La habitación da a la calle Santa Pau. Me preparo para salir. Hoy tocas en Zaragoza. Elijo un chaleco que vaya a juego con las botines, gabardina y americana. Pienso en afeitarme y dejarme solo la perilla, pero luego digo, mejor que no y busco el cepillo y la grasa para darle lustre al calzado. Una copa de vino más y la botella estará medio llena. Miro a través de la ventana. Han cambiado mil veces el nombre de la sala. Nos dejó tatuado en el alma el único que valió la pena. Estuvieron a punto de pedirme el carnet para entrar. Ya no estaba Ricardo Moreno. Era el principio del final. Tuvistéis que parar un tema porque Daniel Parra se fue de tiempo. No recuerdo la fecha, no recuerdo casi nada de aquellos años. Ninguna cosa agradable.
El día del Golpe de Estado el poeta Ángel Guinda iba a presentar su libro de poemas en la sala Oasis. Las cosas, claro se complicaron. De 1981 hasta 2005. Vuelvo a verte sobre un escenario. En la sala Oasis. El reencuentro fue magnífico, jugoso, todo rezumaba a esa brea del pantano que siempre alivia el alma. No hicistéis Rosas Motel pero sí Bola extra.
Me decías al oído que John Cale solo bebía té. Escucho el disco camino del pueblo donde doy clases. La distancia entre Quiero que estemos pegados y el Teorema de Tales es abisal. Pero hubo tiempo para todo. Para mezclar Pata Negra con los Stones. Hoy escucho tus canciones y pienso que estás más cerca de Gainsbourg que The X-Pensive Winos. Por las mujeres y los arreglos orquestales.
A veces me pregunto si fuiste consciente al jugar con los acordes de No puedo vivir sin ti que iba a ser el penúltimo hit del pop español. Las canciones están para salir en los anuncios, para que las toquen en bodas y, cuando llega el momento cumbre, en mitad de la sesión vespertina de una orquesta en un pueblo en fiestas. ¿Cuánto hace que no se incorpora una canción pop al repertorio de una orquesta? ¿Desde Fito? Es Fito un superviviente. Coque, tú vives de perfil, pero si cae la bola dentro, ¿Quién le dice que no al millón?
Ha muerto Bowie. Supongo que ya te habrán avisado. Vuelvo a leer a Ray Loriga: Cualquier idiota puede herir a una mujer, pero sólo un hombre grande se la lleva para siempre. Escucho dos temas clásicos del repertorio, Mi chinita y Berlin. Los amantes de verdad se recuerdan antes de volver a encontrarse. En la tele pasan la segunda temporada de Fear the walking dead. Uno de los secundarios tiene un aire conocido. Está como fuera de lugar. ¿Qué hace Rubén Blades en una serie de zombies? ¿Qué hace Coque Malla haciendo versiones de Rubén Blades? Blades me recuerda al Gato Pérez, a Miqui Puig y a Gabriel Sopeña. Gabriel me regaló un doble LP de Blades. La portada es de color oro. Entre El cantante y Pedro Navaza hay un universo de tiempo y espacio. Blades vendió medio millar de tebeos. Había verdaderas joyas. Tu último disco tiene también nombre de serie de televisión, un poco de película de Charlon Heston y una pizca de tebeo (¿Quizá es el nuevo Mayor Tom desde Soy un astronauta más?)
Escucho tu disco. Escucho los estribillos, las guitarras. Escucho las palabras, palabras de amor y resignación, palabras que esperan la llegada de la canción, la llegada de la madurez, canciones que juegan al escondite con la infancia. Canciones de blues, cadencia de metales y estaciones en las afueras, el apocalipsis terminó. Ya no nos dejan fumar. Lo hago por ti, de verdad. Es como comenzar por el final. Cuando tenemos las respuestas ya nos han cambiado las preguntas.