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Punto Nemo de Blam de Lam (Lunar Discos, 2024)

Llevan Lunar Discos una carrera, una producción de obras, una edición de discos este año que está resultando una de las mejores cosechas de la temporada. Y con este material de Blam de Lam no se quedan atrás: solo con el tema “Confesión” con el que se abre el LP uno puede quedar satisfecho, distorsión narcótica, estilo sureño, que mezcla tiempo y espacio, un fraseo de los que te llevan hasta el decimotercero piso, absolutamente sobresaliente. Y luego pasar al trepidante ejercicio de “El predicador”, en esa onda de guitarras de los noventa, con el bajo Peter Hook, sencillo pero eficaz. Tenía hambre y me lo das, pastillas, Jesús y Cohen, marineros caminando sobre las aguas. En la mejor tradición de los que nos hicieron soñar, como en la línea Vértigo (¿me explico? Espero que sí). Y esa imagen de “Polvo en suspensión”, con una atmósfera de zumbidos sintéticos que me recuerdan a los viajes de Franco Battiato a lo largo de la Vía Láctea. Escapada hacia delante, algo de steam-punk. Continuista, con las guitarras acústicas y los violines, “Frecuencia”, una parte de la luz del sol que entra en la habitación sin resaca. Luego sube la electricidad, pero sin provocar que salten los polvos. Sí, más cuerdas, más violines. Estamos en “Todo va bien” y se escucha un fondo de ácido, de sensaciones universales, mientras avanzan las guitarras, volvemos a los años de La Habitación Roja en Grabaciones en el Mar. Así, sin más, algo de amor sencillo, que no simplista.

La canción que da nombre al disco, “Punto Nemo” comienza como uno de esos temas agrios de Morrissey en solitario, en los primeros años del siglo, para seguir hacia caminos más transitados. Existe un fraseo de pop español que puede gustarte más o menos, pero ya es canon. Y en este tema, más que los arreglos, está esa inflexión, esa manera de llevarnos a tu terreno, con metáforas de Julio Verne y saber estar. Un poco de pop, del que sacas del manual, recuerdo los primeros Niños Mutantes, “Como todos esos tontos”, que funciona con la naturalidad generacional que ofrece esta colección de canciones. Ojo al estribillo con la armonía de voces, que no se os escape. Un poco de languidez bien entendida, guitarra casi de cantautor, en “La estancia”, hasta que entra la batería y encuentro esa potencia que nunca ha perdido Iván Ferreiro a lo largo de sus producciones más minimalistas. Estamos llegando al final, con “Ruido estático” y ahora sí, ahora la sección rítmica y la distorsión de las cuerdas, casi como si fuera una cuchilla que se abre en los teclados, que burbujean ácido sobre una voz tratada, me rompen la percepción. Nutricio y variado, esta propuesta de Blam de Lam tiene unas cuantas canciones notables, una apertura sobresaliente y el cierre, “Fractura”, con los arpegios de guitarra y ese fondo entre cósmico y marítimo, es un modo de cerrar, un “Fade out” compositivo, que se convierte en la guinda perfecta.