Un pobre diablillo sin suerte
A la perra con la que convivo ahora, Troya, la adopté en ANAA. Pero la perra que tuve antes, con la que estrené independencia, salió de una protectora humilde y con mucho mérito que está entre Alcorcón y Leganés: PROA.
Se llamaba Mina y murió en abril de 2004 por una leucemina.
A Mina y a PROA debo mi primer contacto con la protección animal. Mi intención era buscar un bóxer, desconocía (aunque intuía) toda la problemática existente con nuestros perros y gatos, y topé con Mina y la web de PROA (muy distinta de la de ahora) por casualidad.
Tengo mucho que agradecerles a ambas, perra y asociación. Probablemente este blog no existiría sin ellas por ejemplo.
Y sí, a la memoria de mi hermosa Mina estará siempre dedicado todo lo que haga por otros animales.
Ya cuando adopté a Mina, estaba Diablillo en la protectora. Lo saqué un par de veces en el blog que tenía en Blogspot. Pero ahí sigue.
Lleva allí desde cachorro, y ya va siendo hora de que conozca el calor de una familia.
Escribí ese post en diciembre de 2007. Fue uno de los primeros que saqué .
Hay algunos casos que, por los motivos que sean, son especiales. Todos los animales que presento son igualmente merecedores de una segunda oportunidad. Pero para mí Diablillo, y algunos como él, son distintos.
Así estaba cuando era un chavalote y yo tuve ocasión de conocerle:
Parecía que Diablillo pasaría toda su vida en la protectora, pero no. Ha ocurrido uno de esos pequeños milagros que te hacen ir por la calle sonriendo como tonto.
El bueno de Diablillo va a conocer al final lo que es el calor de un hogar.
Está en la mejor edad para disfrutarlo: maduro, centrado, deseosi de complacerte. Comprobarás que no me equivoco.
Gracias Rosa. Te repito lo que seguro ya te han dicho en PROA, lo que se dice a todos los adaptantes: has salvado dos vidas: la del perro que has adoptado y la del hueco que ha quedado libre para otro en el albergue.
Y lo siguiente es de mi propia cosecha: hay días en los que uno necesita desesperadamente sentirse bien consigo mismo. Mira a Diablillo dormitando a tus pies y verás que fácil te resulta lograr esa sensación.