Como ya he mencionado en alguna ocasión, otra de mis grandes aficiones, aparte de los videojuegos, son las películas malas.
Pero no me refiero a esas películas malas que sólo consiguen que te aburras y/o te eches un sueñecito como sucede, por ejemplo, con ese crimen llamado Alatriste (¿de verdad le gustó a alguien?).
No, de lo que estoy hablando es de películas realmente malas, nefastas, que nadan en el cutrerío y están realizadas por tipos con un sentido estético y del gusto por debajo del cero absoluto. La magia del asunto es que estas películas malas, cuando son realmente horrendas, acaban traspasando una línea que las convierte en obras maestras y a sus creadores en auténticos genios.
La legión de los muertos (una Magnolia de las pelis malas), Aullidos 2 (con Christopher Lee en el reparto y los mejores títulos de crédito que he visto y veré en mi vida), Aullidos 3: Los marsupiales (surrealista como pocas), Starcrash (Star Wars a la italiana con David Hasselhoff haciendo de «Han Solo»), Manos: The hands of fate (uno de los peores largometrajes de la historia), cualquiera de las joyas del cine turco de los 60 y los 70 (maravillosa esta web que ha resuelto muchas de mis dudas sobre el séptimo arte en Turquía)…
Cualquiera de estas películas de serie B (serie Z en muchos casos) me ha hecho carcajearme infinitamente más que las más populares comedias tradicionales. ¿Y qué tiene esto que ver con los videojuegos? Pues, por suerte o por desgracia, mucho, ya que la inmensa mayoría de adaptaciones de videojuegos a la gran pantalla acaban convirtiéndose en auténticas bazofias dignas de análisis.
Street Fighter: La última batalla y Super Mario Bros. son dos ejemplos excelentes de cómo destrozar unos personajes y defraudar a millones de seguidores con horribles adaptaciones que además son malas películas. Habrá que ver si la nueva Street Fighter enmienda el desaguisado. De momento, yo me quedo con lo más fiel que he encontrado, este genial Jackie Chan Vs. Street Fighter (extraído de la película City Hunter):
Pero el infragénero (por llamarlo de alguna manera) de las películas cutres basadas en videojuegos tiene un nombre propio: Uwe Boll, un tipo obsesionado con coger títulos de videojuegos y hacer películas que no tienen absolutamente nada que ver con ellos (en la mayoría de los casos, cualquier parecido es pura coincidencia).
La obra cumbre de este señor es House of the Dead, un esperpento de película (que he tenido el placer de ver en dos ocasiones) basada en el popular juego de disparos de Sega. Entre muchas otras virtudes, el largometraje cuenta con zombis que saltan en camas elásticas, efectos Matrix a porrillo, escenas del videojuego insertadas en el desarrollo sin venir a cuento y diálogos que rozan el dadaísmo (me pregunto cómo percibirá Uwe Boll la realidad, debe de pasárselo muy bien). Cien por cien recomendada a los amantes del anticine.
Lo que me parece increíble es que sigan insistiendo con ‘marcianadas’ como la futura película de Los Sims. ¿Alguien espera que de aquí salga algo bueno?, ¿o al menos algo que no haga vomitar? (Tramadol) (si cuando se estrene la película resulta que es buena, me tragaré mis palabras y pediré disculpas públicamente).
Ya dedicaré un post a películas buenas basadas en videojuegos (no sé si tendré material para escribir más de tres líneas), pero ahora me parecía más apropiado hacer este «homenaje» a las malas.
¿Cuáles son para vosotros las peores adaptaciones de un videojuego al cine?