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Ni no Kuni sólo disgusta a la Bruja Blanca

Muchos meses he esperado con anhelo casi infantil la llegada de Ni no Kuni: La ira de la Bruja Blanca, un juego de rol nipón para PlayStation 3 fruto de la colaboración de los maestros del RPG Level-5 y de los artistas de la animación de Studio Ghibli. Ahora, con el título ya en mi poder, puedo afirmar con conocimiento de causa realidades que hasta el omento sólo intuía.

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Ni no Kuni no innova, Ni no Kuni no supone una revolución de los RPG, ni siquiera de los JRPG, Ni no Kuni no es uno de los juegos más espectaculares de esta generación, Ni no Kuni adolece de fallos significativos en la inteligencia artificial de los aliados, Ni no Kuni echará para atrás a todos los machotes que sólo vean en este juego un pasatiempo para niños… Sí, todo esto es cierto, pero representa sólo una parte muy pequeña de esta joyita que nos ha traído Namco Bandai como regalo para los fieles occidentales que nunca hemos dejado de creer del todo en la —en los últimos años decadente— industria nipona.

Ni no Kuni es un retorno al pasado, a un pasado muy bueno en el que los juegos de rol japoneses ofrecían mundos maravillosos, abiertos, repletos de secretos y misiones secundarias. Ni no Kuni es un universo absorbente en el que podemos perdernos (no como posibilidad sino como advertencia) durante horas, horas que parecen minutos. Ni no Kuni es la infancia de toda una generación de chavales de los 80. Ni no Kuni es mi sorpresa al descubrir los giros argumentales de Chrono Trigger, es el amor que sentí hacia El viaje de Chihiro y el impacto que me produjo Breath of Fire II, el primer título de rol puro y duro que jugué en mi vida. Ni no Kuni es mi yo de 14 años jugando a la Super Nintendo.

No puedo negarlo, la calidad de Ni no Kuni nace en un altísimo porcentaje de la nostalgia, pero sería injusto si afirmase que ese es su único valor. Esta preciosa aventura tiene muchos valores intrínsecos, que proceden de sí misma y no de factores externos. Su excelencia artística no es necesario defenderla, salta a la vista. Su calidad jugable resulta indiscutible para todo aquel que adore o haya adorado alguna vez la antaño gloriosa fantasía japonesa que inundaba sus RPG.

Si Ni no Kuni os atrae, aunque sólo sea una pizca, no lo dudéis: ¡dadle una oportunidad!

Regalos para la vista desde Oriente y Occidente

Dos nuevos tráilers he visto esta mañana y los dos me han enamorado. Uno es luminoso y colorido, el otro es oscuro como cueva de murciélago; uno destila amable fantasía anime, el otro, violencia y crudeza en las imágenes; uno procede del país del sol naciente, el otro llega del viejo continente.

Estoy hablando del hermosísimo Ni No Kuni y de Batman Arkham City, la esperada secuela de Arkham Asylum. Ambos me han dejado esa cada vez menos frecuente sensación de ansia, de acuciante necesidad de jugarlos. En su momento escribiré un artículo específico para cada uno de estos títulos, el de Batman dentro de no mucho (sale a la venta el 21 de octubre) y el de Ni No Kuni el año que viene (no saldrá hasta 2012), pero después de ver estas maravillas tenía que escribir un adelanto.

Lo cierto es que, ya de inicio, los dos juegos lo tienen todo para gustarme. En el caso de Ni No Kuni las palabras claves son «anime», «JRPG», «Level-5» y, sobre todo, «Studio Ghibli». Los maestros de la animación tradicional, un grupo de auténticos artistas dedicados al dibujo, son los responsables del soberbio diseño de este título de rol.

Con sólo un pequeño vistazo queda claro que no han escatimado en esfuerzos. Al igual que todas y cada una de las películas del Studio Ghibli (Mi vecino Totoro, El viaje de Chihiro, La tumba de las luciérnagas, La princesa Mononoke…), este juego respirará magia, forjará sueños, tendrá alma.

En el momento en el que se supo de la existencia de este título, ya comencé a hacerme ilusiones. Ahora, con cada nueva imagen y con cada nuevo vídeo, las expectativas están alcanzando unas cotas estratosféricas. Ni No Kuni (que seguramente cambie de nombre en Occidente), combinará el talento visual de Ghibli con la experiencia de Level-5 en el género RPG. Me encanta ver cómo se están incluyendo mecánicas tipo minijuego para hacer el desarrollo más variado.

Las palabras claves de Arkham City las puedo resumir muy fácilmente en una: «Batman». Me encanta el Hombre Murciélago, adoro sus películas (incluso las de Schumacher tienen su punto como comedia, al igual que la serie protagonizada por Adam West), protagoniza en mi opinión los mejores cómics de DC, es el superhéroe con la mejor colección de villanos y además ha sido el más afortunado también en las adaptaciones a videojuego.

La mejor muestra de la buena fortuna que acompaña al Caballero Oscuro en el mundillo de las consolas es precisamente Batman Arkham Asylum, la magistral producción del estudio británico Rocksteady que precede a este Arkham City. La aventura tiene pinta de mantener la esencia de la primera parte, pero con todas sus virtudes amplificadas: será más grande, tendrá más enemigos (desde Dos Caras, Bane o el Enigma hasta el Pingüino o el omnipresente Joker) y aumentará la variedad de situaciones.

Creo que es hora de volverme a ver Chihiro… y de desempolvar el batarang.