Hace más de diez años ya que encontré a un precioso gatito naranja y blanco, claramente abandonado en un pinar. Cachorro de unos siete meses, se intentaba frotar contra las piernas de todos los humanos que estiraban y calentaban en una zona cercana al parking antes de salir a correr. Lo recogí, unos amigos lo acogieron y resultó tener inmunodeficiencia felina, algo que hace mucho más complicado encontrar una familia para un gato. Aquellos amigos lo adoptaron definitivamente y Florentino lleva desde entonces con ellos, haciendo gala de una personalidad (gatonalidad) de las que dejan huella y sin el menor problema de salud.
Un gato con inmuno viviendo en el interior de un hogar, bien atendido, tiene todas las papeletas para vivir una vida larga y sin problemas.
Aún así, los gatos que aparecen con esta enfermedad, solo transmisible entre gatos, se las ven y se las desean para tener la misma buena suerte del viejo Floren.
Así está ahora Bu, un gatito inmuno de apenas cinco meses procedente de una colonia al que recogieron cuando tenía casi tres meses.
Os dejo lo que me cuenta la persona que lo ha recogido.
Lo hice porque observé que estaba tristón y se iba quedando más pequeño que sus herman@s. Pensé que siendo tan guapo, no sería difícil encontrarle casa cuando se recuperase (ya había «colocado» unos cuantos gatos de la misma procedencia a amigos y conocidos)
El peque superó sus problemas digestivos (había tenido parásitos, inflamación, anemia…); luego tuvo moquitos y reaccionó mal al antibiótico; descubrimos que era inmuno… En fin, que hemos peleado mucho, pero él es un auténtico campeón y ahora, con cinco meses, está fuertote, feliz y lleno de energía. Pero no se puede quedar conmigo.
En estos meses se han interesado por él varias personas, pero la inmunodeficiencia ha sido una limitación muy importante. Algunos tenían ya perros o gatos, o vivían en el campo, y a otros directamente les desanimó saber lo que implica. Hubo una persona muy comprometida y deseosa de adoptarlo, pero que probablemente no estaba atravesando un buen momento personal.
Bu es un gato común de capa siamesa, adaptado a los humanos y a vivir en un piso pequeñito. Quiere jugar y jugar, mimos y jugar. O sea, un gatito que no para, un payaso, un gamberro… y un encanto. Lo normal a su edad.
El tiempo se agota para Bu, por un lado porque se acaban los recursos para tenerle en acogida y por otro porque se va haciendo cada vez más mayor. Dejar de ser un cachorro es ver como una importante ventana de oportunidad se cierra.
Está en A Coruña, aunque se podría trasladar a otro punto de Galicia o incluso a Madrid.
Contacto: gemadela@hotmail.com