No quieras ser el perro alfa de tu casa, olvida la vieja teoría de la dominancia

GTRES

Imponerse a nuestros perros mediante castigos e imponiendo una supuesta jerarquía, es algo que debería quedar de una vez por todas en el pasado. Hace muchos años que los verdaderos profesionales de la etología canina, dentro y fuera de nuestro país,  insisten en ello. Se me ocurren, así de pronto, Santi Vidal, Jaume Fatjó o Ángela González Martínez. Pero es injusto mencionarles solo a ellos, porque son legión los que llevan ya dos décadas insistiendo en que se trata de una teoría desfasada. De hecho, entre sus actuales detractores se encuentra la misma persona que instauró esta teoría.

El biólogo David Mech fue el que estableció los conceptos de la jerarquía y dominancia en los años 70 (hace casi 50 años, ahí es nada) tras sus observaciones a manadas de lobos en cautividad. Posteriormente, en el año 2000, el mismo Mech se enmendaba la plana a sí mismo tras estudiar el comportamiento de los lobos en libertad.

Ya va siendo año, por tanto, de que vaya calando el mensaje. Imponernos a la fuerza a nuestros perros para establecernos como los alfas de la manada es, no solo absurdo, también potencialmente dañino e incluso peligroso. Lo que debemos hacer es cultivar con nuestros animales un vínculo basado en la confianza, darles seguridad y cariño; educarles (eso por supuesto) usando refuerzos positivos y siendo consistentes con las normas que establezcamos. Por supuesto, también acudir a profesionales acreditados cuando haya problemas de comportamiento que nos superen.

Pero la teoría, por superada que esté, pervive. Para el frágil ego humano, eso de sentirse el líder, el alfa, de ser el jefe de la manada, parece tener un atractivo irresistible, que incluso nos hace obviar que estamos ejerciendo la fuerza sobre alguien en inferioridad de condiciones. Lo que es convertirse en un abusón de los de toda la vida.

¿Y por qué traigo hoy a colación este tema de nuevo?
Pues a cuenta de la polémica suscitada recientemente por una serie de Netflix llamada Terapia canina, que no solo perpetúa estas viejas teorías, sino que además emplea collares y correas nada recomendables.

El programa se estrenó a finales de febrero y al poco tiempo se había creado una recogida de firmas (en estos momentos van camino de sumar 50.000) pidiendo su cancelación porque «no necesitamos otro César Millán».

Aquí lo que la Sociedad Veterinaria de Comportamiento Animal de EE UU (The American Veterinary Society of Animal Behaviour) publicó en su día al respecto del programa del mexicano y que es extrapolable al nuevo show de Netflix:

Aquellos que no conocen la situación actual de la ciencia en adiestramiento canino pueden recomendar métodos de adiestramiento basados ​​en castigos. Aunque tales métodos pueden ser efectivos a corto plazo, la ciencia nos dice que es probable que exacerben el miedo de un animal y, de hecho, aumenten la conducta agresiva a largo plazo. Cuando el comportamiento problemático implica una reacción negativa hacia otro animal, intentar provocar el mal comportamiento para que pueda ser «corregido» no solo es ineficaz, sino que pone al animal objetivo en riesgo de sufrir lesiones. Estos métodos de formación son inaceptables.

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1 comentario

  1. Dice ser Jorge

    Qué alegría haber leído este artículo. Me hizo recordar a varios sujetos que tenían esa relación marcial con sus pobres perros. Ojalá vayan leyendo todo esto esos Sargento de Hierro frustrados. Saludos.

    10 marzo 2021 | 20:49

Los comentarios están cerrados.