Veinte Segundos Veinte Segundos

El big data del alma

Archivo de mayo, 2018

Cifuentes: la noticia era que siguiera siendo diputada

La noticia no es noticia, es lo normal. Te pillan, te vas. Las dimisiones de Cifuentes han sido en cascada: primero nada, luego nada, luego dejó la presidencia de la Comunidad de Madrid… después la del partido… y ahí seguía, como diputada de la Asamblea. Y la vida seguía, sin más.

Esa era la noticia, que siguiera siendo diputada. Se ha ido aferrando a varios escalafones, alguien le habrá presionado. O quizá no. En el PP solo dimiten a la fuerza. Pero ha de ser mucha fuerza.

La noticia es que Pío García Escudero, por ejemplo, presidente del Senado, siga ahí después de salir con todas las letras en las listas de sobres de Bárcenas. Y así todos los demás. La noticia es que, encima, lo nombren presidente del partido en Madrid.

La noticia no es nunca noticia… porque estamos adaptados a la corrupción estándar. ¿Cómo sería la vida sin ella, sin la corrupción? Es impensable.

 

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Daniel Gascón desmonta ‘el procés’ en «El golpe posmoderno»

Daniel Gascón hace la vivisección del procés catalán en el ensayo “El golpe posmoderno. 15 lecciones para el futuro de la democracia” (Debate).

Explica que es un golpe de Estado porque intenta cambiar la legalidad sin atenerse a ella, y argumenta que es “posmoderno” porque no hay violencia explícita, y por una suerte de ambigüedad: si funciona lo cambia todo; si no funciona, no pasa nada, era algo simbólico.

“Posmoderno” significa aquí que todo vale y que no hay verdad común ni objetividad, sino que todo depende de quién habla.

Soy amigo y admirador de Daniel Gascón (Zaragoza, 1981). Admiro su clarividencia tranquila, su sensatez y su ecuanimidad, su sentido del humor y su esfuerzo por sortear sesgos, tópicos y prejuicios, su capacidad para documentar sus argumentos con rigor y claridad. Licenciado en filología inglesa y española, es escritor y traductor y dirige la edición española de la revista mexicana Letras Libres, en la que colaboro.

El origen de este libro puede datarse en el artículo del mismo título —Un golpe posmoderno— que su autor publicó el 21 de septiembre pasado, en medio del fragor de la inminente república de ocho minutos. Creo que la motivación es la radical novedad del asunto que trata de desentrañar:

“Con todos sus efectos negativos, lo que ocurrió en los últimos meses de 2017 tiene un aspecto pedagógico y casi fascinante. Era algo inédito: una rebelión contra una democracia liberal en una región donde la renta per cápita supera los 25.000 euros.” (…) “¿Una revuelta posmoderna, líquida, ¿sería capaz de vencer a un estado moderno?” (P. 10).

“El golpe posmoderno” desmonta las piezas de un artilugio nuevo que no deja de mutar y que cada día se reinventa. Es como abrir un tigre mientras pega zarpazos: el tigre posmoderno es a veces un gatito y también puede ser un dragón. Por eso es pedagógico y fascinante o, como escribe su autor con la mesura que le es propia: “casi fascinante”.

El libro secuencia este fenómeno, el procés, citando a todos los analistas, intelectuales, políticos y agentes que intentan comprender, combatir o apoyar a criatura tan asombrosa; a los que sufren o disfrutan con sus zarpazos y lametones, según. Y también a los que, como Casandras, han venido anticipando desde hace décadas lo que iba a ocurrir.

Siempre aprovecha lo mejor de argumentaciones ya clásicas, como el kitsch de Milan Kundera, el análisis del lenguaje nazi de Victor Klemperer o el mismísimo Lope de Vega cuando desvela cómo “engañar con la verdad” (en el arte dramático). Gascón siempre se remonta a lo mejor para apoyar sus argumentos, para entender al gato/tigre/dragón que muta, se transforma y sorprende.

El ensayo se apoya en quince páginas de notas de obras citadas y la mayoría de las referencias son páginas web, de modo que puede servir de catálogo o compendio para seguir cómo se ha ido fraguando, relatando y analizando el procés, y esto es un valor añadido, una utilidad o un extra.

“El golpe posmoderno” hace la vivisección de este proceso, lo abre en vivo y mete el bisturí en sus conceptos, trucos, eufemismos, remix, inventos… y también analiza las corrientes que lo nutren: nacionalismo, populismo, supremacismo, revolución desde arriba, tergiversación de la historia, identidad, victimismo, propaganda, emociones.

Sin incurrir en la equidistancia repasa también con sentido crítico la respuesta del Estado, su lentitud y parsimonia, su perplejidad y sus errores. El libro está lleno de ideas frescas y de visiones lúcidas: el asedio posmoderno aspira a que el Estado reaccione como un ente moderno y se pase de frenada en un mundo que no admite la violencia, aunque sea –en teoría– legítima.

Al destripar un proceso concreto y vivo que combina los recursos de la posmodernidad el libro propone una defensa de la –maltrecha– Ilustración y entra en el debate de fondo de nuestro tiempo. Define el posmodernismo –con Kenan Malik– como lo que “combate el proyecto ilustrado de crear una perspectiva común para entender la experiencia”. El libro muestra con claridad cómo el procés es un fenómeno posmoderno que se escabulle, muta y aprovecha todas las artimañas de ese concepto combinándolas con las emociones y con el impulso de las instituciones que forman parte del Estado al que trata de derrocar.

Aquí entronca, creo, con el ensayo de Marina Garcés “Nueva ilustración radical” y con el último capítulo de “En defensa de España” donde Stanley G. Payne escribe del posmodernismo: “todo es narrativa subjetiva, y la única diferencia que merece la pena destacar es entre quienes reconocen este planteamiento y entre quienes no lo hacen (…), el posmodernismo es inmune a sí mismo”.

“El golpe posmoderno” va a ser el manual de referencia para analizar y seguir la pista al procés que, como vemos a diario, sigue porfiando cada vez con más ímpetu.

 

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Antonio García Maldonado, entrevista en El Asombrario: Daniel Gascón: “Es difícil defender el ‘procés’ desde una posición de izquierdas”

Ramón González Férriz, entrevista a Daniel Gascón en El Confidencial: «El golpe mostró que el Estado se defiende y que además le gusta a muchos catalanes»

José Ignacio Torreblanca, entrevista en Café Steiner (vídeo):

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El libro de Daniel Gascón puede dar otro enfoque a la polémica que mantienen Santos Juliá e Ignacio Sánchez-Cuenca sobre si el procés ha sido un golpe de Estado, un pronunciamiento o una «crisis constitucional».

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La foto de Daniel Gascón es la de la solapa del libro, y su autor es Antón Castro.

 

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Paridad ya

Parece de cachondeo, pero es real: la comisión que ha de reformar la ley de delitos sexuales tiene veinte miembros… todos hombres.

Es otro indicio de que el sistema se derrumba él solo, por dentro, sin ayuda exterior. Rajoy ha dicho que «somos una sociedad que sabe hacer frente a quiénes pretenden romper nuestra convivencia» (ya es raro que haya dicho una frase tan larga sin meter la gamba, algo de progreso hay). Se refería a lo de la banda asesina, y también era un guiño por lo del procés Cat, que hoy ha vuelto a resucitar en el Parlament.

Le ha faltado decir que no sabemos hacer frente a nuestras propias monsergas internas, el machismo, la corrupción, el nepotismo, los cargos hereditarios, las designaciones a dedo… y el robo de cremas.

Esa comisión nace muerta, como un zombi del pasado, de ese pasado que se nos aparece a todas horas, en la sentencia del jolgorio, en los abusos y crímenes diarios. La paridad es una medida de higiene elemental.

 

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La revolución de las mujeres

El 15-M sirvió para que el sistema se reforzara. Ley Mordaza, leves concesiones cosméticas, populismo de Estado. La clase política corporativa se blindó. Artur Mas, entonces presidente de Cataluña, tuvo que ir a un pleno en helicóptero porque el parlament estaba asediado por la gente. La respuesta fue el procés, un golpe posmoderno, una revolución desde arriba.

Y así hemos ido tirando surfeando bajo el agua. Los nuevos partidos son idénticos a los viejos, con su maquillaje de Olay y sus privilegios en la casta. Todo está parado, no se legisla, todos contentos. No hay evolución. El sistema casta se reafirma en sus privilegios y prebendas y el gentío trata de rehacer sus no-vidas entre los escombros. Preferentes, saqueo de cajas, autopistas rescatadas, universidad hereditaria.

Entonces, el 8 de Marzo, un aviso. Huelga de mujeres. Huelga universal. Todo ok, partidos de Champions, bla bla zzz. El procés da pretexto para otra oleada de autoblindaje. Se persigue a raperos, tuiteros, cantautores. El sistema vive cualquier alusión como una amenaza. Una broma supone cárcel. La contundencia revela la debilidad.

La élite no está tranquila del todo. Siempre hay algo o alguien que asoma desde el subsuelo. Una frase puede derribar el régimen. El mayo francés acecha. La precariedad sube por sitios insospechados. La que te hace la cama por medio euro no sabes cuánto más aguantará. El que te trae un paquete por veinte céntimos. Facebook es bueno si sabes disimular en la intimidad. La autocensura previa altera el genoma en caliente. El futuro sigue cerrado.

Entonces sale la sentencia de la manada y cunde el espanto. Las mujeres salen a la calle. Quizá el próximo movimiento del sistema sea quitarles el voto. No vaya a ser que funden un partido y…

 

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Un dos de mayo con todo a medio firmar

Dos de mayo, fiesta en Madrid, España de luto, aunque sin saber por qué. Es un luto medio alegre, de cambio de época, o de cambio de temporada. No hay Goya que lo pinte, ni tiempo para selfis. Te mueven el butacón los tuyos, te echan a fuerza de vídeos y cremas.

La crème del gobierno en las sillas de tijera,esperando la apisonadora, la mano de hielo, lo que sea. Los sindicatos pasaron el trance, contratando extras. San José obrero, uno de mayo, uno de Maíllo. Uno de amarillo.

Ahí está Rajoy en casa tranquilo, con los presupuestos medio casi aprobados… un año, dos años… la eternidad. Pero cada el PNV le va a exprimir, cada diez minutos le pide una cosa nueva. Rajoy es rehén del nacionalismo vasco… y un poco de catalán. El resto va solo, incluyendo Madrid, cuyo equipo principal llega a la final de Kiev, con un penalti no pitado que da alas a los culés.

Habrá que pagar pensiones a los etarras jubilados, y no las va a pagar el PNV. Todo va al 155 expandido rajoyano mientras el asunto manada y la irrupción del ministro del ramo alimentan el rescoldo del indep Cat en la misma medida que las cuentas de Montoro. Los jueces alemanes deben de estar flipando. Un rescoldo ya esmortecido por sus propios devaneos. El procés no ha podido competir con los temazos que bombea Madrid, que celebra su día festivo con los cuatro expresidentes eliminados. Hasta que no se firme el PGE todo sigue en el aire sucio de cremas y zozobras. Muchos sueldos y mucho Estado para dos años.

 

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