Si hubiese jugado a Perfect Dark en su día, tal vez mi historia con los shooters habría sido muy diferente. Debería haber confiado en Rare, que en aquellos tiempos nunca fallaba. ¡Maravillosos 90! Pero no ha sido hasta hace bien poco, gracias a Xbox Live, cuando he saldado mi cuenta pendiente con la veterana compañía británica. Juego descargado, juego exprimido, juego disfrutado al máximo.
Hace poco escuché a un conocido compañero del sector comentar que Halo fue el juego que marcó un antes y un después en los juegos de acción en primera persona para consola, el que introdujo unas mecánicas y un control fiables en un género que hasta entonces solo había sobresalido en PC. No es mi intención desacreditarle, pero tal vez olvidó a la gran Rare de Nintendo. Fueron ellos, con Goldeneye primero y con Perfect Dark después, los que consiguieron un desarrollo y un sistema de apuntado más que destacable para una plataforma que no fuese un ordenador, en concreto para Nintendo 64.
Desde el minuto uno, en Perfect Dark no se echa en falta un ratón. El stick analógico y el apuntado auxiliar otorgan la suficiente sensación de control como para no desesperarnos a medida que avanzamos eliminando enemigos y desentramando una historia de superespías y conspiraciones en la que no tardan en aparecer elementos sobrenaturales. El carisma de la protagonista, Joanna Dark, contribuye a que el argumento, de interés creciente, enganche aún más.
Pero lo que de verdad me ha atrapado de Perfect Dark, más allá de su protagonista, su historia o su buen control, es la increíble variedad de situaciones que propone. No todo es avanzar por escenarios lineales eliminando enemigos, de hecho, en muchas ocasiones las fases consisten en escenarios más o menos abiertos por los que podemos desplazarnos con relativa libertad cumpliendo los objetivos correspondientes a cada misión. Dichos objetivos pueden ir desde eliminar a un enemigo concreto hasta localizar ciertos objetos, activar algún dispositivo o proteger a otro personaje, entre muchas otras variantes.
Otra característica del juego que me parece especialmente destacable son los niveles de dificultad: agente, agente especial y agente perfecto. El incremento de dificultad, lejos de limitarse a añadir más enemigos o hacerlos más resistentes, lo que hace es aumentar el número de objetivos a cumplir. Son tres en nivel fácil, cuatro en normal y cinco en difícil. De este modo, se vincula la complicación del desarrollo con la profundidad de contenidos, lo que lo hace mucho más interesante y divertido que los recursos habituales.
Los modos multijugador cooperativo y competitivo, que ya existían en la versión de Nintendo 64, completan un título que demuestra que a Rare no se le resistía nada. Era su época dorada, una época que por desgracia ya ha quedado muy atrás en el tiempo.