Conoce a Troya, la perra que inspiró el día del perro sin raza

Llegó a nuestro hogar una semana después de la muerte de nuestra perra Mina cuando aún éramos veinteañeros y no teníamos hijos. Era una mestiza de unos cinco años a la que se podía intuir algún ancestro cazador, pero en la que era imposible vislumbrar ninguna raza. De tamaño mediano, casi siempre sonriente. Llegó a nuestras vidas gracias a la labor de la protectora ANAA, en el norte de Madrid, dónde fuimos pidiendo un perro bueno, que es lo único que realmente importa cuando sumas a alguien a la familia. Llegó con miedos, a subir la escalera, a los hombres, a los gritos, a quedarse sola… pero los superó para convertirse en una compañera fiel, siempre esperándonos tras la puerta de casa, siempre dispuesta a correr tras una pelota, hasta que la edad la venció y nos dejó, tras doce años, una mudanza y dos hijos, en enero de 2019.

Es Troya, embajadora de los perros mestizos. Los que me seguís desde hace tiempo la conocéis bien, y es la perra que inspiró el Día del Perro sin Raza que nació hace nueve años en el seno de este periódico y que no hemos parado de celebrar desde entonces con el objetivo de promover la tenencia responsable de animales compañía y poner en valor a los mestizos, la ‘raza’ más habitual en nuestros hogares y en las protectoras de animales, sin hacer por ello de menos a los perros con pedigrí.

El Día del Perro sin Raza pretende además que se tenga en cuenta la necesidad de considerar la adopción como la primera opción para sumar un animal a la familia. Una adopción responsable y meditada, como también debe serlo la compra.

Como parte de esta iniciativa, todos los años empleamos el hashtag #DíadelPerroSinRaza para hacer protagonistas a estos animales, subiendo fotos con ellos o de ellos, hablando de sus virtudes, contando anécdotas suyas y cómo su compañía  resulta fundamental para la felicidad y la salud mental de muchos de nosotros. También promoviendo su protección, porque con demasiada frecuencia pagamos su devoción con abandono y maltrato.

Os animo a que os suméis. Porque vosotros sois únicos, y vuestros perros también. Feliz IX día del perro sin raza.

Segundo intento para que los animales tengan consideración de «seres sintientes» y no de objetos

Tal vez eráis de los que creíais que los animales ya no eran considerados como objetos en nuestro Código Civil, en la Ley Hipotecaria y la Ley de Enjuiciamiento Civil). Es posible que lo consideraseis un logro ya superado porque en 2017, a instancias del PP, se aprobó por unanimidad por el Pleno del Congreso y hubo bastante eco en los medios de comunicación y las redes sociales. Al fin los animales habían logrado un estatuto jurídico diferente al de los bienes y pasaban a ser considerados «seres vivos dotados de sensibilidad».

Pues casi, pero no. La disolución posterior de las Cortes y la convocatoria de nuevas elecciones dejó la proposición de ley aprobada, pero sin tramitar. Es decir, en el limbo de las leyes justas. Por suerte, este martes se retomará esta proposición de ley, esta vez impulsada por el PSOE y UP.

Cuatro años después, que se dice pronto. Esperemos que a la segunda vaya la vencida. Si ya se logró una votación a favor entonces, nada debería impedir que salga adelante de nuevo (aunque en esta ocasión no sea con un respaldo unánime). Y, sobre todo, que en esta ocasión culmine su tramitación parlamentaria para que sea una realidad y, por ejemplo, en caso de robo, divorcio o herencia, no se trate a los animales como si fueran bicicletas.

El perro de las imágenes se llama Bach. Tiene cinco años y me cuentan que llevan demasiado tiempo «intentando encontrar a esa familia especial que necesita, una familia que sepa ver más allá de su color o su raza injustamente estigmatizada». Pasea bien con la correo y es sociable con otros perros, aunque no con gatos. Está en Madrid.

Contacto: 664 179 106 info@ageraa.org

Diez libros para que niños y jóvenes empaticen con los animales

Leer abre los ojos. Leer es un ejercicio intelectual, pero también un aprendizaje para el corazón. Leer nos permite recorrer caminos ajenos, comprender otras miradas, aprender y empatizar. Leer es una herramienta para construir un mundo más justo para todos, también para los animales, porque este mundo también es suyo y tienen el mismo derecho que nosotros a habitarlo y vivir en paz y felicidad.

Este 2 de abril es el Día Internacional del Libro Infantil y Juvenil. El primero que celebramos desde que la LOMLOE  incorporase la empatía hacia los animales en la enseñanza obligatoria. Por eso hoy vamos a dar un repaso a distintos volúmenes recomendables para niños y adolescentes. 

Numerosos cuentos y libros juveniles o aptos para jóvenes tienen como protagonistas o partícipes a los animales. Es algo especialmente palpable en los cuentos. Los animales fascinan a los más pequeños, les atraen y sirven para contar todo tipo de historias y transmitir distintas enseñanzas.

Cuentos para niños como Galgui de María José Rodríguez y Andrés Arcos, cuyo protagonista es un galgo con cara de lápiz abandonado y rescatado que logra un buen hogar tras mucho buscarlo; como Rady el gato enfermero de Satorino Fuchigami, que cuenta la verdadera historia de de un gato de un refugio polaco que sobrevivió por los pelos al ser rescatado y tuvo la vocación de ayudar al resto de animales de la protectora; como Teo un cazador de sueños de Mireia Segarra y Olga Marsal con ilustraciones de Georgine Miret, un un libro solidario y nacido de la labor que lleva a cabo la Societat Protectora d’Animals de Tàrrega; o como Gran Lobo Salvaje de René Escudié, para primeros lectores, que está escrito con tino por alguien que sabe mucho de los perros y cómo transmitirlo acompañado de muchísimos valores, no solo de respeto a la vida animal, sino de compañerismo, resolución de conflictos personales, compromiso….

Libros para niños más mayores, para adolescentes, como los maravillosos clásicos de aventuras de Jack London Colmillo Blanco y La llamada de la selva, una exploración pionera y aún no superada de la naturaleza humana y de nuestra relación con la naturaleza y con otros animales en condiciones extremas; como la divertidísima trilogía de Gerald Durrell Mi familia y otros animales o como Mastín y la chica del galgo, que escribí a beneficio íntegro de la Fundación Amigos del Perro para acercar el complejo universo de la protección animal a los más jóvenes.

También como los mangas Los dioses mienten de Kaori Ozaki que, entre otras cosas, nos enseña que no deberíamos ignorar a los animales abandonados y que «un gato que ha perdido un pata, corre con las tres que le quedan. No es algo que resulte triste en absoluto»; como Kota Ven de Takashi Murakami que muestra la cotidianidad con humor al pie de tener un perro en la familia o como la saga de Dulce hogar de Chi de Konami Kanata, que hace lo propio con un gato y es apto también para los niños que se comienzan a adentrar solos en la lectura.

Dejad que nuestra vida se llene de esos libros que, además de hacernos disfrutar, nos ayudan a crecer.

 

Ayuda a los gatitos huérfanos, pero no robes los cachorros a sus madres

Da igual que estemos en pandemia, hay asuntos estacionales que no cambian. Llega la agradable tibieza primaveral, los árboles en flor, la temporada de fresas, las tardes más largas, la procesionaria del pino (no todo iban a ser buenas noticias) y las camadas de gatitos.

En estas fechas se suceden los nacimientos felinos. Las gatas que sobreviven como pueden en las ciudades (ojalá ningún gato sin hogar, ningún gato malviviendo en nuestras calles), con frecuencia tienen que parir en sitios poco recomendables, por expuestos y por peligrosos. Y no es raro que tengan que cambiar de lugar a sus pequeños, de uno en uno, o dejarlos solos varias horas, para alimentarse.

Tampoco es nada raro que haya gente que se encuentre con estos pequeños y, tomándolos por huérfanos, se los lleve. Mala idea. Las asociaciones protectoras no dejan de recordarnos que hay que asegurarse de que su madre no está cerca, atendiéndolos.

Es cierto que hay gatitos huérfanos a los que conviene rescatar; las gatas suelen ser buenas madres, pero a veces están enfermas, a veces se producen accidentes. Pero también es verdad que con quién mejor están los cachorros es con sus madres; que sacar adelante a gatitos lactantes puede ser muy complicado, muy exigente; que las madres sufren mucho si vuelven dónde habían dejado a su prole (incluso pueden tener problemas de salud, como mastitis) y se encuentran con que ha desaparecido; y que las asociaciones que los albergan están siempre hasta los topes, más necesitadas de ayuda que de más mininos a los que atender.

El rescate de gatitos solo debe producirse si la madre no aparece (pueden ausentarse largo rato, espera y vigila al menos tres horas sin tocarlos); si están claramente desatendidos (como los gatos que veis en las imágenes, a los que rescaté recién paridos de la calle y cuya madre, enferma, ni siquiera había limpiado) o si han sido claramente abandonados por un ser humano, por ejemplo, depositándolos en una caja o una bolsa.

Y si los rescatas, tienes que estar dispuesto a responsabilizarte de ellos, cuidándolos tú directamente, lo que supone alimentarles cada poco con leche adecuada y estimularles para hacer sus necesidades hasta que tengan unas ocho semanas, darles cuidados veterinarios si lo necesitan y ayudar a que encuentren buenas familias, manteniéndolos aislados de otros gatos hasta asegurarte de que están sanos. Si quieres vivir la experiencia de criar uno o varios cachorros sin madre, escribe a las protectoras de tu zona ofreciéndote como casa de acogida. Estarán encantadas de ayudarte en el proceso.

Ayuda a los gatitos que lo necesiten, por supuesto, pero no robes los cachorros a sus madres.

 

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¿Sabrías ver si tu gato está experimentando dolor? Participa en esta encuesta y ayuda a la ciencia veterinaria

¿Sabrías decir si tu gato está enfermo y pasándolo mal? ¿Sabrías reconocer por su lenguaje corporal y facial si está experimentando dolor? Incluso para aquellos acostumbrados a compartir su vida con estos animales, puede ser complicado leer en su rostro, en su postura, si su gato está sufriendo.

De nuevo nos encontramos otra muestra de lo poco que comprendemos a uno de los animales de compañía más comunes en nuestros hogares, si no el que mas. Otro ejemplo de lo mucho que tenemos que aprender de los gatos que resulta especialmente importante, porque esa incapacidad para notar su malestar se traduce con demasiada frecuencia en acudir tarde al veterinario para buscar ayuda o en interpretar erróneamente su comportamiento.

Tienen fama de ser duros, animales con siete vidas, resistentes a casi todo. No es tan así; lo que pasa es que somos ciegos a su sufrimiento con demasiada frecuencia. Y aunque es cierto que los perros pueden ser más expresivos, ellos también nos hablan con claridad sobre cómo se sienten si sabemos interpretar sus señales.

Hay gente más capaz de leerlos, ya sea porque nacieron con una sensibilidad, un talento especial (el famoso anillo del rey Salomón) o porque aprendieron conscientemente. Todos los que tenemos la responsabilidad de compartir vida con un gato deberíamos ponernos las pilas para conseguirlo.

Traigo esto a colación para que, si sois adultos y tenéis o habéis tenido gato, ayudéis a la ciencia participando en un estudio que pretende evaluar nuestra capacidad para percibir el dolor que experimentan los gatos empleando la Escala de Mueca Felina (Feline Grimace Scale, FGS) que se detiene en cinco cambios: la posición de las orejas, la tensión de los ojos, la tensión del hocico, el cambio de los bigotes y la posición de la cabeza en relación con los hombros.

El proyecto, revisado y aprobado por el Comité de Revisión Ética Humana de R(D)SVS, de la Universidad de Edimburgo, y por el Comité de Ética de Investigación en las Ciencias y en la Salud (CERSES) de la Universidad de Montreal, ha sido impulsado por Netta Lee, estudiante de cuarto año de medicina veterinaria en la Universidad de Edimburgo, junto con los doctores Beatriz Monteiro y Paulo Steagall, de la Universidad de Montreal, y en colaboración con International Cat Care.

Está accesible en inglés y español hasta el 15 de mayo y es muy interesante para comprender hasta qué punto hablamos felino, si de verdad somos capaces de identificar el dolor en estos animales.

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Milanuncios endurecerá y revisará los anuncios de venta de animales

Recuerdo cuando, hace ya años, celebré que cierta gran cadena de artículos para animales (y de animales) anunció que dejaría de vender perros y gatos. Lo traje a este blog como una gran noticia, porque que cualquier comercio ponga fin a la venta de cachorros de cristalera (o de corralito) siempre lo es. Aquella vez hubo quién me dijo que no había nada que celebrar, que seguirán vendiendo pequeños mamíferos, aves, peces y reptiles, contribuyendo a mucha muerte y mucho sufrimiento animal. No estoy de acuerdo, es muy difícil pasar del todo a la nada y los avances en la buena dirección merecen una palmadita en la espalda para que se pueda seguir por ese camino. Y no olvidemos que los perros y gatos son los embajadores del resto de animales, como esos hermanos mayores que empiezan a volver tarde a casa abriendo camino a los pequeños.

Hoy me encuentro en una situación similar. Milanuncios, que media en la compraventa y también la adopción de 56.000 animales de compañía cada año, ha hecho público hoy que se adhiere a la campaña de tenencia responsable de animales del Gobierno, vinculado al Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.

¿Qué significará eso? Pues que la plataforma de compraventa se compromete a (según expresa literalmente en su comunicado):

  • Revisar los anuncios que se han publicado en Milanuncios para garantizar que cumplen con la legislación vigente a través de un equipo de personas cuya labor se ve reforzada por la ayuda de todos los usuarios que reportan aquellos anuncios que consideran ilícitos.
  • Cooperar con organismos oficiales e instituciones del sector para frenar prácticas ilegales y fomentar la adopción de animales de compañía.
  • Exigir que al publicar un anuncio de una mascota en Milanuncios se rellene el campo de Número de Núcleo Zoológico. Además, insistimos a los órganos competentes en la necesidad de crear una base de datos a nivel nacional que nos permita certificar la veracidad de los datos que se introducen en ese campo, labor que por el momento es imposible realizar.
  • Incluir una verificación telefónica obligatoria antes de publicar cualquier anuncio de venta de animales de compañía. Así, en caso de incumplimiento de la normativa, facilitar a la policía que pueda localizar a los infractores.
  • Ofrecer una guía informativa previa a la compra o venta de cualquier animal, con las condiciones de seguridad, higiene y comodidad mínimas necesarias para cumplir con la adquisición responsable de animales.

Es un paso en la buena dirección, es importante agradecerlo y también recordar la importancia de que destinen recursos y se tomen muy en serio ese autocontrol, que no debería quedarse solo en una declaración de cara a la galería.

Espero que sean realmente efectivos a la hora de poner fin (a priori, no a posteriori) a todos aquellos que mercadeaban y siguen mercadeando con vidas en su web sin cumplir la legalidad y sin respeto alguno por el bienestar animal. Tienen mucho, muchísimo trabajo por delante.

Anuncios vigentes en el momento de publicación de este post con números de núcleo zoológico falsos.

Hoy día la gran mayoría de los animales se adquieren por Internet. Las tiendas físicas son ya una parte minoritaria del problema. Las plataformas online deberían tener la obligación moral de ser parte de la solución.

Ojalá se compraran y vendieran en mucha menor medida, ojalá primase la adopción, ojalá solo criasen y vendiesen animales en este país los pocos criadores profesionales que operan con todas las de la ley. Mientras esos ‘ojalás’ que se suceden se van alcanzando, es imprescindible poner coto a los lugares en los que los particulares y los juntaperros sin escrúpulos hacen el agosto, con distintos grados de malevolencia o inconsciencia.

El tiempo que se tarda en hacerlo se mide en vidas y en sufrimiento.

No quieras ser el perro alfa de tu casa, olvida la vieja teoría de la dominancia

GTRES

Imponerse a nuestros perros mediante castigos e imponiendo una supuesta jerarquía, es algo que debería quedar de una vez por todas en el pasado. Hace muchos años que los verdaderos profesionales de la etología canina, dentro y fuera de nuestro país,  insisten en ello. Se me ocurren, así de pronto, Santi Vidal, Jaume Fatjó o Ángela González Martínez. Pero es injusto mencionarles solo a ellos, porque son legión los que llevan ya dos décadas insistiendo en que se trata de una teoría desfasada. De hecho, entre sus actuales detractores se encuentra la misma persona que instauró esta teoría.

El biólogo David Mech fue el que estableció los conceptos de la jerarquía y dominancia en los años 70 (hace casi 50 años, ahí es nada) tras sus observaciones a manadas de lobos en cautividad. Posteriormente, en el año 2000, el mismo Mech se enmendaba la plana a sí mismo tras estudiar el comportamiento de los lobos en libertad.

Ya va siendo año, por tanto, de que vaya calando el mensaje. Imponernos a la fuerza a nuestros perros para establecernos como los alfas de la manada es, no solo absurdo, también potencialmente dañino e incluso peligroso. Lo que debemos hacer es cultivar con nuestros animales un vínculo basado en la confianza, darles seguridad y cariño; educarles (eso por supuesto) usando refuerzos positivos y siendo consistentes con las normas que establezcamos. Por supuesto, también acudir a profesionales acreditados cuando haya problemas de comportamiento que nos superen.

Pero la teoría, por superada que esté, pervive. Para el frágil ego humano, eso de sentirse el líder, el alfa, de ser el jefe de la manada, parece tener un atractivo irresistible, que incluso nos hace obviar que estamos ejerciendo la fuerza sobre alguien en inferioridad de condiciones. Lo que es convertirse en un abusón de los de toda la vida.

¿Y por qué traigo hoy a colación este tema de nuevo?
Pues a cuenta de la polémica suscitada recientemente por una serie de Netflix llamada Terapia canina, que no solo perpetúa estas viejas teorías, sino que además emplea collares y correas nada recomendables.

El programa se estrenó a finales de febrero y al poco tiempo se había creado una recogida de firmas (en estos momentos van camino de sumar 50.000) pidiendo su cancelación porque «no necesitamos otro César Millán».

Aquí lo que la Sociedad Veterinaria de Comportamiento Animal de EE UU (The American Veterinary Society of Animal Behaviour) publicó en su día al respecto del programa del mexicano y que es extrapolable al nuevo show de Netflix:

Aquellos que no conocen la situación actual de la ciencia en adiestramiento canino pueden recomendar métodos de adiestramiento basados ​​en castigos. Aunque tales métodos pueden ser efectivos a corto plazo, la ciencia nos dice que es probable que exacerben el miedo de un animal y, de hecho, aumenten la conducta agresiva a largo plazo. Cuando el comportamiento problemático implica una reacción negativa hacia otro animal, intentar provocar el mal comportamiento para que pueda ser «corregido» no solo es ineficaz, sino que pone al animal objetivo en riesgo de sufrir lesiones. Estos métodos de formación son inaceptables.

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Mantener a nuestros perros y gatos obesos es una forma de maltrato

(GTRES)

Hoy, 4 de marzo, es el día mundial de la obesidad. Un día instaurado internacionalmente para prevenir una vieja pandemia no infecciosa que solo afecta a los seres humanos y a sus animales de compañía, y que trae de la mano todo tipo de problemas de salud tanto para los primeros como para los segundos.

No es como para tomárselo a broma. Según diferentes estudios entre un 20% y un 50% de nuestros perros y gatos tienen sobrepeso. Y ese sobrepeso predispone a una mayor incidencia de cáncer, enfermedades ortopédicas, renales y urinaria, diabetes, afecciones respiratorias, más riesgos en caso de necesitar anestesia y menor tolerancia al ejercicio y al calor. Es fácil deducir que todo eso se traduce en una menor esperanza y calidad de vida.

La culpa no es de los animales, es de sus dueños que los alimentan de forma inadecuada y que no incentivan que sean más activos. Que quede claro, mantener a nuestros perros y gatos obesos es una forma de maltrato.  

La solución es sencilla y conocida: alimento de calidad y en cantidades adecuadas, prescindiendo o limitando las chucherías. Hay que extremar el cuidado con las hembras esterilizadas, aquellas razas que sabemos que tienen tendencia a engordar como beagles o labradores o con los los perros de tamaño más pequeño. Siempre que sea posible, también hay que añadir más ejercicio.

Además, cuidar su salud redundará en cuidar la nuestra. Recuerdo unas interesantes jornadas organizadas por Advance en 2018 y en las que se evidenció que si los dueños tienen sobrepeso, es más probable que también lo tengan sus perros y gatos.

«En propietarios de perros, se ha demostrado que el hecho de que tuvieran sobrepeso es un factor de riesgo para que sus perros también sufrieran exceso de peso u obesidad», afirmó entonces Angela González Martínez, veterinaria y diplomada en etología clínica, que añadió que algunos estudios relacionan la provisión excesiva de comida en forma de premios con una mayor tendencia a la obesidad. “Algunos dueños emplean la comida para comunicarse con su mascota, interpretando su búsqueda de atención como una demanda de comida o como elemento de distracción o recompensa; provocando una ingesta excesiva de alimentos. Cuando nosotros comemos una patata frita, implica un 5% extra de calorías pero si le das a tu perro de 10 kg se amplía a un 35% y un 46% para un gato de 4,5Kg. (…) Las necesidades sociales y emocionales de perros y gatos van más allá del acto de darles de comer, debemos integrarlos en nuestra familia y actividades y pasar tiempo de calidad con ellos. El uso de comida en forma de premio debería restringirse a los entrenamientos en educación y para favorecer conductas deseables».

Si necesitamos ayudas, consejos o pautas, los veterinarios son nuestros aliados. 

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Leia, de gata abandonada que no importaba a nadie a ser recordada por siempre por su familia

Encontré a Leia hace más de quince años, en un solar en obras que había junto a la que entonces era mi casa. Una gata carey, pelilarga, jovencita. Un obvio abandono. No podía ser más casera y cariñosa. Lo que perpetraron el delito aún debían estar cerca cuando topé con ella, desorientada, buscando el auxilio de algún humano. Era imposible que le negara el mío.

Leia apenas pasó tiempo bajo mi techo. Una pareja de buenos amigos la adoptó nada más saber de su existencia. Sí, tuvo suerte de dar conmigo al poco de ser abandonada; pero su verdadera suerte, la grande y de verdad, fue entrar en la vida de Pablo y Blanca, dónde ha vivido mejor que una princesa de las galaxias todos estos años.

A lo largo de este tiempo ha cambiado de hogar y visto como su familia se ampliaba, primero con una compañera perruna y luego con un precioso niño de rizos dorados. A lo largo de todo este tiempo jamás ha dejado de ser querida y cuidada como merecía, envejeciendo mimada y tranquila.

Hoy ha muerto Leia.
Su familia está pasando por el duro y obligado peaje de verla marchar tras dejar atrás una vida llena de buenos recuerdos. Sus vidas son más cortas que las nuestras, pero si las viven a nuestro lado plenamente y con bien, nada hay que lamentar. Se irán. Lo harán por mucho que no queramos ni pensar en ello. Es algo que sabemos desde el primer día.

Hoy se ha ido Leia, que jamás debió conocer el abandono y que nunca dejará de estar en la memoria de los que la conocimos y supimos que era un ser vivo único, irrepetible y valioso.

Descansa, pequeña.

Post data. Nunca dejéis a un animal abandonado en la calle sin ayuda. Haced lo que esté en vuestra mano por auxiliarle.

Muchísimas gracias por tu recuerdo de ella, Mel. Ha sido gracias a ti por lo que Leia entró en nuestras vidas y ahora el círculo se cierra.

La verdad es que está siendo un momento muy duro y ya la estamos echando de menos desde el primer día.

Han sido algo más de 17 años juntos todos los días, en casa, en familia, literalmente  compartiéndolo todo con ella. Ha sido la compañera que nos ha seguido desde que éramos una pareja estrenando la vida juntos, hasta completar nuestro hogar con nuestro hijo. Nos acompañó en lo buenos y malos momentos: ahí estaba con sus mimos cuando falleció mi madre. Nos vio avanzar, evolucionar, cambiar de trabajo, de casa… Si hizo querer por todos nuestros amigos, que ahora también la extrañan. Vio con nosotros todas nuestras pelis y series, hasta leyó con nosotros libros. Y ahora estaba aprendiendo mates junto a Mario…

Siempre fue la alegría al llegar a casa, de la que literalmente conocía todos sus rincones. Y aquí ha estado con nosotros todo el confinamiento, junto a nuestros portátiles, en el sofá o sobre las mantas. ¡Pero si hasta he dormido más veces junto a ella que con Blanca! Ha sido el ser que más caricias nuestras se ha llevado y por eso me rompo, a mi edad, cada vez que pienso en ella. Nunca pidió nada y fue todo amor y cariño.

Ha visto cómo nos salían canas y casi no nos dábamos cuenta de que ella también envejecía junto a nosotros. Siempre sana, siempre alegre, hasta que no pudo ser por más tiempo.

Su marcha nos duele, sí, nos duele muchísimo. Pero es importante saber echar de menos a un animal, porque es la mayor lección para aprender a quererlos y respetarlos a todos. Y es el precio que tenemos que pagar por todo ese amor, por toda esa compañía y por todos los momentos vividos juntos, que ahora serán los recuerdos que atesoraremos.

Sabemos que ya no está pero, por costumbre o quizás con algo de esperanza, seguimos dejando las puertas entornadas en las habitaciones de casa para que siempre pueda entrar nuestra pequeña Leia, que ahora sigue siendo nuestra princesa sólo que en otra galaxia.

Hasta siempre, mi niña.

Da igual que tu perro sea muy pequeño, que no haya hecho caca en la acera o que no haya papeleras cerca, recoge sus cacas

La pasada semana me llegó un estudio sobre la impunidad de los dueños de perros que no recogen sus excrementos de la vía pública elaborado por Pipper On Tour, al que tal vez conozcáis porque es un perro muy popular en redes sociales que además tiene sus propios cómics y cuentos.

Abandonar los excrementos caninos en la calle sale prácticamente gratis en España. La mayoría de capitales no impuso más de 10 multas durante 2019, año que se ha tomado como referencia para realizar el estudio. Málaga y Huelva encabezan el ranking, mientras que Albacete, Cuenca, Jaén, Lugo, Pontevedra, Tarragona, Teruel y Zamora no multaron a nadie. La impunidad de los infractores se debe, según los consistorios, a la dificultad de sorprenderles “in fraganti” transgrediendo la norma. Málaga, que impuso 262 sanciones, es la única capital que persigue a los infractores analizando el ADN de los excrementos.

La mayor parte de las ordenanzas de las capitales de provincia contemplan sanciones leves para quienes se saltan la norma de recoger los excrementos, con multas que oscilan entre los 60 y los 600 euros, con algunas excepciones como Madrid, donde la norma es algo más dura, con multas de entre 750 y 1.500 euros.

De todos los ayuntamientos de capitales de provincia, sólo seis contemplan en sus ordenanzas sanciones por encima de los 500 euros para los dueños de perros que no recojan los excrementos, y las multas no superan en ningún caso los 1.500 euros (Albacete, Badajoz, Cuenca, Gerona, Huelva, Las Palmas y Santa Cruz de Tenerife). Los responsables de los departamentos de seguridad y medio ambiente de los ayuntamientos consultados por Pipper on Tour se lamentan de que no pueden poner un agente de Policía en cada esquina y, mucho menos, pillar “in fraganti” a los infractores, por lo que estos casi siempre quedan impunes de su falta.


Parece obvio que las multas no disuaden, que hay que apelar a la responsabilidad individual. Como ya os dije hace casi una década, da igual que tu perro sea muy pequeño, que no haya hecho caca en la acera sino en torno a un árbol o en la calzada o que no haya papeleras cerca. Compórtate de manera cívica, saca la bolsita y recoge lo que haya hecho. Si las estrellas de Hollywood pueden sin perder glamour por ello, seguro que tú también.

(Fotos: GTRES)

Puede que haya a quién le choque que un perro influencer (los bípedos tras él, en realidad), que defiende que haya más espacios dogfriendly, salga ahora acusando a los dueños de perros que no recogen sus heces y a los ayuntamientos de no tomarse en serio perseguirles tras recabar datos. Pues no es nada extraño, precisamente los dueños responsables somos a los que más nos llevan los demonios cuando vemos dueños incívicos.

Los dueños responsables, los que queremos poder ir con nuestros animales a playas, restaurantes y hoteles, procuramos cumplir las normas para sentirnos así capaces de seguir pudiendo más espacios, más derechos. No es la primera vez, ni la segunda, que traigo esta misma reflexión a este blog.

Los que no recogen cacas, los que sueltan a los perros sin pensar si molestan o ponen en peligro a otros, los que no los tienen educados y bien atendidos, nos están torpedeando. Por eso comulgo totalmente con el lema de la campaña que en Pipper On tour han lanzado acompañando los datos que ha recopilado: «Que nadie ensucie nuestra imagen».