Archivo de julio, 2024

Algunas palabras sobre A Quico Rivas. Por una revolución de la vida cotidiana de Fran G. Matute (Athenaica,2024)

Una larga carta, una carta de intensidad abrumadora, una profusa recopilación de datos y anécdotas, nutritiva y emocionante. Eso es lo que ofrece Fran G. Matute (que ya ha visitado este Motel Margot en otra ocasión) en este tomo editado por Athenaica. Una revisión de la existencia (vida queda un poco escaso) de Quico Rivas, un elemento fundamental para entender la contracultura española, el paso de la oscuridad a la modernidad, los años de oscuridad transitoria ante el neón artificial de La Movida. Leer, aprender, emocionarse. Todo en uno.

Fran G. Matute utiliza la belleza espiritual de lo epistolar para ofrecernos una visión completa de la figura del crítico, poeta, agitador cultural… Quico Rivas. Un hombre heterodoxo, un tipo que era un equipo múltiple, polivalente y comprometido, un artista fugaz e intenso. Leer sus comienzos como valiente crítico de arte en su Andalucía, fagocitar sus andanzas por la misteriosa Cuenca, plena de collages, sus primeras colaboraciones en los diarios… encontrarse con su poesía, olvidada, apartada, hermosa: “En la ciudad/siempre a trasmano un lugar/reservado tras los almendros/allí van a morir/salvajes y tiernas/las muchachas en flor”.

Su salida de Despeñaperros. Su huida hacia delante. Capaz de realizar una acción comunista en la casa natal de Velázquez mientras desaparece una obra del grupo Crónica, sus contactos con el grupo Trama (donde José Manuel Broto y Federico Jiménez Losantos hacían sus pinitos como teóricos de la psicología y el arte antes de la fundación de la mítica Diwan) nos ofrece una perspectiva global que permite distinguir las mentes más avanzadas, las primeras luces en la gris oscuridad heredada por España.

 

 

El psicoanálisis y el marxismo como los habituales focos del desengaño posterior de toda una generación de artistas, sumidos en lecturas profundas, de densidad altanera. Muchos, Rivas y Losantos, por ejemplo, cambiarán Karl por Groucho unos años después. Esas revistas de época, de la Star a la Ozono, una entrevista en la bañera… uno siente deseos de lanzarse a las librerías de lance, rebuscar entre los montones llenos de polvo y llevarse a casa la verdadera intelectualidad pop española, formada y jubilosa, que mezclaba el compromiso con lo lúdico. Rivas cree en el arte y en la poesía, en la novela incómoda (rollo Flippers/Pin-Ball, muy de la época, claro), como una galería de bandas inconsistentes o imposibles. Porque se mezcla el comunismo y el rock. El Ajoblanco y las primeras maquetas.

Todo el mundo lo dice, todo el mundo lo asume: de Barcelona a Madrid. Allí, el primer Madrid, el más auténtico, el de antes de Tierno y la Movida, ahí está el underground puro. Las atracciones del Rockola aún están en construcción y llega Disco Express. Eso son palabras mayores. Imagina a los hermanos Auserón (sus Corazones Automáticos llegan hasta ayer, ayer mismo), un todavía lúcido Leopoldo María Panero, los Trama de los que hablábamos antes y el mítico Gay Mercader, el tipo que trajo a los Rolling Stones a España. Recuerden, 1982, la lluvia y volver con Under my thumb. Pero Quico no pierde de vista sus orígenes. En Disco Express ejerce de “corresponsal en Sevilla” y entrevista a Kiko Veneno y Silvio. Esos son palabras mayores. Resina y Virgen de la Macarena. Y Sol y sombra, mucho sol y sombra.

«Imagina a Pepe Ribas, de Ajoblanco, apoyándole en su incursión en la edición de libros. Imagina a Quico juntando a Herminio Molero y sus sintetizadores y sus gafas con el bello Santiago (y los menos hermosos Luis y Enrique) para sacar adelante el primer LP de Radio Futura. »

Música moderna, más cerca de “El Zurdo” o del primer Brian Eno que de la mutación a Talking Heads que vendrá después (hablaremos de ello, por supuesto). Molero manda hasta que deja de mandar. Porque es feo. Pero es o es otro tema. Y porque luego llegará “Escuela de calor” y los Auserón demostrarán ser capaces de escribir hits tan directos como “Enamorado de la moda juvenil”.

 

 

Pero dejemos a los Radio Futura, volvamos a Quico. Volvamos a la investigación de Fran G. Matute. Magnífica y detallada. He dicho que me iba de Radio Futura, pero aún tengo que recordar que Las Chinas (novias, novietas, círculo interno de Radio Futura) reciben la bella letra de Amor en frío para su único éxito (o lo más parecido a un éxito) de manos de Rivas.

Pero de derechos de autor de Las Chinas no se vive y Quico Rivas pasará siempre penurias económicas. Sufrirá el síndrome del que llega primero. El que lo descubre no se lo lleva, es el que lo vende. Así que Rivas, que hablará de la revuelta andaluza, de los hombres de las praderas, del Madrid salvaje, del arte pop, prefiere sablear a sus amigos que hacerse fuerte tras el inmundo muro de las subvenciones, el seguidismo de la época. No será un “agradaor”. Rebelde y salvaje. Purista. Difícil. Como todos los grandes.

Hablamos de alguien que se hundió en botellas de ginebra, pero que, a la vez, fue el salvador del Alberto García-Alix más perdido. García-Alix no hubiera escapado de la amapola sin Rivas. Y García-Alix es canon. Rivas se junta con Gabinete Caligari. Y abren el Cuatro Rosas cuando lo que se lleva es ir vestido de pirata. Ir a la contra. Mezclar rockers con flamencos. Camisas de lunares y botas de piel de serpiente. Aguantar las patillas, el garrafón, el aturdimiento tóxico de sus raíces. Entrevistar a Camarón de la Isla. Capitán sin tripulación. García-Alix hará las fotos, claro.

Es el momento mágico. Alguien debería escribir sobre ello: comienzo del Malasaña de Corcobado y los Pleasure Fuckers, el desembarco de Daniel Melingo y Andrés Calamaro en Madrid, la vuelta de las revistas. El panteón. Fundar El canto de la tripulación, estar metido en El Europeo. Destrucción planeada, demolición angelical. Los recuerdos de la Edad de Oro, con Ana Curra y la Chamorro, mientras Ray Loriga recopila sus cuentos en Días Extraños.

 

Una mesa redonda sobre flamenco con Auserón, Manrique, Mario Pacheco y Enrique Morente. Lorca y el amor pútrido. Escapar de la hepatitis y acabar en La Escala. Allí creció mi madre. ¿Fuiste feliz, Quico? Espero que sí. Terminar una vida entrevistando a David Hockney. Nunca terminará la primavera.

No da más. Pero, al menos, Fran G. Matute nos permite recordarte. Y reconocerte.

Sangre y sal de Vangoura (BMG,2024)

El vinilo es una experiencia lírica, ya en lo material, antes de que la electricidad nos rodee, es la manera de disfrutar de los temas del nuevo material de Vangoura con la delicadeza emocional que ofrece: la manera de discurrir los primeros segundos de “0830”, con lo cotidiano de la desidia, del esfuerzo por sobrevivir en un momento que recuerda a aquellos momentos mágicos de The postal service. Seguir con un hit de guitarras, con dos nombres, la versión luminosa de David y Claudia, “Rachel y Ros”, perdonen la broma, más allá de hablar de si se han tomado o no un descanso, la relación, tirante como las cuerdas, abriéndose hacia el cielo, el recuerdo como un momento de nutricia pasión.

Similar estética, abrigada por un bajo mínimo, con un funk sobre programaciones elegantes, esa es la palabra para definir todo el LP, pero este “Carameloraro” es precisamente la manera de entender la capacidad como amanuenses de ambientes de Vangoura. Un universo sensible, de introspección, de ayuno químico, de hambre de piel, se esparce, como el tiempo perdido en temas como “Cuando faltes”. Una pureza de amor, de romanticismo bien entendido, que atraviesa el disco, con esas guitarras acústicas jugosas que aparecen para recordarnos qué somos, qué amamos. La canción que da título al disco, “Sangre y sal”, tiene algo de nana, de sopor mezclado con sabor a aquellas Flores azules que acompañaban a Facto Delafé.
Es paz exterior, es electrónica bien entendida, una producción que guarda especias para esparcirlas a lo largo de todos los temas, incluso en el final casi tropicalista de “Después de ti”, cierre perfecto de acústica y armonías vocales. Es una manera de hacer alma y recuerdos, amasarlos y ofrecernos una canción.