Algunas palabras de Esta vez venimos a golpear de Fran G. Matute

Fran G. Matute nos ofrece un somero repaso de los Vanguardismos, psicodelias y subversiones varias en la Sevilla contracultural (1965-1968). En Sevilla la revuelta empezó de manera subterránea, primero en locales de cal blanca, paisajes como La cuadra, 1966, de un lugar a otro, mientras la sospecha de vagos y delincuentes cierran los oasis, la geografía de Sevilla deja que crezcan buganvillas de libertad: flamencos vestidos de yeyé y arte no figurativo que escapa de la censura. Radio popular, algo de jazz y más flamenco. Es un momento del cambio. Paco Lira, el PCE, el Bar Giralda y Alfonso Grosso. En el Centro Cultural Tartesos se busca la Atlántida de la libertad. 5000 pesetas para un relato. Francisco Umbral viaja hasta el sur sin quitarse el foulard. Busco el cuento en sus obras completas y no lo encuentro. Caballero Bonald y Casteller. Antifranquistas en su exilio interior. Sus voces aparecerán cuando la cosa se ponga más sencilla. Manuel Ferrand adelanta un capítulo de su premio Planeta y se lleva las pelas. Sigo buscando el cuento de Umbral.

Los afines al PCE realizan exposiciones, llevan la noche a cuestas, vino blanco, vino tinto, vino y más vino para cambiar la atmósfera que los rodea. “El pájaro” vuela antes de que la guitarra de Luzbel se afine. Fundamentalista del comunismo andaluz. Es más divertido que el eurocomunismo, eso está claro. La Granja Viena y el dúo dinámico, Arcusa y De la calva, Robin y Batman: Felipe González y Alfonso Guerra. Son las últimas fiestas antes de dejar la pana por el traje. Luz y color frente al gris oscurantista. Seres que vagan en el vacío. Juan Blanco que escribe y Paco Molina que pinta. La Granja Viena, 16 collages de fondos absorbentes, fondos que atrapan a las personas, que les ofrecen la luz en la búsqueda de la una vida más oxigenada.

La deconstrucción de la “Rendición de Breda”, el Vietnam abstracto. Lejano en la geogría, idealizado en el eterno retorno antiimperialista. En 2023 uno duda de la validez democrática de Ho Chi Minh, pero no soy quién para juzgar tiempos como aquellos. Al final la base americana de Morón de la Frontera traerá blues y rock and roll, cliente para las galerías de los pintores de la zona, el intercambio con las democracias occidentales, incluyen la visita a París y el contacto con el grupo Pánico, del genio Fernando Arrabal, en el exilio. Arrabal y Juan Romero. La coronación a Sevilla.

El teatro como elemento innovador, como escondite perfecto para los que querían utilizar el juego de las sombras. Alberto García Calvo, parte de la resistencia hasta hoy, los sindicatos verticales de Falange que se van viendo invadidos por las termitas de los contestatarios. El mejor sistema es el de Leonard Cohen, la destrucción desde dentro. Es 1968 y Alfonso Guerra ya da vueltas a las posibilidades de las tarimas, los púlpitos y los micrófonos o, al menos, de las voces bien enfiladas. Comisiones Obreras y Carmen Romero, que será un mito de la primera democracia antes de que Felipe se lance al diseño de joyas. Son 23 estudiantes. Bloqueados por la Dictadura. ¿Qué fue de ellos? Terminaron sus carreras, ¿escaparon de la maraña de la indecencia?

«El libro de Fran G. Matute fluye en tres estadios perfectamente claros: pintura, literatura y música. La pintura, como hemos hablado antes, permite la abstracción política y es más la posibilidad de juntarse frente al color como forma de combate ante el gris (o directamente el negro), mientras que el fragmento de la literatura suministra el corpus general teórico para las artes plásticas y la música y cristaliza en la fortaleza del teatro. El teatro, como he comentado antes, tiene la ventaja de las sábanas y las sombras, de los montajes y las oscuridades y los focos.»

García-Calvo, Tierno Galván y Aranguren. Los catedráticos que purgó el Régimen. Y la interesante figura de Giménez-Fernández, ex miembro activo de la CEDA, republicano demócrata y conservador, una muestra de la pluralidad de la II República antes del Golpe de Estado y las manos sádicas de influencia soviética, acostumbradas a eliminar la desidencia. Esa fragmentación será la que haga atravesar un desierto de dictadura, una travesía donde unos y otros se acuchillan, donde el purismo no tiene sentido en una competición contra el franquismo, también fragmentado, pero en el poder. La poca influencia de la tercera España, aunque tenga un poco más en Andalucía y Sevilla, tierra de tradición conciliadora, permite, en todo caso, un poco de libertada para los beatniks, de pelo largo, sustancias, Hendrix y Camus. Luego volveremos a los beatniks (sin jersey de cuello alto negro ni gorras ni bongos, demasiado calor en Sevilla, mejor una caña y la camisa abierta).

Bertol Brecht y la canción de Alabama, la canción de septiembre, la ópera de los tres peniques. No hay camino hacia el siguiente whiskey bar. Es mejor un desarrollo de obras cortas, farsas psicológica y tragedias, usar a Brecht porque el montaje es sencillo. El dinero, malvado, pero quién entiende a Brecht, ¿debemos pensar o divertir? Max Frichs y la libertad. La eterna contradicción entre estudiantes y universitarios, teóricos de la revolución, lectores de Marx, promesas de la política que llegarán al poder sin callos en los dedos pero que acabarán explicando a los obreros y los campesinos lo que está bien y lo que no lo está. Lees que allí, desde el principio, están Miguel Rellán y Amparo Rubiales.

Brecht es más que The Doors, más que Bowie, más que Lou Reed. Kurt Weill nos hizo postmodernos y Antígona fue exigente. El Guernica como fondo, todo lo femenino se convierte en provocación. Pienso en el Ministerio de Igualdad de hoy. ¿Cómo llevará el convencimiento del hombre en la voz de la mujer? Brecht y sus actores. Todo estaba permitido en aquel tiempo. Todo era ilusión. Incluyendo (de las mejores anécdotas del libro, espero no ser demasiado superficial), la idea de la los actores recibiendo clases de marxismo de Alfonso Guerra para contextualizar la narrativa de la obra en el presente. Clases que, sospecho, tendrían un punto árido.

Y el rock, el final, casi el principio. Gualberto, Silvio, Gong, beatniks. Dejo una lista de las versiones, dejo algo de la primera psicodelia andaluza. Dejo la puerta abierta para que el órgano de Triana nos dé el pan para la segunda parte de esta obra maravillosa e imprescindible.

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