Hace unos días os hablaba del animalismo aplicado a la acuariofilia, a los peces que conservamos en casa. Hoy, también me voy a alejar de los habituales protagonistas de este blog (perros y gatos), para hablaros de los caballos. Ya lo hice en una ocasión para contaros cómo la crisis está llevando a miles de estos animales al matadero, algo que me duele en el alma.
No hace mucho tuve la oportunidad de pasar una mañana con David Russ. David es un experto en monta natural, los hay que le llamarían un susurrador de caballos. En realidad la monta natural no es más (ni menos) que la aplicación a la doma de los caballos de los criterios modernos de adiestramiento canino que llevan muchos años siendo el único camino posible y recomendable con los perros.
En la monta natural se trabaja con refuerzos positivos, intentando comprender la etología equina, poniéndose en el lugar del animal, prescindiendo del castigo y el refuerzo negativo, descartando el uso de hierros (bocados y frenos dolorosos, espuelas, fustas…), procurando que el animal no actué obligado sino por su deseo de complacernos. No debe temernos, debe confiar en nosotros, debe haber una relación de cariño y respeto. En la monta natural se prescinde a menudo incluso de silla y bocado por completo y nos relacionamos mucho con el animal con el pie a tierra, no sobre ellos.
Con los caballos ese modo de obrar suena extraño, extravagante. Considerarlos animales que, como ese perro con el que compartimos techo, merecen nuestro amor y a los que tratar con consideración esta desgraciadamente poco extendido. Los caballos están a años luz de los perros, y eso que nuestro trato a los perros aún debería mejorar muchísimo.
Los caballos tienen la desgracia de que podemos montarlos. Eso hace que para mucha gente sea poco más que una moto o una bicicleta que se puede alquilar, revender, dejar olvidada en el garaje o llevar al desguace cuando acaba su vida útil. Esa percepción utilitarista de los animales que también sufren los perros de caza.
Su otra gran mala fortuna es que, salvo pocas y privilegiadas excepciones, no podemos tenerlos en casa con nosotros. Son animales a los que hay que pagar un pupilaje, son caros de mantener. Si las cosas vienen mal dadas, no hay manera de conservarlos.
Es una pena. Con David Russ recordé de nuevo la conexión especial que se puede establecer con un caballo. Cada uno tiene su personalidad diferente, si les damos la oportunidad nos ayudan a conocernos mejor, a ser más pacientes, más empáticos… Gracias a David, después de muchos años alejada del mundo ecuestre, tuve la oportunidad de mirar frente a frente a una yegua, notar que nos entendíamos, percibir su confianza en mí y corresponderle con mi cariño y mi respeto. Fue breve y fue intenso.
No imagináis hasta qué punto se puede conectar con estos animales. Adoro a los perros y a los gatos, pero nunca jamás he tenido una relación con un animal como la que establecí con mi caballo (sí, aunque hace casi veinte años de ello, tuve la suerte de tener un caballo de niña). Entonces no sabía lo que era la monta natural, pero de manera instintiva comencé a montar a pelo, a pasar más tiempo en la cuadra con él, a sentarme a leer entre sus patas, a dar largos paseos disfrutando de la sensación de que pareciera leer mi mente… Algún día volveré a tener un caballo. Y os aseguro que esa aproximación animalista estará siempre presente.
Por último una petición, un grito desesperado desde este blog: los caballos no son objetos que usar o tirar. Nunca lo olvidéis. Nunca lo permitáis. Y si montáis a caballo hacedlo desde la perspectiva de la monta natural, desde el animalismo que no es otra cosa que obrar desde el respeto, responsabilidad y amor por los animales.
* Todos los caballos que aparecen en este post están en adopción, recogidos por Caballo Astur, protectora de equinos. Tras la foto hay más información. Contacto: 625684864 aecaballoastur@gmail.com