Archivo de enero, 2016

#Noseaspetardo y abre los ojos al sufrimiento que hay tras la diversión con petardos y bombetas

Troya entra en pánico cuando suenan petardos. Tiembla como una hoja, tira de la correa con desesperación intentando alejarse del estruendo. Sus dieciséis años y la pérdida de oído por la edad han dado lugar a algo curioso: con frecuencia no se entera de los petardos más grandes, que retumban  graves, pero oye perfectamente las bombetas, esas que los niños pisan y muchos creen que es imposible que molesten. Con esas pequeñas bombetas entra en pánico.

Todos los años somos muchos, cada vez más, los que por estas fechas pedimos que se modere el uso de petardos o que directamente no se utilicen. Solemos apelar al terror que pasan muchos perros, que se pierden, infartan, tienen accidentes… Muchos gatos también los sufren, pero al no tener que salir a la calle y vivir en el interior de las casas no se les ve. Los perros son los embajadores visibles de un comportamiento humano que afecta a toda la fauna, doméstica o silvestre.

Pero no son únicamente los animales. También a muchas personas mayores, convalecientes, con discapacidad… les aterran los petardos. Conozco a un chico con autismo que no puede salir de casa estos días. También sé de otro con otra síndrome de Down que no los tolera, y su familia tuvo que aguantar a unos energúmenos lanzándolos justo bajo su ventana que no se atuvieron a razones cuando se les pidió de buenos modos que fueran a lanzarlos a otro lugar.

Estar de fiestas no lo justifica todo, el derecho de unos a disfrutar no puede pasar por encima del dolor y el sufrimiento de otros.

Por favor, tenedlo en cuenta si sois de los que gustan de la pirotecnia. Tenednos en cuenta a los demás. Si podéis prescindir de petardos y bombetas para pasarlo bien, muchos os lo agradeceremos. Pero si no sois capaces, al menos buscad sitios alejados, en los que no se moleste a perros ni humanos y que tampoco sean entornos ricos en fauna silvestre (es especialmente perturbador para las aves). En entornos urbanos, aunque sean pequeñas bombetas que se pisan, mirad a vuestro alrededor para comprobar si hay alguien pasándolo mal con vuestra actividad para detenerla.

No creáis que estamos exagerando, abrid los ojos al sufrimiento que hay tras vuestra diversión:

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Capítulo 50 de la novela por entregas #Mastín: ya era hora de saltar

947314_906018199469158_6001048921133856160_n¡Feliz Año Nuevo! Dan igual fiestas y resacas, aquí tenéis el primer capítulo de Mastín de 2016. Quedan pocos para terminar esta historia que pronto hará un año que seguimos semanalmente desde este blog.

Un año entero escribiendo un capítulo a la semana, acaba traduciéndose en una novela de trescientas páginas. Otro ejemplo de que la constancia es el camino para lograr muchos objetivos, más que el quererlo todo cuanto antes, desfondándonos y frustrándonos.

También en la protección animal es una regla que funciona. Los problemas difíciles no tienen soluciones fáciles ni rápidas.

Por un 2016 en el que seguiremos mejorando, avanzando, aunque con frecuencia cueste verlo.

¡Nos seguimos leyendo!

CAPÍTULO 50:

Juan apartó la vista del partido que estaban desarrollando en la televisión para mirar fugazmente a su amigo. – Vas a tener que contárselo, me da que no te queda otra –

– No estoy tan seguro, no es el momento. Y estoy convencido de que no le iba a gustar nada y no me apetece que me sermoneen. Lo he hablado con Mal, tampoco creo que el imbécil del bajo se atreva a abrir la boca. Una cosa es amenazar con que va a contárselo a mi madre y otra muy distinta es pegar el timbrazo y hacerlo –

– No sé tío, existe la posibilidad. Mejor que se entere por ti y no por el vecino que le deja las bragas que se le caen al patio colgadas del pomo de la puerta. Tu madre no parece precisamente un ogro y estáis siendo de lo más formales, digo yo que lo entenderá –

Martín sacudió la cabeza. – No estoy tan seguro. Además, contárselo a mi madre supondría hacerlo público en cierto modo. Aún es pronto –

Juan de repente pareció muy enfadado. Detuvo el videojuego y se irguió en el sofá, con el ceño fruncido y la voz cortante.

– ¿Aún es pronto? ¿Y tienes alguna pista de cuándo cambiarán las cosas? No sé a qué está jugando tu amiga Mal, primero no quiere nada, luego sí pero a escondidas, luego quiere tiempo para pensarlo, después todo sigue como antes de haberlo pensado… No se aclara –

– Es complicado… – objetó el chico.

– ¡Y una mierda es complicado! Vale, hay nueve años de diferencia. ¡¿Y qué?! –

– No son nueve, ahora son ocho – lo interrumpió Martín.

– Me da igual. Como si son diez. No es el fin del mundo, que tú ya eres mayorcito, no es como si tuvieras catorce. No va a presentarse la Policía a detenerla –

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