El perro sarnoso de Juan Ramón Jiménez, que sin duda era un animalista

El escritor en una imagen de archivo.

Juan Ramón Jiménez era un animalista. Cualquiera que le haya leído sabe que amaba a los animales, era capaz de ver en ellos la alegría y el dolor.

También era un naturalista. Cualquiera que le haya leído sabe que amaba la naturaleza, la apreciaba, la observaba y hoy habría luchado por que se conservara, probablemente con su pluma.

Lo he recordado gracias a la Protectora «El buen Amigo » de Sevilla, que me ha escrito pidiendo difusión para su perro Rango. En la web de esta asociación tienen un hermoso texto de Juan Ramón Jiménez, un texto delicioso extraído de esa maravilla que es Platero y yo y que recuperaron a raíz del innecesario sacrificio de Excálibur.

Os dejo con él, con la recomendación de que recuperéis a este escritor al que muchos q ofrecieron injustamente como a tantos otros grandes por culpa de que les obligarán a leerlo en el colegio a una edad inadecuada (que manía con obligar a los niños a leer determinados autores, el verbo leer no admite imperativos). Os dejo también con Rango.

Venía, a veces, flaco y anhelante, a la casa del huerto. El pobre andaba siempre huido, acostumbrado a los gritos y a las pedradas. Los mismos perros le enseñaban los colmillos. Y se iba otra vez, en el sol de mediodía, lento y triste, monte abajo.

Aquella tarde, llegó detrás de Diana. Cuando yo salía, el guarda, que en un arranque de mal corazón había sacado la escopeta, disparó contra él. No tuve tiempo de evitarlo. El mísero, con el tiro en las entrañas, giró vertiginosamente un momento, en un redondo aullido agudo, y cayó muerto bajo una acacia.

Platero miraba al perro fijamente, erguida la cabeza. Diana, temerosa, andaba escondiéndose de uno en otro. El guarda, arrepentido quizás, daba largas razones no sabía a quién, indignándose sin poder, queriendo acallar su remordimiento. Un velo parecía enlutecer el sol, un velo grande, como el velo pequeñito que nubló el ojo sano del perro asesinado.

Abatidos por el viento del mar, los eucaliptos lloraban, más reciamente cada vez hacia la tormenta, en el hondo silencio aplastante que la siesta tendía por el campo aún de oro, sobre el perro muerto.

EL PERRO SARNOSO
Juan Ramón Jiménez (1914)

Rango es poco más que un cachorro, apenas tiene ocho o nueve meses. Ha entrado hace poco en el refugio y es importante encontrar pronto un hogar para él. Tiene muchas papeletas para acabar siendo uno de esos miles de ocupantes invisibles de protectora.

Ya ha alcanzado su tamaño y no es muy grande, pero sí está fuerte. Es adorable con personas y otros perros, machos y hembras. Alegre, divertido y noble. Nació probablemente en abril de 2014.

Contacto: adopcioneseba@gmail.com

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