hora de cocinar, añadir la sal en el último momento, porque el guiso requerirá de menos cantidad de sal y la que eches aportará más sabor si se incorpora al final.

Utilizar hierbas aromáticas en lugar de sal o para reducir su consumo es otra buena opción, así como el limón, que puede hacer milagros a la hora de aportar sabor y dará a tus platos un toque diferente.

 

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* Foto: GTRES

Falsas creencias sobre los microondas

gtres_a0033843Existen multitud de falsas creencias sobre los microondas. Algunas están incluso ‘documentadas’ en forma de letrerito alarmista que recorre las redes sociales. Pero no por ello dejan de ser falsas. Que si sus ondas provocan cáncer, que si se modifica la composición de los alimentos, que si se escapan las microondas…

Lo cierto es que hace tres décadas los microondas no eran tan seguros como ahora. Pero de ahí a equipararlos con la silla eléctrica, como hemos leído en Internet, dista un mundo. La mayoría de los microondas que podemos encontrar desde hace años en las tiendas españolas son aparatos seguros que han pasado riguroso controles de calidad. Aunque alguno ha encontrado la OCU que no cumplía.

Nunca se ha probado que las microondas provenientes de un microondas provoquen cáncer, ni siquiera hace treinta años, aunque podamos encontrar en Internet multitud de presuntos estudios que así lo afirman.

Tampoco es cierto que los microondas modifiquen la composición de la comida, las radiaciones simplemente hacen vibrar las moléculas y así se calientan los alimentos, pero ni se modifican los átomos ni se convierte la comida en radiactiva.
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Palomitas que en el cine son lentejas (y muy caras): o las compras allí o no hay palomitas

 Ir al cine es una actividad de riesgo. Al menos para el bolsillo. El otro día fui con mis hijos, y al palo de las entradas se añadió el de las palomitas: ocho euros, ocho, por una caja de cartón de palomitas y dos euros por cada botella de agua. Vamos, que hay menús de tres platos más baratos.

Así que me dije: la próxima vez las llevo de casa. Pero no, al salir de la película pregunté y me dijeron que no se permite la entrada con productos de fuera del cine. Es decir, que si has ido a comprar al súper antes de ir a ver la peli y vas con la bolsa, por ejemplo, te pueden impedir entrar al cine con ella.

Hablábamos hace tres entradas de lo que ocurre en los parques de ocio y veíamos que era misión imposible en casi todos entrar con comida. Con esto de las palomitas observamos que hay jurisprudencia y algunos de los que se han propuesto tener derecho a entrar en el cine con palomitas compradas fuera, lo han conseguido. Pero, ojo, otros no.

Quienes lo lograron lo hicieron gracias a aferrarse a una sentencia de diciembre de 1999 de un juzgado de A Coruña, y a algunas similares posteriores. Esta sentencia de ese juzgado gallego señalaba que “impedir el consumo de productos adquiridos fuera del local supone una limitación de los derechos de los consumidores y de la libre competencia”. Por esta circunstancia, el Instituto Galego de Consumo multó entonces al propietario del cine, Coruña Films SL, por “impedir la ingestión de productos adquiridos fuera de la sala”.
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Las multas de la ORA no son ilegales

con0003En WhatsApp y en redes sociales podemos encontrar desde hace tiempo uno de esos letreritos que afirman cuestiones como si de dogmas de fe se tratara. En este caso hablo de ese letrerito que afirma que las multas de la zona azul son nulas de pleno derecho” porque “tú no estás obligado a pagarlas”. Ojalá, pero es totalmente falso.

Lo primero que debemos comentar sobre este asunto es lo de siempre: ninguna entidad mínimamente seria comunica alertas con absurdos cartelitos en WhastsApp o redes sociales, cartelitos que casi siempre están llenos de exclamaciones, algún “jajajaja” y argumentos peregrinos varios.

Es falso que las empresas que gestionan los estacionamientos regulados no puedan multar. Es más, cualquier persona a nivel particular o cualquier empresa está en su derecho de denunciar ante la ley un hecho que así lo merezca.

Esas denuncias particulares suponen una notificación a las autoridades de un hecho que después dichas autoridades se encargan de decidir si merecen una sanción y, de ser así, impondrán la correspondiente multa.

Las empresas contratadas a tal efecto tienen pleno derecho para denunciar a conductores que hayan estacionado al margen de los horarios de la ORA, y es la propia empresa quien realiza la denuncia.

Tampoco es válido el ‘argumento’ de que el infractor ya paga el impuesto de circulación de su vehículo y por ello tiene derecho a aparcar en la ciudad sin tener que pagar. Los ayuntamientos están facultados para instaurar zonas de estacionamiento regulado y para asignar la gestión de las multas en esas zonas a empresas privadas.
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Adiós a los dichosos parquímetros

Los parquímetros empezaron a proliferar hace años en el centro de las grandes ciudades, y después fueron ganando barrios incluso hasta llegar a la periferia. Parecía que las pequeñas localidades iban a librarse, pero no. Conozco un buen número de ellas que ya los tienen. Al fin y al cabo, instalar parquímetros requiere un desembolso municipal, pero lo ven pronto amortizado.

Lo que peor llevo yo de los parquímetros es buscar el dichoso chisme. Siempre me pilla lejos, da igual lo que haga; y siempre que llego con el papelito me encuentro al controlador ya mirando mi coche como si de un halcón peregrino se tratara.

Hay que tener dinero suelto, encontrar el parquímetro, muchas veces hacer cola, pelearte con el cacharro, estar allí un rato, volver al coche y convencer al controlador de que no llevas allí diez horas, sino diez minutos, los que has tardado en hacer todo lo que he mencionado. Y si llueve es peor y ya la aventura asciende a la categoría de odisea. En fin, que es un rollo.
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No olvidemos a los celíacos

galletasComo todos los 5 de mayo, este martes conmemoramos el Día Internacional del Celíaco. La celiaquía o enfermedad celíaca (EC) es una intolerancia permanente al gluten que padecen en España una de cada cien personas, pero que, pese a ello, sigue siendo una gran desconocida para buena parte de la población.

El organismo de los celíacos actúa frente al gluten como si se tratar de un elemento extraño a combatir, y no hay tratamiento para esta enfermedad. La única solución es dejar de tomar gluten, presente en el trigo, la avena, la cebada o el centeno, y en ese caso desaparecen los problemas.

De lo contrario, y aunque hay personas más sensibles que otras, el daño al intestino afecta a la absorción de nutrientes esenciales, como las vitaminas de los grupos B, A, D, E y K y minerales como el calcio, el hierro, el magnesio y el zinc.

Sus síntomas suelen ser de tipo digestivo: hinchazón abdominal, deposiciones blandas, diarrea crónica o estreñimiento. Aunque a veces los síntomas son incluso inapreciables, manifestándose únicamente en forma de pérdida de peso, cansancio, anemia, retraso en el crecimiento…

Lo que sí comparten todos los celíacos es una atrofia en el revestimiento interno de la parte superior del intestino delgado, concretamente en las vellosidades, responsables de las posibles alteraciones en la absorción de los nutrientes de los alimentos: proteínas, grasas, hidratos de carbono, sales minerales y vitaminas.
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