Archivo de julio, 2014

Estudio, luego decido

Por Sabela Rodríguez foto sabela rodriguez

Cuando el foco mediático se apaga, los hashtag no son trending topic y las celebrities dejan de mostrar su apoyo con virales carteles reivindicativos, la lucha por una educación que no discrimine por género en todo el mundo continúa.

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La foto corresponde a la campaña ‘#StrongerThan’ del «Malala Day» de 2014

Cuando 4 millones de tuits no consiguen que más de 200 niñas secuestradas sean liberadas, ni que otros 31 millones  en edad de cursar la educación primaria estén en una escuela, el coraje y la fuerza se debe imponer a los designios de fanáticos yihadistas.

Cuando muchas mujeres desconocen, fruto de tanta represión, que hay vida más allá del matrimonio prematuro, los maltratos de sus maridos y de tener a su niño sin altas posibilidades de perderlo en el parto, alguien debe inspirarlas para que apuesten por su educación, se levanten contra el miedo y luchen por sus derechos.

Esta es la tarea que una paquistaní de 17 años de apellido impronunciable hace posible. Sus historias de pánico y valentía poco probable proporcionaron una visión de primera mano de la vida bajo el régimen talibán.

Malala Yousafzai se hizo fuerte cuando sus peores pesadillas se convirtieron en una realidad. Se levantó contra la campaña política en contra de la educación de las mujeres para decirle al mundo que las niñas también tienen derecho a ir a la escuela.

Los gritos de rebeldía de la joven no cesaron cuando trato de ser asesinada, tampoco cuando el coma puso en jaque su vida durante una semana. El intento de censura  solo consiguió que todos los medios internacionales se hicieran eco de su protesta y que más de 2 millones de personas firmaran una campaña que finalizó con la ratificación de la primera Ley de derecho a la educación en Pakistán. Un pequeño paso en un país con la segunda tasa más alta del mundo de niños fuera de la escuela y donde la educación es un fantasma.

Y es que no hay nada que más teman sectas islamistas como Boko Haram que al acceso de la mujer a la educación, a una participación activa del género femenino en la sociedad, que tome relevancia en el espacio público dejando de estar relegada en el ámbito privado y a un conocimiento de las puertas que una buena enseñanza les abre. Y eso, como dice Malala, sólo se consigue alzando aún más nuestra voces.

Los terroristas pensaban que iban a cambiar mis objetivos, dejar de mis ambiciones… pero nada de eso cambió en mi vida. La debilidad, el miedo y la desesperanza murieron y nació la fuerza, el poder y el coraje‘.

Son palabras de Yousfzai el 12 de julio de 2013, cuando habló en la ONU para pedir el acceso a la educación en todo el mundo. Entonces, lo llamaron el evento «Malala Day«, que se celebró ayer. Pero para la paquistaní este no es su día, sino el de cada mujer, niño y niña que se ha levantad por sus derechos.

Los cuales, también corresponde a otros tantas y tantos defender. No deberíamos delegar en una niña de 17, que arriesga así su vida, la imprudente hazaña que le encomendaríamos si la concienciación de la opinión pública mundial no se traduce en un apoyo a una lucha que también es nuestra.

Muéstrale al mundo que eres más fuerte que aquellos que rechazan la escolarización y educación de las niñas. Petición #StrongerThan en change.org

 Sabela Rodríguez es una docente, madre y activista.

 

Prostitución: menos escándalo, más realidad

Por María Pazos María Pazos

Si todo lo que concierne a la ideología patriarcal está impregnado de emocionalidad, el asunto de la prostitución se lleva la palma. Cuando se habla de prostitución todo se desdibuja, se trastoca, se confunde, hasta tal punto que cualquier parecido con la realidad puede ser pura coincidencia.

'Si la prostitución fuera un trabajo, ¿se lo recomendarías a tu hija?' Imagen de una campaña de la Comisión para la Investigación de Malos Tratos a Mujeres, www.malostratos.org

‘Si la prostitución fuera un trabajo, ¿se lo recomendarías a tu hija?’ Imagen de una campaña de la Comisión para la Investigación de Malos Tratos a Mujeres, www.malostratos.org

Un ejemplo es esta ‘noticia’, repetida en similares términos en muchos medios: bares ofrecen felaciones ‘a cambio de copas gratis’, o incluso ‘a cambio de barra libre. Contrariamente a la imagen que sugiere el titular (chicas emborrachándose ‘gratis’), se trata de un caso de proxenetismo con luz y taquígrafos: el propietario del bar paga a mujeres por prestar servicios sexuales a terceras personas. Esto sería así aunque la forma de pago fuera en copas, cosa que además nadie en su sano juicio se tragaría si se pusiera a pensar.

El Código Penal español castiga el proxenetismo con penas de  dos a cuatro años, también para  ‘aquel que obtenga beneficio de la prostitución de la víctima, aunque esta lo hubiera consentido’. Sin embargo, ni siquiera el Instituto de la Mujer llama al fenómeno por su nombre. Si esto se hiciera, en lugar de escandalizarse, bastaría con detener y juzgar a los culpables del delito, que bien local-izables están.

Para comprender la prostitución basta con abandonar el escándalo y mirar el fenómeno en profundidad. Tenemos los informes de la Guardia Civil o de la Defensoría del Pueblo y otros muchos, así como múltiples estudios.

Así, se comprueba el aumento del flujo de trata de mujeres hacia los países en los que la prostitución se ha legalizado (Holanda, Australia). Se comprueba también el descenso radical de dicho flujo en los que, como Suecia o Islandia, han adoptado leyes que penalizan la compra de servicios sexuales y protegen a las prostitutas, que en estos países se llaman «prostituídas» porque en general son víctimas de la trata (en España al menos el 95% lo son, según la Guardia Civil).

Cuando la realidad no está presente en nuestra mente, ese vacío es ocupado por las especulaciones. Algunas personas dicen que este es un oficio como otro cualquiera, y por tanto nada más lógico que incluirlo en la Seguridad Social, como proponen  los inspectores de hacienda, o en el PIB, como exige la Unión Europea desde 2016.

Muchas otras actividades humillantes son hoy penalizadas y/o rechazadas socialmente: comprar órganos, alquilar úteros o hasta hacerse limpiar las botas a cambio de dinero. Pero la prostitución se trata con otros parámetros. De hecho, hay personas que considerarían humillante hacerse servir una copa de rodillas, pero les parecería normal pagar porque una persona se ponga de rodillas y le haga una felación. Es cuestión de sensibilidad social, que se tiene o no se tiene. Se ve o no se ve a una persona humillada detrás de esa chica.

Yo tengo una amiga que trabajó hace muchos años en un antiguo Top-less (su ‘trabajo‘ consistía en conseguir que el cliente pagara el máximo número de copas, aunque en realidad ella bebía agua coloreada). Mi amiga, que hizo esto mientras no tuvo otro remedio para mantener sola a su hijo pequeño, me contaba que para ella lo peligroso, a lo que se negaba, era quedarse a solas con el «cliente». Así que hacer felaciones en público ni siquiera es lo peor de la prostitución.

Lo peor, si cabe, es el horror que se esconde detrás de los anuncios de contactos en periódicos supuestamente respetables o en esos clubs que vemos por las carreteras, que sin embargo visitan nuestros vecinos y amigos. Cuando la sociedad reconozca a las mujeres el estatus de seres humanos con derecho a la dignidad, nos solidarizaremos con esas mujeres y nos horrorizará que se usen sus cuerpos a cambio de dinero.

María Pazos Morán es licenciada en Matemáticas por la UCM y máster en Estadística por la Universidad de Harvard. Actualmente trabaja en el Instituto de Estudios Fiscales (Ministerio de Economía y Hacienda, España), desde donde coordina la línea de investigación ‘Hacienda Pública e Igualdad de Género’. Una de las personas promotoras del llamamiento urgente ante la reforma fiscal que prepara el Gobierno. Su último libro publicado es ‘Desiguales Por Ley‘. Pertenece a la PPIINA y al Fórum de Política Feminista.

¿75 años más de brecha salarial?

Por Marisa Kohan Marisa Kohan

Cuando mis hijos lleguen a la edad de jubilación (los más pequeños no han cumplido aún los cuatro años) las mujeres seguirán cobrando sueldos inferiores a sus colegas varones por desempeñar el mismo trabajo. Y no estamos hablando sólo de España, porque es una tendencia generalizada en prácticamente todos los países del mundo. Según destaca Oxfam Intermón en un informe, la brecha salarial entre hombres y mujeres tardará, al menos, 75 años en desaparecer. Este dato coincide con la estimación de la Unión Europea, que recientemente valoró en unas siete décadas el final de esta discriminación salarial.

Imagen de una escuela en India. (C) Oxfam Intermón

Imagen de una escuela en India. (C) Oxfam Intermón

Así que, aparentemente, hay consenso en dos cosas: que la discriminación salarial entre hombres y mujeres se está reduciendo y que el ritmo de los avances es tan extremadamente lento que tardaremos aún unas generaciones en conseguirlo, de continuar la tendencia actual.
¿Pero cómo se justifica que a igual trabajo unos cobren más y otros menos en función de su sexo?

Le pregunté a mi hijo mayor (11 años) que si él tuviera una empresa y contratara personal, si pagaría menos a las mujeres por algún motivo. Me miró con la misma cara que si yo me hubiera convertido en un extraterrestre con antenas verdes y me contestó: ‘¿Por qué iba yo a hacer eso? Claro que no’. Entonces le pregunté: ¿qué crees que se puede hacer para solucionar esto? ‘Creo que los presidentes tienen que echarle ganas y hacer leyes que controlen a las empresas. También habría que echar a los jefes o dueños que hagan eso. En clase hablamos de estos temas y yo no entiendo porqué alguien puede pagar menos a una mujer que a un hombre’.

Creo que en esa respuesta están todas las claves. En su informe, Oxfam reclama al G20, es decir, a los presidentes y líderes políticos que tomen cartas en el asunto de la discriminación contra las mujeres, tal como prometieron en su reunión de México en 2012. Sin embargo, la agenda de la próxima reunión que tendrá lugar en Australia a finales de años, apenas recoge compromisos sobre este tema. Los líderes parecen tener poca memoria y olvidan de una a otra reunión los temas que habían considerado prioritarios.

Sin embargo, el punto que me parece más importante de su respuesta es el que habla de la escuela. Una educación en valores y sin discriminaciones ni clichés, creará hombres y mujeres que consideren la discriminación como algo anacrónico o venido de otro planeta. Y es ahí donde está la clave. Si mis hijos (todos varones) son educados en un entorno y en una escuela con fuertes valores en ciudadanía, integración e igualdad, ellos mismos serán motor de cambio y no sería preciso esperar otros 75 años para ver desaparecer la discriminación contra las mujeres. Porque la discriminación salarial es tan sólo la puntita de un gigantesco iceberg que abarca la práctica totalidad de los ámbitos de la vida de la mujer desde que nace: derechos sociales, civiles, reproductivos, económicos…

Educación, educación, educación. No hay mejor respuesta contra la discriminación hacia las mujeres. Y cambiar el modelo de liderazgo mundial antes de que pasen 75 años.

Marisa Kohan es periodista, madre y trabaja en Oxfam Intermón.

Cien mujeres, cien kilómetros

Por Belén de la Banda @bdelabanda

El fin de semana pasado tuve la suerte de vivir una de esas experiencias que no puedes olvidar. Todavía recuerdo muchos momentos y no puedo evitar emocionarme. Ha sido una belleza: en ruta por la montaña, junto con mi amiga Paloma y muchas otras personas colaboradoras y entrañables, he seguido el Oxfam Trailwalker que por primera vez tenía lugar en la sierra madrileña. Desde las 9 de la mañana del sábado hemos vivido muchos momentos épicos y emocionantes, propios de un ultratrail exigente, pero también con el espíritu especial que tiene una carrera por equipos. Se trataba de cumplir, en términos deportivos y solidarios, con las palabras de León Felipe voy con las riendas tensas y refrenando el vuelo, porque no es lo que importa llegar solo ni pronto, sino llegar con todos y a tiempo. Todos los equipos teníamos dos objetivos: conseguir fondos para Oxfam Intermón, y hacer los cien kilómetros por la montaña juntos antes de 32 horas.

El equipo 'Samia viva' en compañía de Chema Martínez, Carlos Soria y Chema Vera en la salida del Oxfam Intermón Trailwalker 2014. Imagen Anasara Lafuente

El equipo ‘Samia viva’ en compañía de Chema Martínez, Carlos Soria y Chema Vera en la salida del Oxfam Intermón Trailwalker 2014. Imagen Anasara Lafuente

La lucha contra la pobreza marca la composición y el estilo de la carrera. No es una más. Mis deportistas de cabecera dicen que quizá por el objetivo solidario hay en el Trailwalker más presencia de mujeres que en otras de ultratrail que se celebran en nuestro país. Entre los 120 equipos había 97 mujeres, algunas organizadas en equipos exclusivamente femeninos, como las chicas Verti, o en equipos mixtos, como A cien por agua que representa un buen ejemplo de paridad absoluta, y que ya se está convirtiendo en un habitual del Trailwalker porque se iniciaron en Girona.

La primera clasificada individual (aunque esa categoría no existe como tal en una carrera que premia llegar los 4 corredores del equipo juntos) ha sido María Flores, a quien tuvimos ocasión de ver varias veces en carrera con una sonrisa alegre y muy concentrada en el esfuerzo: eran sus compañeros del equipo Elecnova quienes jaleaban su gesta. Porque eso es  lo que era: hacer cien kilómetros con mucho desnivel en 16 horas, llegar en el puesto 15 de 476 corredores, tiene auténtico mérito. Y no se consigue sin un ritmo endemoniado, que es el que llevaban de forma constante María y sus tres compañeros.  Como la segunda mujer clasificada, Loli García, que participaba también en un equipo de compañeros de trabajo de SGS.

La tercera en el podio es Alma Obregón, que cumplió en el camino un montón de objetivos. Entregada a la causa desde su época universitaria, en muy poco tiempo logró formar y animar 3 equipos que han estado en cabeza del evento, e hizo una carrera emocionante para llegar a meta al ritmo de quien más sufría en su equipo. El relato en su blog lo dice todo sobre el espíritu del Trailwalker.

No puedo seguir con la lista, pero me gustaría mucho. Las 97 corredoras, y cualquiera que estuviera allí el fin de semana, poseen una historia que merecería la pena contar. La cifra de mujeres en esta carrera sube muy por encima de cien si se cuenta a las voluntarias que animaron los avituallamientos, las blogueras y periodistas que cubrieron la carrera. Pero el alma del Trailwalker son Elena Rodríguez y Begoña Garralda, que no clasificaban pero corrían igualmente en todas direcciones, pendientes de que ‘el equipo contra la pobreza’ fuera el que ganara la prueba. Enhorabuena, compañeras, objetivo conseguido.

Para completar las cien mujeres del título, quiero hablar de inspiración, de superación, de estímulo y de ejemplo. Mi equipo, Samia Viva, ha corrido con la camiseta de Samia Yusuf Omar, una atleta somalí a quien los grupos armados de su país impedían entrenar, y murió en una patera tratando de llegar a Europa. Durante la carrera, antes y después, su nombre ha sonado en los gritos de ánimo. Queríamos aprovechar la carrera para hablar de los valores de esas personas que necesitan migrar para tener una vida. Otro objetivo conseguido. Samia, gracias por todo lo que nos has dado. Nuestra carrera es también para ti.

Belén de la Banda es periodista y trabaja en Oxfam Intermón

En la violencia no hay honor

Por María del Pozo María del Pozo

En las últimas semanas, las personas que siguen la actualidad de Pakistán han leído noticias terribles en que se refiere a la violencia contra las mujeres. En fechas recientes se encontró en Punyab a una mujer de 21 años violada y estrangulada por el hombre en el que había confiado para que la salvara de un homicidio en nombre del ‘honor’ a manos de su familia.

A principios de junio, Saba Maqsood sobrevivió milagrosamente tras recibir disparos de sus familiares y ser arrojada a un canal en la ciudad de Hafizabad, en la provincia paquistaní de Punyab, por intentar casarse con el hombre de su elección en contra de los deseos de su familia.

Manifestación de mujeres frente al senado de Pakistán el 11 de diciembre de 2011 pidiendo la aprobación de la Ley de prohibición de prácticas contra ala mujeres . Imagen: Amnistía Internacional

Manifestación de mujeres frente al senado de Pakistán el 11 de diciembre de 2011 pidiendo la aprobación de la Ley de prohibición de prácticas contra ala mujeres . Imagen: Amnistía Internacional

Una semana antes, en Lahore, Farzana Iqbal murió tras ser brutalmente golpeada con ladrillos por unos 20 familiares, entre ellos su padre, por casarse con el hombre al que amaba. Lamentablemente, cientos de mujeres y niñas son víctimas de homicidios en nombre del “honor” en Pakistán cada año. Muchas comunidades de Pakistán consideran que las mujeres y las niñas encarnan el honor familiar. La identidad de la mujer y el sentido del respeto social y el valor de su familia se miden por su aquiescencia a las exigencias familiares, como casarse con el hombre al que la familia elige para ella.

Lo que hizo de la muerte de Farzana Iqbal un caso excepcional fue el hecho de que los autores decidieran matarla con tanto descaro, en el exterior de una de las instituciones estatales más respetadas: el Tribunal Superior de Lahore, la segunda ciudad de Pakistán en población y posiblemente su capital cultural. Según todas las fuentes, en lugar de proteger a Farzana Iqbal y salvar su vida, la policía que estaba presente se limitó a observar mientras se cometía el crimen. Sin embargo, la mayoría de los casos como éste reciben escasa atención de la opinión pública y de la policía, pues a menudo tienen lugar en pequeñas poblaciones o en espacios privados.

En febrero, por ejemplo, Ayat Bibi murió apaleada en una localidad del norte de Baluchistán por orden de un clérigo local tras ser acusada por un familiar de mantener relaciones con un hombre llamado Daraz Khan, a quien también se quitó la vida. Los lugares donde reposan finalmente Ayat y Daraz son sendas tumbas anónimas. Los responsables de los homicidios no han comparecido ante la justicia.

El homicidio de Farzana Iqbal y la publicidad que siguió avergonzaron de tal manera al primer ministro de Pakistán y al presidente del Tribunal Supremo que exigieron que se abrieran investigaciones sobre el incidente. La mayoría de los culpables principales no tardaron en ir a la cárcel, y se espera que el juicio por asesinato comience en breve. Algunos políticos y líderes religiosos han condenado el homicidio, una iniciativa positiva en un país donde con excesiva frecuencia la violencia contra las mujeres se pasa por alto o incluso se justifica sobre la base de valores religiosos o culturales.

Pero ¿cuál habría sido la respuesta si este crimen no se hubiera perpetrado en un espacio tan público y simbólico y hubiera suscitado la atención mundial? A medida que la atención sobre su caso se desvanece, y el cuerpo maltrecho de Farzana descansa bajo la tierra como cientos más, ¿es probable que las autoridades pierdan interés en garantizar que quienes la mataron comparecen ante la justicia y que la policía rinde cuentas por no haberla protegido?

Buscar justicia es extremadamente problemático en Pakistán, pues existe actualmente una laguna legal que permite que los autores de homicidios en nombre del ‘honor’ eludan todo castigo. En virtud de la legislación paquistaní sobre casos de asesinato, la familia de la víctima puede indultar a los autores, y los culpables quedan entonces libres de enjuiciamiento y condena.

Los llamados homicidios en nombre del ‘honor’ constituyen una práctica muy extendida en varias zonas del sur de Asia y en otros rincones del mundo. Es difícil determinar con exactitud cuántas mujeres son víctimas de homicidios que se justifican como una defensa del “honor” de la familia, pero son varios miles en todo el mundo.

En muchos casos, los castigos más severos por transgresiones del ‘honor’ o por causar ‘vergüenza’ a una familia son decretados por los consejos de ancianos tribales, en los que las mujeres no tienen cabida. En Pakistán, las estadísticas oscilan entre unas 900 y poco más de 1.000 cada año. Pero estas cifras sólo representan los casos documentados por grupos de derechos humanos a partir de informaciones publicadas en los medios de comunicación o facilitadas por las autoridades responsables de hacer cumplir la ley.

En Pakistán o en cualquier otro lugar del mundo, abordar estos asuntos constituye un desafío porque las causas son complejas. Pero, como en tantos otros problemas sociales, el cambio positivo debe comenzar en casa. Con excesiva frecuencia es en el hogar donde el uso de la violencia se normaliza. Es allí donde se condiciona al ciudadano para que crea que la violencia es una práctica aceptable, sobre todo para excusar la violencia que se inflige para proteger lo que se percibe como posición social, honor nacional o sentimientos religiosos.

Los crímenes en nombre del ‘honor’ se enconan en la oscura intimidad del hogar. Es hora de exponer estos abusos a la luz del escrutinio público y de la ley. Algunos Estados han declarado ilegales los homicidios en nombre del ‘honor’ y otras formas de violencia por motivos de género. Pero estas leyes requieren una aplicación efectiva; la policía y otros profesionales encargados de hacer cumplir la ley deben recibir formación sobre la violencia de género. Y las víctimas deben confiar en la capacidad de la policía y otras autoridades para ayudarlas.

El sistema educativo es otro campo de batalla fundamental, porque es uno de los escasos espacios públicos donde se puede empoderar a las mentes jóvenes para que pongan cuestionen los estereotipos de género y adquieran conciencia de que la violencia en el hogar es inaceptable. Las figuras públicas, y especialmente los hombres, deben hacer oír su voz: no sólo para condenar los homicidios en nombre del ‘honor’, sino también para reconocer que estos abusos no son incidentes aleatorios o esporádicos sino un problema mucho más amplio. La investigación empírica en esta área es limitada, pero existen abundantes datos que indican que la exposición pública es la manera más eficaz de abordar el problema, porque obliga a la sociedad a hacer frente a la realidad de que no hay ningún honor en matar a mujeres y niñas porque decidan vivir la vida como ellas prefieran.

 María del Pozo es responsable de relaciones institucionales y política exterior de Amnistía Internacional

Un convenio para prevenir la violencia en Europa

Por Susana Martínez Novo SusanaMartinezNovo70

Cuando estudiaba Derecho decían mis profesores que las normas deben adaptarse a la realidad social del tiempo en que deban ser aplicadas. Sin embargo cuando hablamos de violencia de género, nos encontramos con que la conciencia social y política todavía está muy por detrás de la legislación.

El pasado 6 de junio fue publicado en el BOE el Convenio del Consejo de Europa sobre prevención y lucha contra la violencia contra la mujer y la violencia doméstica – Convenio de Estambul-, abierto a la firma el 11 de mayo de 2011.

Con frecuencia, el maltratador obliga a la víctima a obedecer sus caprichos mediante coerción  y amenazas. Ilustración de Ana Sara Lafuente.

Con frecuencia, el maltratador obliga a la víctima a obedecer sus caprichos mediante coerción y amenazas. Ilustración de Ana Sara Lafuente.

El convenio constituye a mi modo de ver un intento bien intencionado de promover las políticas públicas contra la violencia de género, comenzando por la necesidad de visibilizar la existencia de la violencia mediante la recogida de datos, que en muchos paises todavía no se realiza. Pero sobre todo supone un avance y un reconocimiento de otras formas de discriminación hacia la mujer hasta ahora silenciadas.

Condena el convenio todas las formas de violencia contra las mujeres, incluyendo la sexual, matrimonios forzados, mutilación genital femenina, y esas otras más sutiles como la privación arbitraria de la libertad y la violencia económica, que las organizaciones que trabajan en defensa de los derechos de las mujeres vienen poniendo de manifiesto desde hace mucho tiempo.

Parece que no acabamos de enterarnos que determinadas formas de violencia como el control de las actividades de la pareja, de los horarios, los movimientos, de los ingresos familiares… provocan de forma ineludible una dependencia personal y económica del violento, que bajo el paraguas del amor y del paternalismo no deja salida. Pero es más, por fin se censura la existencia de justificaciones de tipo cultural, religioso y específicamente el  ‘honor’  como fundamento de las conductas violentas.

De esta forma discursos como los ofrecidos por determinados personajes de marcada relevancia social, sacerdotes y otros cargos públicos, especialmente en pequeñas localidades donde su opinión es fuente de ideología y transmisión de valores, quedan ahora más que nunca deslegitimados y deben ser objeto de rechazo y reproche social.

Por otra parte, produce cierta satisfacción contemplar como se aborda la necesidad de asignación de recursos financieros y humanos para la aplicación de las políticas públicas dirigidas a estos objetivos, y se hace especial hincapié en el reconocimiento que a todos los niveles debe otorgarse a la labor de las organizaciones no gubernamentales, por su experiencia en la materia y a la necesidad de establecer una cooperación eficaz con dichas organizaciones.

Creo que no podemos olvidar el servicio que desde las organizaciones se ofrece a las víctimas y que la cooperación entre instituciones y organizaciones es un cauce necesario para rentabilizar recursos y para favorecer el seguimiento personalizado de los casos.

Por no ir más lejos, el otro día me decía una mujer: ‘¿Cómo quieren que no nos desanimemos si en el Punto Municipal han atendido a mi hija en tan solo dos ocasiones en más de tres meses y está psicológicamente destrozada?’ Por supuesto, le hemos ofrecido terapia grupal en nuestra organización.

Ahora estamos a la espera de ver como se pone en marcha la aplicación del Convenio, que entrará en vigor en nuestro país el próximo 1 de agosto. Tres años ha tardado España en ratificar dicho convenio, pero lo más patético y sorprendente es que a fecha de hoy solo 11 países de los 47 que conforman el Consejo de Europa lo han ratificado y en concreto que países como Francia y Alemania todavía no lo hayan hecho. ¿ No sufren sus mujeres algún tipo de discriminación o violencia?

Esto pone de manifiesto que la violencia de género todavía no forma parte de las prioridades de la agenda política de muchos países de la Unión Europea y si esto es así como pretendemos que se remueva la conciencia social de las y los ciudadanos que viven bajo esos gobiernos y de los otros que queramos o no, nos dejamos manejar por las prioridades de Europa.

 

Susana Martínez Novo. Abogada y activista. Presidenta de la Comisión para la Investigación de Malos Tratos a Mujeres, participa también en la Asociación Española de Abogados de Familia.

Salvemos a Aminetou

Por Mariana Vidal Mariana Vidal

Aminetou, como todos, sabe lo que es el miedo. Pero para ella el miedo no es una pesadilla que surge por las noches, ni un repentino e irracional temor que aparece cuando unos pasos se acercan  y desaparece cuando se alejan. Aminetou no necesita imaginarse algo o a alguien para tener miedo.  El miedo de Aminetou lleva mucho tiempo presente y ha dejado cicatrices visibles en su cuerpo. Ahora, sin embargo, su miedo proviene de otra parte.

Aminetou, la activista de Mauritania cuya vida ha sido amenazada. Imagen de change.org

Aminetou, la activista de Mauritania cuya vida ha sido amenazada. Imagen de change.org

El pasado 5 de junio, el líder del grupo islamista mauritano ‘Amigos del Profeta’  publicó en Facebook una fatwa en la que amenazaba a Aminetou Mint el Moctar y declaraba que ‘aquel que la mate o le saque los ojos será recompensado por Alá’. No era una amenaza En el mensaje también estaban incluidos su dirección, email, número de teléfono y matrícula de coche.

El origen de esta amenaza está en una entrevista en la que Aminetou reclamaba un juicio justo para Cheikh Ould Mkheitir, un joven acusado de apostasía y encarcelado, para el que va a ser difícil conseguir un abogado defensor, también por el miedo a lo que le pueda ocurrir a quien le ayude.

Aminetou lleva toda la vida apoyando causas como esta. Empezó su activismo a los 11 años  y poco a poco su lucha fue variando desde una perspectiva más política, hacia la defensa de los derechos humanos, especialmente los de las mujeres mauritanas. Como a la mayoría de ellas a Aminetou la casaron muy joven, con solo 14 años, y fue madre poco después. No obstante, y pese a ser rechazada por su familia, logró divorciarse.

Hoy, la organización que creó y preside, la Asociación de Mujeres Jefas de Familia (AFCF), trata de impedir que se siga celebrando este tipo de matrimonios precoces, aunque, como ella misma reconoce, es una lucha muy complicada. Igualmente, la AFCF tiene programas que combaten la discriminación de las mujeres en los ámbitos sanitario, educativo, político y económico. Entre sus objetivos está lograr empoderar a las mujeres  para que participen en los procesos de toma de decisiones. En este sentido, uno de sus principales logros es la implantación de cuotas de participación de mujeres en el parlamento y en los órganos de cada distrito, que han permitido que hasta un 16% de la representación sea de mujeres.

Aminetou es también una de las principales activistas defensoras de la comunidad negra en Mauritania, pese a pertenecer a la mayoría árabe. En 1989 lideró varías manifestaciones en protesta contra las masacres y deportaciones de la población Kewri, y, hoy en día,  sigue luchando para que se reconozcan sus derechos.

El activismo de Aminetou le ha llevado varias veces a la cárcel y a ser torturada y amenazada. Lleva mucho tiempo en la diana y las acusaciones contra ella han llegado a extremos absurdos, como cuando la tildaron de racista en contra de los blancos. Ahora, una organización islamista pide su muerte. Ahora, una acción en Change.org trata de salvar su vida exigiendo a las autoridades de Mauritania que la protejan de la barbarie. Y todos deberíamos animarnos a firmarla.

 

Mariana Vidal es comunicadora y especialista en América Latina.

Amas de casa y paro

Por María Pazos Morán María Pazos

El Presidente de la mayor organización patronal española (CEOE) dice que el paro es del 26% en España porque 1 millón de amas de casa se han apuntado para recibir subsidios. No es verdad: la tasa de actividad femenina española es menor que la de nuestros vecinos europeos (Francia, Portugal, Alemania, Reino Unido…). Tampoco es posible que, salvo casos de verdadero despiste, alguien se apunte al paro con la esperanza de un subsidio para ex-amas de casa. Como se ha encargado de recordar Cándido Mendez, los subsidios solo son para personas que pierden un empleo. Así que El Sr. Rosell se lució.

 

Cocinando. Imagen de Belén de la Banda.

Cocinando. Imagen de Belén de la Banda.

Pero lo verdaderamente alarmante es que ese señor realmente piensa que las mujeres deberían haberse quedado en casa. Este es el imaginario social de nuestro empresariado, y a partir de ahí podemos hacernos una idea del calvario de las mujeres en el mercado laboral español.

En política tenemos anécdotas de este estilo, como la protagonizada por el Ministro de Justicia Enrique Mújica en 1990, pero pertenecen a otra época. Hoy un ministro no se permitiría esos deslices verbales, por el momento. Sin embargo, es muy preocupante que ni el Gobierno ni el PP hayan reaccionado a esas declaraciones del representante de la patronal. ¡Cuidado, que ningún avance es irreversible!

Los sindicatos sí han reaccionado, pero sus declaraciones también son bastante preocupantes. El Secretario General de UGT dice que es normal que las ‘cónyuges de los parados’ busquen trabajo cuando su pareja ha perdido el empleo y hay que alimentar a la familia. ¿Le parecería normal que un ama de casa buscara empleo simplemente porque está hasta los pelos de ser ama de casa? ¡Qué ocasión perdida para recordar que todas las personas, incluidas las mujeres, tienen derecho al trabajo, tal y como figura en la Constitución!

La verdad es que las mujeres aún están excluidas de los derechos básicos: derecho a un empleo digno, a un salario digno, a unas prestaciones sociales dignas, Derecho a la independencia económica para poder decidir sobre nuestras propias vidas. Derecho al aborto (interrupción libre del embarazo) para poder decidir sobre nuestros cuerpos.

No se niega que tengamos todos esos derechos, e incluso se utiliza un lenguaje correcto algunas veces. Hasta se declara como objetivo la incorporación de las mujeres al empleo. Pero la realidad es que nos hemos incorporado al empleo (y al paro, claro está, sobre todo al paro) sin ayuda de nadie y a pesar de los incentivos en contra.

La realidad es que cuando nos hablan de ‘derechos de las mujeres’ no se refieren a la necesidad de que las mujeres también tengamos derechos humanos y laborales. Se refieren justamente a lo contrario: excedencias, empleos a tiempo parcial, paguitas para cuidadoras, permisos de maternidad mucho más largos que los de paternidad… Los mal llamados ‘derechos de las mujeres’ son medidas para que las mujeres sigan cuidando y solo duran mientras ellas realizan esas tareas. No dan derechos sociales y nunca son suficientes para existir independientemente. Eso sí, sirven para que sigamos siendo ‘cónyuges’.

 

 

María Pazos Morán es licenciada en Matemáticas por la UCM y máster en Estadística por la Universidad de Harvard. Actualmente trabaja en el Instituto de Estudios Fiscales (Ministerio de Economía y Hacienda, España), desde donde coordina la línea de investigación ‘Hacienda Pública e Igualdad de Género’. Una de las personas promotoras del llamamiento urgente ante la reforma fiscal que prepara el Gobierno. Su último libro publicado es ‘Desiguales Por Ley‘. Pertenece a la PPIINA y al Fórum de Política Feminista

Diputadas comprometidas

Por Alba Gutiérrez Alba Gutiérrez

Imaginaos que sois una diputada. Un día, de repente, os llega la noticia: una organización ha decidido premiar vuestro trabajo por contribuir a un desarrollo internacional justo y sostenible. Te preguntas ´’¿A mí? ¿Por qué?’ Investigas… ‘Eureka… ¡pues va a ser que lo que hago influye más en la lucha contra la pobreza de lo que en un principio pensaba!’

Este es uno de los objetivos principales de mi trabajo en el Proyecto Avizor: sensibilizar a los diputad@s sobre la relevancia que tienen las políticas españolas en la lucha contra la pobreza y en el desarrollo de terceros países. El camino no está siendo fácil. Vamos a contracorriente ¿A quien se le ocurre reconocer y premiar el trabajo de diputad@s precisamente cuando políticos e instituciones arrastran una de las peores crisis de legitimidad? Más cuando temas como la lucha contra la pobreza y la promoción del desarrollo internacional importan poco a nuestros representantes políticos. Pero ¿No hay nada positivo que resaltar? Lo cierto es que sí y quiero destacar la labor de dos políticas que trabajan– desde el ámbito europeo y estatal- para dar una respuesta, coherente e innovadora a los problemas de la pobreza.

Laia Ortiz

El primer caso es el de la diputada Laia Ortiz, dos veces ganadora del Premio Avizor (2012 y 2013) por sus aportaciones en la lucha contra el cambio climático y en la cooperación al desarrollo. Destaca por sus propuestas para evitar que se financien con fondos de Ayuda Oficial al Desarrollo proyectos de empresas que no cumplen con la debida diligencia en materia medioambiental y de respeto a derechos humanos en los países donde operan; así como por la petición de prohibir las inversiones financieras especulativas sobre bienes alimentarios; o por la defensa de medidas para impulsar el acceso universal a la salud.

Judith Sargentini. Imagen de Friends of Europe [CC-BY-2.0 (http://creativecommons.org/licenses/by/2.0)], via Wikimedia Commons

Judith Sargentini. Imagen de Friends of Europe [CC-BY-2.0 (http://creativecommons.org/licenses/by/2.0)], via Wikimedia Commons

El segundo es el de la eurodiputada holandesa Judith Sargentini, quien ha recibido un premio (similar a Avizor pero en el ámbito Europeo) por reivindicar que las políticas comerciales de la UE tengan en cuenta el desarrollo. Para ello, llamó la atención sobre cómo los acuerdos de propiedad intelectual ponen en peligro el acceso a los medicamentos en los países en desarrollo; y resaltó la necesidad de controlar la importación a la UE de minerales de países en conflicto.

El hecho de que estos enfoques no son los mayoritarios entre los representantes políticos y de que es difícil cambiar estas dinámicas no es nada nuevo. Sin embargo, encontrar a diputadas comprometidas como Judith o Laia, que desempeñan su trabajo alejadas de la atención mediática, y poder contribuir a que se les reconozca públicamente sus aportación, es una motivación para llevar a cabo mi trabajo.

Creo en el poder de la transparencia y en el acceso a información como herramientas poderosas para movilizar a la sociedad y para que los ciudadanos exijamos responsabilidad política en el trabajo por la igualdad, la justicia social y el desarrollo humano. Por ello es clave visibilizar la labor de diputad@s comprometidos con el desarrollo como ellas pero también lo es el conseguir que las conductas irresponsables en estos temas tengan un coste político. Para esto necesitamos una ciudadanía atenta, crítica y exigente sobre el trabajo de nuestros representantes políticos ¿Te apuntas?

Alba Gutiérrez es politóloga y coordinadora del Proyecto Avizor  del Centro de Investigación y Estudios de Comercio y Desarrollo (CIECODE).

Cooperativas, sinónimo de poder

Por Laura Hurtadolaura

Según la ONU, las cooperativas son la fórmula más idónea para salir de la pobreza. Garantizan que la riqueza se reparte equitativamente y son respetuosas con el entorno, elementos clave para una economía sostenible, es decir, duradera. Lo que la ONU no dice es que para miles de mujeres, ser socias de una cooperativa, es sinónimo de independencia, de respeto, de poder. Esto es lo que me contaron algunas.

Para Mariam Nana, fundadora de una cooperativa de arroz de Burkina Faso, organizarse con sus vecinas le ha permitido tener ingresos propios y por lo tanto una mayor capacidad de decisión en el hogar. Ahora, por ejemplo, puede influir para que sus hijas vayan a la escuela. Pero lo que más destaca es que la cooperativa le ha ayudado a aumentar su autoestima. Conseguir que su marido le permita que abandone temporalmente sus tareas domésticas, encontrarse con otras mujeres para desarrollar un proyecto común, compartir problemas y soluciones tanto profesionales como personales… todo eso ha hecho que se dé cuenta de que no está sola, pero sobre todo de es capaz de hacer lo que quiera. Puede parecer una tontería, pero no lo es.

Un grupo de mujeres campesinas de Burkina Faso se organizaron en cooperativa para procesar arroz. (c) Pablo Tosco / Oxfam Intermón.

Un grupo de mujeres campesinas de Burkina Faso se organizaron en cooperativa para procesar arroz. (c) Pablo Tosco / Oxfam Intermón.

En el caso de Alba Zaracho, socia de la cooperativa de azúcar Manduvirá de Paraguay, lo más relevante es recibir el mismo trato que los hombres. Tiene los mismos beneficios y su opinión es escuchada como la del resto. ‘A los hombres no les gusta que las mujeres gestionemos las fincas, quieren que estemos en casa fregando y barriendo. Pero en la cooperativa estamos todos en el mismo nivel’, subraya orgullosa. Alba también explica que unirse con otros productores les ha dado mucha fuerza. ‘Un productor solo no puede hacer nada. Ese es el desafío’, explica desde esta cooperativa que empezó cuando unos cuantos productores de azúcar decidieron juntarse para negociar un mejor precio por su producción. Hoy, Manduvirá produce azúcar de comercio justo y orgánico, exporta a más de 19 países y acaba de inaugurar una fábrica que les permitirá procesar la caña de azúcar y multiplicar sus ventas.

Anjali Tapkire, es presidenta de Creative Handicrafts, organización que apoya a 1.200 mujeres de la India, la mitad de las cuales están organizadas en cooperativas de producción textil. Muchas destacan la formación a la que tienen acceso. Para aprender el oficio, pero también para leer, escribir, llevar los números… Algunas mujeres han accedido a formación superior y hoy ocupan puestos de gestión en la propia organización.

En definitiva, formar parte de una cooperativa es un antes y un después. Un cambio radical en su vida.

 

Laura Hurtado es periodista y responsable del proyecto Avanzadoras de Oxfam Intermón.